Larrañaga prometió una «lucha sin cuartel» contra el narcotrafico

El ministro del Interior, Jorge Larrañaga, y el fiscal de Corte, Jorge Díaz, se reunieron el viernes para coordinar acciones en el combate al narcotráfico y a las bandas criminales.

A la salida del encuentro, Larrañaga destacó que tanto la policía como la Fiscalía continuarán en una «posición muy firme, muy dura, contra el narcotráfico». 

El ministro sostuvo que se va desarrollar una “lucha sin cuartel”:

Muchas veces he escuchado con sorpresa como que declararle la guerra al narcotráfico es una expresión que en otros países no ha funcionado, que ha causado miles de muertes. La verdad que no entiendo esa línea argumental. Cuando hablamos de perseguir el nacotráfico es porque es nuestro mandato para evitar por los caminos institucionales y legales que el narcotrafico se apodere de territorio en función de los mercados en la capital del país o en cualquier punto del Uruguay. 

Larrañaga dijo que el atentado con una granada a la base de la Brigada Antinarcóticos y las amenazas a la fiscal de estupefacientes, Mónica Ferrero, son señales de que la Policía “está causando problemas a esas bandas”. De todos modos, enfatizó que «no hay ninguna posibilidad de que una amenaza de patoteros criminales pueda tener el mínimo éxito en contra de lo que es el proceder de la Justicia en el marco de la Constitución y de la ley», sostuvo Larrañaga.

La Tertulia de los Lunes con Teresa Herrera, Margarita Machado, Gabriel Mazzarovich y Rodolfo Saldain.

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Foto en Home: Jorge Larrañaga durante la Conferencia de prensa en la Fiscalia General de la Nación. Crédito: Javier Calvelo / adhocFOTOS

Candela Stewart

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2 Comentarios

  • Pienso que el abordaje debe estar exclusivamente enfocado en el mercado interno no solvente. El problema que tenemos es que hay gente pobre que consume drogas prohibidas o sucedáneos y no los puede pagar. Drogas que en su versión «pura» la clase dirigente consume desde siempre sin tener que delinquier para hacerlo. Los que dicen saber del tema, reconocen dirigentes por sus ticks nerviosos cuando hablan; les causa gracia el gesto de buscar desesperadamente en los bolsillos, de «mandibulear» y cosas por el estilo. Nuestro presidente incluso admitió haber consumido. ¿Perjudican a alguien con eso?

    El pobre adicto tiene otra suerte muy diferente. Se vincula con organizaciones delictivas y delinque para procurarse lo necesario para consumir. En la boca les reciben cosas robadas como forma de pago, reducen metales: una canilla de bronce, cable de cobre, una garrafa, todo lo que le sacan a laburantes del barrio y hasta a su propia familia. Eso sí causa perjuicios a otros, que no decidieron ni tomaron decisiones que los dejaran en situación de serlo.

    La solución para el mercado interno quizás debería considerar legalizar, regular y apoyar mediante clínicas y tratamientos gratuitos a quien quiere dejar la droga. Educar a los jóvenes y tratar de ayudarlos para que no entren, al mismo tiempo que se le permite drogarse en un mercado legal regulado cuando el dispositivo propagandístico falla. Aprovechar la experiencia del cigarrillo, del alcohol, del juego: todo legal pero desincentivado mediante políticas públicas. Y, lamento mucho, pero la sociedad produce todo tipo de gente y de subculturas. Hay que aceptar eso, abandonar ideas puritanas y entender que lo que importa es qué consecuencias tienen las prácticas individuales en el resto de la población. La solución tal vez pase en el terreno político por dejar la moralina de que ciertas drogas son «el diablo en camiseta» y otras son pecados menores. Lo malo es cometer una rapiña para poder consumir. Para todo lo demás está el cajón, que de todas formas nos espera a todos hagamos lo que hagamos.

    Este problema es específico de las drogas y los sucedáneos de aquellas cuyo comercio está prohibido. Los que fuman tabaco o consumen regularmente alcohol son también adictos, pero consumen drogas legales y entonces las consiguen a precios bajos y con controles sanitarios. En Holanda hace años les daban la dosis a los adictos que no podían pagarla. Todo con tal de que no delincan ni vayan al mercado negro. Tenían que ir a consumirla en determinadas clínicas del Estado donde nadie los perseguía por ser adictos. No sé en qué anda hoy esa política, pero parece algo más racional y objetivo, enfocándose en lo material del problema.

    Nuestra sociedad, con un fuerte proceso de «lumpenización», está generando una actividad lucratriva al perseguir ciertas drogas. Justo en un país en el que el que nace pobre tiene cero expectativas de dejar de serlo trabajando. El narco es una fuente laboral atractiva para el que sabe ser violento o le gusta ejercer violencia y quiere hacer plata fácil. El culto a la violencia en los sectores marginales de la sociedad también está fundado en que ser violento paga y es el únco ascensor social que no está descompuesto.

    Sobre el plano internacional: la guerra moral contra las substancias adictivas ya la perdió EEUU con la Ley Seca. Ahora las potencias capitalistas nos quieren usar como «buffer» para que pongamos la sangre y evitemos que la droga la tengan que controlar ellos dentro de fronteras. A México lo han metido en un lío fenomenal, ya que lo usan como control prefronterizo de la droga y la inmigración. Con la droga que va a otro lado no hay que esforzarse particularmente en perseguirla. Si es ilegal y uno justo la encuentra en un scanner portuario, ok. Pero si quieren que no haya drogas en Europa o EEUU, que se enfrenten ellos al problema que genera tener un mercado pudiente para una substancia prohibida. Que pongan los muertos y hagan la guerra en su territorio. Que no mueran uruguayos para controlarle las fronteras a países ricos y poderosos.

  • Bien Ministro veo mucho título, en los medios de todo tipo, incluso uno que recuerdo que decía que estaban identificados y me preguntó por qué no están presos. A mi me robaron 2 veces en un mes, la delincuencia crece y Ud aparece en todos los medios hablando. No será que se precisa más trabajo y menos prensa

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