Análisis Económico

¿Cómo hay que leer el dato de inflación de abril?

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El INE informó ayer que el IPC subió 0,57% en abril y con eso la medición anual de inflación subió desde 7,6% en marzo a 8,2% en abril.

¿Cómo se analiza esta evolución de precios? ¿Cuánto incidió el aumento del dólar en esta suba de la inflación del mes pasado? ¿Qué podemos esperar para adelante?

Estas son algunas de las preguntas que intentaremos responder con la economista Florencia Carriquiry, de la consultora Deloitte.

 RA: – Florencia, repasemos brevemente, si te parece, el dato de abril…  ¿Cómo vieron ustedes esa suba de 0,57% del IPC?

FLORENCIA CARRIQUIRY:

En términos generales, el registro de inflación de abril estuvo bastante en línea con lo que estábamos esperando y por lo tanto, como se aguardaba, la inflación anual volvió a superar el 8%, tal como aguardábamos. Hace un buen tiempo que veníamos advirtiendo que la baja que venía mostrando la inflación en el último año era en nuestro entender esencialmente transitoria y que íbamos a volver a ver a la inflación anual subiendo nuevamente en el transcurso de 2015.

Y esa visión tenía que ver con que cuándo analizábamos el comportamiento de los distintos componentes de la canasta del IPC, no estábamos viendo una moderación de la presiones inflacionarias más de fondo, sino que lo que estaba explicando la baja de la inflación del último año era básicamente el comportamiento de los precios administrados, que pasaron de aumentar a un ritmo de más de 10% anual en el inicio de 2014 a acumular una suba de menos de 4% anual en los últimos doce meses (y que habían llegado a mostrar un incremento anual de menos de 2% en el inicio de 2015).

De hecho, nuestra estimación de inflación subyacente (que mide la evolución de lo que está pasando con los precios de la economía, sin contemplar ni precios administrados ni frutas y verduras) se ha mantenido muy firme en los últimos años y en abril en particular volvió a subir, ubicándose en 9,8%.

RA:  Florencia, ¿Y qué está detrás de esa persistencia de la inflación subyacente? ¿Qué rol está jugando, por ejemplo, la suba del dólar en este comienzo de 2015? Te lo pregunto sobre todo porque en abril el dólar tuvo un aumento muy fuerte, de más de 4% en promedio… Eso supongo incidió en el registro del mes ¿no es así?

FC: – Sí. Claramente. De hecho, en el dato de abrimos vimos una incidencia importante de las subas vistas en los productos que llamamos transables, es decir, que se comercian con el resto del mundo (se importan o se exportan) y que por tanto tienden a tener una referencia en dólares y por tanto sus precios en pesos se ven impactados más o menos directamente por la evolución del dólar. En particular y ante el aumento fuerte que mostró el tipo de cambio en el mes, como decías,  las subas más fuertes en el mes se vieron en varios productos transables no alimenticios (como automóviles, electrodomésticos, entre otros), donde se registraron incrementos mensuales de 3%, 4% y hasta 5%. A nivel de los alimentos, la baja de los precios internacionales opera en sentido contrario y mitiga, por tanto, el impacto del dólar en este componente, aunque si miramos los últimos doce meses la inflación en alimentos se está moderando gradualmente pero en los últimos doce meses sigue siendo muy alta (10%).

Ahora, más allá del impacto del dólar en el componente transable de la canasta, también estamos viendo mucha firmeza en la inflación no transable, que refleja lo que sucede con los precios de bienes y sobre todo de servicios, que no se comercian con el exterior y que responden a las fuerzas de la oferta y demanda doméstica.

RA:  – ¿A qué ritmo están subiendo los precios no transables, concretamente?

FC: – La inflación no transable se ha mantenido muy firme en los últimos años, oscilando en torno al 10% anual… Concretamente en abril vimos incluso una suba de la inflación de este componente, hacia niveles ligeramente superiores al 10%. A nuestro juicio esto refleja que, más allá de que la economía se está desacelerando, la subas fuetes de salarios que seguimos viendo suponen presiones inflacionarias muy persistentes también en estos rubros.

En definitiva, lo que estamos viendo es que a las presiones de índole doméstica (con salarios subiendo más de 10% en términos nominales) le estamos sumando  también mayores presiones inflacionarias por el lado del aumento del dólar, que también acumula una suba de bastante más de 10% en los últimos doce meses… Con los dos precios más importantes de la economía subiendo a ese ritmo, parece difícil que la inflación ceda de forma significativa.

 RA: –  Mirando para adelante, ¿Qué podemos esperar para los próximos meses? ¿Qué pronósticos de inflación están manejando ustedes?

FC:  –  Nuestro pronóstico para el cierre de 2015 apunta a un aumento del IPC en torno del 8,5%… Con lo cual estaríamos cerrando un año más con la inflación por encima del 8%.

Como decíamos recién, nos parece claro que estamos enfrentando presiones inflacionarias muy firmes y la política económica no está siendo consistente en el combate a la inflación.  La evolución de los precios administrados ha contribuido a moderar el aumento del IPC, pero esta es una estrategia difícilmente sostenible en plazos largos (sobre todo con la situación fiscal actual). Y, por otro lado, tenemos una política monetaria que se ha hecho más dura ya desde hace algún tiempo (con tasas de interés en pesos torno al 14% anual), pero que está muy sola en el combate a la inflación y mantener tasas altas de alguna manera entra en conflicto con la necesaria suba del dólar que tiene que seguir procesando Uruguay para corregir la competitividad…. No podemos perder de vista que Uruguay está muy caro en dólares y eso se está reflejando ya en nuestras exportaciones, que están cayendo…

Por eso, como hemos señalado otras veces, nosotros entendemos que las políticas macroeconómicas deben reacomodarse al contexto actual, procurando una moderación de la demanda doméstica que alivie las presiones inflacionarias desde ese frente y que genere espacio para que el dólar pueda subir todo lo que tiene que subir. Y eso implica ver cambios importantes a nivel de la política fiscal y salarial, con aumentos de salarios y del gasto público notoriamente más moderados que los vistos en los próximos años. Sabemos que son medidas políticamente muy difíciles, pero si no las encaramos a tiempo, no sólo  la inflación no va a ceder de forma sostenida sino que al mismo tiempo podemos terminar viendo más problemas a nivel de la actividad económica.

 

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