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Entrevista central, martes 21 de marzo: Luis Almagro

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EC —Usted hizo un repaso rápido de cuáles fueron hasta ahora los resultados en los distintos capítulos del diálogo que se ensayó desde fines del año pasado. Eso está resumido con mucho más detalle en su informe, ese que tiene 75 páginas. Allí hay un pormenorizado examen de cada uno de esos apartados. ¿Cuál es la conclusión con respecto al diálogo en particular? ¿Ya murió o todavía existe alguna esperanza?

LA —El tema del diálogo es cómo se construye un diálogo, sobre qué bases se construye, cuáles son las agendas temáticas. Hubo un acuerdo entre el secretario general de Unasur y el gobierno de Venezuela de nombrar a tres expresidentes para comenzar un proceso. Ese proceso sirvió para aguantar presión internacional por un lado, y para afinar determinados resultados en el marco represivo del gobierno. Lamentablemente esos fueron los resultados.

EC —¿Esa es su conclusión, que el diálogo terminó siendo utilizado por el gobierno de Venezuela?

LA —Y la gente tuvo una reacción muy clara al respecto. En las manifestaciones de finales de octubre había en Venezuela cuatro millones y medio de personas en la calle. Un tremendo descontento que canalizado por la gente que quería verdaderamente un cambio y que ese cambio se afirmara en variables institucionales. Por eso tiene que entrar el Vaticano, que da un nuevo oxígeno a este proceso, pero en determinado momento también lo deja porque no había la respuesta que esperaba del gobierno. Oxigenar este proceso requiere compromiso del gobierno, cada una de las recomendaciones tiene que ver con acciones específicas del gobierno.

EC —Si vamos a lo que el documento incluye como diagnóstico, podríamos calificarlo de lapidario. Dice, entre otras cosas, que el gobierno de Venezuela “viola con impunidad los derechos de sus nacionales, mantiene presos políticos solo por el hecho de disentir, tortura, roba, corrompe, trafica drogas y mantiene a su población sometida a la falta de alimentos, de medicinas y de dinero para subsistir”. ¿Cómo elaboró este informe? ¿Cuáles son las fuentes para llegar a semejantes conclusiones?

LA —La principal información es documentación pública: informes de otras organizaciones internacionales multilaterales, específicamente del Sistema de Naciones Unidas; informes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH); informes de organizaciones no gubernamentales; la información de los juicios que se han seguido en Nueva York por el caso de los sobrinos de la pareja presidencial, que están acusados de narcotráfico, y lo que han admitido en las confesiones; los casos de corrupción de Pdvsa en Houston, los temas de acusación fiscal y la información pública al respecto. Esas son las fuentes que hemos utilizado fundamentalmente.

EC —Se lo pregunto teniendo en cuenta el contraste gigantesco que existe entre su visión a propósito de lo que pasa en Venezuela y lo que sostienen el gobierno y sus representantes en el exterior, por ejemplo lo que ha dicho el embajador en Uruguay, Chirino, cuando lo hemos entrevistado acá. ¿Usted ha podido reunirse con representantes del oficialismo en algún momento? Está clara la situación de enfrentamiento que hay entre el gobierno de Maduro y Luis Almagro, pero ¿no ha quedado ningún margen para el intercambio directo?

LA —La OEA es un mecanismo de intercambio directo, el Consejo Permanente es un mecanismo de intercambio directo y todas las semanas o máximo cada dos semanas nos sentamos ahí representantes de Venezuela y obviamente la secretaría general. Ayer en la propia conferencia de prensa abrimos un espacio que entendimos que era lo mejor para que la representante de Venezuela pudiera decir su verdad. En todo momento hemos mantenido la máxima apertura y los máximos niveles que podría querer el gobierno de Venezuela respecto a mantener un intercambio. Hemos sido muy constructivos en cada uno de los pasos, respecto a Venezuela como respecto a los demás países de la región. Y siempre hemos encontrado caminos que nos han permitido resolver las cosas en mecánicas de diálogo y de trabajo conjunto. El tema con Venezuela es que para ellos es muy difícil dar respuesta a las páginas de este informe, a estos conceptos. Las respuestas son siempre elípticas o son como lo que me hizo escuchar ahora por primera vez –no lo había escuchado, sí había tenido referencias al respecto– del presidente Maduro. Ese es el nivel de respuesta a un informe de 132 páginas que presentamos en junio del año pasado ante el Consejo Permanente y al informe de 75 páginas documentado, con información pública fehaciente.

