Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS
EMILIANO COTELO (EC): Aunque el dólar subió de manera generalizada en el mundo luego del triunfo de Trump en Estados Unidos, en Argentina las cotizaciones paralelas no han parado de caer. Por ejemplo, la brecha entre el dólar “blue” y el oficial es de “solo” 10%.
En la antesala de una nueva temporada de verano en Uruguay, se trata de un dato que entusiasma a los operadores turísticos dado que supone un aumento del poder de compra en dólares de nuestros vecinos.
¿A qué obedece este cambio de precios relativos? ¿Podemos estar incluso próximos a un levantamiento del cepo cambiario en Argentina?
Conversamos al respecto con el economista Alejandro Vallcorba, de Exante.
ROMINA ANDRIOLI (RA): ¿Cómo están viendo esta antesala de la temporada turística en materia de precios relativos con Argentina? Hay un contraste fuerte con el panorama que teníamos a esta misma altura del año pasado, ¿no?
ALEJANDRO VALLCORBA (AV): Sí, efectivamente muchas cosas han cambiado.
En diciembre de 2023 teníamos toda la incertidumbre del cambio de gobierno argentino y había expectativas devaluatorias fuertes instaladas en el mercado. Hoy el panorama es bastante diferente. En particular y en relación a las perspectivas de cara a la temporada turística, destacaría dos cosas. Por un lado, el poder adquisitivo de los hogares argentinos medido en dólares ha aumentado fuertemente. Esto responde principalmente a que el dólar blue está en los mismos niveles que al cierre del año pasado, mientras que los salarios en pesos son mucho mayores producto de los ajustes que se concedieron durante el año, en un contexto de alta inflación.
En términos más generales, desde Uruguay tuvimos una mejora enorme de precios relativos. Entre diciembre del año pasado y octubre de este año, el IPC argentino mostró un aumento de 160%, mientras que, como decía, el dólar blue se mantuvo prácticamente estable. Entonces, esta combinación de alta inflación y estabilidad del dólar determinó que Argentina se encareciera en dólares, o visto de otro modo, que Uruguay se abaratara para el turismo argentino. Aquí viene el segundo destaque que quería hacer: Uruguay sigue siendo un país relativamente caro, pero la brecha de precios medida al dólar blue está en los niveles más bajos de los últimos cinco años.
RA: Hay quienes dicen que podríamos llegar a la temporada turística sin cepo en Argentina ¿ven eso factible?
AV: Creo que no. Pero no porque no lo considere un objetivo deseable. Seguro que Argentina debe ir hacia allí.
El levantamiento del cepo es un tema con muchas aristas además de la limitante a la compra de dólares para las personas, que capaz es la restricción en la que pensamos hablando de la temporada.
Hay también un montón de restricciones comerciales y financieras que terminan restringiendo el desarrollo del sector exportador y limitando el crecimiento económico. Argentina lleva 15 años sin crecer, alternando ciclos cortos de expansión y de recesión.
Incrementar el crecimiento potencial de la economía requiere recomponer los niveles de inversión y para eso es imprescindible avanzar en algún momento hacia la eliminación de las restricciones cambiarias. Al final, parece condición necesaria para una mayor entrada de flujos de inversión extranjera y una integración más profunda en los mercados internacionales. Ahí está la razón más potente.
RA: Pero entonces, con las brechas cambiarias en los niveles que decía Emiliano, ¿no es un buen momento para levantar las restricciones?
AV: Bueno, uno podría argumentar que sí, porque el dólar paralelo no está muy lejos del oficial. La brecha está en 10%, la menor desde que arrancó el gobierno y la más baja desde mediados de 2019. Es menor incluso a la que tenía Macri cuando desarmó el cepo de aquel entonces al inicio de su presidencia en 2015 (cuando rondaba 50%).
A eso se suman otros indicadores positivos en materia de confianza: por ejemplo, el riesgo país se ubica en unos 750 pbs, también el menor nivel desde 2019 y que supone un descenso de casi 2000 pbs frente a octubre de 2023.
Argentina también logró un ancla fiscal mucho más potente de lo que se imaginaba, que influyo positivamente en la confianza en el gobierno. En los doce meses a octubre el resultado primario fue superavitario por algo más de 1% del PBI, cuando a fines de 2023 era deficitario en casi 3%.
Con esos logros, el levantamiento del cepo ciertamente debería estar en la lista de los próximos desafíos a abordar, pero los tiempos son delicados, a nuestro juicio no es algo inminente.
RA: ¿Por qué lo decís?
