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Entrevista central, miércoles 1 julio: Federico Guerrero

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Entrevista con Federico Guerrero, responsable del Programa de Atención a Personas en Situación de Calle del Ministerio de Desarrollo Social.

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EN PERSPECTIVA
Miércoles 1 de julio, hora 8.47.

EMILIANO COTELO:
Los vecinos de la calle Convención entre Cerro Largo y Paysandú están agobiados por la presencia permanente de personas en situación de calle que literalmente acampan en las puertas de sus casas.

Recién conocíamos de cerca esa situación con el testimonio de uno de los habitantes de esa cuadra del Centro, complementado además con la crónica de Rosario Castellanos.

Ahora vamos a conocer otro punto de vista, vamos a conversar con Federico Guerrero, responsable del Programa de Atención a Personas en Situación de Calle del Ministerio de Desarrollo Social (Mides), que gestiona los refugios.

Los vecinos dicen que hace ya tiempo le hicieron llegar al Mides sus denuncias; al Mides y a otras instituciones, por ejemplo se juntaron 300 firmas manifestando la preocupación, el hartazgo. ¿Cómo están manejando ustedes todo esto?

FEDERICO GUERRERO:
Nosotros tenemos un trabajo y un encuentro cotidiano con esta realidad. El departamento atiende a 1.760 personas, evidentemente no todas esas personas están en la calle Convención, si no sería mucho mas complejo el problema. Tenemos un núcleo de población que es la que más acumulación de daño tiene, con la que es más difícil trabajar. Y compartimos la mirada de que hay personas que aprovechan el lugar para vincularse de otra manera con las personas que están en Puerta de Entrada.

EC – ¿Esto se da en todos los locales del Mides que tienen que ver con Puerta de Entrada?

FG – No.

EC – Se lo pregunto porque yo conozco una situación parecida. Cuando realizábamos el programa en Radio El Espectador vivíamos cotidianamente lo que ocurría en la calle Río Branco entre Mercedes y Uruguay, donde también hay un local del Mides.

FG – Básicamente hay un componente de centros nocturnos que trabajan de las 6 de la tarde a las 9 de la mañana, y es verdad que algunas personas están antes del horario de entrada y después se quedan en el entorno de donde duermen o adonde van habitualmente. Ese tema no necesariamente está vinculado con los planteos que se vienen haciendo sobre todo por el tema de la seguridad. Que una persona esté sentada en la vía pública no implica que esté corriendo un riesgo ni apropiándose de ningún espacio público. Creo que ese no es el planteo de fondo.

EC – Sí, pero algunas de esas personas terminan afincándose en el lugar. Eso muestra la experiencia.

FG – Desde agosto de 2013 hay una Ley de Faltas que intenta regular el uso de los espacios públicos, sobre todo por personas que acampan o se apropian del espacio público. Ahí la jurisdicción es de la seguridad, ahí tiene competencia el Ministerio del Interior, en coordinación con la Intendencia, algo que ya se venía haciendo desde hace bastante tiempo. Pero igual me parece que conviene separar las situaciones.

EC – ¿Cuáles son las dos situaciones entonces?

FG – Hay muchas personas que son cuidacoches o tienen otro tipo de actividades, que juntan cosas y las venden en la feria, y que como no tienen vivienda las podemos encontrar sentadas en un hall, en una vereda. No necesariamente esto implica un riesgo para nadie y no necesariamente hay un acto delictivo en eso. La otra situación es la de personas que acampan o se apropian del espacio público –las fotos muestran que ahí hay colchones, campamentos–, que no permiten pasar, que cobran un peaje. Son hechos claramente distintos, notoriamente diferentes.

EC – ¿Qué reacción tiene el Mides ante ese complejo que se va formando alrededor de uno de sus locales?

FG – Tenemos equipos técnicos vinculados al área social. Tenemos trabajadores sociales, psicólogos, educadores. No tenemos policías y no nos encargamos de la represión. Todo nuestro trabajo tiene que ver con la voluntariedad, todos nuestros acuerdos de trabajo con los usuarios, con las personas que utilizan nuestros dispositivos diariamente tienen que ver con un acuerdo, con un convencimiento de palabra. Ese es nuestro trabajo. Nosotros también recibimos el rechazo de personas que no quieren ir a ningún dispositivo, y ese rechazo puede ser respetuoso, pero también tenemos de los otros. El policía que esta en puerta de entrada está porque con algún tipo de población no se puede trabajar. El equipo que trabaja ahí ha sido golpeado sistemáticamente. Hay hechos de violencia que claramente son denunciados y reprimidos por el Mides.

EC – El alcalde Carlos Varela señalaba que cambió el perfil de gente en situación de calle, que no son expulsados por desempleo o por falta de capacidad económica, sino que hoy ese grupo se asocia a problemas psiquiátricos, consumo de drogas, es gente que sale de la cárcel y no tiene adónde ir, y los refugios no son lugares de atracción para ellos. Prefieren estar en el entorno.

