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Entrevista central, jueves 5 de octubre: Iñaki Gabilondo

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EC —En su respuesta ayer Puigdemont dijo: “El rey perdió una oportunidad de dirigirse a todos los ciudadanos a quienes se debe la corona. El rey hace suyos el discurso y las políticas del gobierno de Mariano Rajoy, que han sido catastróficas en relación a Cataluña, e ignora deliberadamente a millones de catalanes que no pensamos como ellos”.

IG —Tiene razón en que la política del gobierno que Puigdemont critica, y que critica severísimamente, está en el centro de este problema, pero en el momento actual el jefe del Estado se tenía que dirigir en nombre de la legalidad institucional que representa, no tenía mucha otra maniobrabilidad. Hubiera podido, eso sí, hacer algunas menciones de otra naturaleza más cariñosa a la situación, pero en modo alguno tenía maniobrabilidad, llegado a este punto la maniobrabilidad era muy restringida. En otros momentos del proceso tal vez hubiera habido otra maniobrabilidad, pero en este momento ya no la hay. La prueba es que estamos a dos días de que se declare la independencia de Cataluña en el Parlamento. Eso es completamente ilegal, entonces no tiene mucho margen de maniobra.

Yo lo siento profundamente, porque en el fondo de toda mi mirada sobre esas cosas yo que creo en el diálogo, en el encuentro y en el acuerdo, creo que estamos asistiendo a la consolidación del mayor y más monumental fracaso de la gestión política, que nos debió haber llevado por las vías del diálogo y del acuerdo y no de la confrontación. Pero en el punto actual, momento en el que tú y yo estamos hablando ahora, la maniobrabilidad ya no es muy grande. Por eso incluso todos los mediadores que se están moviendo, todos los cuales están buscando acuerdos, etcétera, el primer acuerdo que están tratando de buscar es que se detenga la declaración de independencia, porque si no se detiene nada va a poder ya reconducirse. Si se detuviera se podrían intentar aquellas cosas que se hubieran debido intentar y que no se intentaron.

Por tanto yo creo que ahora mismo […] hay que intentar detener esa declaración unilateral de independencia. A cambio de lo cual hay que tratar de ver qué podría ofrecerse como cabo al que asirse para darle al presidente Puigdemont la oportunidad de no declarar la independencia y sin embargo dejarle algún tipo de salida, que no sea sencillamente agachar la cabeza.

EC —Justamente, pese a la crítica dura que Puigdemont hizo en su mensaje de ayer al rey Felipe VI, de todos modos en el planteo hubo un tono un poco más conciliador que el de los días previos. De hecho dijo que está abierto al diálogo y a la mediación. “Paz, diálogo y acuerdo forman parte de la cultura política de nuestro pueblo”, etcétera. ¿Cómo hay que leer ese gesto de Puigdemont?

IG —Yo lo leo de la siguiente manera. Puigdemont desde luego estuvo muy elegante en el tono, tuvo un tono muy elegante. Yo repito lastimosamente que estamos hablando de elementos laterales, que el tono, siendo importante, no es el problema. El problema es la ley, no tiene que ver con el tono. El tono la mejora o la empeora, y él empleó un tono excelente y desde luego muy conciliador. Yo tengo la impresión –y esta mañana la dejé en mi videoblog– de que las autoridades del independentismo, varias de ellas además, están buscando desesperadamente una manera de no meter definitivamente el tema en ese punto final de la declaración unilateral de independencia. Están como sorprendidos de haberse visto empujados tan lejos. Estarían como pidiendo en cierto sentido ayuda para poder detener el tren antes de llegar a ese tipo de choque.

EC —¿O sea que el reclamo de independencia no es genuino, entonces?

IG —Creo que es genuino, pero creo que a medida que se acerca el asunto y vista la naturaleza de las complicaciones formidables que se han producido, probablemente la sensación de que este proceso no debió haber llegado tan lejos, sino que debió haber permitido otro tipo de movimientos está empezando a notarse. Tengo la sensación de que están percibiendo tan grandes complicaciones en el horizonte que ahora mismo, aunque nadie va a confesarlo, ni bajo tortura, hay una cierta manifiesta sensación de “tratemos de ver cómo salimos de aquí”, de alguna forma. Pero no lo sé, es una apreciación de corte psicológico y personal, tengo esa impresión. El camino conduce a la independencia, todo está así anunciado, la hoja de ruta escrita en marzo del 75 va cumpliéndose paso a paso literalmente y finalmente, es cierto, ahí se concluye con esto donde nos encontramos ahora. Sin embargo yo percibo cierta sensación de pánico general a medida que se acerca el momento.

EC —Los partidos que apoyan a Puigdemont anunciaron ayer que la declaración de independencia se va a conocer el lunes, cuando sesione nuevamente el Parlamento regional. Pero ¿el gobierno catalán puede declarar la independencia a partir del resultado de un referéndum como fue el del domingo, tan plagado de irregularidades, y además con la baja participación que tuvo?

IG —Evidentemente acogerse al resultado del referéndum es un poco coger el rábano por las hojas. No está ahí exactamente […]. Y en la hoja de ruta tampoco figuraba exactamente como un paso inevitable. Creo que la declaración se va a plantear utilizando la excusa del resultado de un referéndum que todos –y también ellos– saben perfectamente que no tiene validez de ningún tipo. Tengo la sensación –tampoco tengo más datos– de que si se produjera esa declaración unilateral de independencia vendría envuelta en una serie de elementos de tipo condicional o aplazado, no sé cómo decirlo.

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