Por Mauricio Rabuffetti ///
@maurirabuffetti
En algunas ciudades de Uruguay, hoy 8 de marzo pueden verse pañuelos violetas rodeando columnas del alumbrado público. Algunos altavoces, sobre todo en pueblos del interior, convocan a concentraciones populares para llamar la atención sobre un flagelo que corroe nuestra sociedad y muchas otras en el mundo.
Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, por acción de activistas argentinas principalmente, será un triste pero necesario recordatorio de la violencia de la que son víctimas miles, millones de mujeres en el mundo.
Es cierto que no será un paro de actividades el que resuelva el problema de la violencia contra la mujer, pero es seguro que en este caso, esta medida –acompañada por marchas que tendrán lugar en diferentes lugares del mundo- dejará en evidencia la magnitud del problema.
Según Naciones Unidas, una de cada tres niñas y mujeres en el mundo es víctima de algún tipo de violencia. En algunos sitios la manifestación de esa violencia es tan extrema que lleva a la cosificación de la mujer, a impedir que las niñas estudien por acción u omisión.
Podría pensarse con cierta razón que Uruguay está lejos de situaciones tan extremas. Pero las cifras de violencia doméstica, crecientes, en un país que es considerado pacífico en el contexto latinoamericano evidencian que existe un serio problema, grave y de fondo en nuestro país, al cual es difícil encontrarle una explicación simple.
Es claro que vivimos en una sociedad más violenta. Es decir, más allá de las cifras oficiales, si nos comparamos con nosotros mismos –y no hablo aquí solo de delitos, sino de comportamientos- si nos comparamos con nosotros mismos decía, es claro que somos los uruguayos más violentos.
En el caso de las mujeres, las cifras causan un impacto realmente grande porque se repiten los casos de violencia doméstica y de asesinatos a manos de ex parejas.
Por supuesto que existen estadísticas que ilustran este fenómeno. Pero hoy elegí otra forma de contarlo, que me parece más eficaz si lo que buscamos es tomar conciencia de que como sociedad, en este tema, tenemos un problema real, profundo y creciente.
Las cifras están al alcance de la mano. Son miles las denuncias; miles las personas, mayoritariamente mujeres, también algunos hombres y niños, atendidos cada año por los organismos competentes, tal es el caso del Instituto Nacional de la Mujer.
Elegí otro camino, decía, para hablar de la violencia contra la mujer.
Alicia, Martha, Yenny, Deborah, Zully, Gloria, Graciela, Flavia, Paola, María, Daphne, Gladis, Claudia, Ana, Susana, Florencia, Ana, Rebeca, Dora, Camila.
Estos eran los nombres de pila de 20 mujeres que fueron asesinadas en Uruguay el año pasado. Hay más. Estos datos, sus nombres, sus apellidos, las causas de muerte y sus circunstancias están en la web. Según los datos oficiales, fueron 29 mujeres asesinadas el año pasado en casos de violencia doméstica. Este 2017, la cifra ya asciende a 6 u 8 según las fuentes y a este paso nos encaminamos a un funesto incremento de este problema.
Cabe preguntarse qué pasa en Uruguay para que ocupemos los primeros puestos de la región en violencia contra la mujer entre los países que brindan estadísticas.
En Uruguay, donde ahora discutimos nuevas leyes para luchar contra este flagelo, existe una ley llamada de “Violencia doméstica” al menos desde el año 2002. Es la 17.514 y lleva la firma del ex presidente Jorge Batlle al pie, lo cual denota que la preocupación del sistema político en esta materia no es nueva.
Sin embargo las cosas empeoran y no puedo evitar preguntarme si crear nuevas leyes será el camino. Si serán eficientes. Ojalá lo sean. Seguramente podrían dar herramientas a jueces y fiscales y eso ya sería positivo. Me pregunto igualmente si las medidas punitivas pueden pensarse como mecanismo de prevención, de disuasión. Tiendo a pensar que no atenuarán la furia de los agresores. Más bien me imagino programas de base, educativos, sólidos, desde la infancia, en las escuelas y liceos públicos y privados, que permitan generar conciencia desde el vamos sobre la igualdad de derechos entre los sexos.
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Emitido en el espacio Tiene la palabra de En Perspectiva, miércoles 08.03.2017
Sobre el autor
Mauricio Rabuffetti (1975) es periodista y columnista político. Es autor del libro José Mujica. La revolución tranquila, un ensayo publicado en 20 países. Es corresponsal de Agence France-Presse en Uruguay. Sus opiniones vertidas en este espacio son personales y no expresan la posición de los medios con los cuales colabora.