A. Económico

¿Cuáles son las perspectivas de la economía uruguaya en 2015?

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Hace algunos días se conocieron las cifras de cierre de PBI de 2014, que confirmaron un crecimiento de 3,5% en el conjunto del año. Si bien los analistas marcaron que se confirma una tendencia de desaceleración, lo cierto es que Uruguay completó doce años de crecimiento fuerte.

Sin embargo, también es claro que el contexto externo se ha deteriorado. Frente a este panorama, les proponemos analizar el desempeño reciente de la economía uruguaya y conversar de las perspectivas y los riesgos que plantea este nuevo escenario externo. El diálogo es con la economista Florencia Carriquiry, de la consultora Deloitte.

 

ROMINA ANDRIOLI (RA):

Florencia, ¿Cómo se está comportando la actividad económica? ¿Cómo evaluaron ese crecimiento de 3,5% el año pasado?

FLORENCIA CARRIQUIRY (FC):

Las cifras de cierre de 2014 estuvieron bien en línea con lo que estábamos esperando. De hecho, nuestra última revisión de pronósticos marcaba un crecimiento de 3,5% en 2014, con lo cual no hubo mayores sorpresas. Con ese dato, como decían, se completaron 12 años de una expansión realmente muy firme y en particular fue un buen dato si lo miramos en comparación con los dos vecinos, que tuvieron desempeños muy malos el año pasado. Brasil cerró 2014 con un crecimiento prácticamente nulo y Argentina con una contracción del PBI que los analistas privados estiman entre 1,5% y 3%.

De todos modos, las cifras también ratificaron la tendencia de desaceleración… No hay que perder de vista que en 2014 tuvimos algunos impulsos particulares que debemos contemplar como esencialmente “transitorios”, como una generación hidroeléctrica excepcionalmente alta y la apertura de Montes del Plata (que fue clave para el crecimiento de la industria manufacturera en la segunda parte del año y que va a volver a incidir de forma importante en esta primera mitad de 2015). De hecho, el PBI sin contemplar la incidencia de estos dos elementos creció bastante menos (en torno a 2,6%-2,7%% según nuestras estimaciones).

Y los primeros datos de 2015 disponibles apuntan a un menor dinamismo. Por ejemplo, estamos viendo descensos de las importaciones y de las exportaciones en el primer bimestre del año, aunque por otro lado tuvimos una temporada turística que según información parcial habría sido mejor de lo que preveíamos.

RA: –  ¿Y cómo están viendo las perspectivas para este año? Te lo pregunto en particular porque como decíamos al inicio el escenario externo ya no está siendo un impulso para Uruguay sino más bien todo lo contrario. ¿Verdad?

FC: –  Efectivamente. Nuestros pronósticos asumen de hecho una desaceleración adicional este año, con un crecimiento promedio del anual del PBI de 2,5%, que incluye además casi un punto de contribución del proyecto de Montes del Plata. Con lo cual, por el momento pensamos que la economía uruguaya va a seguir creciendo, aunque bastante menos que en 2014. Y además, Romina, vemos con cierta preocupación algunos riesgos que se están profundizando en este comienzo de 2015, en particular por el deterioro acelerado que ha venido sufriendo nuestra competitividad.

RA: –  Florencia, recuerdo que en la última salida de 2014, Tamara justamente hizo referencia al deterioro que estábamos viendo en nuestra competitividad, en particular con Brasil. Desde aquel momento el dólar siguió subiendo mucho en el país vecino… ¿Cómo está la situación actual en este frente?

FC: – En estos primeros meses de 2015 hemos visto un deterioro de nuestra competitividad, porque el dólar tendió a subir menos en Uruguay que en la gran mayoría de las referencias relevantes para nuestro país. Ahora, en particular, como decís, vimos una suba muy acelerada del dólar en Brasil, que llegó a superar los 3,25 reales a mediados de marzo. Si bien en los últimos días el tipo de cambio bajó algo, cotizando entre 3,10 y 3,15 reales por dólar, igualmente en lo que va del año el dólar en Brasil acumuló una suba de más de 15%. Si bien en el mismo período, el dólar también subió en Uruguay, lo hizo mucho menos (en torno a 5%), con lo cual nuestro tipo de cambio real bilateral con Brasil tuvo un deterioro muy fuerte. Hoy estamos en valores comparables a los registrados promedialmente entre enero de 1999 y junio de 2002.

