Gobierno descartó “gravar al capital” para obtener recursos durante la emergencia sanitaria

El presidente Luis Lacalle Pou sostuvo esta semana que el gobierno “no va a gravar al capital” para obtener recursos en medio de la emergencia sanitaria por la epidemia de Covid-19.

En conferencia de prensa en la Torre Ejecutiva, una periodista del semanario Brecha le preguntó al presidente si el Poder Ejecutivo tenía sobre la mesa “hacer del Impuesto al Patrimonio un impuesto progresivo, quitar exoneraciones a ese tributo, o eliminar exenciones impositivas a las grandes empresas”.

Al responder, Lacalle Pou admitió que había manejado “la idea de gravar al capital” con el director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, Isaac Alfie, y la ministra de Economía, Azucena Arbeleche, pero finalmente descartaron esa posibilidad.

Hoy, gravar el capital, desde mi punto de vista, es amputar la posibilidad de los que van a hacer fuerza en la salida de la crisis. Por eso no lo vamos a hacer.

Lacalle Pou luego utilizó una metáfora deportiva para explicar cómo serán los apoyos que piensa dar el gobierno para salir de la crisis. Dijo que «si esto fuera una competencia de ciclismo, al malla oro, al que va en la punta» el gobierno pensaría en «estimularlo» para que pedaleara «más rápido». «Es el que va a hacer la inversión, va a dar trabajo. Hay que sacarle el lastre al que va a pedalear, al que va a traccionar la economía», agregó.

Por otra parte, dijo que el Estado debe preocuparse «de los rezagados, que son los más vulnerables y han quedado más rezagados en esta crisis». «Lamentablemente ya venían con una situación de vulnerabilidad», agregó.

Las declaraciones generaron críticas desde el Frente Amplio.

Por ejemplo, el secretario general del Partido Socialista, Gonzalo Civila, escribió en su cuenta de Twitter: “’La fuerza al día después’ se la vamos a tener que hacer todos, en primer lugar las y los trabajadores, es decir la inmensa mayoría, que además es la que sufre más la crisis y la que siempre produce la riqueza. Los más ricos no son la víctima hoy ni serán los héroes mañana”.

La Tertulia de los Viernes con Alejandro Abal, Fernando Butazzoni, Juan Grompone y Gonzalo Pérez del Castillo.

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Foto: Isaac Alfie y Luis Lacalle Pou en conferencia de prensa. Crédito: Santiago Mazzarovich / adhocFOTOS

Gastón González

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8 Comentarios

  • Entender el mensaje, hundirse en el alma del mismo, en los dichos del interlocutor.
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    No se equivocó el presidente con la metáfora ciclista, dijo exactamente lo que quería decir; ubicó en un lugar de vanguardia económica al poder fáctico del dinero (líder triunfador de la «carrera») y no se necesita discernir mucho para saber quienes son los rezagados (derrotados y últimos en la fila), a no distraerse en el «error» señalado por los puristas del pedaleo.
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    «No se debe gravar al capital», el capital no es una entelequia y a pesar de su perfil cauto, corporativo y bastante anónimo, el capital requiere capitalistas (institucionales, familiares o individuales), el capital son personas dueñas del capital y sin ellas no hay capital.
    De nuevo, «no se debe gravar al capital»; entonces ¿no se debe gravar a las personas? o ¿no se debe gravar a algunas personas en esta mas que singular y dura coyuntura? ¿poderosas personas ingrávidas?
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    Retorno con los mensajes (1), dijo el presidente también que no descarta nada y que no tiene problema en apearse de la ortodoxia, incluso nombró a Keynes, no a Hayek ni a Friedman; aliento gélido y sangre congelada en los prestigiosos oídos de reputados economistas (humor de pandemia)
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    Retorno con los mensajes (2), dijo Delgado que no le va a temblar el pulso para señalar a los especuladores; los especuladores están a la vista aunque se disimule (hablo con proveedores y pregunto y me contestan que no cumplen con los pedidos por la sobre compra de las grandes superficies -acaparación, remarque, fijación de precios, aumento de lucro, inflación, posición dominante…-, incluso hasta importadores que agotaron su stock, en fin (1)
    Industriales alimentarios enviando personal al seguro de paro y bajando la producción y levantando la rentabilidad por escasez artificial, en fin (2).
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    Las perillas se mueven, se movió la sanitaria, pandemia mediante, la económica no se movió por el capital que sigue intacto, se movió porque se apagó el trabajo (los trabajadores, que a su vez son también los consumidores y los ciudadanos gravados por impuestos); sin embargo se quiere transitar hacia el futuro restaurando el status quo pre peste, o lo que es igual, perpetuar el pasado con su inamovible canon de normalidad consagrado como faro económico de la humanidad ¿es eso la normalidad o la mera costumbre? ¿está de veras bien? ¿hay otras posibilidades?
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    Por ante último, una economista tuitera (Casandraorejana) escribió: prefiero revolcarme en los baños de Bérgamo antes que ver una teletón, le contesté: suscribo.
    °
    Perdón por extenderme demasiado, este tema y las opiniones de los tertulianos me resultaron fermentales.

