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Entrevista central, jueves 17 de agosto: Andrés Lalanne

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EC —Entonces, cuando se crea el CLAEH, ¿es una institución uruguaya o es una institución regional? ¿Cómo hay que calificarla?

AL —Desde el punto de vista jurídico es una institución uruguaya, siempre lo fue. Desde el punto de vista de sus intenciones era latinoamericana, pero después en la práctica, con el correr de los años, fue difícil mantener esa identidad. En las primeras directivas había directivos de distintos países, fundamentalmente de Argentina, Chile y algo de Brasil, pero vino gente también de Colombia, de Perú. América Latina es un continente que se dice ha sufrido siempre una balcanización, en el sentido de que esta división nacional en lugar de unirnos a veces nos separa. Quedaron en muchos lugares rastros de estos grupos después de los años 60 y 70, muy perseguidos por las dictaduras, que ahora estamos reconstruyendo.

EC —En definitiva el CLAEH terminó siendo Uruguay y punto.

AL —Sí, y de hecho las investigaciones refieren a temas del país.

EC —En sus primeros años, si pensamos en las décadas del 60 y del 70, ¿qué era el CLAEH? ¿Qué hacía el CLAEH?

AL —Era una organización que hacía estudios, fundamentalmente encuestas. Usaba métodos de la sociología aplicada que había desarrollado economía y humanismo en Francia, con mucho rigor, que hoy día se consideran parte de lo ya adquirido por la academia, como la investigación participativa, la investigación acción.

EC —No estaba tan extendida en Uruguay en esa época.

AL —En esa época se enseñaba sociología, pero no se practicaba, no había estudios de terreno. Los primeros estudios de terreno en Uruguay, según lo que conocemos, fueron hechos por estos Equipos del Bien Común y referían a problemas básicamente urbanos, de la vida, de las familias o de barrios o de ciudades en el interior, muchas veces a pedido de la Iglesia católica, porque había una vinculación personal de alguno de los fundadores. Por ejemplo, el profesor Garmendia, que era profesor de la Facultad de Humanidades y Ciencias en aquel momento, Juan Pablo Terra, el arquitecto Tosar eran personas que por su origen y demás estaban más vinculadas con la Iglesia. Pero después también empezaron a hacer estudios para organismos del Estado.

EC —Por un lado investigación, arranca siendo una institución dedicada a la investigación, pero también de formación.

AL —Una de las necesidades que había era formar a las propias personas que iban a realizar estos estudios. Paralelamente se empezaron actividades de formación, pero siempre dentro de este espíritu fundamentalmente investigativo.

EC —Por ejemplo, ¿ya se otorgaban los títulos de grado en Sociología, en Economía, en Ciencia Política?

AL —No, eso ya es de la época de la dictadura. Tendríamos que hacer un paréntesis para los que no conocieron ese Uruguay. Hacia fines de los 60, la actividad política absorbió gran parte de las energías, el propio CLAEH como tal disminuyó su actividad, hasta el golpe de Estado; esos últimos años fueron bastante traumáticos. Pero después hubo una oportunidad de revitalizar el CLAEH a partir de las cosas que no se podían hacer en otros medios, fundamentalmente en la Udelar.

EC —Es a partir del golpe de Estado y de la intervención de la Udelar que el CLAEH da este otro salto, el de avanzar en la formación, en la expedición de títulos.

AL —Sí, en la formación desde el comienzo, con distintas actividades. Después surgió la posibilidad de emitir títulos, que no eran títulos reconocidos, eran títulos de la institución, que llamábamos grados, que no eran exactamente equivalentes en su extensión y demás, pero que eran dados por los mejores profesores que pudieron quedarse en el país.

EC —¿Cómo hay que entender aquella etapa? ¿El CLAEH funcionó como una especie de universidad alternativa, por lo menos para algunas especialidades?

AL —Sí. Mi vinculación en ese momento era como socio y en algunas oportunidades como directivo, no estaba en la plantilla de investigadores o de funcionarios de la institución, pero recuerdo muy bien que Romeo Pérez caracterizaba a aquel CLAEH como una “pequeña universidad”.

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