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Entrevista central, lunes 21 de noviembre: Roberto Savio

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EC —Falta un tercer factor.

RS —El tercer factor, que es muy importante, es el hecho de que los diarios se van homogeneizando, se van perdiendo las diferencias entre ellos. No tanto en lo nacional, pero en lo internacional es dramático, porque no hay capacidad de lectura diferente del mundo. Eso está creando un ciudadano siempre menos informado, y por lo tanto siempre menos activo, y en el campo internacional esto es mucho más exagerado que en el campo nacional.

Resultado: hoy llega Trump y la gente dice “¡Uh, qué cosa extraordinaria!”. Pero Trump no nace como un fenómeno abrupto, Trump es el resultado de un largo proceso que lleva al Brexit, lleva a Trump y a toda la ola de partidos populistas y nacionalistas que hay ahora, que lleva el fin del multilateralismo, o sea, de la relación internacional entendida como un conjunto orgánico que permite trabajar en base a valores comunes. Hay una crisis que no es que nazca de hecho, empezó hace mucho tiempo.

EC —Es un buen ejemplo para aterrizar las inquietudes suyas a propósito de cómo funciona la información internacional o, mejor dicho, el análisis de los sucesos internacionales hoy en los medios de comunicación. Tomemos como base el triunfo de Trump en Estados Unidos. ¿En qué proceso se inscribe? Usted venía aportando algunos apuntes. ¿Qué hay detrás de Trump?

RS —Muy sencillamente: desde la caída del Muro de Berlín –para poner una fecha cualquiera–, en 1989, ha habido un proceso de globalización tan fuerte y tan indiscutido que de hecho se han cambiado las reglas de la economía, de la relación internacional y de todo. Nadie se ha dado cuenta de que mirar la economía en términos macroeconómicos, mirar el crecimiento del producto bruto nacional y no ver cómo este crecimiento se distribuye significa que todo el mundo está contento con el crecimiento mundial, sin darse cuenta de que en esta realidad desplazada del mercado de trabajo y de la realidad de la vida muchísima gente está resentida, tiene una frustración muy seria y se refugia en fenómenos como Trump porque espera que vuelva el mundo de ayer en el que ellos estaban, quieren salirse del mundo de hoy en el cual no están.

EC —Usted se está deteniendo en consecuencias que ese proceso de globalización ha tenido dentro de Estados Unidos mismo, país que fue uno de los impulsores de esa globalización.

RS —Si usted hace una investigación antes de 1989, el término globalización no aparece en ningún lugar. Es un nombre inexistente en la prensa, por ejemplo. Aparece en Estados Unidos porque era el país fuerte en ese momento. Caída del Muro de Berlín, desaparición del socialismo, [Francis] Fukuyama escribe El fin de la historia, porque ya no había debate político, el mundo iba a ser uno solo. Recuerdo que en una conferencia de Milán [Renato] Ruggero, que era el director de la Organización Mundial del Comercio, dijo: “El mundo está hoy dividido todavía en grupos, por ejemplo la Unión Europea, que es una fortaleza. En un tiempo muy breve todos los muros van a caer, no va a haber más fronteras, va a haber una sola moneda mundial, vamos a tener el fin de las guerras y la riqueza que produce la globalización llegará a todos los ciudadanos del mundo”.

Ha pasado exactamente al revés. La globalización es una ideología basada en el mercado, en la que la única cosa que va a contar es el mercado. Todos los gastos que no eran productivos –como educación, salud, los gastos sociales– debían ser cortados dramáticamente para que el presupuesto del Estado fuera destinado solo al crecimiento económico. Y crecimiento económico ha habido, crecimos una media de 3 % mundial entre 1989 y 2004, después empezó a estancarse. Y ahora tenemos una reducción del comercio mundial y una situación muy seria en el campo del crecimiento económico.

En esa época todos miraban las estadísticas globales, pero nadie miraba cómo se distribuía este crecimiento. Hoy tenemos todos los datos. Le doy un dato “divertido”: en 2004, 388 personas tenían la misma riqueza que 2.100 millones de personas, y hoy esas personas son 88. La riqueza se va concentrando de manera siempre más dramática, y no es que para esos ricos que concentran la riqueza se imprima moneda especialmente, la moneda con que ellos se hacen ricos viene del circulante del mercado. Lo cual significa que baja la clase media, y la Organización Internacional del Trabajo dice que todavía hoy el trabajador medio está ganando 16 % menos que antes de la crisis del 2009. En Europa se han perdido 14 millones de puestos de trabajo de clase media, en Estados Unidos 24 millones.

Esta concentración de riqueza, que hace que haya gente cada vez más rica y gente cada vez más pobre, está reduciendo la clase media. Y esa clase media cuando llega el momento de votar no se siente representada por el sistema, al igual que la gente joven, que no encuentra lugar en el mundo del trabajo. Toda esa gente vuelve a entrar en política, de la cual se siente excluida, cuando aparece un personaje extraordinario, capaz de organizarla, que dice: “yo cambiaré, yo volveré a hacer América grande”, “volveremos a hacer de Inglaterra la potencia internacional que fue una vez y que ha sido anulada por la participación en la Unión Europea”.

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