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Entrevista central, miércoles 1 de julio: Pedro Etchegaray

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EN PERSPECTIVA
Miércoles 1 de julio, hora 8.20

EMILIANO COTELO: La calle Convención, en el tramo que va de Paysandú a Cerro Largo, se ha convertido, según los vecinos, en una “zona roja” o “zona liberada”.

Colchones tirados en la vereda, fuegos encendidos contra las paredes de las casas, olor permanente a orina, trifulcas y cantarolas nocturnas, hurtos, rapiñas, amenazas… Todo eso compone el panorama diario de este lugar del Centro de Montevideo, apenas a tres cuadras de 18 de Julio.

El foco del problema, dicen algunos, es la Puerta de Entrada del Ministerio de Desarrollo Social (Mides), ubicada en la esquina de Convención y Paysandú. Hasta allí se acercan decenas de personas en situación de calle que esperan para ser trasladadas a refugios. Las que no logran entrar quedan deambulando por allí, duermen y comen en la calle y se mezclan con delincuentes comunes que están de paso y que también han hecho de esa parte de Montevideo su ambiente.

Otros vecinos, sin embargo, señalan que es un problema anterior a la instalación del Mides en el lugar y que no logra ser resuelto por la falta de coordinación entre dependencias del Estado.

Uno de los vecinos que tienen esta visión es Pedro Etchegaray, que nos envió una carta detallando este panorama, acompañada con abundante material gráfico, que también pudo verse el domingo pasado en el diario El País.

Con él vamos a charlar en primer lugar, y después vamos a charlar con Federico Guerrero, director del Departamento de Coordinación de Programas para Personas en Situación de Calle del Mides.

PEDRO ETCHEGARAY: Agradezco la sensibilidad al problema que tenemos los vecinos en Convención y Paysandú, y aplaudo el enfoque le están dando. Porque la realidad nuestra no es específicamente el tema del Mides, nuestro problema es anterior.

EC – Usted vive en la zona desde la década del 80, ¿no?

PE – Yo compré ahí en el año 84, no existía la terminal. Voy a hacer un pequeño racconto para ubicarnos. Porque además a mí me caben las generales de la ley, porque he sido quizás el más damnificado en toda esa zona. Por eso tomé la bandera, porque ya estoy viendo que esto va a volver a repetirse.

EC – ¿Cuándo empezó a notar problemas?

PE – Se instala la terminal de Río Branco y eso genera un flujo de personas totalmente nuevo para la zona. Obviamente, cuando hay movimiento de gente tiene que ir acompañado por una especie de control de seguridad, un monitoreo de lo que está pasando. Al generarse la terminal en el año 92, cierto tipo de situaciones que había en el barrio, como lugares totalmente abandonados, pasaron a ser un caldo de cultivo para que los delincuentes hicieran su base. Además, en el caso nuestro había un lugar en Convención 1562 al que entraban por Convención y se escapaban por Río Branco, así podían robar a la gete que bajaba tanto por Río Branco como por Convención y escaparse por uno u otro lado.

EC – Usted más bien coloca el origen en la inauguración de la terminal de ómnibus.

PE – Claro, lo que estamos viviendo hoy es una consecuencia, las fotografías muestran consecuencias. El tema es que la causa nunca fue atacada, entonces cuando se instaló el Mides, una situación que todavía no estaba bien resuelta o que se acababa de resolver…

EC – En su carta usted dice que ese fenómeno estuvo en algún momento cerca de solucionarse.

PE – Le explico. Primero esa situación, se hicieron muchas denuncias. En particular yo llegué a presentar 36 denuncias. Yo vivo en un piso bajo y veía la situación a diario, veía que estaban robando.

EC – ¿Ante qué organismo presentó las denuncias?

PE – Ante la Jefatura, ante la Policía de la seccional 3.ª, donde ya era viejo conocido, “otra vez por acá”. La gente se empezó a aterrorizar y llegó un momento en que el tipo que presentaba las denuncias era yo, entonces un día el comisario me dijo: “Jefe, dígales a los vecinos que presenten algo, porque acá parece que el único tipo problemático es usted”. El resto estaba aterrorizado.

