Por Mariana Wainstein ///
“Es cierto que la televisión, a diferencia de los instrumentos de comunicación que la han precedido (hasta la radio), destruye más saber y más entendimiento del que transmite”
Giovanni Sartori en su libro Homo Videns (1997)
Hay dos temas que me recordaron en estos días el libro Divertirse hasta morir de Neil Postman. El primero es la constatación de que Donald Trump logró avanzar en la interna republicana a pesar de todos los pronósticos que pensaban que se iba a desinflar. Este fenómeno está muy unido a los efectos del medio televisivo en la sociedad y constata todas las tesis de Postman.
Paralelamente, el canal de televisión argentina Todo Noticias parece rebatirlas, creando una alquimia periodística audiovisual que increíblemente logra hacer pensar a la audiencia en lugar de adormecerla. Los programas se suceden analizando la realidad nacional argentina, descubriendo temas como “la ruta del dinero K” que ya parece una especie de reality show pero de una trascendencia inaudita para la sociedad argentina.
Neil Postman (1931-2003), sociólogo, docente y crítico cultural estadounidense, teórico de los medios de comunicación y discípulo de Marshall McLuhan, dirigió el Departamento de Cultura y Comunicación de la Universidad de Nueva York, institución en la que trabajó por más de cuatro décadas.
Divertirse hasta morir es uno de los títulos más importantes de su extensa bibliografía y se editó por vez primera en 1986. Se trata de una visión crítica y pesimista sobre la injerencia del medio televisivo en la cultura estadounidense y por ende en buena parte del mundo. La tesis de Postman es que la televisión existe y llegó para quedarse y para cambiar el significado y la experiencia cultural del individuo. La solución está en mejorar la calidad de “cómo miramos” y no esperar que el medio cambie".
El prólogo, quizás lo más conmovedor, porque el autor recuerda la amenaza orwelliana del Estado autoritario y su Gran Hermano que todo lo controla, y deduce que ese tipo de amenaza ya no significa nada para nuestra sociedad, comparada con la amenaza definida en el libro Un mundo feliz de Aldous Huxley: que la gente llegue a amar la opresión y a adorar la tecnologías que anulen su capacidad de pensar.
Con esta idea como premisa, pasa a mostrar desde diferentes ejemplos lo que la televisión como medio de comunicación logra hacer, o deshacer, en nuestra cultura. Considera que los medios de comunicación de nuestra sociedad son nuestras metáforas, y que estas metáforas crean el contenido de nuestra cultura.
Lo interesante de la tesis de Postman es que no se queja tanto de la trivialidad y la frivolidad de la televisión. Le teme mucho más a los momentos en que la televisión intenta hablar en serio. El autor afirma que junto con el desplazamiento de una comunicación impresa a una televisiva se desplaza también el concepto de verdad. Analiza la calidad de contenidos y la demanda de concentración y de formación cultural de los espectadores de las contiendas verbales de la era de Lincoln y Douglas.
En los tiempos de esos debates antológicos, los protagonistas preparaban sus discursos, incluso sus respuestas a los eventuales ataques del contrincante, y la gente se sentaba a escuchar. Incluso por horas, y a veces se iban a cenar y volvían y se reanudaba el debate. Este medio-metáfora es que se habría desplazado y ha llegado a convertir el discurso en un absurdo incoherente y marchito, comparado con la coherencia, la seriedad y la racionalidad de la era en la que prevalecía la palabra escrita.
Con la llegada de la televisión estas condiciones se potenciaron y, al decir de Roland Barthes, la televisión se transformó en un mito, o sea en una forma de pensar tan profundamente enraizada en nuestra cultura que ya no la percibimos en su totalidad. Aceptamos lo que la televisión nos dice, generalmente sin protestar y sin pensar en su enfoque. Esta perspectiva para Postman se ha limitado a estar al servicio del espectáculo y ha transformado nuestra cultura.
Obviamente no es muy optimista con respecto a las posibilidades de las escuelas y la educación para mejorar nuestra capacidad de reacción frente a las nuevas formas tecnológicas, es más bien Huxleyniano, y como él piensa que lo que afligía a la gente de Un mundo feliz no era que estaban riendo en lugar de pensar sino que no sabían de qué se reían ni por qué habían dejado de pensar.
Divertirse hasta morir. El discurso público en la era del "show business", de Neil Postman
Título original: Amusing Ourselves to Death: Public Discourse in the Age of Showbusiness
Ediciones de la Tempestad, Colección Ideas, 1991
154 págs.
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La política a escena es el blog de dramaturgia política de Mariana Wainstein. Actualiza los jueves.
Sobre este blog
Politólogos y sociólogos hacen uso (y a veces abuso) de la jerga teatral para reflexionar sobre la política: “actores políticos” y “escenario político” son solo dos ejemplos de una costumbre por demás extendida. Desde este espacio se profundizará en los elementos de ese mundo y se intentará descubrir cómo se construyen determinados escenarios, textos y personajes. Esto implica profundizar en temas que conciernen a la mediatización de la política, sus características y consecuencias. En suma, este blog estará dedicado a la “dramaturgia política”, es decir, al análisis político desde un enfoque teatral.