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Entrevista central, lunes 10 de abril: Elbio Rosselli

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EC —Uruguay considera, y usted lo dijo en el discurso que realizó en el Consejo de Seguridad, que una acción como la que llevó a cabo Estados Unidos es ilegal. Pero, como mencioné al pasar, el Reino Unido, Israel, Francia, Alemania, Turquía vieron bien ese paso. ¿Quiere decir que no lo consideran un operativo ilegal?

ER —Lo más triste es que ninguno de ellos se ha molestado en argüir a favor de la legalidad. Simplemente lo tomaron desde el punto de vista de las relaciones de poder en una acción que era justificada porque según ellos estaba demostrado que el régimen de Asad había hecho uso de armas químicas y ese mero hecho les daba la potestad para apoyar el ataque que llevó a cabo un tercero. Ninguno de ellos hizo nada, quien tiró fue Estados Unidos. La interpretación legal muchas veces queda por el camino.

EC —Otro de los planteos que hizo usted, en nombre de Uruguay, al hablar en la sesión del viernes del Consejo de Seguridad de la ONU, fue una exhortación a los países miembros del Consejo que tienen derecho a veto a que no hagan uso de él. No es la primera vez que Uruguay lo plantea. ¿De dónde viene esa posición? ¿Y cuál es la importancia en este caso concreto?

ER —La posición de Uruguay contra el veto –dicho sea de paso, yo nunca lo llamo derecho, sino privilegio–, el privilegio del veto, viene desde la Conferencia de San Francisco en 1945, que fue la que estableció la Carta de las Naciones Unidas y la Organización. A lo largo de toda la historia de Naciones Unidas Uruguay siempre se opuso al veto, por varias razones. La primera de todas, porque otorga un privilegio a un grupo de países. Y la segunda, porque impide y traba el funcionamiento del Consejo de Seguridad cuando los intereses de las cinco potencias pueden verse afectados.

Nosotros como país hace varios años que juntamos esfuerzos con otros 24 países en un grupo que se llama Grupo de Coherencia, Rendición de Cuentas y Transparencia, en el cual hemos diseñado un código de conducta, que hoy día tiene más de 120 adhesiones. Lo que buscamos es que los países que tienen el privilegio del veto se abstengan de usarlo cuando hay situaciones de crímenes de guerra o crímenes contra la humanidad en los cuales el Consejo tiene que decidir. El uso de armas químicas es un crimen de guerra.

EC —Eso fue lo que pasó la semana pasada.

ER —Exactamente. La semana pasada no se dio el veto en sí, simplemente se dio el anuncio del veto. Una de las consecuencias aún peores que tiene el privilegio del veto es que muchas veces ni siquiera es necesario levantar la mano en el Consejo de Seguridad, lo que llamamos la foto de la vergüenza, cuando el miembro permanente queda con la mano en alto vetando una resolución, sino que el mero anuncio del veto frustra la tarea del Consejo. Esta vez ni siquiera se llevó a votación una resolución; otras veces, aunque sea queda el consuelo de decir: “Los votos estaban, había 14 votos, pero uno votó en contra y se cayó todo, porque es el que tenía el veto”. Esta vez ni siquiera eso. El veto tiene el efecto pernicioso de que hasta el mero anuncio de que se va a vetar ya frustra una negociación. Es realmente un atraso.

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Transcripción: María Lila Ltaif

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