El dólar se sigue fortaleciendo en el mundo, y en particular frente a las monedas de los países emergentes.
Emiliano Cotelo (EC): La semana pasada repasábamos con ustedes la fuerte devaluación que había tenido la lira turca y también el ajuste que estábamos viendo en el valor del dólar en Argentina. Esta semana, la novedad está en Brasil. El tipo de cambio cerró ayer en R$ 4 por dólar, cruzando una barrera que no tocaba desde principios de 2016.
¿Cuáles son las razones detrás de esta escalada del dólar en Brasil? ¿Cómo nos impacta esa depreciación de la moneda a nosotros, en Uruguay? Les proponemos conversarlo con la economista Tamara Schandy, de la consultora Deloitte.
Romina Andrioli (RA): Tamara, ubiquemos a los oyentes en los movimientos que hemos estado viendo en las últimas semanas. ¿Cuán importante es la devaluación en Brasil con un dólar a R$ 4 como el que estamos viendo en estos días?
Tamara Schandy (TS): El tipo de cambio acumula una suba de 8% en lo que va de agosto: pasó de cotizar en torno a R$ 3,75 a fines de julio a los niveles de R$ 4 – R$ 4,1 que estamos viendo ahora.
Si tomamos una perspectiva un poco más larga, estamos con un dólar 25% más alto que en el promedio de enero-marzo, cuando el tipo de cambio había estado fluctuando entre R$ 3,20 y R$ 3,30.
Obviamente tenemos que enmarcar esta evolución en la tendencia de fortalecimiento del dólar que, como marcaba Emiliano recién, se está viendo a nivel de la mayoría del mundo emergente… Pero al igual que en los casos de Turquía o de Argentina, también en Brasil hay algunos elementos de la coyuntura doméstica que contribuyen a que la reacción sea particularmente intensa.
RA: – Está claro. La prensa de estos últimos días destacaba particularmente la incertidumbre que sigue habiendo en el plano político, de cara a las elecciones presidenciales de octubre. ¿Cómo están viendo ustedes ese tema?
TS: – Sí, ese es un elemento importante. Se van acercando las elecciones y el escenario está super abierto. El PT finalmente anotó a Lula como candidato… y Lula de hecho sigue avanzando en los sondeos, aunque lo más probable es que termine impugnándose la candidatura. Una encuesta de Datafolha de ayer lo muestra con el 40% de la intención de voto.
Sacando a Lula, la verdad es que el panorama está muy fragmentado. En esa misma encuesta de Datafolha que se divulgó ayer había resultados para un escenario en el que el candidato del PT fuera Haddad en lugar de Lula, y allí quien toma la delantera es Jair Bolsonaro con un 22%. Lo sigue Marina Silva con el 16% y los demás candidatos no pasan individualmente del 10%. Bolsonaro es un personaje por demás polémico; típicamente no del tipo de candidatos que ayuda a calmar a los mercados.
De todas formas, atrás de la intranquilidad de los mercados también está el hecho de que la economía no está performando muy bien y de que quien gane las elecciones va a tener desafíos grandes por delante.
RA: – ¿Podemos repasar las últimas cifras? ¿A qué ritmo está creciendo Brasil? ¿Recuperó la caída que sufrió con la recesión de años anteriores?
TS: – En el primer semestre la economía creció sólo 0,9% respecto al mismo período de 2017 y, si comparamos abril-junio con enero-marzo, en el segundo trimestre de hecho hubo una caída en términos desestacionalizados.
La economía no está técnicamente en recesión y hay un impacto puntual y fuerte del paro de camioneros que hubo en mayo, pero la verdad es que el desempeño está siendo malo… peor de lo que era la expectativa cuando empezó el año. Si miramos la encuesta de expectativas que hace el Banco Central, en diciembre de 2017 los que la responden proyectaban –en mediana- un crecimiento del PIB de 2,7% este año. En la última edición, ese pronóstico se corrigió a 1,5%.
Con los últimos datos de actividad, el PIB no recuperó ni la mitad de la caída que se vio entre fines de 2013 y 2016. La economía está operando con niveles comparables a los de 2010. Los últimos cinco años han sido francamente tremendos para Brasil.
RA: – Y a eso se suma un frente fiscal complicado…
TS: – Exactamente. El déficit bajó pero está en torno de 7% del PIB. El déficit primario es de aproximadamente 1,5% del PIB. Eso es insostenible para la deuda pública y es particularmente desafiante en un marco en el que la economía crece poco y las condiciones de financiamiento externo se van tornando más restrictivas.
