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Entrevista central, jueves 28 de julio: Eduardo Sacheri

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Entrevista con el escritor argentino Eduardo Sacheri.

Video de la entrevista

EN PERSPECTIVA
Jueves 28.07.2016, hora 8.22

EMILIANO COTELO (EC) —“Mis ambiciones literarias siempre fueron muy modestas. Solo quería oír mi nombre en la radio”.

Esa frase la dejó caer Eduardo Sacheri en una de las tantas entrevistas que ha concedido desde que se convirtió en uno de los escritores más importantes de la literatura argentina contemporánea.

Y digamos que puede darse por satisfecho. La vida de este profesor de historia cambió radicalmente en 2010 cuando la película El secreto de sus ojos, basada en una novela suya y en la que participó como guionista, ganó el Oscar a la mejor cinta en lengua extranjera.

Pero los reconocimientos internacionales no pararon allí. De hecho, por estos días Sacheri se encuentra en Montevideo presentando la novela La noche de la Usina, una historia que le valió el Premio Alfaguara 2016.

Para conocer ese nuevo trabajo, pero también para profundizar en la peripecia que lo ha llevado a sonar en la radio mucho más de lo que soñaba, tenemos el gusto de recibir a Eduardo Sacheri.

Nos acompaña también Débora Quiring.

Eduardo, contanos a propósito de tu relación con Uruguay. ¿Cuántas veces has venido?

EDUARDO SACHERI (ES) —Salvo una vez de visita a Colonia, las demás han sido de trabajo, increíblemente. No soy el típico turista argentino que viene en enero, en esa migración un poco invasiva. Habré venido cinco o seis veces acá a Montevideo, presentado un libro, presentando otro… Y esta vez lamentablemente no es la excepción; lamentablemente porque son unos poquitos días de mucha charla y mucho diálogo. Todavía no pude salir a caminar por la rambla, estoy desde el martes acá…

DÉBORA QUIRING (DQ) —Igual el clima…

EC —No era el mejor para eso.

ES —Pero para el que es porteño, ver el río así como lo tienen ustedes da ganas igual.

EC —Hablando del río, ha corrido mucha agua debajo del puente desde aquel vuelco que pegó tu vida con la publicación de La pregunta de sus ojos. Me gustaría que nos situáramos en la época previa a aquel cambio. ¿Era muy distinta tu manera de escribir cuando eras un profesor de historia que escribía en sus ratos libres, si la comparamos con ahora, cuando escribís como parte de una profesión?

ES —Era muy distinta en cuándo escribía, en el sentido de que yo tenía en aquel momento miles de horas de clase… creo que lo típico de cualquier profesor de escuela y de universidad, esto de todas las mañanas, todas las tardes, todas las noches. Y le robaba horas al sueño para escribir cuentos, sobre todo, que era lo que más me salía en mi primera etapa, con lo que más cómodo me sentía.

Después de El secreto de sus ojos, sobre todo después de la película, porque la novela en sí casi que se vendía menos que mis libros de cuentos al principio. Pero claro, catapultada al cine y a lo que fue esa película, a partir de la película me convertí en un tipo que vive más de escribir y cada vez menos de sus horas de clase. Entonces hoy mi día laboral está mucho más volcado a estar en mi casa escribiendo, a la mañana y a la tarde estar ahí, por lo menos en posición de trabajar escribiendo, que dando clases, que solo me quedé con una mañana. El laboral es el principal cambio, lo demás: sigo viviendo en Castelar, en el Gran Buenos Aires, sigo con la misma familia…

EC —¿Hay una diferencia en la motivación? ¿Qué te llevaba a escribir en aquella época?

ES —Lo que me llevaba era entender un poco mejor mi lugar en el mundo, la vida que uno tiene, simplemente. Nuestras vidas nos generan preguntas, angustias, deseos, esperanzas, miedos, y escribir ficción para mí es un modo de hablar de eso. Un modo indirecto, no me atrevo a hablar directamente de esas cosas, me da pudor, me da vergüenza. Pero en una ficción me animo. Y encima los lectores leen la ficción, lo cual está muy bien. Entonces mientras los lectores están con el libro para el sentido que ellos necesitan, a mí me sirvió para sacar a ventilar esas cosas que me pasan. Y eso no ha cambiado, por suerte, por suerte es lo mismo.

EC —La anécdota que dio pie a la novela La pregunta de sus ojos, en la que después se basó la película El secreto de sus ojos, de Campanella, esa historia en la que un funcionario judicial decide investigar por su cuenta un caso de violación y asesinato…la escuchaste mientras trabajabas en un juzgado…

ES —…Mientras estudiaba en la universidad trabajaba en un juzgado…

EC —¿Cómo fue eso?

ES —De los 18 a los 24 trabajé en un tribunal criminal de la capital federal, en Buenos Aires. Era un trabajo interesante, trágico en un costado, porque estabas todo el tiempo topándote con delitos, delincuentes, víctimas, abogados, presos, jueces… Pero era realmente muy estimulante para un tipo joven que se asomaba a ese mundo.

La historia es ficticia, la historia que yo invento ahí, pero no lo es el mundo en el que se inspiró. Una vuelta estaba revisando un expediente viejo, de los años 70, que hablaba de la liberación de un tipo en medio de lo que fue la amnistía de Cámpora a los presos políticos del 73, pero en esa amnistía política salieron una veintena de presos comunes. Y en esa veintena estaba éste, que finalmente había terminado muerto en un asalto bancario unos meses después.

Pero me quedó picando esta cuestión, traté de ponerme en el rol de una víctima de un tipo que por una equivocación judicial de elaborar una lista termina afuera. Y se me ocurrió el germen de la historia. Cuando digo el germen, digo la jaula en medio del campo, un tipo adentro y un tipo afuera, que es el germen de El secreto de sus ojos.

En esa época no escribía, estudiaba historia, estaba hasta la cabeza de materias en la facultad. Pero años después esa historia me seguía rondando, y después de un libro, dos libros, tres libros de cuentos, dije “tengo que poder escribir una novela”.

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