En el 2001 me tomo la Semana de Turismo y el 13 de abril entran a mi casa por la ventana, según me contaron. Vaciaron todo el apartamento, estuvieron un rato ahí, uno o dos días, después lo prendieron fuego y se fueron tranquilamente.

EC – Tremendo, esa historia es tremenda.

PE – Es terrible.

EC – ¿Hay que entender que fue una represalia?

PE – Yo qué sé, mucha casualidad no fue. Además, yo me llamo Etchegaray Avallone, y en la guía Etchegaray Avallone estamos mi hermana, mi hermano y yo y tenemos ocho teléfonos. No me localizaron de ninguna manera, y cuando llego al apartamento –me había tomado unos días de vacaciones, hacía cuatro años que no tomaba vacaciones– me encuentro con la policía que me dice: “Mire, parece que le robaron la casa”. Parece que le robaron la casa no: la habían prendido fuego y no había quedado nada. Cuando consigo después el informe de Bomberos, había ocurrido una situación todavía más grave, aparentemente: después de que estuvieron los bomberos y se supone que cerraron la situación y dejaron un policía en la puerta, me siguieron robando. Eso fue gravísimo.

EC – ¿De qué año estamos hablando?

PE – Fue el 13 de abril de 2001. Para mí fue como un renacer, porque a partir de ahí mis valores cambiaron en muchas cosas. Yo estaba por irme del país, me tuve que quedar, pasaron un montón de cosas.

EC – Y decidido quedarse allí, además.

PE – Los vascos somos tipos muy especiales, no nos gusta irnos de un lugar a menos que nos queramos ir. Yo solamente me voy de donde me quiero ir, no de donde me quieren echar. Y en este caso fue así. Tuve que deshacer una situación que ya tenía, porque estaba pensando en irme, ya había comercializado el apartamento, estaba quedándome ahí a la espera de resolver una situación en el exterior. Se tuvo que deshacer todo, más el problema de tener que hacer una vivienda de cero, porque quedó un loft eso, no quedó nada adentro.

Después de eso se siguieron generando otras situaciones, robaron a toda la gente en el edificio… Esto siguió varios años, hasta que finalmente asesinaron al mozo de Fun-Fun en la puerta de nuestro edificio. Ahí finalmente, entre eso y un movimiento que habían generado los vecinos antes, en el 2008, juntando firmas de todos lados, se pudo tapiar ese lugar que pasaba de Convención a Río Branco. Eso fue en el 2009.

EC – Eso fue un principio de solución.

PE – Eso fue un principio de solución porque trajo un alivio. Al acabarse la cueva donde los tipos se metían, donde tenían niños… Hasta tuve un problema con un juez por este asunto, fui a hablar a influjo del jefe de Policía y me tocó hablar con el juez Vernaza, un juez que estaba en Maldonado y estaba de suplente, y claro, la discusión era que para el juez eso era una casa de familia. Yo le decía que un lugar donde hay 40 denuncias presentadas, donde se sabe que roban, no es una casa de familia, tienen unos niños que usan como escudo para que la policía no pueda entrar. No hubo forma, no hubo forma, no hubo forma. Hasta que al final mataron a un tipo, entonces ahí se empezó a ver que había que tapiar el lugar, darle una solución final al tema, y se hizo. Eso descomprimió una situación.

EC – Y después vino la inauguración de la Puerta de Entrada del Mides.

PE – Paralelamente a todo eso se inaugura la Puerta de Entrada. Y la Puerta de Entrada del Mides sumó un caudal adicional de gente al caudal normal, en una zona que ya era una zona conflictiva. Gente indigente, con una serie de problemas y necesidades reales, y claro, había que organizarla de alguna manera.

Claro, si usted suma delincuencia, más flujo de gente por una terminal, más colas de indigentes que están esperando conseguir su alimento, cobijo, se produce una mezcla explosiva. Una mezcla explosiva que además no ha sido acompañada por un monitoreo de seguridad que atienda la situación exterior. Esto le está costando muchísima plata a la sociedad.