AV: Por el frente de la inflación. Uno de los mayores logros del gobierno de Milei fue despejar las dudas sobre una posible espiralización de la inflación que podría haberse dado a comienzos de año. Sin embargo, aún tiene un contexto de inflación relativamente alta para parámetros internacionales y el ancla cambiaria ha sido la piedra angular del plan de estabilización.
El tipo de cambio oficial viene aumentando a un ritmo de 2% mensual desde diciembre y el mercado progresivamente fue incorporando que esa pauta devaluatoria se iba a mantener en los próximos meses. Esta dinámica incidió favorablemente sobre la evolución de los precios, operando justamente como ancla nominal.
Desde esa perspectiva, un levantamiento del cepo podría arriesgar que la devaluación resultante (aunque sea pequeña porque la brecha actualmente es chica) tenga impactos sobre los precios y que se interrumpa este proceso que hasta ahora viene siendo exitoso.
Y eso, además, es muy importante porque un aumento de la inflación arriesga también a interrumpir el proceso, incipiente aún, de recuperación del salario medido en términos reales, después del fuerte ajuste que hubo a comienzos de año.
RA: Cuando se habla del cepo, los analistas argentinos señalan también que Argentina no tiene reservas suficientes pese a ese ajuste fiscal tan gran que hizo, ¿eso también es una limitación?
AV: Contar con reservas internacionales no es un requisito necesario para levantar el cepo, pero sí es cierto que es una dimensión que juega en la decisión, porque tener un mayor colchón le permitiría al Banco Central atenuar la volatilidad que podría venir al liberar el tipo de cambio, mitigando así los efectos que podría tener sobre la inflación.
Como te decía, un rebote inflacionario puede ser peligroso para las expectativas, pero también puede frenar la recuperación del salario real, que actualmente está siendo un motor relevante de la también incipiente recuperación de la economía.
Con el fuerte ajuste fiscal y monetario que hizo Milei, el PBI llegó a acumular una caída de 7% en pocos meses. A partir del tercer trimestre estamos en una fase de recuperación cíclica de la economía, pero la actividad todavía no recuperó los niveles de mediados del año pasado (que tampoco eran altos en una perspectiva larga).
RA: ¿Cómo están viendo ustedes las perspectivas de actividad para el año que viene?
AV: Depende de varios elementos. Nosotros pensamos que, en ausencia de acceso de financiamiento externo, el gobierno va a priorizar mantener el cepo cambiario como herramienta para sostener la desinflación al menos por algunos meses más. Esto debería permitir una mayor recuperación del salario real y por ende del consumo privado.
Sin embargo, me parece importante reiterar que esta recuperación sería de carácter cíclico, como consecuencia de la recomposición de los ingresos y del consumo tras una fuerte caída en el arranque de esta administración.
Para incrementar el crecimiento de largo plazo, se necesitan niveles más altos de inversión y una economía competitiva a nivel internacional, y para esto es necesario levantar las restricciones financieras.
Al final, es la misma discusión que tenemos en Uruguay: para lograr un crecimiento potencial más alto se necesita mayor inversión y mayor competitividad.
RA: Con todos estos elementos ¿qué cabe esperar de cara a la temporada turística en Uruguay? ¿cómo están viendo el panorama desde Exante?
AV: Bueno, hay varios elementos operando a favor de Uruguay.
Al principio hablábamos de la mejora de precios relativos. Si bien Uruguay sigue estando caro medido en dólares para los argentinos, estamos en el menor desequilibrio de los últimos cinco años.
El clima de expectativas positivas que hay en Argentina también juega a favor de mayores viajes a Uruguay.
Por último, este escenario de recuperación incipiente de la economía, aunque sea cíclica y todavía persistan incertidumbres de mediano plazo, no deja de ser un escenario de crecimiento que siempre es un factor positivo para pensar en la temporada turística.
En este contexto, nuestros modelos de proyección (que dependen principalmente de los precios relativos y del poder adquisitivo de los argentinos) nos están arrojando un ingreso de turistas argentinos esta temporada significativamente mayor al de la temporada pasada.
Estamos calibrando al mismo tiempo los riesgos que suponen tener un Brasil tan barato al lado (tanto por la competencia para Uruguay en la captación de turistas argentinos como por la propia atracción de turistas uruguayos), pero en términos generales esperamos una buena temporada. Pensamos que el saldo neto de turismo volverá a ser positivo en 2025, contrastando bastante con el saldo especialmente adverso que tuvimos en 2023.