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Entrevista central, martes 3 de mayo: Camelia Huino, Carlos Varela

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EC —El alcalde cuando participó la semana pasada en una de las actividades de la Semana del Sonido, dijo, según una crónica de La Diaria, que muchos comerciantes de su municipio “han tensado la piola”. ¿A qué se refería?

CV —A esto. Primero, comparto con Camelia la última parte, no la parte de falta de voluntad política. Hay una clara voluntad política, por eso estamos acá trabajando en esta temática.

Con tensar la piola decimos esto de no buscar el punto de acuerdo con los vecinos, no buscar el punto de acuerdo con la Administración. Pero sería un error generalizar, hay bolicheros que han tenido buena voluntad, han hecho inversiones importantes. El de Paullier y Guaná, que sufrió la clausura por ruidos sociales, hizo la inversión en un proyecto que acompañamos junto con la Defensoría de hacer una prueba de aislamiento acústico hacia fuera para poder habilitar la zona de fumadores, que la gente salga a fumar sin generar perjuicio a los vecinos, algo que se está midiendo, se está controlando y va funcionando. Puede llegar a ser una alternativa de contención y de solución para estas problemáticas.

Pero hay otros que no, que saben que hacen un uso abusivo de la normativa. A veces no por falta de control, sino porque el control es eso: uno va, controla y se retira a controlar en otro lado, no puede dejar un inspector sentado en el boliche para ver si tiene capacidad para 50 personas y comercializa para 100, porque también existe la rotación, la entrada, la salida, tiene complejidades. Se agarran de esas complejidades, de esas dificultadles de control para abusar y generar indirectamente estos perjuicios que generan. Hay otros que invierten en limpieza en la zona, en seguridad, pero no alcanza.

EC —Camelia, ¿para ustedes entonces cuál es la solución?

CH —Que se vayan. La Intendencia instaló ese infierno ahí y la Intendencia tiene que sacarlos.

EC —Que los boliches de este tipo no puedan estar en un barrio donde viven familias…

CH —No, no pueden estar en ningún barrio residencial, en ninguno. Yo no quiero que los saquen de mi barrio para que se vayan a otro barrio a molestar a otros vecinos.

EC —Ahí está otra dimensión del tema.

CV —Ahí tenemos otra diferencia con Camelia, no creemos que haya que guetizar el esparcimiento.

CH —Yo no estoy en contra del esparcimiento; al revés, está bueno, la gente tiene que trabajar, salir de vacaciones, salir a divertirse. Son derechos humanos, el derecho humano a divertirse y el derecho humano a descansar, que también es importante, que en este momento está siendo vulnerado, completamente. Pero estamos hablando de un problema que tiene muchos problemas adentro. Hay un problema de consumo abusivo de alcohol, de consumo abusivo de drogas, lo vemos nosotros desde la puerta de nuestra casa, desde el balcón de nuestro apartamento. No hay ningún control absolutamente de nada, ni de policía ni de inspectores de tránsito, absolutamente. Es tierra de nadie. Y si vos podés dormir, qué suerte, y si no, jorobate. Vendría a ser una cosa así.

Está afectando tu vida, tu rendimiento laboral, los chiquilines en la escuela no pueden prestar atención porque no duermen durante la noche. ¿Sabés lo que es que de mañana tu hijo te diga “mamá, no pude dormir en toda la noche por el ruido que hay”, o que venga tu hijo adolescente y te diga “dame una pastilla para dormir que tengo un escrito mañana y si no duermo no rindo”? Es lamentable. Como padre, como madre, ¿qué le podés decir?

Tu propiedad, mi propiedad, la propiedad del vecino, si vos vivís ahí, se devaluó. Si yo me quisiera ir porque no puedo más vivir ahí, no puedo vender mi apartamento porque sale nada. ¿Quién va a querer ir a vivir a un lugar donde no podés dormir? No existe. Nosotros pagamos un precio por vivir en una zona residencial; es una zona residencial, de oficinas, de negocios, donde se mueve mucho tránsito, eso lo tenemos incorporado en nuestro cerebro. Pero de noche es descansar, ya de vivir en una zona así, porque nosotros elegimos vivir ahí, nadie nos obligó…

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