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La Mesa Agropecuaria, martes 21 de febrero

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EC —Hay distintos tipos de riego. Capaz que el oyente más urbano tiende a identificar el riego con el de un jardín, el del césped, con aspersores que largan una especie de lluvia en una superficie. Pero esa es una de las posibilidades.

BERNARDO BÖCKING (BB) —Hay dos grandes líneas. Una es la histórica, la más vieja, que es el riego por superficie o por gravedad, en que el agua se desplaza desde el punto más alto del terreno hacia abajo, siguiendo una ladera, algo que se hizo históricamente, que hicieron los egipcios, los incas, y hoy en día se hace por inundación en el arroz u otros métodos –surcos y demás– en cultivos. La otra línea es el método que demanda presión, con aspersores o estructuras más grandes como puede ser un pívot, con cañerías y demás, o por goteo, con cañerías que van enterradas o a nivel de suelo y depositan el agua en forma muy precisa donde el cultivo la toma.

EC —¿Dónde se utiliza el goteo? En frutales…

BB —En frutales, horticultura…

EC —Olivares, por mencionar otro ejemplo.

BB —Exactamente. Sobre todo en rubros que demandan mucha inversión, como el arándano, rubros muy caros que justifican esa inversión.

RD —Me parece importante seguir la línea de pensamiento de Andrés: ¿el riego debe ser una política de Estado? Y en ese sentido, si lo fuera, ¿qué es lo que está faltando? ¿Por qué nos acordamos solo cuando no llueve?

BB —Comparto plenamente, muy bien los dos aportes que hizo Andrés, y entiendo que lo que nos está faltando es ver lo que dejamos de ganar. De alguna manera hemos armado un sistema de producción, tanto en ganadería como en cultivos y demás, en función de lo que nos da la naturaleza y de la disponibilidad de agua que el clima nos da. Y estamos resignando muchísima producción de soja, de maíz o de carne al no ver lo que podríamos producir si complementáramos el agua de lluvia con riego cuando falta. En un verano como este, que fue muy llovedor, sin embargo se generaron 10, 15 días de déficit en enero que por lo menos en el norte llegaron a asustarnos un poco. Y eso es algo histórico, hay trabajos de larga data en Facultad de Agronomía que muestran que todos los años los cultivos, cualquiera sea, maíz, soja y demás, precisan agua. Por más llovedor que venga el año, el cultivo no tiene el agua suficiente para expresar su máximo potencial, sobre todo pensando en rendimientos muy altos, que es lo que hoy necesitamos. Estamos hablando de prácticamente el doble de producción, maíces de 12.000, 14.000 kilos contra 5.000 o 6.000 que hoy cosechamos, soja de 5.000 kilos contra 2.500, 3.000 que podemos llegar a cosechar en el mejor de los casos. Si vemos lo que nos falta para llegar, creo que las cuentas y el razonamiento cambian en pro de ayudar a hacer carne esa diferencia.

RD —Sin embargo, el subsecretario Benech habla de rentabilidad. ¿Qué es lo que está faltando? En el caso tuyo, Andrés, lo quiero unir con la ganadería y el país ganadero. ¿Debemos apostar a esto, o este país ganadero en su esencia tiene otras prioridades?

ÁLVARO SIMEONE (AS) —A diferencia de Bernardo, que tiene experiencia en el riego productivo, yo me confieso totalmente ignorante, estoy más enfocado en la parte de la cuota 481 que vamos a discutir después. En el tema agricultura y riego no tengo mucho conocimiento. Pero me ceñí a la convocatoria, que decía “el riego como política de Estado” […].