FG – Insisto con esto de tratar de marcar y separar situaciones. Es verdad. Pero es verdad también que hay muchas personas que tienen problemas que derivaron en otro montón de situaciones que tienen que ver con la pobreza extrema. Eso no es discutible. Es verdad que en otro escenario de país, donde se pueden reinsertar, no tienen la calificación necesaria para sostener determinados tipos de trabajo o empleos. El empleo de muchas personas es informal y es muy difícil que salgan de eso. Eso es parte del tema.

También es verdad que hay patología mental, hay consumo, y eso está junto, a veces hay patología mental, consumo y además es una persona que salió del sistema penitenciario. Esas personas tienen una acumulación de daño mayor que hace muy difícil generar acuerdos desde este lugar de la voluntariedad, el trabajo, el acuerdo. Eso no implica que bajemos los brazos o que se plantee no trabajar en esa línea.

EC – Lo que está pendiente, por lo visto, como mínimo, es una coordinación. Da la impresión de que no está funcionando de manera eficiente la coordinación entre el Mides, la Intendencia de Montevideo y la Jefatura de Policía.

FG – Con la Intendencia de Montevideo hemos tenido bastantes acuerdos de trabajo y anteriores a la Ley de Faltas: “acá hay un campamento, vamos a desarmarlo”. Esto no es una cosa nueva, no es algo que no se esté haciendo.

EC – Pero ¿cómo se entiende que pase el tiempo, años y años, y la situación siga igual?

FG – No sé si sigue igual, sinceramente no lo sé. Creo que hay un grupo cada vez más marcado y capaz que un poquito más abundante en número que comparte esta problemática. Insisto en que el estar esperando un lugar para ser derivado califica como un riesgo público o una amenaza. No es lo mismo, yo he estado muchas veces en Puerta de Entrada.

EC – Está bien, pero esa gente, a la que usted coloca en otra categoría, al margen de lo problemático…

FG – No, al margen no, la problemática es otra, no está vinculada a la situación de la que estamos hablando.

EC – De acuerdo, pero esa gente interactúa con el grupo más pesado, o el grupo más pesado interactúa con ella, y a partir de esa interacción se complica todo, pasa a ser un único problema.

FG – Por eso no queremos que las personas permanezcan ahí, tratamos de derivarlas cuanto antes para que estén lo menos posible en el lugar. Eso lo entendemos. Pero usted entienda que si está el planteo de que hay una red o personas que tienen otros fines y ya tienen otro aparataje, seguramente otras posibilidades, que utilizan ese lugar, es adecuado pensar que es más un trabajo de inteligencia policial que del Mides.

EC – Está bien, pero da la impresión de que el Mides tendría que estar particularmente interesado y activo en desarmar este cóctel. Porque, primero, para la población, para los vecinos, y sobre todo para la gente que pasa por ahí, no es tan fácil diferenciar a unos seres humanos de los otros, es un único paquete y vienen las generalizaciones, la estigmatización, todo eso que siempre preocupa. No es tan fácil, hay que ser un experto para delimitar “este es de un grupo, este es del otro”.

Pero segundo, justamente por eso se puede decir que lo que está ocurriendo en ese lugar afecta la propia imagen del Mides y de las políticas sociales que se llevan adelante para sectores marginados. La impresión que se tiene mirando eso desde la esquina es “no funciona, esas políticas no funcionan” o “por la culpa del lugar del Mides se estropea una zona del Centro de Montevideo”.

FG – Quiero insistir en esto porque me parece que es importante, independientemente de las valoraciones que cada uno pueda hacer o no…

EC – Esas valoraciones se pueden hacer.

FG – Está muy bien, se puede pensar, por eso te agradezco la posibilidad de venir y contarte esto también. Nosotros atendemos diariamente, los 365 días del año, 1.760 personas. Creo que el sistema da una cobertura, atiende la problemática. Casi 1.000 personas de esas 1.700 son varones y mujeres solos, que están en situación en calle, que pueden describirse como ese “bulto” o ese grupo de personas que usted plantea que están en la vía pública. Para esas personas hay casi 1.000 plazas, hay una cobertura, no es que no ingresen cuando buscan lugar.

Claramente hay una diferencia, entiendo que es difícil para la ciudadanía no estigmatizar, porque me paran, me piden plata, me roban. Pero numéricamente esa no es la realidad. Por Puerta de Entrada pasan unas 100 personas por día, entre 86 y 110 como picos. Son muy pocas personas, lo estamos viendo en las fotos. Claramente se puede identificar que el problema no es el bulto sino la definición.

¿Qué medidas podemos tomar? Seguir coordinando, tratar de generar otros mecanismos más eficientes.

EC – Por ejemplo, Rosario contaba recién que hoy el panorama está un poco más tranquilo, que existe la información de que esta semana se realizaron algunos procedimientos, casualmente después de que el diario El País publicó el domingo el informe con las fotos. ¿Efectivamente hubo alguna decisión especial ahora?

