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Entrevista central, lunes 10 de julio: Susana Mangana

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EC —Hablemos muy brevemente de Qatar en cuanto a su tamaño, economía e influencia en la región. Estamos hablando de Y por otro un país mínimo, muy pequeño…

SM —Es una uñita en el mar, parece una piedra que si la golpeas un poquito fuerte va a caer en el Golfo Pérsico.

EC —Tiene una población de dos millones de habitantes, de los que solo 250.000 son qataríes, el resto es población de otras partes del planeta, incluso uruguayos que están ahí trabajando…

SM —Sí, unos 45 uruguayos y un número un poco más alto de argentinos con los que he podido conversar cada vez que he ido. Muchísimos asiáticos, de Bangladesh, de India…

EC —O sea, un país enano, pero recontra poderoso que tiene el PIB per cápita más alto del planeta, 112.000 dólares…

SM —Entre 110 y 115.000 dólares, antes de las primaveras árabes era un poquito más, pero es el segundo jugador, junto con Irán, en gas licuado porque tiene un yacimiento que comparte con Irán, que obviamente está siendo acondicionado por empresas estadounidenses, que son las que también van a querer explotar ese gas licuado qatarí. Además, Qatar es la sede de la base aérea más importante de Estados Unidos en Oriente Medio y hay más de 11.000 efectivos militares estadounidenses allí instalados. Es un pequeño país en tamaño, pero no está solo, creo que ese fue uno de los errores de cálculo de esta alianza de países capitaneada por Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita cuando se diseñó esta estrategia en su contra. Evidentemente no pueden debilitar tan fácilmente la economía de un país con una renta per cápita de 110.000 dólares y un fondo soberano de más de 320.000 millones de dólares. No hay falta de alimentos en las góndolas, hay productos lácteos y pollos que han estado llegando, por ejemplo, desde Turquía…

EC —Ahí vemos en imágenes alimentos de origen turco que ahora se encuentran en los supermercados de Qatar.

SM —Claro, a partir de este boicot comercial. Recordemos que Qatar tiene una frontera terrestre con Arabia Saudita por la que pasaban a diario unos 800 camiones; entre el 45 % y el 65 % del abastecimiento alimenticio de Qatar depende de esa frontera, pero ahora están utilizando otras rutas, como las marítimas con el sultanato de Omán, que ha reducido el tono de sus relaciones bilaterales con Qatar, pero se ha negado a sumarse a la coalición iniciada por Arabia Saudita. También utiliza el espacio aéreo con Irán, ha tenido que redirigir sus vuelos, lo cual es un caos tremendo para un aeropuerto como el de Doha, incluso para aquellos que ya tenían pasajes comprados e iban a viajar por Dubái, por ejemplo, y como no pueden utilizar ese pasaje se les tuvo que reembolsar el dinero, hay muchos ciudadanos que van a India, China, Malasia o Indonesia con escala en Dubái y que ahora no lo pueden hacer, como también hubo algún uruguayo que llegó a Uruguay desde Arabia Saudita vía Doha y ahora no puede volver por la misma vía.

EC —Las diferencias entre Arabia Saudita y Qatar se arrastran desde hace décadas, pero nunca habían llegado a este extremo de ruptura de relaciones. Hace un mes eso cambió, Arabia Saudita eligió escalar el conflicto, ¿por qué?

SM —Creo que en Oriente Medio nunca podemos decir que es 100 % por un único factor, evidentemente podemos ligar la visita reciente de Trump a Arabia Saudita, yo creo que tanto Emiratos Árabes Unidos como Arabia Saudita y Egipto se sienten respaldados, con un brío renovado, porque ven que ahora sí tienen un [vínculo con un] nuevo interlocutor ocupando la Casa Blanca que no tenían con Obama. Se pueden hacer tertulias sobre si realmente la gestión de Obama fue eficaz, si realmente trajo más paz al mundo, si era necesario darle el premio Nobel de la Paz tan tempranamente… Eso es harina de otro costal, pero Obama apostaba a hablar en otro tono de la democratización de estas sociedades, de libertades políticas, y a Trump no le interesa todo eso sino combatir al terrorismo y devolver puestos de trabajo a Estados Unidos, por lo tanto, no habla de libertades políticas. La visita de Trump le demuestra a Arabia Saudita y a Emiratos Árabes Unidos que quiere recomponer las relaciones bilaterales, la amistad tradicional que ha habido entre Arabia Saudita y Estados Unidos, a expensas de Irán. Todo esto son como piezas en un tablero que se interpretan también en la región.