    • Tuvo razón Butazzoni en esa observación. En las carreras por etapas, los que van en punta son los que quieren conquistar etapas, que no siempre coinciden con el puntero de la competencia general (que suele ir en el pelotón principal). Y los que van rezagados, la peor perspectiva que tienen es la sombra del camión de rezagados. Hay que darle estímulo para que sigan (y, si acaso, una «pichicata» para que rindan más, o remolcarlos con una tansa…)

  • Metáfora que muestra sin duda la concepción del Sr. Presidente ante la disyuntiva de si una sociedad debe avanzar en punta o en abanico.
    Para muchos de los que han nacido con una bicicleta de carbono y titanio bajo el brazo les resulta «natural» que, en tiempos de viento cruzado, se les deba alivianar y apantallar para que puedan pedalear más rápido y que el desgaste lo hagan los que vienen detrás con Gracielas Jazz.
    Al final de cuentas siempre quedarán restos del banquete de los escapados para el «disfrute» del pelotón y del camión de rezagados.

    • Honesta y transparente la metáfora la del presidente, excelente exégesis la suya. Vayan mis felicitaciones.

      • Muchas gracias Leonardo.

  • Este gobierno no tiene nada de keynesiano, es una impostura mencionar a Keynes. La fórmula de Keynes se podría resumir en relanzar la economía por la demanda y aplicar medidas anticíclicas, es decir, en este caso expansivas. Acá subimos el IVA, buscamos plata dentro de los asalariados solventes, subimos tarifas: todo contractivo. Podremos discutir si se podía hacer otra cosa, pero Keynes faltó a la cita. No es raro, porque el gobierno tiene una troupe de economistas y no hay ni uno que haya demostrado históricamente ser keynesiano. Alfie no lo es, De Haedo no lo es, Talvi no lo es, Zerbino y Arbeleche, por el momento vienen probando que tampoco lo son. A propósito, ¿Cuánta gente que escucha hablar de Keynes entiende lo que significa exactamente como política económica? El «valor de marca» keynesiano es alto porque propone una «medianía» entre la izquierda y la derecha. Sospecho que es una cocarda que puede ser tentador colgarse del cuello. Sobre todo en tiempos de «épica nacional», Hayek no parece ser la buena estrategia de marketing.

    Pero, si me permiten, hay razones de fondo para que esto sea así. Es lucha de clases. El keynesianismo es incompatible con el modelo primario exportador, que es la principal prioridad de este gobierno, la clase cuyos intereses representa. ¿Para qué transferir riqueza a los trabajadores y desarrollar un mercado interno si los compradores del Uruguay están afuera? Para la economía colonial que tenemos, el salario es un costo a abatir, nada más. Es una de las mochilas del campo, según Blasina en el discurso incial de USU, ¿Lo recuerdan?. ¿A qué candidato apoyó USU? ¿Contra qué gobierno estaba? El único sector grande que en este momento tiene una demanda firme es el agroexportador. Son los únicos capitalistas que podrían pagar incrementos de impuestos y, justamente, son los que el gobierno protege. Incluso regalándoles un ministro que se considera el representante de sus intereses, cosa que un Murro jamás se hubiera atrevido a decir respecto a los trabajadores.

    Por ahí van a venir las juagadas: mejorarle la rentabilidad al sector agroexportador bajando todos los costos y ayudar desde el BCU a que suba el tipo de cambio. La lástima es que a ese modelo le sobra casi todo el país urbano, que son 2 millones y pico de habitantes. Ese es el gran drama del Uruguay, que el batllismo intentó resolver con empleo público: la economía que da empleo no mueve riqueza y la que mueve riqueza casi no da empleo.