Está claro que hoy nuestra economía depende menos de Brasil de lo que lo hacía en aquel momento y por tanto la situación es menos dramática ahora, pero a nuestro juicio esto no deja de ser una luz roja en el frente macroeconómico. Si esta situación de precios relativos se mantiene en el tiempo la actividad económica puede tener un freno bastante más importante del que contemplamos en los pronósticos que recién comentábamos.

RA: – Por lo que decís, Florencia, el dólar tendría que subir más en Uruguay entonces… ¿Es así?

FC: – Es claro… con un dólar más fuerte en el mundo y además con precios de exportación más bajos, Uruguay necesita procesar una corrección importante de sus precios relativos. En palabras simples, Uruguay está demasiado caro en dólares y por tanto deberíamos ver una mayor suba del dólar en los próximos meses. En este escenario nos preocupan algunos desequilibrios que pueden operar como restricción para procesar esa necesaria devaluación de nuestra moneda.

RA: – ¿A qué te estás refiriendo concretamente?

FC: –  Me estoy refiriendo en particular a que Uruguay está ingresando a este nuevo escenario externo con una inflación incómodamente alta. Si bien es cierto que ha bajado en el último año, cayendo por debajo de 8%, lo ha hecho esencialmente a instancias del comportamiento de los precios administrados, que subieron apenas 2,2% en los últimos doce meses. Nuestro indicador de inflación subyacente (sin incluir las frutas y verduras y los rubros administrados) se mantiene por encima de 9% y no da muestras de ceder. Ahora, la estrategia de hacer bajar la inflación a fuerza de tarifas es insostenible e ineficiente en el mediano y largo plazo…. Y si no combatimos la inflación de forma efectiva en los próximos años, va a ser una restricción creciente para procesar la suba del dólar que precisamos.

RA: –  ¿Qué supone para ustedes una política efectiva de combate a la inflación?

FC: –  A ver… lo que nosotros estamos viendo es que la política monetaria ha quedado muy sola en el combate a la inflación. Y, en ese marco, con una inflación entre 8% y 9%, el Banco Central debe mantener tasas de interés altas, que en alguna medida impiden una suba más rápida del dólar.

En nuestro entender, como hemos venido insistiendo desde ya un buen tiempo, es necesario que la política fiscal y la política salarial jueguen también su partido en el combate a la inflación, de forma de quitar presión a la política monetaria y generar un mayor espacio para que suba el dólar. Concretamente nos parece hoy clave que la política fiscal tenga un giro notoriamente menos expansivo, con una Ley de Presupuesto que dé cuenta de un enfoque realmente más austero, con un gasto público que no crezca en términos reales en los próximos años y que permita un descenso considerable del déficit fiscal. Y en materia salarial también deberíamos ver cambios, no sólo en términos de una moderación sustantiva de los aumentos reales de los salarios (más en línea con el crecimiento moderado de la economía) sino también con modificaciones en los mecanismos de ajuste que vayan gradualmente cortando el vínculo automático de indexación salarial a la inflación, porque eso genera una inercia inflacionaria difícil de quebrar.

RA: – Son medidas políticamente difíciles para el nuevo gobierno ¿no?

FC: – Sí, sin dudas lo son. No desconocemos las restricciones políticas que existen… pero en el escenario actual nos parece que los riesgos de no realizar estos ajustes son realmente importantes. Postergarlos nos puede conducir a un freno mayor de la actividad económica y a más pérdida de empleos.

En definitiva, Romina, nuestra preocupación pasa porque hoy estamos a tiempo de gestionar el ajuste, pero los tiempos se están acortando…Y si por evitar los costos políticos decidimos no hacer nada, corremos el riesgo de que los ajustes los termine haciendo el mercado, en forma tardía y a la postre más severa.

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