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Análisis internacional, jueves 4 de enero: Susana Mangana

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EC —Algunas notas de prensa destacan el hecho de que en diciembre se filtró que el Gobierno iba a destinar miles de millones de dólares a los militares, a los cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica y otras organizaciones de conservadurismo radical, algunas vinculadas con la élite del clérigo más rico. Mientras tanto, se iban a recortar subsidios para millones de personas, se iban a subir los precios del combustible, se iban a privatizar escuelas públicas. ¿Eso tuvo que ver? ¿Ese tipo de noticias precipitaron estas movilizaciones?

SM —Sí, pero hay un matiz, no creo que se haya filtrado a la prensa. Esto no es nuevo, lo nuevo es de qué manera se han dado estas protestas en el interior. Que además están descabezadas, no hay un liderazgo claro. Ahora se han ido sumando por ejemplo estudiantes universitarios en la capital, en Teherán, pero en el interior los que salieron a protestar son personas que uno no esperaría que estén cantando eslóganes en contra del régimen, sino que buscaban denunciar la corrupción, denunciar las políticas económicas de un Gobierno que es muy frágil por ahora, porque no ha podido cumplir con las promesas económicas de la reelección de Rouhaní.

Ahora bien, eso que tú llamas la filtración a la prensa es el interés del presidente Rouhaní de darle transparencia al presupuesto para este año que comienza, 2018, de desglosar ese presupuesto y dar a conocer ese reparto. Entonces se anunciaron los recortes a los subsidios en efectivo y la suba importante del combustible. Esto evidentemente enajenó, enfureció entre otros a los transportistas, y también a muchos campesinos que dependen del precio del gasoil o de los medios que utilicen para su transporte. Esto es realmente la base de esa protesta, estas son las razones, que después se han ido tiñendo del color político, es importante comprenderlo.

EC —Hablemos un poco más del Gobierno, de este Gobierno de Rouhaní, al que se califica de moderado. ¿Qué posibilidades tiene de llevar a cabo cambios, teniendo en cuenta la revolución que de hecho gobierna, esa revolución del año 79 que estableció una república teocrática en la que hay un líder supremo, el ayatolá, que está por encima de las autoridades?

SM —Correcto. Por eso creo que es importante recordar las palabras del propio presidente Rouhaní al iniciarse estas protestas. Los medios de comunicación oficiales las negaron o las ocultaron durante los primeros dos días, pero el presidente Rouhaní habló de una oportunidad y no de una amenaza. Sin embargo tenemos la respuesta de la Guardia Revolucionaria, que prometió responder con puño de hierro y que suma fuerzas con la fuerza paramilitar, los [Basij], en contra de sus enemigos comunes. Justamente, porque en Irán no es solo el líder supremo el que dirige y controla el país internamente, sino que hay distintos órganos de contralor. Entonces hay que entender que hay un estancamiento también de las políticas del régimen, hay un hartazgo de la población, sobre todo de los más jóvenes, que han escuchado durante mucho tiempo en sus casas a sus padres decir que se vivía mejor con el sha, que la monarquía tendría que volver para sacar al país de los problemas en los que se ha ido metiendo también a raíz de ese intervencionismo que el régimen o la República Islámica de Irán ha tenido en países de la región.

EC —¿Este hecho de que las protestas estén ocurriendo en áreas rurales, en esas áreas más conservadoras, implica que está en peligro la base del régimen islamista? Tú aludías recién a comentarios que hacían comparaciones con la era anterior a la revolución iraní.

SM —Hay un clima prerrevolución y empieza a haber analistas que lo quieren comparar con el clima que existía en 1979 cuando se produjeron esas manifestaciones tan masivas que claramente tenían un líder, que era el ayatolá Jomeini, que regresó de Francia para encabezar esas protestas. Pero en aquel momento había distintos partidos políticos también que estaban agitando las aguas. Entre ellos, el Partido Comunista Tudeh de Irán, que luego fue duramente reprimido por el régimen islamista encabezado por Jomeini.

Creo que es pronto para hablar de una revolución, pero hay un hartazgo con los ideales de esta revolución islámica que no se ha traducido en una mejora para la población. En algunas zonas rurales, en algunas zonas alejadas de la capital la tasa de desempleo se cifra ya en 60 %, y en la capital en el entorno del 12 %. Pero Rouhaní, un presidente que prometió cerrar el 2017 rebajando la inflación a menos de dos dígitos, no lo logró, porque la inflación del 2017 cerró en 10,5 %. También tenemos que entender que muchos iraníes han ido perdiendo, se han ido empobreciendo hasta llegar a un 15 % de empobrecimiento en los últimos años, incluso con el Gobierno de Rouhaní, que logró pactar ese acuerdo nuclear con las grandes potencias desarrolladas, especialmente con su adversario histórico, que es Estados Unidos.

EC —¿Qué alcance tienen estas movilizaciones?, ¿qué profundidad, qué volumen tienen? Porque estamos hablando de lo que significarían, de las consecuencias que podrían tener, pero ¿son un fenómeno realmente importante desde el punto de vista cuantitativo? Ayer el jefe de los Guardianes de la Revolución islámica aseguró que se había terminado la sedición, que ya estaba, que ya había pasado el problema, e incluso minimizó la importancia, dijo que como mucho estas protestas habían reunido a 15.000 personas.

SM —Evidentemente es importante, porque el régimen ha visto los dientes del lobo, se ha dado cuenta de que no son protestas motivadas en un principio por razones políticas, aunque después han ido derivando en una sumatoria de enojos. Hay una cierta comparación con lo que fueron las protestas en países árabes también musulmanes a partir del 2011, pero creo que todavía es pronto para decir que esto va a poder constituirse en un movimiento revolucionario, porque no hay un liderazgo claro de las protestas. Además aquellos que son opositores al régimen tienen una vida muy dura, no pueden hacer activismo político como tal en el país, o bien son silenciados, son enviados bajo arresto domiciliario, como ocurrió en 2009, o están en el exilio. Creo que el régimen está tomando buena nota de estas protestas, y además no se puede descartar que algo de intervención extranjera pueda haber habido, porque hay intereses muy fuertes en la región, pero también en otros países donde hay una comunidad iraní en el exilio que ha venido defendiendo la caída del régimen y que ha apoyado sotto voce, entre bambalinas, este tipo de protestas para agitar las aguas en el país.

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