Agro

La Mesa Agropecuaria
¿Puede ser el agro quien lidere la reactivación de la economía?

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GV —Estoy de acuerdo en que capaz que no todo el que uno quisiera, pero con este ministro, salvando casos puntuales que puede haber de feeling entre personas, ha habido un diálogo bastante fluido, sin duda más que en otros períodos recientes. Yo creo que el problema no lo tenemos básicamente con el ministro, lo que criticó el agro de la parte impositiva no fue lo que pasó ahora en esta instancia sino lo que pasó en instancias anteriores en las cuales se gravaba con impuestos ciegos –eso sí estuvo en el congreso–, básicamente al capital y no al resultado, y se hacen muy perversos en situaciones como la actual, de muy baja rentabilidad. En esos momentos no hubo mucho diálogo, no se atendieron las propuestas, pero comparto que con este ministro hay llegada y realmente hay eco a propuestas.

PC —Creo que no es un tema tanto de cómo nos llevamos. Con todo respeto, el ministro de Ganadería y Agricultura no es el que nos va a dar noticias del campo, porque lo que él hace es una gerencia del sector agropecuario, pero las novedades vienen por el Ministerio de Economía y el de Relaciones Exteriores. Acá las grandes novedades que puede haber del Gobierno son: “vamos a hacer acuerdos de forma que los US$ 500 millones que se nos quedan en el camino cuando exportamos sean un poco menos”, y la relación impositiva. No es un problema, si nos quieren odiar que nos odien, el problema es que me saquen los impuestos. Yo no tengo problema en no hablarlo.

EC —Dice Andrés, de la audiencia: “Es cierto lo que señala Berterreche, el diálogo ha sido muy bueno. El problema es que parece que al ministro el resto de los ministerios le hacen caso omiso”.

GV —Ahí está la cosa.

PC —Completo con algunos números muy elementales. En la reforma impositiva de 2007 hubo una expresa intención de [Danilo] Astori, en aquel tiempo también ministro de Economía, de no tener impuestos ciegos a la tierra porque desde hace cientos de años se sabe que esos impuestos envilecen el bien, hacen bajar su valor y llevan a producciones extensivas. Con sabiduría, en 2007 el actual ministro de Economía quiso eliminar el Impuesto al Patrimonio y la negociación terminó llevándolo la tasa a cero. Con lo cual quedó como que te hiciste una quimio incompleta, te queda la célula ahí que te puede explotar en cualquier momento.

Explota en 2014, cuando vuelve junto con indecentes contribuciones inmobiliarias de las intendencias y el detalle, poco simpático pero no significativo en números, del Impuesto a Primaria que nos acaban de poner, más el Impuesto a las Rentas de las Actividades Económicas (IRAE), que se actualizaba con la inflación.

El tema es que todo ese combo ha dejado inviables a las empresas de más de 2.000 hectáreas. Ese impuesto ciego, que este año es el que más vamos a llorar porque es el peor de los últimos años, hay que pagarlo hasta el último peso sin importar para nada si la soja vale poco o vale mucho, si te fue bien o si te llovió o no.

En grandes números, hoy el Impuesto al Patrimonio, más la Contribución Inmobiliaria, más Primaria, más el IRAE, todo ese combo, se lleva el 80 % de los ingresos promedio, según Fucrea. Por eso les decía que yo veía que éramos productores argentinos de la era Kirchner, porque con el próximo viento de cola, si esto no cambia, no va a haber cambios, no va a haber reacción productiva de Uruguay, porque con estos números no resulta interesante. Esto genera producciones extensivas. Los datos de la División Contralor de Semovientes (Dicose) de este año van a ser muchos, pero en los siguientes gritan: muchas más vacas en la faena, los novillos son más viejos, las vaquillonas se entoran más tarde, todo. El precio de la tierra bajó por primera vez en 15 años, baja un 13 %; en Argentina ayer según el diario subió 20 %. Si habrá efecto de estas cosas.

Y lo otro, que es lo más grave y lo que creo que a un gobierno de izquierda le tendría que preocupar mucho, es que esta estructura impositiva nos lleva a un cambio importante en cuanto a quién va a trabajar la tierra. Se va el productor grande, ese que tenía en general bastante inversión, y entra un arrendatario. Ese es el esquema, y tenemos 250.000 hectáreas en esa situación.

RD —¿Qué consecuencias trae eso?

PC —Que el que entra, que es parecido a mí, que va a tener un campo arrendado que no es de él, que es ajeno, no va a hacer inversión, va a trabajar extensivamente. El que entra como yo –no es mi negocio, mi negocio está en otro lado y por eso puedo empatar– es una persona que no tiene por qué vivir del campo, porque de ahí no sacás para comer. Entonces se va uno que no puede porque necesita sacar para comer y entra otro que no lo necesita. Todo eso es un cambio monumental y es lo que la Federación Rural debería haber denunciado.

DL —Yo formo parte de un sector dinámico, la lechería, donde en general no miramos tanto los impuestos. Personalmente estoy muy contento con la reforma impositiva que hizo el contador Astori, a partir de la cual empezamos a pagar impuestos básicamente por el impuesto a la renta. Porque en general explotamos superficies medianamente chicas y el gran impuesto que pagamos es en función de la rentabilidad de la empresa. El campo se quejó de eso, pero en lo personal, y para los sectores más dinámicos de la agropecuaria, fue un gran cambio. Entonces no estoy tan de acuerdo con Pablo; muchas de esas empresas de 2.000, 3.000 o 4.000 hectáreas tienen que tener también muchísimo para ganar en dinamismo, en productividad, y seguramente su real desarrollo no se va a dar tanto por pagar menos impuestos, sino en la medida en que los precios acompañen y se haga inversión para producir más.

Finalmente, en la última semana asistimos a una discusión política sobre el tema del impuesto al trabajo que se estaría generando. Y esencialmente no he sentido a nadie hablar de cómo hacemos para solucionar esto, un gran acuerdo nacional para reducir el peso que tiene el Estado en el pago de los salarios. Hasta que no discutamos estos temas vamos a seguir discutiendo lo impositivo, cuánto impuesto más vamos a poner para producir, el impuesto al trabajo para solucionar esos temas.

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