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La "industria 4.0″: Un modelo que Alemania promueve y que interesa al Gobierno uruguayo

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El presidente de la Cámara Uruguayo-Alemana, Paul Riezler, explicó en entrevista En Perspectiva qué es la industria 4.0 que está desarrollando Alemania y que se busca implementar en Uruguay. Riezler reconoció que el empresariado uruguayo no está preparado para un cambio de estas características, pero señaló que el alemán tampoco lo estaba, y aun así el cambio se está implementando con éxito en Alemania.

EN PERSPECTIVA
Viernes 19.06.205

¿Sabían que está en curso la cuarta revolución industrial? Así es. Desde 2010, y fundamentalmente en Alemania, florece la llamada industria 4.0, una nueva forma de producción que se sustenta en fábricas inteligentes. Estas plantas del futuro tienen su maquinaria completamente interconectada y están en constante comunicación con proveedores, distribuidores e incluso clientes.

¿Cuán lejos está Uruguay de incorporar esta tecnología? No mucho, porque la Cámara de Comercio Uruguayo-Alemana le propuso al Gobierno la firma de un acuerdo marco para traer el know how y la capacitación a las industrias uruguayas a efectos de incorporar este sistema. El ofrecimiento se canaliza a través del Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM) y la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP).

Les proponemos aprender algo a propósito de las fábricas inteligentes y del potencial que esto tendría en Uruguay. Para eso estamos con el presidente de la Cámara Uruguayo-Alemana, Paul Riezler.

EMILIANO COTELO: Comencemos por la explicación básica: ¿qué es la industria 4.0?

PAUL RIEZLER: El concepto es lo más difícil de explicar. Si uno piensa en el mundo, empezamos con máquinas a vapor, después fueron avanzando las diferentes incorporaciones tecnológicas, y si hoy analizamos una empresa, por ejemplo esta radio, si siguiera funcionando con el sistema radio a galena, sin internet, etcétera, probablemente habría un montón de desocupados. Esa es la realidad. El mundo tiene cierto desarrollo tecnológico, lo podemos acompañar o no, con los costos que puede tener acompañarlo o no.

Alemania es un país que se destacó por ir a la vanguardia de los desarrollos tecnológicos históricamente, y el concepto de cuarta revolución industrial nace de un proyecto del Gobierno alemán, que analizó y vio que la producción masiva, la robotización de todas las plantas y el empezar a producir masivamente, para todo el mundo igual, llevaba a una competencia, a un producto final y a una masificación del ser humano que no encajaba en ese momento con la mentalidad de los alemanes. La tendencia de Japón, China, Estados Unidos de sustituir gente por robots y hacer todo igual, masivamente, llevaba a bajar los costos. Entonces los productos se masificaban, eran más baratos, pero no era lo que el consumidor alemán quería.

Ahí el Gobierno alemán estudia muy bien, durante mucho tiempo, el tema y decide cambiar el concepto. El concepto nuevo es tener productos masivos, o no masivos, no importa si son empresas grandes o empresas chicas, pero lo más individualizados posible, lo más a la medida de lo que el cliente final quiera. Claro que lograr eso es carísimo si uno lo analiza en teoría. Si uno llama por teléfono a la fábrica Adidas, y dice “yo quiero un par de championes así, así, así”, la fábrica dice “eso no lo tengo, si querés te lo fabrico, pero te sale 10.000 dólares”.

El objetivo de la industria 4.0 es que yo pueda pedir unos championes como yo quiera y que el costo del champión sea el mismo de un champión masivo. Ese es el concepto que hay que entender de industria 4.0. La cuarta revolución es poder tener los productos masivos o no masivos, depende del tipo de producto que sea, pero tenerlos lo más individualizados posible, a la medida del cliente.

Ahí viene ese concepto de “inteligente”, que no es solamente la fábrica inteligente. El consumidor tiene que ser inteligente, porque tiene que saber qué es lo que quiere pedir. El productor, el que fabrica, tiene que ser inteligente. Los proveedores de ese fabricante tienen que tener todos ese concepto de inteligente para suministrar de determinada manera y manejar los costos de todo eso. Las cadenas de distribución y logística posteriores tienen que tener ese concepto de inteligente. Por eso el concepto global, si bien le pusieron el nombre de industria 4.0 –por una feria que hubo en ese momento en Hannover– es un nuevo concepto de producción en el mundo, es cambiar la cabeza de todos.

EC – Casualmente, en un viaje a Alemania en el año 2007 me encontré con lo que, por lo visto, era un germen de esta tendencia en la fábrica de BMW en Múnich. Allí los vehículos eran producido por un sistema muy robotizado –maravilloso de observar–, pero en determinado momento del proceso las carrocerías sin terminar iban a parar a las estanterías de un depósito, también computarizado, a la espera de las especificaciones de terminación solicitadas por cada cliente. Entonces, después, de un mismo modelo, salía una unidad roja con el tapizado de cuero negro, otra azul con el tapizado de cuero beige, etcétera.

