EnPerspectiva.uy

Entrevista central, miércoles 20 de diciembre: Pablo Atchugarry

Facebook Twitter Whatsapp Telegram

EC —Cuando Pablo dice “bloque de mármol”, está hablando de algo grande, realmente grande. Hay un tema complejo de manipulación, por el tamaño, el peso de las piezas, hay que utilizar máquinas. Y por supuesto, después el esculpido mismo no es sencillo.

PA —Digamos que mayor es el bloque de mármol, mayor es el desafío.

EC —Y a ti te interesan los desafíos grandes, buena parte de tus obras son de gran volumen.

PA —Sí, la mayor que he realizado fue de un bloque de 56 toneladas…

EC —Cincuenta y seis toneladas…

PA —Tenía 8,60 m de altura. Imaginen ese volumen… primero elegirlo en la cantera, conseguirlo, que haya la posibilidad de trabajarlo y demás, y después empezar a trabajarlo. Ese fue un trabajo que hice durante ocho años.

EC —Además, supongo, esos bloques no son baratos precisamente, o sea que el artista está haciendo una inversión.

PA —En ese caso era un encargue, un coleccionista belga amigo que me ayudó en esa aventura, porque en el fondo es una aventura ir a buscar a la cantera, grúas, todo el proceso es muy delicado, es riesgoso, porque se puede romper en cualquier momento, y a su vez lleva mucha dedicación.

EC —¿El trabajo lo hacés solo tú? Terminas contando con asistentes, hay partes de la tarea que complementan otros, ¿no?

PA —Sí, tengo un grupo de asistentes, tres uruguayos y uno italiano, que me ayudan. Lo que hablábamos de los bloques, de las grandes dimensiones, el peso; aunque sea pequeño, llama a un trabajo de coralidad. Hay que moverlo, hay que ponerle las cuerdas, hay que girarlo, y los asistentes justamente me ayudan a veces en la parte de esbozar la obra y sobre todo en la parte de la terminación.

***

RC —Me parece que eso de elegir la pieza grande como predilecta –más allá de que él es un hombre grande, razón por la cual creo que tiene algo que ver con su propia estructura ósea– está vinculado a otro concepto, y es que a Pablo Atchugarry le gusta que su escultura esté en espacios abiertos. Más allá de que el coleccionista pueda tener una obra de menor tamaño arriba de una mesa, a ti te interesa que se ubique en el espacio público. O privado, en el espacio abierto.

PA —El espacio abierto significa muchas veces que la obra está en contacto con la gente, con el lugar público, y por lo tanto es una forma de apreciar el arte que es para todos.

RC —Que es la que te interesa.

PA —De alguna manera el público que va pasando por un lugar lo ve, de repente la primera vez no le llama la atención, la segunda de repente puede interesarse más. Y así los niños también van creciendo en un ambiente donde el arte tiene su propia voz.

EC —La Fundación Pablo Atchugarry está cumpliendo 10 años. ¿Por qué diste este paso? ¿Qué inquietud tenías que te llevó a generar ese espacio en Manantiales?

PA —Yo me fui de Uruguay adonde sigo viviendo, Italia, hace muchos años. Me quedé a vivir en Italia en el 82, pero me había ido antes, en el 77 ya estaba dando vueltas por el mundo. Y ahí fui viendo diferentes fundaciones, la Fundación Negret, tantos espacios, el Museo Louisiana, en Dinamarca, y tantos otros espacios donde estos parques de esculturas podían tener un rol importante. Fui aprendiendo un poco de eso y me pareció que era el momento de traer esa experiencia a Uruguay, a mi país. Así nació, con mucha fuerza de voluntad y pocos medios, en el poquito a poquito, fue creciendo poquito a poquito, y esto empezó hace 10 años.

EC —En el libro que acaban de preparar a propósito de los 10 años de la Fundación Pablo Atchugarry hay varios textos, uno de ellos del expresidente Julio María Sanguinetti, y él dice: “La fundación es, más allá de toda otra consideración, una obra de la generosidad”.

PA —Estuvo muy generoso al utilizar ese término…

EC —Hay algo de eso.

PA —Yo lo vivo como un espacio abierto…

EC —A ti te estaba yendo bien en tu carrera artística y decidiste volcar una parte de tus ahorros en un emprendimiento abierto, en un emprendimiento integrado a la comunidad, etcétera.

RC —Donde hay otros artistas, que me parece el aspecto más generoso.

EC —La generosidad en varios sentidos está en juego.

RC —La forma en que tú le das una vidriera a gente que puede mostrar su obra en la fundación. Y ni que hablar del parque de las esculturas, allí hay unos cuantos uruguayos que están mostrando, por más consagrados que estén, que de alguna forma están compitiendo con tu creación.

PA —Es un espacio abierto y un espacio de todos. Yo digo que cada vez que viene un niño a la Fundación es el regalo más grande que pueda recibir.

EC —Pablo se emociona cuando dice esto, se le llenan los ojos de lágrimas. Y si recorren después el libro o ven el sitio web de la fundación, van a encontrar cantidad de imágenes en las que Pablo notoriamente disfruta del intercambio con los chicos.

RC —Lo vi cuando expuso en el Museo Nacional de Artes Visuales. Cuando aparecía una delegación de niños, les decía “toquen, toquen”, había que tocar la obra. Y la explicaba, y recuerdo la fascinación que despertaba en esos niños el hecho de estar con el autor, que no conocían de antemano, y que los invitara a tocar su obra y les explicara de qué se trataba. Realmente tiene una comunicación con los niños notable.

PA —Los niños son nuestro futuro, hay que apostar a nuestro futuro. Y en cuanto a los artistas, la idea es un parque abierto y diferente, hacer un hincapié especial en la diferencia, la diferencia como valor. Muchas veces lo que es diferente nos asusta, no lo aceptamos porque es diferente. Pero es más lindo ver algo diferente que nos ayuda a conocernos a nosotros mismos. Esa es la idea del parque y de la coralidad de esculturas que se encuentran allí.

EC —Son varias chacras que fueron comprando en el año 2004 en conjunto, porque estuvo metida la familia Atchugarry en esto. Es divertido el cuento que aparece en el libro de cómo Pablo desde allá daba instrucciones para que sus hermanos buscaran el predio. Recorrieron todo Maldonado, no sé cuánto tiempo estuvieron, tú sistemáticamente les decías “no, no, no”, hasta que al final encontraron el lugar adecuado.

PA —Yo estaba en Italia, no disponía de tiempo para venir a elegir el terreno, entonces fueron mis dos queridos hermanos ahí como embajadores buscando el lugar. En el fondo yo quería un lugar alejado, para poder hacer ruido, polvo…

RC —Pero no tanto, no tanto del mar, por lo pronto.

PA —Pero no tan lejos del mar, porque el mar para mí siempre ha sido una fuente de energía.

Comentarios