EC – Cuéntenos con un poco más de detalle: ¿qué es lo que usted encuentra ahí?

PE – Le voy a contar mi vida diaria para que la gente se imagine. Salgo de mi casa a las 9 de la mañana, normalmente, porque hoy casualmente no había gente en la calle, después de que esto empezó a tomar estado público. Salgo de mi casa y encuentro: decenas de colchones tirados, gente durmiendo por todos lados, un olor fétido insoportable, porque esa gente tiene necesidades biológicas y las hace en la calle, contra la pared del edificio, en la vereda, donde sea. Listo. Me voy, camino una cuadra, se termina el panorama. Me voy al trabajo. A las 7.30 de la tarde tengo que traer forzosamente a mi esposa a mi casa, ya no puede venir sola porque tiene que atravesar una muralla.

EC – Usted dice que su esposa tiene que venir siempre acompañada, que ella sola no puede venir.

PE – No debe venir, porque ya hemos tenido muchísimos problemas. Así como no se puede dejar un auto en la puerta, yo vengo, muchas veces me tengo que bajar, porque la gente se sienta en la puerta, no se puede ingresar al edificio. La gente se molesta cuando se le pide que se corra. Y yo miro a la gente, y no son personas que usted diga “pah, este tipo está esperando que le den una cama”. No, no, hay tipos que tienen celulares que yo no tengo, tienen calzado deportivo que quizás yo jamás compre por el alto precio. Y usted ve que hay una mezcla. Porque el problema no es el indigente que necesita que lo ayuden, el problema es que al amparo de ese escudo nuevamente se filtra gente.

Además ocurre el efecto flan, como le llama la policía: yo aprieto en un lugar y la delincuencia se desplaza hacia otro. Colocaron cámaras por Río Branco, entonces ahora en Río Branco es un desierto, no hay nadie., pero toda esa gente se mudó para Convención, que ya era una calle con mucho tráfico, y allí, oh curiosidad, no hay cámaras, casualmente de donde se reciben decenas de llamadas semanalmente en el 911 por líos de esta gente no hay cámaras.

Aparte de eso, a las 7.30 de la tarde tengo que desalojar a toda esta gente para poder entrar. Y si ustedes ven la foto, durante el día, durante la tarde y los fines de semana se cocina, se hacen parrilladas, se prende fuego, hay hasta un living comedor en medio de la calle. Y de repente uno viene a las 7.30 por Cerro Largo, sube por Convención y tiene copada la calle. Entonces además tiene que andar haciendo fintas en un lugar oscuro –porque está poco iluminado–, porque tiene que andar esquivando a la gente que no solamente está esperando en la puerta de Puerta de Entrada, sino que ocupa todo, y que además lo insulta cuando usted pasa, lo molesta, en fin. Gente que viene a visitarlo no puede dejar el auto en la puerta. Esta es una situación diaria. Imagínese esta situación diaria repetida durante un año, dos años.

Y después tenemos la noche. Toda esa gente que no entró queda ahí en la vuelta, no sabemos por qué, porque además hay una Ley de Faltas que dice que no puede haber gente en la calle, pero toda esa gente queda. Mucha gente queda en un estado etílico avanzado o drogada o con violencia latente. Entonces vienen las cantarolas, las peleas, que te voy a matar… toda la noche. Imagínese que yo me tengo que levantar a las 6.30, 7 de la mañana para empezar a trabajar, fines de semana, sábados, domingos… Esto es así permanente. Y usted dice: ¿y la policía no hace nada? Sí, pero la policía actúa al llamado, y además también está aburrida porque no tiene recursos para atender toda esta situación continua. Acá hay que eliminar de raíz el asunto.

EC – Vamos a la crónica de Rosario.

Rosario, tú estás en esa zona.