FG – No, el Mides no tomó ninguna medida particular en función de ese trascendido de prensa ni de otros. Hay épocas del año en que el tema situación de calle cobra mucho más notoriedad en los medios y para los periodistas, de todo tipo. Eso no influye demasiado, más allá de tomar recaudos por el tema climático, que los tomamos todos los años, no es nada novedoso, generamos más cupos y otro tipo de dispositivos para que la gente no quede en calle, sobre todo por miedo a la hipotermia, a que la persona se pueda morir. Después no hubo ni hay ninguna medida especial en función de los trascendidos de prensa.

EC – Está bien, pero impresiona todo lo que falta en materia de coordinación. Por ejemplo, ¿ustedes no han hablado con la policía a propósito de la instalación de cámaras de seguridad? En la calle Río Branco, donde había situaciones delicadas y espesas como esta, la cosa mejoró desde que se instalaron cámaras.

FG – Nosotros pusimos una.

EC – ¿Cuándo se puso esa?

FG – Hace muy poco tiempo.

EC – En el local del Mides.

FG – En el local del Mides. Da a la calle, afuera, para tratar de apoyarnos y de discriminar este tipo de tumultos.

EC – ¿Esa cámara es usada por la policía para después resolver medidas y sanciones?

FG – La cámara tiene muy poco de implementación, estamos esperando coordinar qué hacer con esas imágenes. Eso tiene horas de filmación, y evidentemente algo habría que hacer con eso, no hay ninguna duda de que hay que coordinar. Las coordinaciones con la 3.ª tercera particularmente, como planteaba el vecino, también las hacemos a diario. No somos ajenos a eso ni a los operativos en el marco de la Ley de Faltas.

EC – Da la impresión de que la Ley de Faltas no ha resultado suficientemente efectiva, ¿no?

FG – Sí, esa lectura es bastante válida si uno lee el informe publicado por el Ministerio del Interior de lo que fue el 2014 en cuanto a la cantidad de detenciones.

EC – Se necesitan otras herramientas.

FG – Sin lugar a dudas. Hay que complementar esto con otro tipo de dispositivos, pero sobre todo y concretamente necesitamos avanzar en poder discriminar unas situaciones de otras.

EC – A propósito de alternativas, dice un oyente: “Por lo menos que cambien los locales cada dos años. Teniendo en cuenta que estos locales están provocando un perjuicio en su entorno, ¿por qué ‘condenar’ a una zona, en este caso el Centro, por qué no ir variando de lugar?”.

FG – Eso lo venimos pensando. El tema es que la mayoría de los circuitos de personas que están en situación de calle, que son usuarias de Puerta de Entrada, tienen que ver con el Centro de Montevideo.

EC – Este oyente menciona que en Defensa y Uruguay ocurre lo mismo.

FG – Ahí hay un centro. No ocurre lo mismo que en Puerta de Entrada, hay personas que antes de ingresar esperan para ingresar y hay personas que luego de salir se quedan en los alrededores.

EC – Pero ¿no se pueden hacer variaciones en la ubicación de los locales?

FG – Se puede, pero quiero discriminar porque son cosas muy diferentes. Una cuestión es cuando la persona sale o entra y espera para entrar o se queda luego de salir, y otra cuestión es un dispositivo que tiene como cometido que las personas lleguen y sean derivadas a un lugar para pasar la noche o para quedarse de forma permanente. Son problemáticas bien distintas.

Entiendo que desde el punto de vista de la convivencia es verdad, no tenemos una estructura en la calle que nos permita tener baños, gabinetes higiénicos, no hay. Y los bares no permiten entrar a ninguno, no solamente a las personas en situación de calle.

EC – El vecino que entrevistábamos más temprano hacía otra sugerencia: si se instala una puerta de entrada del Mides como esta, ¿por qué no lo hace en un lugar donde tenga a disposición un espacio amplio cubierto para que allí esperen, hagan los trámites, transcurran horas del día las personas que tienen que ver directamente con el Mides? Y señalaba un local de esa misma zona que podría eventualmente utilizarse, que está vacío, el que fue de Metzen y Sena.

FG – Sí, está en la planificación –tenga en cuenta que este año acaba de haber cambio de autoridades– mudar esa puerta de entrada a un local que es próximo, a la vuelta, que también es del ministerio, que tiene esas potencialidades. Hay que hacer una inversión y hay que arreglarlo, pero es una de las planificaciones.

EC – Da la impresión de que ese es un detalle que se descuidó a la hora de planificar esta estrategia.

FG – No es un detalle. Más allá del lugar, que es importante y que condiciona bastante el trabajo, también se requiere una seguridad policial, porque juntar esta población dentro pone puertas adentro un problema y expone al equipo que atiende a las personas. No es fácil, el equipo que atiende cotidianamente a estas personas ha sido golpeado, amenazado, insultado. Ni que hablar que no pueden dejar los autos cerca ni ningún tipo de locomoción, tienen que salir todos juntos. También el ministerio vive estas situaciones de inseguridad.

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Transcripción: María Lila Ltaif

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