Rafael Mandressi

La actualidad inútil

Por Rafael Mandressi ///
@RMandressi

Supongamos que alguien se dispone a escribir una columna de opinión. El primer paso, naturalmente, es definir el tema. Siempre lo hay, no es la escasez el asunto. Es más, los temas sobran. La actualidad no es avara en la materia, de manera que el trabajo, siempre y cuando se quiera tomar algún tema de actualidad, consiste en elegir. Dejemos de lado, aunque quizá convendría no hacerlo, las consideraciones acerca de lo que llamamos “actualidad”, que por cierto no es “lo que pasa”, sino un repertorio más o menos extenso de informaciones o de meras noticias, a veces apenas conectadas entre sí por apilamiento.

Nuestro columnista hipotético decide pues pescar en esa pecera. Allí, al alcance del anzuelo o del calderín, nadan criaturas de diverso calibre, tipo y color. Véase si no: un comandante en jefe bocón, los 70 años de Corea del Norte, un candidato a la presidencia apuñalado en Brasil, donde además el fuego redujo a cenizas un gran museo, las elecciones en Suecia, la fuga del Pato Celeste, la tormenta y el tormento de la moneda en Argentina, el Festival de Venecia, el nuevo estreñimiento del diputado Darío Pérez, los diez años de la quiebra del banco Lehman Brothers, la Rural del Prado, y un etcétera tan largo como lo permita el trabajo de producción de actualidades.

El columnista recorre el inventario con no pocas dudas, sopesa el interés y la importancia de cada cosa, sabiendo que ambas cualidades son al fin y al cabo relativas. Por lo demás, no necesariamente van juntas. Lo interesante puede no ser importante, y en ese caso tal vez sea también inútil, lo cual sería un problema en una cultura que aprecia la utilidad y suele exigirla. De todas maneras, la pretensión de ser útil con una columna parece desmedida, siempre y cuando se entienda la utilidad como lo que proporcionan los calefones, los supermercados o la lluvia.

Aliviado por la coartada o resignado a asumir la virtual insignificancia de su tarea, el columnista ve pasar un tema al que podría hincársele el diente. Ocurre que un diario tenido por serio como el New York Times aceptó publicar un texto anónimo en el que se hace saber y se reivindica que altos funcionarios de la administración estadounidense se han asignado la misión de salvar a su país, entorpeciendo la acción del presidente Donald Trump. Una conspiración palaciega, gente que confiesa traiciones y se hace cargo ilegítimamente de parte del poder, un misil en el riñón a semanas de las elecciones de mitad de mandato, un diario que funciona como una red social dándole cabida a una suerte de largo tuit lanzado en una cuenta sin identificación, todo en el episodio ofrece donde morder. He ahí carne de columna.

Pero no, el columnista renuncia, deja pasar la excepcionalísima ocasión que se le presenta de desaprobar a los adversarios de Trump. Quizá sea importante, quizá incluso sea interesante, pero la actualidad, esa clase de actualidad, cuando se la observa a distancia, tiene un irremediable sabor a espuma. Por debajo, en aguas densas, se mueve, por ejemplo, el monstruo marino de otra actualidad, de más largo aliento, la degradación ambiental, que amenaza con tragarse bienes y personas a su paso. Los cables chisporrotean en la sala de máquinas del planeta, envenenado por donde se lo mire, y todos los monitores advierten que vamos en coche al muere, derecho a rompernos los dientes contra la pared de un modo de producción, de consumo y de intercambio que traspasó ya el umbral de la depredación soportable.

Aunque el columnista, todavía indeciso, no quiere ser agorero ni le gusta el catastrofismo, es razonablemente pesimista y no puede sacudirse la inquietud. Ahí está la actualidad, precisamente, para alimentarla: pasado mañana se abre en San Francisco una cumbre mundial de ciudades y empresas por el clima. Se prevé, para ese día, una manifestación pública que debería coronar una serie de movilizaciones convocadas en 90 países este último sábado. Sólo que las multitudes, incluido el columnista, faltaron a la cita. Era importante, y sin embargo es muy probable, una vez más, que resulte casi del todo inútil.