ROSARIO CASTELLANOS: Sí, estoy en la zona, y debo admitir que venía dispuesta a otra cosa. En este momento he estacionado en la mitad de la cuadra, frente a la puerta tapiada que refería el entrevistado. Creía que no iba a poder hacerlo, porque me imaginé, de acuerdo a las fotos, que yo también vi, que iba a encontrar otro panorama.

Y debo admitir que en la mañana de hoy en la calle no hay nadie. Hay tres personas –creo, porque en realidad son “bultos”– que están instaladas durmiendo sobre una especie de pequeño alero de un local que creo que está vacío, encima de una puerta con una gran cortina metálica de enrollar.

EC – Eso aparece en algunas de las fotos que hemos publicado. Es una situación rarísima, es un alero de hormigón que hay arriba de la puerta de entrada a un local grande. Un alero sobre el cual se instala gente a dormir, y con sus pertenencias además.

PE – Empezó siendo un guardabultos.

RC – Están en la mañana, están aquí durmiendo. Es increíble, están metidos en medio de un amasijo de cables que no sé de qué serán, pero no me extrañaría que fueran eléctricos, no sé qué peligro significan. Esto está exactamente enfrente del local del Mides.

EC – No es un alero muy profundo, muy ancho. Llama la atención que no se caigan, que estas personas no tengan accidentes, insistiendo como insisten en dormir ahí. Además son varios los que se instalan ahí.

PE – Llegó a haber ocho.

RC – Veo bultos, pero calculo que son tres. De acuerdo a lo que pude averiguar con una persona que llega muy temprano como guardia de un local que abre temprano, y me decía que a partir del lunes esta es la situación, a partir de la denuncia, que ha cambiado. Porque llegó un camión, levantó todo lo que estaba en la calle, limpió tanto que todavía hay un escobillón apoyado en la pared, apareció la policía, estuvieron con guardia policial todo el día, pero eso hoy terminó. Más allá de que acabo de ver que acaba de pasar un patrullero por aquí, por lo que supongo que tienen en la mira que esta situación se mantenga. Este es el panorama con el que me he encontrado hoy.

PE – Ahí llegamos a contar hasta ocho personas, hay una foto. Empezó como un guardabultos, la gente tiraba las mochilas para arriba, las dejaba ahí, y eso se volvió la sala vip, cuando alguien hacía la comida –porque nosotros escuchamos, y no es gente que hable bajo, habla a los gritos– lo premiaban dejándolo estar ahí.

Después ahí se instaló también un privado, además de los colchones se puso una manta, se cerró y era un apartamento privado. Y además abajo había gente durmiendo, o sea que se puede derrumbar eso, matar gente… Total irresponsabilidad. Y todos esos cables que se ven ahí son de electricidad. Conviven con el peligro.

***

EC – Pedro Etchegaray es ingeniero, vive en esta zona céntrica vinculada con Convención entre Paysandú y Cerro Largo desde el año 1984. Fue comerciante en la zona, fue robado en dos ocasiones.

PE – Fui robado en más ocasiones.

EC – Es uno de los vecinos que se han movilizado en torno a este panorama caótico y obviamente incómodo para quienes viven, para quienes trabajan y para quienes pasan por allí.

Ustedes llegaron a juntar 300 firmas en el barrio que presentaron en la Intendencia, en el Mides y en la Policía. También hicieron denuncias en la seccional 3ª. ¿Cuál ha sido el resultado hasta ahora de todo eso?

PE – El resultado es lo que se ve en las fotos. Yo no puedo decir que la seccional 3ª esté omisa en cuanto a tratar de atender la situación. Pienso que no ha sido eficiente, no ha tenido una respuesta acorde con lo que está ocurriendo.

EC – ¿Ustedes entienden que hay corrupción o negligencia policial de por medio?

PE – Son palabras que no puedo manejar. Yo voy a manejar algo más afín a mi profesión. Pienso que hay una perfecta desorganización entre las instituciones que deberían trabajar en forma conjunta. El Mides tiene su problemática que tiene que atender, y esa problemática, que compartimos, tiene una situación, los tipos tienen que resolver el problema de la gente que tienen que atender. El Mides a su vez tiene policías que ven lo que está pasando afuera.

