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Entrevista central, miércoles 20 de diciembre: Pablo Atchugarry

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EC —Los hermanos son Marcos, que es psiquiatra, y Alejandro, abogado, conocido por su actividad en política, ministro de Economía en aquel momento crítico del año 2002, pero además empresario de la construcción.

PA —Él y mi padre tenían una empresa de construcción, que ahora siguen sus hijos. Entonces estaba también el consejo técnico, no solo amoroso, sino también técnico. Incluso los primeros edificios los construyó él.

EC —Directamente estuvo involucrado en levantar la fundación desde el punto de vista de sus instalaciones. El libro incluye algunas fotos muy cálidas, muy emotivas, en las que se lo ve a Alejandro recorriendo el predio. Y hay una en la que no se lo ve a él, pero se ve la camioneta, la legendaria camioneta aquella, casi chatarra, desvencijada, con la que andaba para arriba y para abajo.

PA —Exactamente. Y justamente, ahora como fundación en estos 10 años hay una muestra mía titulada Presencias y ausencias.

EC —Vayamos a lo que es, cómo luce, qué hay dentro del predio de la fundación. En la emisión en video se estaban viendo una serie de imágenes tomadas de Google Earth, la Fundación desde arriba. Rosario, ¿qué componentes hay?

RC —Lo primero es que merece un reconocimiento lo que encontraron esos hermanos, porque es una zona particularmente bella en su naturaleza, lo era aun antes de la instalación de la fundación. Si uno va desde Punta del Este por la ruta 10, hay que pasar la Barra y luego ingresar en Manantiales. Allí aparece una cartelería que indica que hay una ruta, la 104, que une la ruta 10 con la ruta 9, se toma por esa y a los 4,5 km se encuentra a mano izquierda las instalaciones. Son muy fáciles de reconocer, porque son muy blancas, son una serie de prismas que se acumulan, y más allá aparecen otras, aparece un restaurante. En las primeras dos aparecen por un lado las salas de exposición, que si bien conforman un edificio y están unidas, están espacialmente separadas como para admitir varias exposiciones simultáneas. A mí el que más me llamó la atención fue el edificio que está más a la derecha, que es el taller. Allí lo vi trabajando con una mascarilla arriba de una enorme escalera porque era un bloque gigantesco, y en la puerta había más bloques de mármol de Carrara. En qué quedaron, qué son hoy ya no sé. Es interesante el predio, un predio ondulado, donde la hondonada que separa se ha convertido en un lago artificial con un puentecito, y la distribución de la serie de esculturas de grandes dimensiones, muy bien iluminadas, lo que hace que puedan apreciarse tanto de día como de noche. Y todavía hay novedades para este año.

EC —Entrando a la izquierda está el edificio central con tres salas de exposición y a la derecha está el edificio del taller.

RC —Es muy fácil de reconocer, porque es más alto y culmina como en una pirámide, que es el punto más alto, seguramente donde trabaja esas esculturas de más de 8 metros de altura.

EC —Más atrás hay otro bloque que tiene un auditorio y salas de exposición.

RC —Hay una exposición permanente.

EC —Y afuera, a la derecha, si seguimos caminando hacia dentro, está el anfiteatro, que se inauguró en 2011 para espectáculos al aire libre.

RC —Y a la izquierda, el restaurante. Y tengo entendido que viene una capilla en construcción.

EC —Son distintos centros de atención, distintos centros de actividad, y todo eso se mueve.

PA —Claro, yo digo que una vez que está el contenedor, es muy importante el contenido. El contenedor permite acoger visitas… El 29 de este mes vamos a tener la presencia del Ballet Nacional del Sodre con dirección de Julio Bocca. Es la segunda vez que tenemos el gran honor de recibir al Ballet Nacional.

EC —Ese anfiteatro al aire libre es una maravilla. Si la noche está bien…

PA —Si las estrellas nos acompañan.

RC —Tú te ubicaste cerca de la rambla, de la ruta 10, pero suficientemente alejado como para pensar que el microclima que se pueda crear allí te favorece, no están tan sometidos a los vientos.

PA —Claro, sí.

RC —Está todo buscado, ya lo sé.

EC —Y si uno camina hacia el fondo se encuentra con el parque de las esculturas, un enorme parque de esculturas. ¿Cómo se armó?, ¿con qué criterios se seleccionaron las obras?

PA —Empezó con un encuentro con Enrique Broglia y el Toto Podestá, dos grandes escultores nuestros. Había una bienal que se hacía en La Floresta, yo fui a visitarla, los encontré y les dije: “¿Por qué no hacen una escultura cada uno para empezar un parque de esculturas?”. Fue una cosa así, muy creativa del momento y dependiente de los encuentros. Y a su vez fue Miguel Ángel Battegazzore a hacer la primera obra para el parque.

RC —Y hay Adela Neffa también.

EC —Atchugarry tiene antecedentes en Uruguay en cuanto a parque de esculturas, porque una obra suya se instaló en su momento, creo que fue en el 96, en el parque de esculturas que se inauguró al lado del Edificio Libertad, cuando Presidencia de la República estaba allí.

RC —Y que ojalá estuviera en las condiciones en que tenés tu parque en Manantiales, porque está totalmente dejada y yo vi lo que se hace con tu escultura los fines de semana. Es lamentable.

PA —Es muy importante proponer el parque de las esculturas, por esto que hablábamos antes, por la diversidad, por el lenguaje, para que sirva como elemento no solo estético, sino como mojón cultural. Pero todo eso lleva un mantenimiento, un crecimiento, y lleva dedicarle mucho amor y mucha atención. También las obras de arte pueden sufrir un degrado ambiental, etcétera. Se necesita un mantenimiento constante.

RC —Que lo tiene el parque en Manantiales, que es un campo de golf en el cual aparecen estas esculturas. Y me parece interesante que más allá de que tú te vayas en el invierno nuestro y el verano europeo a Italia, a Lecco, la fundación trabaja todo el año.

PA —Trabaja todo el año, está abierta todo el año, por más que haya poco público. Ahí van las escuelas, que son una parte fundamental dentro de las actividades de la fundación. Muchas veces invitamos a artistas a que reciban a las escuelas y se improvisen como profesores trasmitiendo todo su entusiasmo y su experiencia en el mundo del arte. Recuerdo que una vez un niño que había recibido así un encuentro con un artista me dice: “Pablo, Pablo, hoy hice arte”. Ese “hoy hice arte” significaba que ese día él era un artista. Esperemos que esa experiencia, esa semillita plantada dé sus frutos.

RC —Un artista de los grandes.

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