En Brasil los últimos datos oficiales de PIB confirmaron una nueva suba interanual en el tercer trimestre, esta vez de 1,4%. A diferencia de lo que venían mostrando las cifras de la primera mitad del año, el crecimiento entre julio y setiembre recogió un muy buen dinamismo de las exportaciones y un repunte en el consumo de las familias. ¿Brasil está dejando finalmente atrás la recesión? ¿Cuáles son las perspectivas para los próximos meses? Lo conversamos con la economista Tamara Schandy, de la consultora Deloitte.
Romina Andrioli (RA): Tamara, ¿cómo evaluaron estos últimos datos que se conocieron el viernes?
Tamara Schandy (TS): Había una expectativa de que los datos de PIB marcaran un nuevo crecimiento en el tercer trimestre. Recordemos que los datos de la primera parte de 2017 ya habían mostrado un avance… En el primer trimestre el PIB de Brasil había dejado de caer en la comparación interanual y en el segundo trimestre había crecido 0,4%. La expansión del tercer trimestre, ahora de 1,4% interanual como decía recién Emiliano, parece confirmar que la economía brasileña finalmente encontró su piso y que 2017 cerrará con números positivos en materia de crecimiento. Tomando el promedio enero-setiembre, Brasil ya acumula una expansión de 0,6% frente al mismo período de 2016.
De todos modos, no olvidemos la magnitud de la recesión previa. Entre 2014 y 2016 el PIB acumuló una caída de 8%, retrocediendo hasta niveles similares a los del año 2010. Se trata de unas de las mayores recesiones en la historia brasileña, con un descenso del PIB incluso más fuerte que el que se había visto a comienzos de los 80’ (en plena crisis de la deuda). Frente a eso, naturalmente el repunte que estamos viendo es una muy buena noticia, pero todavía es una recuperación pequeña en relación a esa caída.
RA – ¿Y a qué se debe esta recuperación?
TS – La verdad es que el desempeño por sector sigue siendo heterogéneo. Por un lado, luego de tres años con caídas muy importantes, la producción manufacturera repuntó durante el tercer trimestre y mostró un aumento interanual de 2,4%. En forma similar y también después de varios trimestres en descenso, los servicios -mirados en su conjunto- también tuvieron una buena performance y crecieron 1% en la medición interanual. Allí está habiendo una contribución significativa de la actividad comercial, que ya desde comienzos de año ha empezado a reactivarse, aunque también están creciendo otro tipo de actividades como el transporte o las actividades inmobiliarias.
Pero al mismo tiempo hay sectores donde las señales no son buenas. Es el caso de la construcción, que sigue con una tendencia claramente contractiva y que cayó casi 5% en el tercer trimestre. El agro, por otro lado, sigue creciendo a tasas muy altas cuando se lo compara frente al año pasado (de 9%), pero lo cierto es que este sector ha tenido un freno en los meses más recientes. Este crecimiento tan alto que vemos en la medición interanual se explica esencialmente por el desempeño excelente que tuvo la producción agropecuaria en el primer tramo de 2017 (con zafras récord en la soja), pero en general no se ve un panorama muy auspicioso hacia adelante.
RA – ¿Y qué está ocurriendo desde la perspectiva de la demanda? Emiliano adelantaba recién que hubo un crecimiento muy fuerte en el caso de las exportaciones…
TS – Desde la perspectiva de la demanda hubo varias notas positivas en estos últimos datos. Como marcaban ustedes, las exportaciones tuvieron un crecimiento muy significativo, de casi 8% frente al tercer trimestre de 2016. El aumento en las exportaciones fue extendido a nivel de rubros, pero recogió subas muy fuertes en algunos productos primarios (en algunos casos por colocaciones de stocks acumulados).
Ahora, también hubo algunos destaques en lo que hace al gasto interno. Por un lado, el consumo privado (que tiene un peso de aproximadamente dos tercios en el PIB total) tuvo un muy buen desempeño… Creció 2,2% en la comparación interanual, acelerándose en forma bien marcada frente a la primera mitad del año (cuando en promedio el consumo de las familias cayó 0,5%). A este aumento se suma el hecho de que la inversión, si bien siguió en descenso, lo hizo a un ritmo mucho menos intenso que en los meses previos… La inversión bruta fija cayó sólo 0,5%, mientras que en la primera mitad del año caía a tasas del orden de 5% interanual.