EC —El gobierno de Venezuela y la cancillería en particular sostienen –leo un comunicado de la semana pasada– que la actuación de Almagro en la OEA ha estado guiada “por el odio que profesa a Venezuela y su complicidad con la oposición golpista, extremista y antidemocrática”.

LA —Cero argumento. Trato de descalificar al mensajero porque no puedo decir absolutamente nada respecto al mensaje y a los elementos que contiene el informe. Ese es el problema. Y no funciona así la democracia, la democracia es una discusión conceptual, es la elaboración constructiva, no la descalificación y el insulto.

EC —Está el tema de que usted tendría una relación excesiva o reincidente con la oposición venezolana. Por eso vale la pena preguntarle por la conferencia de prensa de ayer en la sede de la OEA, que usted convocó y en la que compareció acompañado por esposas de dirigentes políticos de la oposición venezolana que se encuentran encarcelados, por ejemplo Lilian Tintori, esposa de Leopoldo López. ¿Por qué avanzó este otro escalón en su campaña a propósito de Venezuela?

LA —Ahí no es una vinculación política con la oposición. Yo no hago oposición ni hago gobierno, yo pido las responsabilidades que tiene Venezuela con el sistema interamericano, específicamente con la Carta Democrática Interamericana. Y en el informe refiero específicamente a las obligaciones de Venezuela con la Carta Democrática Interamericana, con la carta de la OEA y con las convenciones interamericanas de derechos humanos. No hago oposición, no hago gobierno, me interesan las obligaciones de Venezuela con el sistema.

EC —Usted escuchó la carta que leyó allí la representante de Venezuela ante la OEA, Carmen Velázquez, en la que entre otras sostuvo que usted estaba jugando en la política interna de Venezuela.

(Audio Carmen Velázquez)

Es una iniciativa que responde únicamente a su agenda de odio contra un Estado miembro. Es una muestra más del duro golpe contra la institucionalidad de la OEA. Al denunciar estos hechos, solicitamos al presidente del Consejo Permanente que se inicien las consultas con los Estados miembros, a los fines de velar por la observancia de las normas que regulan el funcionamiento de la Secretaría General. Reiteramos nuestra protesta. En varias oportunidades el Estado venezolano ha trasmitido…”.

(Fin audio)

EC —Se está pidiendo que la OEA analice su conducta, Almagro.

LA —Sí, y esto suena a conducta típica de regímenes de esta clase. Lo que dice lo contestamos en la misma conferencia de prensa y en notas anteriores por escrito al Consejo Permanente. El evento de ayer, específicamente la conferencia de prensa de ayer, era con familiares de víctimas, familiares de presos políticos, ese era el concepto. La OEA tiene que ser un foro de apertura, un foro en el que ninguna voz pueda ser silenciada, específicamente la de aquellos que son víctimas de violaciones de derechos humanos. La OEA que pretendemos es una OEA abierta, una OEA en la que tengan voz los que no tienen voz, en la que tengan voz y la posibilidad de hablar aquellos que han visto su voz silenciada en su propio país o que son víctimas de violaciones de derechos humanos en su propio país. Ese concepto, pase lo que pase, caiga lo que caiga, es algo que vamos defender a ultranza. Venezuela no puede pretender silenciar en la OEA a las víctimas de derechos humanos, no lo vamos a permitir, eso va a seguir siendo como es ahora, con el máximo nivel de apertura y con espacio para todos. Si Venezuela quiere decir sus cosas, si el gobierno quiere decir sus cosas, ningún problema, que las diga. Pero también van a poder decir sus cosas los demás, aquellos que son víctimas día a día de las violaciones de derechos humanos en el país.

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