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Entrevista, martes 24 de abril: Daniel Sturla

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EC —Ahí está. Yo decía que de hecho termina habiendo alusiones, consideraciones a propósito de políticas llevadas a cabo desde 2005, algunas elogiosas y otras discrepantes o críticas. Por ejemplo, ¿cómo podemos resumir lo que ustedes entienden a propósito de las políticas redistributivas? Tomo un párrafo en la página 24 del documento:

“Frente a las intervenciones sociales existentes o nuevas propuestas que se generen, sería saludable preguntarnos siempre si contribuyen a integrar y a fortalecer a los destinatarios de las mismas o sostienen y consolidan situaciones de exclusión aunque no sea ese su propósito. No se trata solo de dar o de trabajar para, sino de trabajar con y trabajar entre, abriendo cauces para encontrar sentido, recuperar la autoestima, la confianza en la posibilidad de construir con esfuerzo propio y apoyo de otros un destino distinto que haga posible una vida digna para todos”.

¿Se puede leer este párrafo como una crítica a algunas de las políticas sociales del Ministerio de Desarrollo Social, por ejemplo?

DS —Se podría, pero no es nuestro objetivo hacer una crítica directa a ninguna política concreta de un ministerio. Esto es una realidad que constatamos en el día a día en la sociedad civil, que es donde nosotros nos paramos, no en una actitud de políticos. Por eso para nosotros es tan importante la educación, porque ahí uno está dando herramientas a las mismas personas para salir adelante, y esto es clave.

Acá tenemos una figura ejemplar y única como fue el padre Cacho, y él no fue a dar, sino que fue a meterse entre la gente para desde dentro de la gente hacer tomar conciencia a las personas de su propia dignidad y darles los elementos para que las mismas personas salieran adelante. Yo anoche estuve en el Borro en la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe porque estamos apostando fuerte al trabajo pastoral en esa zona. Allí se ordenó un sacerdote el domingo, Luis Ferrés, y ayer fue su primera misa y está destinado a esa parroquia. Es una apuesta importante para nosotros destinar gente joven y con mucha energía a ese barrio. Y hablando con la gente que estaba después de la misa me decía cosas hermosas del barrio: cómo se ayudan entre ellos, cómo hay una cooperación entre familias, cómo hay una preocupación por las situaciones más difíciles, cómo este año cuando se hizo el vía crucis en medio de los palomares de Aparicio Saravia se fue incorporando gente que está en una situación de enfrentamiento. Eso es construir desde dentro, la Iglesia lo hace desde la educación y desde su tarea pastoral. Ojalá todos comprendamos, como hay muchos otros que también lo hacen, que es desde dentro de la realidad y –hoy se usa esa expresión– empoderando a la gente que podemos salir adelante.

EC —No sé si es una crítica, pero en todo caso es un llamado de atención sobre el tono que entienden ustedes deberían tener las políticas sociales, por ejemplo.

DS —Pienso que sí, pero no es un llamado de atención solamente al gobierno, porque no nos dirigimos al gobierno, sino a la sociedad entera.

EC —Está bien, puede referirse a otras intervenciones sociales existentes o nuevas propuestas que se generen. Podría estar aludiendo a intervenciones de ONG, por ejemplo.

DS —Por supuesto.

EC —Veamos otro capítulo de políticas del gobierno. Sobre educación dicen en un momento: “En la educación, a las dificultades que genera trabajar con una población que mayoritariamente sufre carencias de diverso tipo, se suma la lentitud de gran parte de nuestro sistema para hacer reformas necesarias. No se acompañan así los acelerados cambios del mundo actual, y la educación en competencias hoy requeridas a las nuevas generaciones”.

