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Entrevista central, jueves 22 de diciembre: Daniel Sturla

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EC —Entre varios mensajes de oyentes, elijo este como reflejo de una parte. Dice Santiago: “Me parece muy bien que los católicos recen en Navidad, pero que no interfieran con la vida del resto”. Esta es la otra lectura posible: la Iglesia católica hace muy bien en resignificar la Navidad, por todos los antecedentes que veníamos conversando antes, pero puede haber quienes lo vean como una invasión, como una embestida para ocupar en la sociedad un protagonismo que es excesivo.

DS —Lo que es real es que la Navidad es una fiesta de la tradición cristiana. Lo otro es si se hace algo que sea imposición a otros; negativo, no hay que hacerlo. Pero si en el marco de la sociedad plural el cristiano expresa su fe e invita a los otros a encontrar la dimensión espiritual, que es la dimensión auténtica de la fiesta desde su origen, creo que es un aporte a la sociedad uruguaya, aun a los no creyentes uruguayos. Lamentaría que se tomara esto como una cuestión de invasión, etcétera.

Pero pongámonos en el tren de la sociedad de consumo, Papá Noel, ¿eso no es una invasión, y una invasión, sí, que viene de afuera, que no tiene nada que ver con nuestras raíces, sino que nos ha caído y la hemos aceptado sin mayor dificultad? En cambio esto tiene que ver con la tradición más firme de nuestro ser de una civilización, que es la civilización judeocristiana, como recordó el presidente Sanguinetti el 1.º de marzo del 85, cuando asumió como presidente, pero además del sentido más profundo de la fiesta de navidad.

Y además es una apuesta a la espiritualidad, y como lo dice el doctor Leonardo Guzmán, entre otros, en su columna de los viernes en El País, la espiritualidad es un atributo también del Uruguay laico, no es una propiedad católica. Que la fiesta de Navidad tenga un sentido espiritual en torno a Jesús obviamente para los católicos desde la fe, y para los no católicos es una apuesta a un sentido espiritual de la vida que creo que nos hace bien a todos.

EC —En la conferencia de prensa que dio ayer, usted dijo que la celebración del nacimiento de Jesús “vendrá a sacudir conciencias, a sacudir indiferencia para responder, en diálogo sincero entre creyentes y no creyentes, a los desafíos que nos presenta la realidad del país que queremos. Si Uruguay no atiende el tema infantilización de la pobreza, estamos hipotecando presente y futuro”. ¿Por qué puso el acento en este tema? ¿Por qué en esta ocasión, en esta previa de la Navidad usted mira hacia la infantilización de la pobreza?

DS —El Niño Jesús nace en la pobreza, en una pobreza extrema, nace en un establo de animales. Nace en una familia obrera, pero que en ese momento estaba en una situación de migración, fuera de su casa. Son rechazados, como dice el evangelio, no había lugar para ellos en la posada y terminan en un establo de animales. O sea que la identificación del Niño Jesús con los niños que hoy en Uruguay nacen bajo el nivel de pobreza surge espontáneamente.

Por otro lado, creo que este es el drama del Uruguay. En estas semanas he estado visitando las cárceles, he estado tres veces en Comcar, he estado en el CNR, en la cárcel de mujeres, en Punta Rieles… Uno ve cantidad de jóvenes, y esos jóvenes en su gran mayoría son fruto de una sociedad que no los ha sabido atender. Yo no quito nada a la libertad personal y a lo que esta tiene, obviamente hay cantidad de gente que naciendo en una situación difícil vive de su trabajo honestamente, pero estamos hipotecando.

La doctora Cristina Lustemberg, una mujer estupenda, hoy subsecretaria del Ministerio de Desarrollo Social, y que fue antes la que encabezó el programa Uruguay Crece Contigo, ha demostrado, y lo ha hecho también en diálogo conmigo, que si en los primeros dos, tres años un niño no está bien alimentado no se realizan los millones de sinapsis neuronales, el cerebro de ese niño queda condicionado para siempre por no estar bien alimentado. Esto es una realidad que después no tiene levante. Si no atendemos esta realidad, estamos hipotecando presente y futuro. No puede ser que en este país uno de cada cinco niños –los porcentajes pueden variar un poco, pero esto nos dice mucho– esté naciendo hoy bajo el nivel de pobreza.

EC —¿Entonces? Esto es una reflexión, una exhortación.

DS —El Estado de hecho tiene programas interesantes, acabo de nombrar uno, hay realidades muy interesantes como la estimulación temprana, los programas que lidera el INAU y que llevan adelante distintas ONG, entre otras, muchas de la Iglesia católica. Esos son sin duda elementos en positivo, pero hay obviamente una necesidad de acuerdos políticos para tratar y procurar que el Uruguay pueda encontrar soluciones, sabiendo que somos un país donde somos pocos y nos conocemos y el margen de maniobra es escaso. Entonces no es que un gobierno de derecha o de izquierda pueda hacer cosas tan diametralmente diversas. ¿No será hora de ponernos de acuerdo? Ni que decir en el campo de la educación, y ahí sí salgo de lo que es el niño y me voy al adolescente, y digo ¿será posible que aún hoy, sabiendo que hay experiencias que demuestran que la mayoría de los chicos si se les dan oportunidades salen adelante, no nos pongamos de acuerdo en apoyar estas iniciativas y tratar de que salgan adelante?

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EC —Tengo más de un mensaje como este, de Silvia: “Pregúntele al cardenal dónde se consigue la oración para la Navidad”.

DS —En las parroquias se han entregado. Las que imprimimos se fueron, imprimimos 25.000, tendríamos que haber impreso el doble o el triple. Pero se encuentra en la página web de la Arquidiócesis: iglesiacatolicamontevideo, ahí está y se puede imprimir.

Video de la entrevista

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Transcripción: María Lila Ltaif

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