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Entrevista central, lunes 12 de setiembre: Óscar Bottinelli, Rosario Queirolo y Adolfo Garcé

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EC —Antes del surgimiento de Equipos con ese tándem César Aguiar-Luis Eduardo González, lo que teníamos era Gallup, que además había cometido aquel error o no error, pero aquel pronóstico tan equivocado con respecto al no y el sí en el plebiscito del 80 en Uruguay.

OB —Gallup, que había surgido en los años 50 como Instituto Uruguayo de Opinión Pública, no llegó a tener credibilidad. No me refiero a confiabilidad, sino a dimensión; recuerdo ver en el Palacio Legislativo los boletines de Gallup y los legisladores los miraban como una curiosidad, pero no se les ocurría ni fijar una estrategia ni ver cómo estaban guiándose por eso. En la elección del 94 se dio uno de los problemas serios que hubo, cuando Canal 10 con Ciencias Económicas de la Udelar y la Universidad de Valencia anuncia el triunfo de Tabaré Vázquez, que crea un lío fenomenal. Paralelamente a la difusión de la encuesta de boca de urna o de la proyección de escrutinio, seguía dando sus resultados el Ministerio del Interior, entonces había una gran confusión a las 2 de la mañana: ¿cómo van a decir que gana el Partido Colorado si el Ministerio del Interior –nada menos, la información oficial– da que gana el Partido Nacional?

EC —Sin tomar en cuenta que esos eran resultados parciales.

OB —Era muy difícil, “el Ministerio del Interior lleva un millón de votos y estos dijeron que eran nada más que 200 circuitos”. El 99 es el año en que las encuestas se consagran, por lo menos en cuanto a divulgación de datos electorales. El 25 de abril del 99 los candidatos elegidos en cada partido pronunciaron sus discursos de ganador o de perdedor en base a las proyecciones de las consultoras. Creo que ese es el momento de consolidación desde el punto de vista público.

EC —Tú recordabas cuando el Sordo González se incorporó a Equipos. Él mismo en alguna entrevista contó la anécdota. Cuando volvió de Estados Unidos, después de cuatro años estudiando allá, no pensaba dedicarse a las encuestas, pero César Aguiar, un viejo conocido, había fundado Equipos Consultores y le ofreció un trabajo como consultor externo. “Me acuerdo que me dijo: ‘Sordo, te parece si vos hacés de abogado del diablo, de consultor externo. No te pagamos un mango, pero tenés acceso gratuito a nuestro banco de datos’. Cerré el trato”, contaba en una entrevista en Seisgrados de El Observador. Eso fue para las elecciones de 1984. Terminaría siendo después socio de Equipos, ocupó el cargo de director de Opinión Pública.

RQ —Era una yunta poderosa. De hecho Luis y César después tuvieron un emprendimiento conjunto tratando de expandirse en la región.

EC —Después de que se habían separado, volvieron a coordinar para trabajar en Argentina, por ejemplo.

RQ —Sí, mucho tiempo después, para trabajar en Argentina. Era increíble verlos trabajar juntos en las reuniones, parece que se divertían muchísimo cuando iban juntos a conversar con diferentes candidatos y presentaban los resultados que iban obteniendo.

AG —Vuelvo al tema del prestigio, que planteaba Óscar. Luis Eduardo, como Óscar, como César, hizo una cosa fantástica en este país, ellos lograron construir la idea en el público de que es posible fabricar conocimiento neutral apartidario, tan neutral como es posible en las ciencias sociales, con las limitaciones que esto tiene. Y apartidario en un país como este, tan empapado de los partidos, tan lleno de competencia política. Lograron un milagro. Y ese milagro empezó en el mundo de las encuestas y después se derramó de un modo mucho más amplio. Los que hemos escrito algo sobre el desarrollo de la ciencia política en Uruguay siempre insistimos en este argumento: por supuesto que gracias a lo que se hizo en el Instituto de Ciencia Política, a lo que hicieron nuestro queridísimo profe Lanzaro y los fundadores del Instituto, pero eso junto con lo que se hizo en el mundo de las encuestas de opinión pública es lo que explica el desarrollo extraordinario que tuvo la ciencia política en los últimos 25, 30 años. Hay un efecto de derrame desde los estudios de opinión pública a la ciencia política en general. Esa es una de las razones por las que les estaremos eternamente agradecidos a esa generación y por supuesto al Sordo.

RQ —Comparto totalmente lo que dice Fito. En el caso de Luis se combina esta dedicación a las encuestas y a los estudios de opinión pública con un profundo interés mucho más normativo, que pasa por una defensa de la democracia, del sistema político, del sistema de partidos, un interés muy profundo y un nivel de conocimiento enorme de las instituciones políticas. Entonces no es simplemente hacer el trabajo de encuestas, que de por sí ya tiene un valor enorme, por lo que aporta, sino que atrás había el interés de estudiar qué está pasando en el país, qué está pasando con la democracia, qué está pasando con las valoraciones de los ciudadanos hacia las instituciones políticas y cómo construir en el fondo democracias más estables, sistemas de partidos que representen mejor los intereses de los ciudadanos.

EC —Óscar, si te colocás en la posición de lector de los trabajos de Luis Eduardo González, ¿cómo resaltarías sus aportes?

OB —Él marca toda una línea en estudios electorales, estudios de opinión pública, de la cual ha sido un referente, que sin duda no es la única línea que se ha desarrollado. Yo lo calificaría como siguiendo el modelo de politología norteamericana, con el manejo de los sistemas y de los actores en un estudio muy autónomo, y con gran énfasis en lo matemático, frente a otra escuela, en la que nos inscribimos nosotros, más europea, en la que damos mucha más importancia a lo histórico, a la psicología de los comportamientos colectivos, a las clases sociales como elemento formador de opiniones y de comportamientos. Lo mismo en lo comparativo, Luis Edgardo en general ha manejado más la comparación de Uruguay con los procesos latinoamericanos, mientras que nosotros, en la línea del Comparative National Election Project, manejamos la comparación de Uruguay con las otras democracias de partido de largo arraigo como son las europeas.

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