DS —Ahí sí, pero si hay un tema en que la Iglesia tiene una experiencia fuerte es el tema educativo en este país. Y consideramos que hay una lentitud en las políticas educativas, querríamos que hubiera un mayor trabajar juntos. Para mí es ejemplar lo que desde hace años hace el INAU, que es trabajar en colaboración con las ONG –muchísimas de ellas son de la Iglesia–. A través de eso se ha creado una red social para aportar a los más vulnerables, no importa si lo hacen públicos o privados, lo que importa es que se haga bien. Pensemos en los CAIF y clubes de niños. Justamente ahí en el barrio de la Gruta de Lourdes un CAIF de una ONG católica en combinación con una escuela van a atender a los chicos de cuatro y cinco años que tienen dificultades para dar el paso después para entrar a la escuela. Ahí está el gran tema del primer año, en que muchos gurises ya encuentran una traba, entonces cómo capacitar a los chicos en combinación con la escuela y con acuerdo con INAU para que puedan entrar a los seis años a primer año y tener un buen desempeño. Eso es lo que decimos: ¿por qué no podemos seguir haciendo esos acuerdos? Se hacen en educación no formal, con algunas aperturas con la educación formal. En ese sentido tenemos que progresar, lo que nos tiene que interesar es sacar adelante a los chiquilines, sobre todo a los más vulnerables de zonas de riesgo. Ahí tenemos que trabajar juntos.

EC —Otro tema mirado con lupa: el documento habla de la dicotomía campo-ciudad, y lo hace en un momento particular: cuando se han hecho notar muy fuerte los reclamos de las gremiales rurales, cuando ha surgido el movimiento Un Solo Uruguay, el de los autoconvocados. ¿Ustedes entienden que en estos meses está más expuesta esa fractura?

DS —Creo que sí, pero yo estaba mirando los documentos viejos de la CEU, y hay uno, me parece que del año 98, sobre el tema de la realidad agropecuaria a raíz de toda una dificultad que se encontró en el país. Era un documento de la CEU específicamente sobre el tema. Acá se menciona también en orden de decir “no fragmentemos”. Creo que lo que más se dice, porque no nos metemos en ningún aspecto en particular, es “no encasillemos a las personas del campo y de la ciudad”, que es un tema que viene de nuestras raíces, pradera-puerto, es parte de lo que somos. Entonces tratemos de no encasillar y de buscar soluciones que partan de una experiencia de mirarnos como hermanos, como conciudadanos y no como enemigos o como que estamos del otro lado de la frontera.

EC —Me llamó la atención una autocrítica: “También reconocemos y pedimos perdón a Dios por la participación de cristianos en estructuras sociales injustas”. ¿Cómo es esto? ¿A raíz de qué viene?

DS —Tengo presente ese texto, pero no creo que lo hayamos hablado por una cosa en particular… A mí me gusta mucho decir: la Iglesia no es club de perfectos sino casa de puertas abiertas y a la Iglesia entra el que quiere, cuando quiere y como quiere. Entonces en la Iglesia hay cristianos que no han hecho las cosas bien, y eso no tiene nombre ni apellido.

EC —Leo el párrafo completo: “Muchos católicos a lo largo de la historia, movidos por su amor a Dios y al prójimo, han sido constructores de puentes en nuestra sociedad, contribuyendo a la integración en diversos campos de acción, tanto individual como comunitariamente. También reconocemos y pedimos perdón a Dios por la participación de cristianos en estructuras sociales injustas”.

DS —Sí, bien, es lo que hacemos.

EC —¿A qué alude? ¿A qué estructuras sociales injustas?

DS —La Iglesia ha sido muy crítica en los documentos sociales con el socialismo marxista y con el capitalismo liberal o capitalismo salvaje, como en algún momento se lo llamó. Ahí entra todo desde León XIII en 1891 hasta Francisco, hay una crítica fuerte a dos propuestas que nos parece que son equivocadas. Ahí la Iglesia trata de aportar desde su doctrina social aquello que entiende que es más conveniente para el hombre. Creemos que hay cristianos que de algún modo se han identificado, sobre todo entre nosotros, con ese capitalismo de tipo más “salvaje” y por eso pedimos perdón, pero no hay una referencia a nadie en particular.

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