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Entrevista central, miércoles 1 de junio: Pablo Bartol

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EC —Ya sobre el final, incorporamos a Antonio Cabrera. ¿Cómo definimos el cargo de Antonio?

ANTONIO CABRERA (AC) —Soy una especie de todoterreno acá dentro. Tengo un cargo, que es el de presidente de la Comisión Directiva, pero me siento muy consustanciado con el proyecto. Cuando Pablo empezó, hace ya 17 o 18 años, empecé a venir, a frecuentar, a ayudarlo en lo que precisaba, y de a poco me fui enamorando del proyecto. Hasta que en 2008, a través de unos empresarios del sector forestal, en el cual estaba, trajimos un amigo, que también tenía un programa de radio, Luis Romero Álvarez. Vino a Los Pinos, le gustó la idea y trajo a su socio, que era un estadounidense, Marcel Thomas, que se entusiasmó también con la idea –era de origen luterano– y a los meses vuelve de Estados Unidos y me dice: “Me gustaría que vinieras con Pablo a visitarnos al estado de Georgia. Yo pertenezco al board de una institución muy antigua, de 110 años, que se llama Boys & Girls”. Fuimos y ahí empezó la historia más relacionada con Los Pinos de mi parte.

EC —Allí incorporaron knowhow sobre cómo se manejan estas instituciones. Por lo que ustedes nos han contado, es toda una experiencia que daría para otra charla. Un knowhow que además ustedes han ido trasladando dentro del Uruguay a organizaciones que son similares o tienen objetivos parecidos. Es otro de los frentes de acción de Los Pinos: el asesoramiento.

Pero nos habían quedado algunos puntos que sería bueno repasar. ¿Cantidad de personas que trabajan en Los Pinos?

PB —Somos 63, unos 32 docentes y el resto de servicios: cocina, limpieza, mantenimiento y celadores de la noche.

EC —¿Voluntarios también? ¿Cuántos son?

PB —Son unos cinco voluntarios. Tenemos una profesora de tenis que viene una vez por semana; también tenemos un empresario de aquí cerca, el gerente general de Monte Cudine, que viene como mentor de lo que llamamos Empresas Juveniles, que es un programa para adolescentes de una organización que se llama DESEM.

EC —Y podríamos seguir mencionando. Quería aclarar eso, porque hablamos de funcionarios, pero el esquema de trabajo es un poco más amplio.

¿Y cómo se financia Los Pinos? Dijimos que se nutre de fondos estatales y privados. ¿Cómo es eso?

PB —Los estatales vienen por convenio con el INAU y con el Instituto Nacional de Empleo para los distintos programas. Además tenemos un régimen por el que podemos recibir donaciones de empresas y ellos las pueden descontar de impuestos. Eso lo consideramos un aporte estatal importante. En total representan un 60 % de nuestros ingresos para el funcionamiento de Los Pinos.

EC —El 60 % son fondos públicos y el 40 % son fondos privados.

PB —Tal cual. En la parte de privados hay una parte que son padrinos, que ponen una cuota mensual de $ 3.000 para colaborar con algún niño, y también hay empresas. Por ejemplo, la Olimpíada de Matemática está toda financiada con el esponsoreo de empresas privadas y de alguna pública también.

EC —¿Cómo juega el factor religioso en Los Pinos? Porque este es un centro patrocinado –si vale la expresión– por el Opus Dei.

PB —Sí, es una expresión buena patrocinado, porque el Opus Dei tiene todo que ver acá, en cuanto a que pone el espíritu, el cómo hacer las cosas, el apostar a lo más alto posible, el dar lo mejor en las zonas más carenciadas, el espíritu de servicio, de servir a los que menos tienen, a los que tienen menos oportunidades y dárselas.

EC —¿Qué tipo de obligaciones tienen los alumnos en materia religiosa?

PB —Ninguna. Es una condición que siempre hemos puesto. A eso nos ayudó mucho el hecho de que el terreno lo regaló Leonardo Rosenblum, que es de religión judía. Él ha destacado muchas veces que siendo judío donó algo a gente del Opus Dei porque lo que le interesaba era el proyecto. A nosotros también, lo que nos interesa es que participen todo tipo de personas y respetar su identidad religiosa. Pero ya que somos católicos y tenemos una fe, también nos interesa dar nuestra fe, enseñarla a los que quieran. Para que un chico participe en alguna actividad de tipo religioso los padres tienen que firmar un papel autorizándolo.

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