    ¿Quién va a pagar los costos de esta crisis? Bueno, sigamos un poco más allá de las palabras del presidente…. él es transparente y nos deja, como pulgarcito, un camino de miguitas para seguir. Hay «algo» que no es ni «malla oro»ni «rezagado» que va a pagar por todos. ¿Qué es lo que hay? En el medio está casi todo el país que trabaja. Hay desde obreros y empleados de comercio hasta profesionales, pasando por todas las pymes que abastecen al mercado interno. La rotisería del barrio, la panadería, el bar, los espectáculos, el turismo interno, etc. Unos lo van a pagar como impuestos agregados: más IVA, más impuestos directos a los sueldos (y sólo a los sueldos), más inflación, menos consumo interno de unos, que significa menos ventas de otros. En esa bolsa está, por ejemplo, la totalidad de la difusa «clase media», que normalmente oscila entre radicalizarse cuando se empobrece y quejarse de que el Estado los roba cuando les va un poco mejor. ¿Se acuerdan del «nuevo uruguayo»? Bueno, creo que al nuevo uruguayo se le acaba de transformar la carroza en calabaza, al menos por unos años.

    Tampoco se la llevarán de arriba los trabajadores pobres de las periferias urbanas que, acosados por la delincuencia, votaron para que les saquen a los malandros del barrio. Esos no fueron nunca «nuevos uruguayos», fueron y son los uruguayos de toda la vida, los que viven en la casita de bloques sin revoque y con techo de chapa, comen fideos y se levantan temprano para hacer changas o rebuscarse en lo que salga. La familia de «El baño del papa», si lo prefieren. Una economía contractiva es muy mala para el cuentapropismo y para el obrero.

    Parece que los que van a mantener ayudas del Estado y quizás recibir más son los indigentes. Entre ellos, muchos de los «vagos» a los que la clase media se quejaba de mantener. Vaya ironía.

    A propósito de la charla: ¡Qué mal ejemplo el del hotel! ¿A nadie se le ocurrió que la pregunta no apuntaba justamente a los hoteleros? Quedarse en el tema de si gravar al capital significa gravar al patrimonio o a las utilidades que genera no parece hacernos avanzar mucho en la comprensión de la disputa. Al fin y al cabo, si el capitalista paga un impuesto al patrimonio, lo paga con utilidades. Grompone dice que el patrimonio no, pero las utilidades sí y yo estoy de acuerdo, es la forma más sencilla de separar al hotelero del sojero o el ganadero, por ejemplo. Pero la gracia es que no pagarán ni el patrimonio ni sus utilidades. Esa es la respuesta real que dió el presidente. A Lacalle no le preocupa la semántica, le preocupa que esos sectores no paguen, punto. La razón por la que la oligarquía es tan exitosa es que es profundamente materialista y pragmática. Es la izquierda la que vive debatiendo sobre semántica, con la cabeza en el cielo y los piés en el barro.

    Por último: claro que todos esperábamos esta línea ideológica de este gobierno. Por supuesto que tiene legitimidad para hacerlo. Aunque siempre trató de moderar su discurso, cualquiera con un mínimo de olfato político debería haberlo imaginado. Esto no es Menem en el 89, hablando con acento riojano de la revolución productiva y el salariazo. Acá todos teníamos elementos de juicio para saber qué intereses económicos representaba esta coalición. Pero, eso no significa que no haya que criticar desde la oposición esa ideología, como lo hizo la derecha durante 15 años y desde el primer día. El debate ideológico no puede parar jamás porque en cada decisión hay un cruce de caminos y está la ideología marcando el rumbo.

    • Claro que es una impostura, Leonardo, por eso referí a la mención como humor de pandemia y no pude menos que esbozar una mueca parecida a una sonrisa, al imaginar la sensación de puñalada en el hígado cuando la troupe de economistas dominantes en el homogéneo discurso mediático, oyeron hablar del «monge excomulgado» de sus manuales en labios del mismísimo líder de su proyecto.

      • Supongo que en la troupe todos saben que es un caballo de Troya…. Más que puñalada, me los imagino con una sonrisa socarrona. Jejeje, Keynes, sí, «vení mañana que hay croquetas». Atentos saludos.

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