Para mí un problema es que el nivel jerárquico de resolución cuando se discuten las cosas es diferente. Una cosa es el país, la frase que dice que llueve 1.200 milímetros y el 95 % de esa agua se va al mar; cuando se dicen esas frases efectistas decís “hay que hacer algo”. Pero en realidad el nivel de resolución jerárquico más preciso es el de la rentabilidad marginal: tengo 500 hectáreas, produzco agricultura de secano; si pongo dos pívots, ¿pago esa inversión y gano más dinero? Ese es el tema. Muy modestamente, hice un estudio, una cuentita de comparar, con algunos coeficientes técnicos. Fui un poquito más modesto, en lugar de producir 2.200 kilos de soja, produciría 1.000 kilos más, y de maíz el doble, y con una inversión de entre US$ 2.500 y US$ 4.500 por hectárea, y un préstamo de cuota constante e interés sobre saldo a pagar en ocho años, el flujo de caja los primeros cuatro años me da negativo, no lo pago. Ahí viene la política de Estado, la discusión: para que haga esas cosas mejor, ¿el Estado tiene que ayudar a ese productor con una política pública con fondos que son de todos? Para mí ese es el tema, de lo particular, de la rentabilidad marginal, a la política nacional, no de la política nacional a la rentabilidad individual. Para mí la cuenta es exactamente al revés.

RD —Totalmente de acuerdo. Y sobre esa base de razonamiento, la consulta es: si la respuesta fuera que tiene que ayudar, no regalando, sino facilitando con créditos blandos, largo plazo, etcétera, ¿la prioridad debería estar en eso o hay otros rubros cuyos resultados sociales serían más amplios? Ejemplos, sigo pensando en la ganadería.

DANIEL LABORDE (DL) —Desde el punto de vista de la gente, del ciudadano, uno dice ¿por qué no riega? Sobre todo cuando hay una sequía y por los estudios de radio desfilamos clamando por apoyos porque los animales se mueren. En Uruguay se riegan unas 250.000 hectáreas de un país que tiene muchas más hectáreas. El potencial de riego en el país es de 1.800.000 hectáreas. Por lo tanto el concepto de que si todos los productores regaran no pasaríamos por los estudios de radio reclamando apoyo cuando viene la seca es una falacia. El área potencial de máximo de riego es mucho más chica que el área de riego. Es decir que a través de riego no vamos a solucionar los problemas de sequía grandes en este país, por lo tanto van a seguir pasando productores por los programas de radio reclamando apoyo en los momentos de sequía grave de este país.

RD —De 16 millones de hectáreas del país…

DL —Mucho más, de 16, 17 millones de hectáreas potencialmente se pueden regar 1.800.000 hectáreas.

RD —Ni el 10 %.

DL —De las 250.000 hectáreas que se riegan hoy, 180.000 son de arroz. Se riega arroz, porque si no se riega no se produce arroz. Y sin embargo el arroz hoy, a pesar de ser tecnológicamente superdesarrollado y de máxima calidad, tiene problemas de rentabilidad. Por más que toda la tecnología de riego está en el arroz, hoy si no existe el Fondo Arrocero 4, el arroz en este país no se hace.

Entonces, ¿tiene que haber políticas de Estado? Creo que el riego ya tiene política de Estado en el Uruguay. Con el riego entrás en la ley de inversiones, que te facilita llegar a no pagar el 50 % de la inversión, los equipos de riego no pagan IVA, vas al Banco República (BROU) con un proyecto de inversión y te da 10 años de plazo para pagarlo y uno o dos años de plazo para no pagar amortizaciones. O sea que ya el riego es política de Estado, porque tiene un montón de beneficios que otros sectores u otras tecnologías no tienen. Entonces creo que lo que tendríamos que discutir es por qué el riego no ha crecido más.

El otro punto que me parece importante rescatar lo miro en la lechería: sin riego el 60 % de los productores lecheros hoy están produciendo por debajo de la mitad de lo que potencialmente pueden llegar a producir sin tener que estar en el tema riego todavía. Es decir que ya el riego es política de Estado, el riego no se adopta en forma intensa. Tenemos que pensar por qué un 60 %, 70 % de los productores producen el 50 % de lo que potencialmente sin riego pueden llegar a producir.

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