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Entrevista central, martes 21 de marzo: Luis Almagro

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EC —De la audiencia llegan por un lado mensajes apoyando su postura y la actitud que está impulsando en la OEA con respecto a Venezuela, y también aparecen críticas. Por ejemplo, “A este señor no lo hemos visto ocuparse jamás por lo que vive Haití, por citar un caso”, dice un mensaje. Otro, el de Ana, indica: “Almagro no logra demostrar su imparcialidad con relación a Venezuela. Su conducta no ha sido coherente ante crisis institucionales de extrema gravedad que ha habido en otros lados, por ejemplo Brasil, el golpe en Brasil”.

LA —Dos conceptos absolutamente falsos. En el caso de Haití, estuvimos en Haití, apoyamos el cronograma electoral, todo el trabajo de reconstrucción democrática que tuvo Haití. Tuvimos la misión que permitió una salida institucional luego de la presidencia de Martelly. Hemos estado y seguimos estando involucrados en Haití, empujando fortalecimiento institucional, respuestas democráticas y aprobación de cronogramas electorales que permitan salidas por parte de la gente. Lo mismo que estamos pidiendo para Venezuela hemos hecho en Haití, lo hemos trabajado de esa forma.

En el caso de Brasil, fui dos veces a Brasil a entrevistarme con la presidenta Dilma Rousseff antes de cada una de las votaciones en el Congreso y en el Senado. Pusimos a disposición todos los instrumentos del Sistema Interamericano. Estaba en el gobierno en ese momento utilizar los instrumentos que estaban a disposición o no, y no se utilizaron, se prefirió el camino de la Comisión Interamericana. Para nosotros muy bien, y definitivamente los casos que entran en la Comisión Interamericana tienen su tratamiento, su autonomía y su independencia técnica. Pero siempre estuvimos involucrados, o sea que eso es mala información directamente.

EC —¿Cómo continúa ahora el tratamiento del asunto en la propia OEA a partir de su informe?

LA —Los tiempos son de los países, los que toman la decisión al final del día son los países. Y esos son tiempos de la política y de la diplomacia. Mi recomendación siempre es actuar con premura, pero apoyados en fortalezas técnicas y capacidades reales. Los tiempos de la diplomacia a veces no coinciden con eso, cuando un país está con una dictadura no es fácil salir. Uruguay estuvo 13 años con una dictadura, hay países que estuvieron mucho más tiempo. Esa es la realidad. Lo que no se puede hacer es dejarles a esas dictaduras ninguna impunidad. No pueden tener impunidad para tener presos políticos, no pueden tener impunidad para violar las instituciones del Estado, no pueden tener impunidad para encarcelar periodistas, no pueden tener impunidad para encarcelar estudiantes. Eso es algo que tenemos que marcar todos los días y forma parte del compromiso esencial de nuestro trabajo.

EC —¿Qué pasa si el Consejo Permanente no acoge su recomendación de que se apliquen las sanciones previstas en la CDI para el caso de que Venezuela no convoque a elecciones en un plazo razonable?

LA —Primero tiene que haber una resolución, una declaración del Consejo Permanente o una Asamblea Extraordinaria en la cual se pida convocar a elecciones. Ese es el punto, que se reconozca la alteración del orden constitucional y se convoque a elecciones. Ese es el primer paso que debe dar el Consejo. A partir de ahí, el Consejo tiene que analizar las acciones que toma Venezuela ante ese eventual pedido.

Entonces creo que nos queda todavía camino por recorrer antes de llegar al punto que usted señala. Lo demás es construcción de mayorías en el marco de una discusión democrática. En determinado momento, en los 70, en los 80, en la OEA convivían dictaduras y democracias, eso formaba parte de la realidad. El concepto de defensa sistémica de la democracia empezó con el secretario general Baena Soares, que trabajó esos temas para que dejaran de ser parte de una relación bilateral de cada país con Estados Unidos. Por ejemplo, Uruguay tenía una dictadura, pero como la dictadura se oponía al comunismo, en el contexto de la guerra fría era una democracia para Estados Unidos y era tratado como tal. Salvo por el gobierno de Jimmy Carter, eso debe ser reconocido.

Hoy, en este análisis, el punto es si los Estados pueden convivir con estas variables de autoritarismo y democracia dentro de la propia organización. Es una decisión de los Estados. Para mí como secretario general no es admisible.

Video de la entrevista

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Transcripción: María Lila Ltaif

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