Tiene La Palabra

Diosdado y el aliento del diablo

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Por Daniel Supervielle ///

Si algo faltaba para terminar de completar la adaptación de una obra trágica a la realidad política latinoamericana era la investigación que Estados Unidos lleva adelante sobre altos funcionarios venezolanos incluyendo al presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, por presunto narcotráfico y lavado de dinero.

Según informó The Wall Street Journal, la investigación hoy en manos de fiscales federales de Nueva York y Miami y en la que participa la agencia antidrogas (DEA), llevaría más de dos años en curso preparando los casos contra Cabello y otros altos dirigentes.

Su evidencia se basaría en declaraciones de extraficantes, militares desertores y antiguos informantes próximos a las autoridades venezolanas. Diosdado negó rotundamente las acusaciones.

No es la primera vez que llegan noticias desde Caracas que ponen los pelos de punta por el futuro de la nación caribeña.

El extinto presidente Hugo Chávez fue un huracán que sopló con fuerza desde Caracas modificando la geo política de Sudamérica y el Caribe a fuerza de carisma, firmeza, astucia oportunista y petrodólares.

Maduro con mano dura, pero sin Chávez, sin carisma y con petrodólares devaluados vive una situación mucho más compleja. Maduro no es Chávez y Venezuela es un polvorín desbordante de dinamita seca.

Días pasados en Buenos Aires conversé con una venezolana astuta y deprimida por la realidad que vive su país. Pese a la sorpresa de mi cara me dijo: “Menos mal que está Maduro al frente del Poder Ejecutivo. Lo que hay detrás es mucho peor. Dios nos libre de lo que hay detrás”.

Detrás de Maduro está el presidente de la Asamblea Nacional, Cabello y la cúpula del poder militar. Es imposible anunciar el fin del ciclo de la era chavista en Venezuela (con el antecedente de Cuba hoy nadie se atrevería a escribir la Hora Final de Maduro) pero, sin lugar a dudas estas presuntas investigaciones que se filtraron a la prensa, alimentan la expectativa de un final macabro y casi inevitable en la tierra de Simón Bolívar. Un final que las democracias latinoamericanas deberían evitar a toda costa.

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