***

Emitido en el espacio Tiene la palabra de En Perspectiva, lunes 10.09.2018

Sobre el autor
Rafael Mandressi (Montevideo, 1966) es doctor en Filosofía por la Universidad de París VIII, historiador y escritor. Desde 2003 reside en París, donde es investigador en el Centro Nacional de Investigación Científica, director adjunto del Centro Alexandre-Koyré de historia de la ciencia y docente en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales. Es colaborador de En Perspectiva desde 1995.

Rafael Mandressi

Montevideo, 1966. Doctor en Filosofía por la Universidad de París VIII, historiador y escritor. Desde 2003 reside en París, donde es investigador en el Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS), director adjunto del Centro Alexandre-Koyré de historia de la ciencia y docente en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (EHESS). En Uruguay, se ha desempeñado como docente en la Universidad de la República, la Universidad Católica y el CLAEH. Es autor de libros y artículos académicos sobre temas de su especialidad. También ha sido actor, director teatral y dramaturgo. Su novela Siempre París obtuvo el premio Juan Carlos Onetti en 2013. Es colaborador de En Perspectiva desde 1995.

Notas Relacionadas

4 Comentarios

  • La inteligencia -soberbia-creando inteligencia, quizá en algún momento, cuando la inteligencia creada pueda auto prooverse de su alimento: energía, pueda también contemplar de forma independiente al planeta y tal vez ¿por qué no?, concluya que es un bello lugar, digno de ser preservado y al evaluar los males que le aquejan decida hacer algo al respecto; decida que lo pernicioso para el equilibrio y el sustento saludable de la Tierra, es la especie humana y considere la alternativa del parricidio prescindiendo del exponencial frenesí de nuestras actualidades.

  • Tan brillante como realista y, en consecuencia, desesperanzador. Pero, aunque parezca un contrasentido, creo que de esa misma desesperanza nace el huequito por el cual rumbear hacia la solución: comprender que el problema no está en el otro sino en uno mismo.

  • Hay períodos -largos para nuestra corta existencia pero instantes en términos de historia- de desesperanza. Cuando consumir mucho y pensar poco se convirtió en lo más corriente y aceptado perdimos. No hay interés por reconocer las causas de los problemas planetarios sean cuales sean. Caemos en permanentes contradicciones entre lo que es nuestro pensamiento y nuestras acciones porque no hay un rumbo claro. Pero esto no puede ser eterno, por una cuestión de supervivencia.

  • Muy valioso texto, como siempre. La pretensión de un columnista es siempre variada. Los hay que engordan su ego, los hay quienes fogonean una idea con la intencion de que cale en la gente o por lo menos en algunos lectores. Pero también, en eso discrepo con este columnista de ficción, que quieren ser útiles. Si, porque no?
    Dudo mucho que algún columnista de los políticamente correctos aproveche hoy una oportunidad de desaprobar a los contrarios a Trump (ya que Rafael se detuvo en el ejemplo).
    Estoy muy de acuerdo con esa visión de que perdemos cada vez mas capacidad de pensar y que consumimos sin ton ni son. Pero no es general, me parece. Estuve viendo en Youtube a sugerencia de amigos las clases interactivas de Filosofía y preguntas trascendentes de Darío Sztajnszrajber, en la calle , rodeado de jóvenes que activamente participan. Me he reunido estas semanas con jóvenes de la Facultad de Ciencias Sociales sobre Asentamientos y tienen un compromiso científico y critico, bastante poco atados a la ideología de lo que yo suponía. Quizas depende de lo que uno vea y donde lo vea, pero veo jovenes muy incultos y jovenes muy informados y cultos (no es lo mismo). Un apunte final, solo paran pelear.. Este año unod de los dos únicos países que disminuyeron la emisión de gases de efecto invernadero fue Estados Unidos . Es decir, fuera del Tratado de París, ellos siguen su política y no me parece que los gritos de las manifestaciones de fundamentalistas deban ser relevantes. Los que deben decidir , deben hacerlo sin escuchar los gritos de las tribunas.. El mayo frances ya fue..

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