Entrevista central

Los mecanismos de democracia directa (como los plebiscitos de reforma constitucional) son “una válvula de escape de la bronca” que ayuda a “evitar la violencia social”, dice David Altman, politólogo

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Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS

Desde la semana pasada los partidos políticos están discutiendo si apoyan o no un plebiscito impulsado por el sector colorado Ciudadanos para regular en la Constitución los ingresos de personal a las intendencias departamentales.

Con esta iniciativa, ya son seis las propuestas de reforma constitucional que aspiran a ser sometidas a consulta popular en las elecciones de octubre.

Lo único seguro hasta ahora es que en la primera vuelta habrá que decidir si se modifica el artículo 11 de la Constitución para habilitar los allanamientos nocturnos, una propuesta impulsada por el Partido Nacional que logró las firmas de 52 legisladores, que es uno de los procedimientos de reforma previstos en la carta magna.

Por otro lado, el 27 de este mes se decidirá la suerte de las otras cinco iniciativas: la del Pit cnt para introducir cambios en el sistema de seguridad social, la de Cabildo Abierto para limitar las tasas de interés de los créditos personales, la del Movimiento Uruguay Soberano que busca que los contratos de inversión entre el Estado y multinacionales deban tener el aval del Parlamento, la del diputado Eduardo Lust para modificar la forma en que se elige al fiscal de Corte y la de Ciudadanos para que las designaciones de funcionarios en los gobienrnos departamentales deban hacerse solo por concurso o sorteo.

La cantidad de propuestas llama la atención. Algunas voces han dicho que es un exceso. 

¿Cómo se están usando los mecanismos de democracia directa en Uruguay?

¿Se está abusando de ese recurso?

¿Qué dice la comparación interrnacional?

Conversamos En Perspectiva con el politólogo David Altman, que ha publicado varios estudios sobre democracia directa en Uruguay y en el mundo.

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