EnPerspectiva.uy

Análisis internacional, jueves 4 de enero: Susana Mangana

Facebook Twitter Whatsapp Telegram

***

 

EC —Veamos las consecuencias de esta situación que hoy vive Irán. La región, Oriente Medio, viene bastante convulsionada últimamente por las tensiones en Arabia Saudita, por la decisión de Estados Unidos de reconocer a Jerusalén como capital de Israel, por la guerra contra el Estado Islámico que sigue y tiene nuevos capítulos. En ese cuadro, ¿qué implica una desestabilización como esta que se está dando en Irán?

SM —Evidentemente esto pone muy contentos a los adversarios del régimen iraní, los que ya hemos mencionado, pero nos falta esta otra pata de Turquía y de Israel. No es que Turquía sea un adversario siempre, porque aquí las alianzas son muy espurias, son muy cortoplacistas. En estos momentos Rusia, Irán y Turquía tienen un frente común para proteger y salvaguardar al régimen de los Ásad, porque entienden que les conviene estar en el otro bando, no están secundando la posición de Naciones Unidas capitaneada por Estados Unidos y la Unión Europea, si se quiere. Hay que entender que todas estas proclamas del régimen iraní a favor de Jerusalén, etcétera, son parte de un discurso for export, de un discurso en política exterior que están rechazando los propios manifestantes, que quieren que antes de recortar dinero para ellos se recorte el dinero que se envía a organizaciones de beneficencia dentro y fuera de casa, pero que se sabe que apoyan por ejemplo a los satélites de Irán, en el Líbano Hezbolá, pero también a Hamás en Gaza, a los [cutíes] en Yemen o que están respaldando a este Gobierno, y no solo respaldando en el discurso, sino enviando militares, enviando asesores de inteligencia, etcétera, a ayudar a mantener al clan Al-Ásad en el poder en Siria.

Creo que todos aquellos que denuncian este intervencionismo iraní en la región se están frotando las manos porque esperan y anhelan que estas protestas sean el germen de una revolución que termine derrocando al régimen. Como dije antes, todo hace pensar que todavía es pronto. Justamente, tú aludías a que ya se ha anunciado el final de estas protestas, lo que quiere decir en nuestra jerga que se ha aplastado esa protesta, muchos han sido detenidos, en una semana ha habido ya 22 muertos.

Entonces es algo importante lo que está sucediendo en Irán. Y creo que el mundo hace bien en seguir la situación allí, porque si muchas veces se condena a Irán como parte de ese “eje del mal”, como un país conspirador y que además anhela a tener o desarrollar armas nucleares, lógicamente las grandes potencias desarrolladas, con Estados Unidos a la cabeza, están mirando qué ocurre allí dentro.

EC —Tú decías que hay quienes se ilusionan con la caída… ¿de qué? Se ilusionan con la posibilidad de que en Irán pase ¿qué cosa? ¿Que caiga este Gobierno?, ¿que caiga el régimen islamista?

SM —Creo que finalmente lo uno y lo otro son prácticamente lo mismo. En Estados Unidos o en Occidente no son contrarios a Rouhaní, que es mucho más moderado que otros candidatos, por ejemplo es más moderado que su predecesor Ahmadineyad, qué duda cabe. Pero finalmente son parte del régimen, de lo que es la República Islámica, parte de esa estructura, de esa arquitectura de poder que han ido labrando los propios clérigos. Entonces si el candidato no representa los ideales de la revolución islámica o no los defiende, no va a ser candidato, no va a llegar a presidente. Con lo cual, lo que siempre se está denunciando desde el exterior es la política de los ayatolás, de la República Islámica de Irán, de lo que se llama la teocracia de los ayatolás.

Por supuesto, ya a nivel regional tenemos matices, porque Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos aislaron en parte el 5 de junio pasado a un país hermano y vecino, de mayoría suní, como es Catar –no solo por esta razón, pero fue importante–, por su cercanía o su política de buena vecindad con Irán. Porque Arabia Saudita e Irán compiten por la hegemonía regional, y sobre todo por el liderazgo de la comunidad musulmana, que hoy suma 1.600 millones –y alguno más seguramente, porque se reproducen muy rápidamente– en el mundo.

EC —Estamos haciendo política-ficción, pero si esas ilusiones tuvieran “final feliz”, si se cayera la revolución iraní, ¿qué vendría en Irán?

SM —No estoy segura. Como tú decías, esto es sacar la bola de cristal, pero no creo que finalmente, más allá de algunos eslóganes aislados, la monarquía pueda volver al país. Irán es un país muy desarrollado, por más que haya quejas –justamente porque son conscientes del poderío económico que podría tener su país– es un país con una civilización que viene de muy antiguo, la antigua Persia, pero también con buenas universidades. Hay un buen nivel de desarrollo intelectual inclusive.

Algunos líderes de la oposición han estado todavía renuentes a manifestarse porque no saben muy bien por dónde encajar este gol, por dónde comprender estas protestas, justamente porque no tenían un motivo, una razón primaria política, porque estas personas no son ni conservadores ni reformistas, sino personas que están manifestándose por la carestía, por la subida de precios y sobre todo porque se han ido empobreciendo y han perdido poder adquisitivo en un inicio, pero creo que si ven la caída del régimen como algo posible, internamente se produciría una suerte de liderazgo político.

Eso es a lo que yo aspiraría por lo menos, en el sentido de que me parece que la monarquía ya perdió mucha fuerza, pero además está muy debilitada porque ya no conoce los problemas de la sociedad civil, sobre todo los de las clases más desfavorecidas, más alejadas del poder político, sea con un régimen islamista o con una monarquía. Creo que eso es lo que podría pasar.

Pero me animo a decir que todavía es pronto para hablar de cambio de régimen, porque en este tipo de países se gobierna con mano dura, no les tiembla la mano a la hora de hacer arrestos, de llevar a la cárcel y torturar o de tener juicios que no respetan las debidas garantías o el proceso legal. Pero es importante tomar nota de que algo está cambiando en Irán ya desde hace rato y que la sociedad civil quiere cambios en el régimen y en el Gobierno.

Comentarios