EnPerspectiva.uy

Entrevista central, jueves 5 de octubre: Iñaki Gabilondo

Facebook Twitter Whatsapp Telegram

EC —Sí, Puigdemont considera la posibilidad de que lo arresten, lo ha dicho.

IG —Sí, Puigdemont a mí me parece un excelente señor, pero no tiene ambiciones políticas ulteriores, esto le da también una elasticidad menor, porque no es un hombre que esté también tratando de cavilar qué influencia va a tener todo este proceso en su futuro. Ya ha dicho que finalizado este proceso él lo deja. O sea que está muy muy determinado a cumplir exactamente el mandato de la hoja de ruta que lo llevó a esa posición y no tiene ningún motivo personal para hacer ninguna componenda pensando en su futuro. Eso es así, y por tanto él no es un hombre muy fácil en ese sentido de manejar con otros movimientos, tiene una posición clara.

Lo que sí hay es que las formaciones independentistas, que ahora tienen la mayoría de escaños en Cataluña, son tres fuerzas que tienen completa diferencia. Una es de corte medio burgués tradicional, otra es de corte republicano y la otra es revolucionario-anarquista. Estoy simplificando muchísimo, pero para que tengan una idea. Es inimaginable un encuentro de fuerzas políticas tan heterogéneas que se unieron para este proceso de la independencia. Pero ahora, al llegar el momento, […], los más revolucionarios, etcétera, no tienen ni un solo centímetro que ceder, quieren empujar hasta el final con todas las de la ley. Entre las otras formaciones hay algunas dudas, algún intento de ver si todavía cabe algo. También está oficialmente muy unido y compacto el grupo, pero observado de cerca hay muchas dudas, hay confusión. Es un momento muy confuso, estamos en el borde del alambre jugándonos cosas muy importantes, que no es una broma, no es un elemento de política menor, este es un asunto de política mayúscula que es muy importante para España, para Cataluña, para todos. Por tanto estamos viviéndolo con muchísima preocupación y con movimientos de matices infinitos, pero sin que las posiciones oficialmente se muevan nada.

Así que no lo sé, yo solo puedo trasmitirte y trasmitir a tus oyentes que España está preocupada, que la gente está preocupada, que hasta no mucho lo veía como quien asiste a un espectáculo de la alta política que ya sabemos cómo es, pero ha empezado a percibir hace algún tiempo ya que está internándose claramente en su vida y que está empezando a preocuparse, empieza a ver algo. No me gustan las grandes palabras, me dan miedo, me dan miedo las palabras y por eso no quiero decir la palabra miedo, pero hay un poco de crescendo de temor también en la sociedad.

EC —Sí, hasta hay violencia latente.

IG —Sí, sobre todo porque al haberse trasladado la guardia a la calle y haberse producido algunas tensiones… Tampoco creo que haya que exagerar, pero sí que están, están ahí. Y la hipótesis de que ahora se tomarán medidas como estas que estábamos insinuando, iniciativas de un tipo o de otro, también se entiende que puede incendiar todavía más las cosas.

EC —Sí, imaginar que el gobierno central desplace a las autoridades regionales o que arreste a algunas de las autoridades regionales lleva a pensar que lo que viene después es espantoso.

IG —O que ordene la llegada del ejército…

EC —Claro, pero ¿qué viene después? Una especie de guerra civil o algo por el estilo.

IG —No, no, no sé, no tanto, nadie piensa nada de eso, pero estamos empezando a ver que estamos acercándonos a un lugar donde quema mucho ya, empieza a quemar bastante. Entonces, Cataluña es esa tierra tan potente, con una tradición tan grande, con una gran clase, con un nivel extraordinario… en fin, también está mirando con un cierto estupor lo que le está pasando. La gente está muy sorprendida, creo que el sentimiento general es de estupefacción, anda todo el mundo mirando a los lados para saber por dónde va esto. Todos confiamos mucho en la madurez colectiva de un país que está viviendo en el Primer Mundo, con una solidez institucional grande, con un nivel de vida bueno y metido en las instituciones europeas, un país europeo potente. Nos cuesta mucho imaginar que esto vaya a descarrilar, no creo sinceramente que vaya a descarrilar, pero empezamos a preocuparnos.

EC —¿Hay alguna solución intermedia que pueda satisfacer a los partidos que integran hoy el gobierno catalán, una reforma de la Constitución que le dé un mayor grado de autonomía a Cataluña, por ejemplo?

IG —Ahora mismo justamente no, porque eso ha sido ya considerado setenta veces. Eso en algún momento hubiera podido ser de valor, pero ahora ya estas […] independentistas lo que vaya a hacer la Constitución española lo miran como un elemento que ha quedado atrás, porque su sueño ya estaría fuera del alcance de las ofertas españolas, lo que estos querrían es estar ya fuera de España, oficialmente. Entonces no hay ahora mismo nada muy claro que ofrecer. Si nosotros queremos la independencia, lo que vosotros nos vayáis a ofrecer no. Por eso es muy complicado el diálogo, porque el gobierno español solo podría negociar con Cataluña cómo podría encajarse Cataluña en España, una mejor manera de encajar a Cataluña en España, más satisfactoria para Cataluña, mientras que las actuales autoridades independentistas catalanas lo que quieren no es negociar cómo encajar mejor a Cataluña en España, sino cómo “vehicular” –ese es el verbo que emplean en su texto escrito– la actual situación al nuevo Estado catalán. Eso es lo que hace que la propia materia de la conversación sea muy difícil de fijar, porque para uno es cómo te encajo en España y para el otro es cómo vehiculamos mi salida de España. Fíjate qué lío.

EC —¿Y entonces?

IG —Ese ¿y entonces? es la gran frase.

EC —La última pregunta es bien personal. Tú naciste en San Sebastián, eres vasco, allí hay una larga historia de movimientos independentistas. ¿Cómo te plantas individualmente, íntimamente frente a estos reclamos catalanes?

IG —Yo hace muchos años que creo que España, la Constitución española, etcétera, tiene que revisarse, actualizarse, modernizarse, transformarse para acoger de una forma más satisfactoria a estas comunidades históricas, pueblos, naciones, como mi tierra, que necesitan un encaje afinado, actualizado y modernizado. Siempre lo he creído, siempre he criticado ese inmovilismo que se ha acercado a la Constitución como quien se acerca a un tótem sagrado que cree que no se debe mover. Y soy de los que creen que sí debe moverse para poder acomodarse a las cosas.

Lo que pasa es que en este momento ha llegado a un punto tan lejano ya, estamos colocados en un sitio tan en el borde del precipicio que también nos parece que estas ofertas han quedado atrás. Yo desde luego, como tantos, estoy preocupado, estoy sufriendo, estoy inquieto, y sí que es cierto que lamento que la política de mi país haya estado tan en la luna, tan dormida, tan llegando a las musarañas durante tanto tiempo y no haya sido capaz de establecer las modernizaciones constitucionales que tal vez hubieran podido ir acogiendo mejor este otro movimiento.

***

facal-v2-banner-en-perspectiva-net

***

Transcripción: María Lila Ltaif

Comentarios