EC —Entonces la jugada es: ruptura de relaciones, bloqueo, una lista de exigencias…

SM —Bueno, ahí hay dos tesis: por un lado, es presionar a Qatar para que cierre Al Jazeera, pero también puede ser que de repente cambie la línea editorial, que rebaje el tono… Por ejemplo, Arabia Saudita siempre ha criticado a Qatar por la línea editorial de Al Jazeera porque entiende que le da voz a aquellos que critican al régimen, lo mismo con Egipto, que no quiere que haya entrevistas con islamistas cercanos a la ideología de los Hermanos Musulmanes o a sus propios miembros que están exiliados en Qatar. Es decir, de alguna manera es obligar a Qatar a arrodillarse, lo cual Qatar cree que es ceder su soberanía, no quiere ese tipo de injerencia, la encuentra inaceptable. La otra tesis es si no están forzando la mano de Qatar para provocar un cambio de régimen, eso ya serían palabras mayores. Por ahora no hubo movimientos en las fronteras de despliegue de tropas sauditas ni de Emiratos Árabes Unidos, nada hace pensar que vaya a haber vientos de guerra entre hermanos árabes, pero recordemos que lo pueden expulsar del Consejo de Cooperación del Golfo, es decir, ir presionando de una manera todavía diplomática, pero la escalada de tensión está ahí…

EC —El plazo para que Qatar respondiera a las exigencias ya venció, además, el 3 de julio.

SM —Ya venció y no es una fecha casual, es la fecha en la que se derrocó a Morsi en Egipto y hay personas que han llevado adelante el comité de relaciones públicas entre Arabia Saudita y Estados Unidos que lo recuerdan en su cuenta de Twitter diciendo, por ejemplo, que, así como cayó Morsi un 3 de julio podría caer ahora el emir qatarí. Lo que tenemos que entender es que aquí hay rivalidades y rencillas y que Arabia Saudita le está cobrando a la dinastía qatarí porque tienen disputas desde hace mucho tiempo. Pero también hay otro trasfondo…

EC —¿Qué cuál es?

SM —Que hay una lucha dinástica en el reino de Arabia Saudita entre un príncipe joven, el segundo príncipe en sucesión al trono en Arabia Saudita, Mohámed bin Salmán, que tiene 31 años es un hombre con un estilo mucho más moderno, con una cabeza supuestamente más abierta a los cambios, pero que necesita de ese reconocimiento de occidente, porque siempre estos líderes del mundo árabe islámico tienen esa relación de amor y odio con occidente, no quieren ser exactamente como los occidentales pero les atrapa todo lo que hay de occidente y quieren su reconocimiento. Él le disputaba el trono a su primo mayor, Muhammad bin Naif, ha logrado que su padre aparque a su primo y lo nombre a él primer heredero, o sea, príncipe heredero al trono de Arabia Saudita. Iniciada ya la crisis, el 6 de junio yo publiqué esa noticia en El Observador y decía: aquí hay una lucha por el acceso al trono, si esta operación contra Qatar es positiva en el haber del príncipe heredero seguramente se la quiera cobrar a su primo, no tuvieron que esperar ni al final de la crisis porque ya lo consiguió. Pero este hombre, tan impetuoso, es también el responsable de la operación de Arabia Saudita en Yemen, una guerra que está siendo silenciada en los medios, que es una vergüenza lo que está ocurriendo allí, las bombas que tira Arabia Saudita sobre hospitales, escuelas y población indefensa para combatir a los houtíes, supuestamente apoyados por Irán. Hay más de 300.000 personas afectadas por un caso de cólera, con lo que eso implica, tenemos más de 14 millones de yemeníes en inseguridad alimentaria, 2,2 millones de niños yemeníes sufren de hambruna… Esa guerra es la que también está dirigiendo este príncipe heredero tan ambicioso que es Mohámed bin Salmán, el hijo chico del rey.

EC —Para terminar un repaso que va a quedar incompleto, cómo juegan otros actores. Tú decías que de algún modo la nueva autoridad de Estados Unidos fue el aval para un paso como este, pero resulta que por otro lado Estados Unidos tiene esa presencia en Qatar mismo.

SM —Pero eso es lo que tenemos con la administración Trump, por un lado, él va o dice cosas en Twitter como que Qatar está financiando al terrorismo, pero por otro lado el Pentágono le dice: ¿Qué hacés? Tenemos 11.000 militares ahí desplegados y les estamos vendiendo 12.000 millones de dólares en bombarderos F15. Ahí tenemos la imponderabilia con un presidente como Trump, que dice una cosa, mientras sus asesores o el Pentágono tienen otros intereses, porque no todo se dirige desde la Casa Blanca.

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