Home

#I4 Una “escoba” paraguaya

Facebook Twitter Whatsapp Telegram

Eliminatorias Mundialistas Bolivia-Uruguay
Por Homero Fernández

Jueves 05.06.2025

Hace más de medio siglo, a principios de los años 60, Peñarol fue a buscar a Paraguay al suplente y heredero de su capitán William Martínez. No solo encontró esa solución sino también un extra que no estaba escrito: un ícono en la defensa.

Juan Vicente Lezcano era un baluarte del Olimpia que había llegado con el equipo de Asunción a la final de la primera edición de la Copa Libertadores de América, entonces Campeones de América, contra Peñarol.

En aquellos tiempos fundacionales la definición del torneo se hacía a partidos de ida y vuelta. En el primero, jugado en Montevideo, Peñarol se había impuesto 1 a 0, pero había pasado un incidente que algunos consideraron fundamental para las aspiraciones olimpistas. Lezcano había sido expulsado después de un rifirrafe en el área guaraní con Alberto Spencer.

Para el defensa la decisión del árbitro Juan Robles, de Chile, había sido errónea porque, según su versión, aprovechando el área poblada de jugadores, el ecuatoriano le había dado una trompada en la cara y luego se había dejado caer al piso. Con la decisión arbitral, el entonces lateral no pudo estar en la revancha de Asunción que fue empate 1 a 1, resultando en el título de mejor de América para Peñarol.

Aunque casi no jugó en la final, Lezcano ya tenía su fama bien ganada de defensa aguerrido y líder de la retaguardia. Algo de eso había demostrado años atrás defendiendo a Paraguay contra Uruguay, en 1957, en la goleada de 5 a 0 que su equipo propinara a los celestes durante las eliminatorias mundialistas.

Después de quedar fuera del Mundial de Suecia, el seleccionado paraguayo se quedó casi todo en España. Tres jugadores aceptaron ofertas del Sevilla; dos del Oviedo y uno del Elche. Después, un par recaló en el Valencia y uno en el Atlético de Madrid. Pero a Lezcano, pese a un supuesto interés del Atlético de Madrid ni lo saludaron. Tuvo suerte, Peñarol.

Ya en Montevideo, en 1961, a Lezcano le tocó dar la vuelta olímpica por una nueva Libertadores conquistada contra Palmeiras, aunque no había pisado lacancha.

Había una rivalidad que Lezcano describió algún día.

“Estaba William Martínez, que no me dejó ni un minuto el puesto. Ni en los amistosos. Íbamos de gira a Europa y no largaba ni estando lesionado. Claro que en 1962 agarré yo y lo tuve tres años en el banco. No le di ni un minuto”.

Pero, tal vez el momento culminante para el paraguayo en Peñarol fue su participación en el equipo que en 1966 se clasificó campeón de la Libertadores y de la Copa Intercontinental dejando afuera al Real Madrid.

Primero con una histórica remontada contra River Plate en Santiago por 4 a 2, y luego con sendas victorias de local y visitante contra los merengues.

“Le ganamos fácil, 2-0 en Montevideo y 2-0 en Madrid. Bah, no era fácil, pero Spencer y Joya eran una cosa extraordinaria. Y Pedro Rocha, que le pegaba bárbaro… Y Abbadie con su dribbling corto, daba gusto verlo correr”, recordaba el paraguayo en una entrevista muchos años después.

Lezcano era un puntal de referencia para grandes goleros como Luis Maidana y Ladislao Mazurkiewicz. Tuvo frente a frente con Pelé, en su mejor expresión con el Santos, el equipo que protagonizó varios duelos épicos con los aurinegros.

Lezcano sabía que el estilo de Pelé era recibir la pared de Coutinho y lanzarse por la pelota con toda su velocidad y energía. Lezcano había entrenado una forma de pararlo. Ponerse de costado ante la arremetida del “crack” brasileño y desequilibrarlo a base de potencia. Y eso a Pelé no le gustaba.

“Você é um cavalo”, le dijo “O Rey” en la final de la Libertadores de 1962 en la cancha de River, en Buenos Aires.

Roque Gastón Máspoli, como entrenador aurinegro, confiaba ciegamente en la capacidad de Lezcano. Por eso hizo del paraguayo un insustituible “líbero” capaz de barrer el área defensiva de lado a lado.

Así se hizo ídolo en Peñarol Juan Vicente Lezcano, “el back escoba”, como lo bautizó el relator y lo popularizó la gente.

***

Comentarios