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Héroes, temores y relatos

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Por Javier Mazza///

Semanas atrás se estrenó Avengers: Era de Ultrón. La expectativa en torno al film de Joss Wheldon era importante, miles de foros en la web, rumores, proyecciones, especulaciones, spoilers y mucho más. La película aterrizó en las salas cinematográficas, la taquilla acompaño el grado de expectativas y los mensajes en las distintas redes se multiplicaron exponencialmente con las repercusiones del estreno. Pero también se escucharon las voces de los detractores. No hay que buscar mucho para encontrar quienes afirmen, que esta es una más de las porquerías a las que Hollywood ya nos tiene acostumbrados, que es una evidencia más de la profunda crisis que sufre la industria y que la película carece de merito cinematográfico, que es casi un insulto al séptimo arte.

El psicólogo cognitivista Jerome Bruner, propone una caracterización que resulta interesante para pensar en los relatos que nos rodean. Desde su perspectiva existen dos tipos de narraciones: las canónicas y las no canónicas. Las historias canónicas son aquellas que se leen y se interpretan bajo códigos conocidos. Son, para quienes poseen cierta alfabetización narrativa, un caso más dentro de tantas otras historias similares: otra comedia romántica, otro policial negro, otra tragedia, otra aventura, y así, la lista podría seguir con muchos otro géneros. Estas historias, si sorprenden al receptor lo hacen en virtud de su contenido y no de su forma, es decir, sorprenden por lo que cuentan más que por cómo lo cuentan. Su función no es innovar sino educar y sedimentar. Esto quiere decir que al contar "otra vez la misma historia de", nos dicen que ésta es la mejor forma a través de la cual nosotros como cultura, hemos encontrado para hablar de este asunto. Por otra parte, educan a quienes recién se exponen a estos relatos a entender el código a través del cual hablamos sobre las relaciones y los conflictos humanos. Las historias no canónicas se caracterizan por hacer exactamente lo contrario. Toman el canon sedimentado y sobre el introducen innovaciones tanto de forma como de contenido. Estas historias suelen ser las alabadas por la crítica y es razonable que lo sean, al fin y al cabo cumplen una función muy importante: renovar el canon. Toman un determinado conflicto humano y nos lo muestran de una nueva manera, nos hacen ver que se puede hablar y entender tal fenómeno de una forma en la que nunca habíamos pensado. Si la innovación que proponen se instala en la cultura, estas nuevas formas suelen convertirse en el nuevo canon y sus creadores en héroes culturales.

Hay otra función que cumplen las narraciones canónicas a la que pretendo referirme particularmente: nos hablan de lo que nos preocupa, de aquello que como cultura entendemos debe preocuparnos. Es el contenido es quien está siempre en el centro de atención y, las narraciones canónicas, son quienes pueden hablar de él de la mejor manera posible. Las narraciones no canónicas no pueden hacerlo de la misma manera porque, por definición, nos obligan a colocar el foco en la innovación que introducen. Quien lee o interpreta una historia canónica invierte menos atención en sus esfuerzos para decodificar, por lo tanto, coloca su atención en otra parte que suele ser lo que se le está diciendo. De esta manera es que funcionan históricamente como una especie de foro virtual donde reflejamos y vemos reflejadas nuestras preocupaciones. Avengers: Era de Ultrón no es la excepción, coloca su foco en la inteligencia artificial, preocupación que si no está hoy en día en la mente de cada uno de nosotros promete estarlo en los próximos años. No en vano a fines del año pasado, el mismísimo Stephen Hawking pronunció sus temores al respecto y este año la pregunta anual de edge.org (el lugar de la web donde conviven las mentes más sobresalientes de nuestra época) es "¿Qué piensa usted sobre las máquinas que piensan?".

Cuando la crítica devalúa estas narraciones considerándolas banales en virtud de su poco mérito artístico pierde de vista un punto fundamental, estas historias no pretenden tener un mérito artístico. Quieren ser "otra historia más de", quieren repetir la fórmula, pero lo quieren hacer para poner el foco sobre un problema que atraviesa transversalmente a nuestra cultura.

Es la manera que hemos encontrado de decirnos: "sean cuáles sean nuestros miedos, no hay de qué preocuparnos, allí estarán nuestros héroes para protegernos y enseñarnos a dominar lo desconocido".

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