EC – El propio local del Mides tiene policías.

PE – Claro, tiene policía. Imagínese que hay gente que viene en situación muy complicada, hay gente que viene con problemas psiquiátricos, psicológicos. Yo he aprendido, porque he hablado con mucha gente, que la calle cambia mucho a la gente, la pone violenta.

Aparte de ese problema está el problema de la delincuencia que se junta. Y esa delincuencia que se junta con la gente que está esperando para ingresar al Mides ya no es problema del Mides, es problema del Ministerio del Interior. Y después tenemos el otro, que vendría a ser la mucama de todo esto, que es la Intendencia. Esto nos cuesta un fangote, porque la Intendencia después tiene que venir y limpiar todo eso. Usted no sabe la cantidad de mugre que hay, es impresionante. Si pasa por ahí va a ver que siempre hay mugre, aunque la Intendencia pasa con los camiones, limpia. Pero esto es continuo. Imagínese un lugar donde hay 60, 70 personas viviendo y tirando cosas en la calle; por más que la Intendencia pase una vez por día… acá hay una situación que resolver. El principal problema de todos es la seguridad.

EC – Por ejemplo, ¿colocar cámaras de seguridad en la calle Convención sería una medida que ayudaría?

PE – Eso generaría un efecto flan, haría que la gente que está en este momento mezclada –porque vemos que hay gente que está siempre en la vuelta y no entra al Mides– vaya a buscar otro lugar, porque ahí va a ser identificada. Con eso se aliviaría algo.

Lo otro, obviamente, no hay que ser un genio, es que la Puerta de Entrada del Mides, si está programada para recibir 200 personas, no tiene que ser un lugar donde las 200 personas esperen afuera. Tenemos enfrente todo el sector de Metzen y Sena que quedó vacío. El local no es adecuado, si usted va a recibir 200 personas tiene que tener un recinto para que las 200 personas esperen adentro. Entonces eso pasa a ser del control del Mides, y los que están afuera son de afuera y dependen de otra situación, pasan a ser claramente jurisdicción del Ministerio del Interior. El tema es que hoy mucha gente que atiende el Mides está en la calle, entonces, claro, nosotros, que vivimos ahí, que también tenemos nuestros para tener una vida más o menos en paz, que somos una zona desde el punto de vista fiscal alta…

EC – Se refiere al tipo de contribución inmobiliaria pagan.

PE – Pagamos contribución, en el sitio puse también la contribución. Somos categoría A, es una buena construcción es un lugar fantástico, es un lugar sensacional.

EC – Pero de un tiempo a esta parte ha ido perdiendo vecinos.

PE – La gente sale despavorida. Entonces las propiedades bajan de precio, porque ¿quién va a ir a vivir a un lugar donde lo roban en la puerta, donde usted saca una mano para abrir la puerta y vienen de atrás y le roban la billetera, donde le dicen “dame tanto o te rompo el auto”, “mirá que yo no sé si mañana no te va a pasar algo”? Es complicada la situación. Hay que tener una actitud muy especial, hay que ser medio combativo para estar ahí, y no es la situación. Además hay mucha gente de edad que ya ni sale de la casa. El propio Carlos Varela reconoce la situación cuando dice “sabemos que la gente no sale de las casas”.

EC – Se refiere al alcalde de la zona, que está tan preocupado como ustedes.

PE – ¡No está preocupado nada! ¡¿Cómo me va a decir que alguien está preocupado cuando reconoce que una situación está desde el 2002 y dice que no puede hacer nada?! ¡¿Pero entonces cómo es?!

EC – Las declaraciones que hizo en El País el domingo dan la pauta de que tiene el mismo diagnóstico que ustedes a propósito de lo que está ocurriendo.

PE – Le voy a explicar. Si usted es parte de una fuerza política que maneja todos los resortes y me dice que está preocupado y todo el mundo está preocupado y resulta que pasa el tiempo y las cosas no se resuelven, hay una magnífica y perfecta descoordinación entre todo el mundo.

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Transcripción: María Lila Ltaif

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