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Entrevista central, miércoles 1 de junio: Pablo Bartol

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EC —Contá a propósito del aspecto de este centro educativo, Los Pinos.

RC —Yo llegué en esta oportunidad desde San Martín. Cuando veníamos por la avenida San Martín pasamos el cruce con Aparicio Saravia y casi un kilómetro más adelante encontramos, a la derecha, toda una zona de canchas de fútbol verdes. Lo gracioso es que si preguntás en el barrio dónde queda Los Pinos, te dicen: “allá arriba, donde están las canchas de fútbol”. Es la gran característica.

Es un predio de seis hectáreas que queda entre San Martín y camino Mendoza, un gran rectángulo, y en el centro las edificaciones, que son muy características, están pintadas en un tono entre rosa y ladrillo visto, con techos azules de chapa, de manera que quedan bastante alejadas de las dos avenidas principales. Hay que tomar en un caso un camino interior y en otro una especie de calle secundaria para llegar a este lugar. Aquí tenemos un cuerpo de edificaciones de más de un volumen, irregulares, con distintas alturas, que en algunos casos llegan a las dos plantas y en otros simplemente quedan en la planta baja, y ese es el aspecto diferencial. No tiene absolutamente nada que ver con el resto del paisaje construido que vemos hasta llegar aquí.

Otro elemento que destaca claramente es una especie de enorme prisma blanco, que aunque tiene aberturas en la planta alta desde lejos no se le ven; viene a ser el gimnasio, de unas proporciones en altura y planta que realmente destacan en el paisaje general. Todo rodeado de un verde intenso, muy bien trabajado, lleno de arcos, de canchas que se definen por los arcos de fútbol, de rugby, los tableros de básquetbol. Aquí no hay rejas ni cercos que limiten el predio, la delimitación del predio son apenas alambradas como las de campaña. Estamos en una zona donde todos los predios son bastante amplios, es decir que las edificaciones de los vecinos quedan bastante alejadas de este cuerpo central de edificación.

EC —Rosario, sería bueno que describieras la biblioteca, el lugar en el que estamos.

RC —Es el primer local que encontramos cuando ingresamos al vestíbulo, con la recepción a la izquierda. Unas puertas vidriadas dan ingreso a este local, el más amplio, que hoy tiene una distribución extraña porque está convertido en un estudio de radio. Tiene todas las paredes cubiertas de altas bibliotecas que pasan por debajo de tres ventanas que dan muy buena vista hacia el exterior y una serie de largas mesas y sus sillas, todas en color azul, que se distribuyen de otra manera cuando esto se convierte en la sala de lectura de la biblioteca. Aunque también sabemos, porque la hemos visto funcionando así, que puede llegar a ser un salón de clase para determinadas actividades. Estamos instalados exactamente en ese lugar, posiblemente el más amplio en materia de área de cuantos aquí hemos visitado.

EC —El Centro Educativo Los Pinos es una institución de gestión privada y financiada con fondos públicos y privados. Acá funcionan un club de niños, un centro juvenil, talleres de capacitación laboral y hasta un liceo técnico. Como nos contaba su director, Pablo Bartol, por día pasan por estos locales más de 300 niños, adolescentes y jóvenes que viven en esta, una de las zonas más pobres de Montevideo.

Hasta aquí hemos llegado esta mañana para contarles cómo funciona uno de los instrumentos concretos de los que han surgido de la sociedad civil para mejorar las perspectivas de quienes habitan en este lugar.

De eso algo ya charlamos con Pablo, ahora vamos a retomar la conversación sobre todo para situar a nuestros oyentes en Casavalle. Porque hablar de Los Pinos es hablar de Casavalle, este centro surge como respuesta a algunos de los problemas que se presentan en esta zona de Montevideo, problemas que hace pocas horas, el viernes, tuvieron una manifestación dramática con los incidentes que se dieron en Marconi, a pocas cuadras, pero en definitiva en el mismo entorno.

¿Cómo describen ustedes una zona como esta?

PB —Estas son zonas de Montevideo como aluvionales, lugares adonde en los últimos años ha venido a parar mucha gente. Gente que viene del interior y que se instala aquí en la periferia; gente que viene de otros barrios porque hay planes del Gobierno y se construye aquí, que es la zona más descampada, zona de chacras, el Gobierno compra terrenos y construye complejos habitacionales, y gente que pierde su vivienda en lugares más céntricos, que ya no puede pagar un alquiler y se viene a instalar en plan asentamiento en terrenos fiscales a los que el Estado en su momento no les dio protección o terrenos medio abandonados de alguna empresa fundida donde hace su vivienda. Entonces tenés gente que viene de muchos lados, gente reciente, familias que se desarrollan aquí pero que llegaron hace poco, en el entorno de hace 15 años.

EC —En el círculo más inmediato al centro Los Pinos me llama la atención que no haya por acá, por avenida San Martín, ningún comercio, no hay un almacén, no hay un supermercado, no hay una panadería. ¿Es una seña de identidad de este punto, de esta parte?

PB —Es la seña de identidad de las zonas aluvionales, de reciente construcción o desarrollo, que todavía no han podido desarrollar todos los servicios, ni siquiera la iniciativa de gente que ponga un supermercado o una panadería. Tú vas para el lado de Aparicio Saravia, te vas a Instrucciones o a Mendoza y en todo ese centro no tenés una sola panadería. Porque todavía no se ha desarrollado el comercio más estable típico en todos los barrios de Montevideo. Son barrios que carecen a veces de eso, también porque al haber un nivel de ingresos muy bajo de las familias que habitan aquí no hay comercio que se instale porque no hay una demanda. Entonces también el bajo poder adquisitivo hace que se instalen pocos comercios y poca ciudad.

EC —El barrio Casavalle forma parte de una zona mayor que se ha llamado de un tiempo a esta parte cuenca del Casavalle, que incluye, por ejemplo, el barrio Marconi, pero también parte de los barrios Manga, Piedras Blancas, Las Acacias, Peñarol. Su seña de identidad más fuerte es la marginación, es una zona pobre, marginada, donde se concentran asentamientos y problemáticas de hacinamiento, desempleo, informalidad laboral, dificultad de acceso a servicios básicos. Con alguna otra particularidad: mientras que en el resto de Montevideo hablamos de una población envejecida, esta zona es todo lo contrario, aquí se identifica una mayoría de población joven, que vive en condiciones precarias y que tiene además problemáticas sociales fuertes. ¿Cómo es la relación entre el Centro Educativo Los Pinos y este entorno?

PB —Acá en Los Pinos tenemos la particularidad de haber crecido de a poco, nos donaron un terreno que era un gran baldío, seis hectáreas, muy grande, donde los carritos de la zona reciclaban lo que traían del centro, dejaban lo que no les servía y se llevaban lo que les servía, y se fue formando un inmenso basural. Entonces el barrio nos vio crecer de a poco, nos vieron levantar la basura, ir arreglando una pequeña casa muy precaria que había. Y después a lo largo de estos 18 años ir construyendo distintas aulas, distintas etapas. Hoy luce todo muy bien pero fueron distintas etapas, siempre decimos que fuimos creciendo con el barrio. Entonces la gente del barrio nos ha visto como un vecino más, como alguien que creció con ellos, tal vez con más capacidad de juntar apoyos económicos para crecer y tener más aulas, la biblioteca, un gimnasio, que con los años hemos ido construyendo. Pero creo que hemos logrado ganar el cariño de la gente, el afecto, el ser considerados un vecino más. Por eso lo único que separa a Los Pinos del barrio es un alambradito de campaña que salta cualquiera.

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