Para corregirlo, se requiere que el próximo gobierno finalmente encare varias reformas estructurales que han estado en agenda durante mucho tiempo… La reforma del sistema previsional, en particular, parece de las más apremiantes… pero políticamente es muy difícil de llevar adelante.
RA: – Con este panorama, ¿cómo ven las perspectivas para el dólar en Brasil?
TS: – A diferencia de Argentina, Brasil no tiene el problema del déficit en cuenta corriente. Eso marca un matiz importante y hace que no sea tan clara como en nuestro otro vecino la perspectiva de devaluación de la moneda… Pero como hemos dicho varias veces en el programa, desde Uruguay debemos estar preparados para un escenario en el que eventualmente el dólar pueda subir más también en Brasil. Nuestro escenario de proyección no prevé una disparada del dólar en los próximos meses, pero por todo lo que decía antes el panorama tiene varios frentes de riesgo.
RA: – ¿Cómo estamos de competitividad con Brasil con estos valores de tipo de cambio de R$ 4?
TS: – Tenemos una brecha respecto a una media histórica de tipo de cambio real de algo más de 30%. Como hemos dicho muchas veces, la elección del período para medir esa media histórica puede resultar más o menos arbitraria… Pero otra forma de ver la magnitud del desequilibrio es decir que estamos con niveles de tipo de cambio real parecidos a los que tuvimos entre 1999 y 2002, luego de que Brasil devaluó y en Uruguay todavía manteníamos la banda de flotación.
En aquel entonces, la realidad terminó mostrando que esos niveles de tipo de cambio real eran muy nocivos para algunos sectores.
TS: – ¿Cómo es nuestro intercambio comercial con Brasil? ¿Dónde están las mayores vulnerabilidades?
RA: – El año pasado vendimos unos US$ 1.300 millones a Brasil. Es más o menos 15% del total y hace que Brasil empate con la Unión Europea como el segundo destino de nuestras exportaciones, luego de China.
Le vendemos electricidad y uno podría pensar que esos flujos no dependen tanto de precio sino del balance energético de ambos países… Pero también le vendemos leche en polvo, cebada, carne, arroz y varios productos manufactureros. En general en esos rubros industriales no-agropecuarios están los mayores riesgos, porque son industrias en las cuales Brasil es el principal destino de las ventas y que en general no tienen capacidad de competencia en terceros mercados.
Por el contrario, en el caso de los productos de base agropecuaria, en general las industrias tienen capacidad de redireccionar las ventas en un entorno más complicado de competitividad bilateral.
RA: – Y me imagino que Brasil no es tan importante como destino en esos casos tampoco…
TS: – Exacto. Brasil no siempre es su principal mercado de destino… La carne, por ejemplo, fue el cuarto producto de exportación a Brasil el año pasado, pero menos de 10% de las ventas totales de carne de Uruguay van a Brasil.
Ahora, eso no quiere decir que estos sectores estén exentos de riesgos si Brasil sigue devaluando. Hay otras dificultades. En el caso de la carne, por ejemplo, lo más relevante es que Brasil es uno de los principales competidores de Uruguay en terceros mercados. Entonces, un abaratamiento en dólares de Brasil no es tanto un riesgo de no poder colocar carne en Brasil sino de que nos “gane” en el acceso a otros destinos que son más importantes para nuestra industria frigorífica.
RA: – ¿Qué otros sectores pueden sentir el impacto del abaratamiento de Brasil?
TS: – Para el turismo es relevante, pero claramente el impacto es menos importante que las consecuencias que tiene el cambio de precios relativos con Argentina. Eso es porque el peso de los brasileños en la cantidad de visitantes en Uruguay es mucho menor que el de los argentinos, pero también porque los brasileños que vienen suelen tener un nivel socioeconómico más alto y a priori es esperable que sean menos sensibles al efecto cambiario.
Luego tenemos también el efecto de abaratamiento de las importaciones. El lado positivo es que se abaratan algunos rubros de consumo e insumos que usan algunas industrias en Uruguay, pero por otro lado también hay un riesgo de más competencia de importados para la producción local… Y el obvio impacto negativo en el comercio de frontera, porque cuanto mayores son las diferencias cambiarias más incentivos hay para el consumo en Brasil y para el contrabando.
En definitiva, Romina, esta suba del dólar en Brasil no es dramática pero es un ingrediente más que reafirma el diagnóstico de que si el tipo de cambio no sube más en Uruguay, nuestro país se va quedando cada vez más caro en dólares. Es un tema clave a monitorear, porque si se sigue acentuando seguro va a ir dejando huella en el desempeño de la economía.