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#H3 El vasco conquistador

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Eliminatorias Mundialistas Bolivia-Uruguay
Por Homero Fernández

Lunes 24.03.2025

¿Cómo una selección que tenía asumido su papel de víctima desde hace mucho tiempo logra de pronto en las eliminatorias derrotar a Brasil y Uruguay, dos superpotencias sudamericanas?

La clasificación para el Mundial 1994 obtenida por Bolivia fue uno de los acontecimientos más importantes para el pueblo y un baño de felicidad nacional imponente.

Y el director de esa orquesta había sido el médico y entrenador vasco Xavier Azkargorta.

Llegó a La Paz como un desconocido, aunque había sido a sus 29 años el técnico más joven en dirigir en la liga española en la temporada 1983-1984.

Su aterrizaje fue en 1992, justo el año del Quinto Centenario de la Conquista de América. Un español desembarcando en un país con fuertes raíces indígenas.

A los pocos días recibió una carta que decía: "Le dirigimos la presente para advertirle que si no clasifica a nuestra selección para el Mundial olvídese de su existencia. Usted no es nada más que un estafador, un mediocre y un pobre charlatán".

Azkargorta y su ayudante acudieron al primer entrenamiento con traje oscuro y corbata por aquello de dar una buena impresión. Preguntaron por los vestuarios, pero estaban cerrados. Tuvieron que cambiarse detrás de un árbol.

“Llegábamos a casa, nos sentábamos alrededor de una mesa, nos mirábamos y decíamos: ¿qué hacemos?”, cuenta el entrenador sobre la incertidumbre que compartía con su asistente.

Para colmo, el grupo de la Eliminatoria mundialista incluía rivales fuertes como Brasil y Uruguay. ¿Cómo se salía exitoso de ese desafío ante la historia viva del fútbol?

Apoyándose en su formación de médico hizo el diagnóstico de sus jugadores después de hablar con cada uno. El problema estaba más adentro que afuera.

Los futbolistas no tenían autoestima y entonces no dudaron en reforzar el aspecto psicológico.

La llave del éxito fue un libro titulado “Hombres para el Fútbol”. “Ha sido nuestra Biblia. Se trata de trabajar con el hombre antes que con el futbolista. Se les hablaba de la voluntad y cosas así, de su actitud ante la vida", contaba Azkargorta en una entrevista.

Pero, también tuvo la fortuna de contar con una camada de futbolistas muy buena con Marco Antonio “El Diablo” Etcheverry como estandarte del buen fútbol.

“Nunca olvidaré que a poco de llegar, y puesto que en nuestro grupo estaba nada menos que Brasil, les reuní y les dije: "¡Arriba esa autoestima que los brasileños tienen dos piernas y dos brazos, igual que vosotros!", recordaba el entrenador.

Y su prédica dio resultado: Brasil perdió en La Paz (2-0) su primer partido en la historia de las eliminatorias. Después caería Uruguay 3 a 1.

El retrato que uno recuerda de Azkargorta empieza por su gran bigote y al lado de la cancha donde era tan intenso como los entrenamientos que planteaba.

Era capaz de fumarse un paquete de cigarrillos por partido y tomarse tres litros de agua en los 90 minutos.

Su figura táctica cambiaba radicalmente los esquemas sudamericanos más usados. La verde boliviana se plantaba en la cancha con un 5-2-2-1.

Cuando llegó la consagración final dejando a Uruguay afuera del Mundial por diferencia de un punto, se cumplía un sueño tan deseado como imposible.

Cuenta el entrenador vasco: “Mi popularidad allí fue tal que el entonces presidente Sánchez de Lozada me propuso hacerme cargo de la cartera de Educación, Sanidad y Deporte. ¿Sabe qué ocurre? Que uno llega allí, ve lo que ve y se acaba implicando, aunque no quiera. Es la miseria, amigo. Y, bueno, no acepté el ministerio porque entendí que no me tocaba, que no me correspondía”.

Azkargorta el intruso, el charlatán, el bigotón, el mediocre, el estafador, el español no deseado, se convirtió así en el héroe, condecorado con el “Cóndor de los Andes”, y recibiendo la máxima recompensa: el recuerdo eterno y felicidad de un pueblo acostumbrado a sufrir.

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