RA –¿Cuáles son las perspectivas para 2018?
TS – Las proyecciones de crecimiento económico se han ido ajustando al alza en el último tiempo y en general son optimistas respecto a 2018. La última encuesta de expectativas del Banco Central apunta a que 2017 cierre con un crecimiento de 0,9% este año y que la economía tenga una expansión más sólida en 2018, de 2,6%.
Estas proyecciones probablemente descansan en que los factores que han estado impulsando al consumo privado en estos últimos meses se mantendrían también en 2018. Por un lado, con una inflación reducida y dados los ajustes salariales que se han ido pactando en los últimos meses, el ingreso de los hogares volvería a crecer en términos reales el año que viene… y a eso se suma la reactivación que está teniendo el crédito a las familias.
Por otra parte, también se aguarda una contribución muy positiva de la inversión… Las proyecciones que manejan los analistas en Brasil apuntan a un crecimiento de la inversión en el entorno de 6% anual en 2018, con impulsos de inversión pública (dado que se aproximan las elecciones presidenciales de octubre 2018) pero también a nivel privado. Hay bastante expectativa por planes de infraestructura y proyectos de participación público-privadas que se han estado anunciando.
Igual sobre ese punto nosotros somos bastante escépticos… y en términos más generales todavía vemos que la economía está frágil y sujeta a varios riesgos que podrían derivar un crecimiento más lento.
RA – ¿Por qué lo decís, concretamente?
TS – Por un lado, tendremos nuevamente elecciones… Y está por verse que los temas políticos no vuelvan a interferir en el plano económico…
Al margen de eso, hay varios elementos que imponen cautela. Por ejemplo, más allá del repunte que está habiendo en el mercado de crédito a las familias, el crédito corporativo sigue cayendo muy fuertemente. Por otro lado, si bien es cierto que los salarios reales están creciendo, el desempleo en Brasil se mantiene por encima de 12%, un nivel que es muy alto en una mirada histórica y también en cualquier comparación internacional… El “caso” para que el consumo siga impulsando la economía se ve empañado por esto…
También hay que tener presente que Brasil mantiene desequilibrios macroeconómicos muy pronunciados, sobre todo en el frente fiscal (con un déficit de 9% del PIB) y en lo que refiere al perfil de su deuda. Estos elementos lo dejan particularmente expuesto a un eventual revés de las condiciones financieras internacionales o a un cambio de humor en los mercados. Hoy no parece el escenario más probable que el contexto externo cambie significativamente en el horizonte de proyección, pero no deja de ser un riesgo a monitorear…
RA – Para terminar, Tamara, ¿cómo debemos interpretar la situación actual y las perspectivas para Brasil desde la perspectiva de Uruguay?
TS –Brasil está saliendo de la recesión y el escenario más probable es que el año próximo la economía logre buenas tasas de crecimiento. Desde Uruguay es claro que siempre es una noticia positiva tener a nuestros vecinos creciendo, aunque como fuimos repasando hay varios elementos que son signos de atención.
Desde el punto de vista de la competitividad, la situación sigue estando muy complicada para Uruguay. Hoy por hoy el tipo de cambio real frente a Brasil está un 25% por debajo de la media histórica. Si bien en Brasil no se esperan devaluaciones muy significativas (con un tipo de cambio de entre R$ 3,30 y R$ 3,40 al cierre del año que viene según las proyecciones de analistas brasileros), a nuestro juicio está el riesgo de que el Banco Central de Brasil se mueva a una política monetaria más expansiva. Lo digo porque el crecimiento aún es lento y porque hay mucho margen desde el punto de vista de la inflación para hacerlo… Si la Sélic baja más de lo que hoy el mercado parece estar descontando, podemos tener un Brasil con una depreciación más significativa… y eso dejaría a Uruguay en una situación de competitividad todavía más comprometida.