PR – Ese era el germen. El germen surgió en la industria automovilística. Alemania es un productor de automóviles, es un productor de automóviles en masa, se produce mucha cantidad, pero, a diferencia de pronto de los asiáticos, son autos de otro valor. Y para competir dentro de esos valores había que diferenciarse de alguna manera. Entonces no solo diferenciarse en el vehículo, sino también en los modos de producción.

EC – Es un sistema que va a las series cortas, a la personalización, a la adaptación al cliente. Esos son algunos conceptos, ir fuerte a eso.

PR – Y un detalle más: lograr la interacción de la maquinaria y de la robótica con el personal. Ese es un tema clave y vital cuando planteamos el proyecto. Alemania es el país con menos desocupación en Europa, sin embargo necesita 100.000 y pico de ingenieros más.

EC – Las redes de trasmisión de datos juegan un papel fundamental: las redes internas de las empresas y también la propia internet, porque es necesario comunicar la maquinaria, la maquinaria con el producto, y además de comunicar lo interno, hay que comunicar a esa empresa con proveedores, distribuidores, compradores.

PR – Exacto. El germen de esto surgió en Alemania hace unos cuantos años. Nosotros venimos trabajando fuerte, no importa el Gobierno que esté, la Cámara Alemana va a cumplir 100 años y siempre trató de ser una institución que aporte a la innovación y tecnología al Uruguay. Hemos hecho un montón de cosas y un montón de proyectos. Este de pronto es el que adquirió más renombre, pero en este momento tenemos ya firmados varios otros convenios de trabajo con el Gobierno.

Vimos que Uruguay tiene dos ventajas enormes para este proyecto en particular. Primero, su dimensión, es un país donde se puede hacer un prototipo muy interesante del sistema. Es muy diferente que decir de golpe: “hay que transformar toda la industria de Estados Unidos en 4.0” o toda la industria de Brasil. Eso puede demandar un tiempo enorme y unas inversiones enormes. Uruguay tiene relativamente poca industria y es un país relativamente chico.

La otra ventaja que vimos es que a nivel de redes, de internet, de interconexión es un país muy bien posicionado, comparado con la región. Si bien no tanto –y en esto no va ninguna crítica– como a veces afirma la propaganda oficial cuando habla de la velocidad, de internet etcétera, pero comparativamente con otros lugares estamos relativamente bien posicionados.

EC – Enseguida hablamos de Uruguay. Quedó dicho implícitamente que otra de las características de este sistema es que los productos de la industria 4.0 son trazables, llevan cada uno un chip que a lo largo del proceso va indicando qué es lo que deben ponerle las distintas máquinas, y luego permite conocer, cuando el producto está terminado, su historia, con qué maquina se fabricó, dónde, por quién.

PR – … quién lo pidió. Vuelvo al ejemplo de los championes. El consumidor 4.0 antes de comprar una cosa se fija en internet. De pronto nuestros padres eran de la generación de ir a caminar por 18 de Julio a ver lo que encontraban para comprar una camisa o lo que fuera. Nosotros pasamos al tema del shopping. Pero nuestros hijos en general van al shopping a pasear, lo que van a comprar lo miran primero en internet. Esa generación que viene dice: yo voy a elegir el producto, por ejemplo el champión, lo quiero con suela así, de tal forma, tal otra, y mete la orden.

Esa orden va a una central donde hay un código de barras que tiene toda la información que hasta ese momento tiene ese producto. El producto tiene las características que el cliente pidió, más el nombre y los datos del cliente. A partir de ahí, cuando entra en la planta, la planta va a necesitar, si el cliente lo quiere con tela amarilla, tela amarilla, pero como no va a poder tener como planta stock de todos los colores de tela, va a tener que estar interconectado con el proveedor de tela, que tiene que saber que entró un pedido de tela amarilla, y la tela va a tener que estar en tiempo y forma para que el producto se produzca lo más rápido posible.

EC – También podría pasar, supongo, que ese zapato en particular no fuera terminado en esa fábrica, sino en otra que sí tuviera esa tela amarilla.

PR – Exactamente. Lo que viaja es el chip y el código de barra al que se le van agregando pedazos de producto, no importa en qué fábrica y en qué lugar está. Al principio de la cadena, cuando el cliente original mete su pedido, se arma el código de barra y todo ese proceso de digitalización, de internet, ya sabe por dónde va a pasar ese producto, adónde va a ir ese champión. El camionero que lo va a llevar sabe que en la tercera fila a la izquierda, la segunda cajita es para la dirección del Fulano ese. Todo eso implica industria 4.0. El cliente hace el pedido y en el momento le contestan “ok, dentro de cuatro días lo podés tener”. El cliente puede decir “me sirve” o “no me sirve”. Pero si le dicen “no, para hacer eso tenés que esperar un mes y medio”, va a decir que no. Entonces, hay que optimizar tiempos, optimizar costos y sobre todo poner mucho pienso para armar esas estructuras.

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EC – ¿Qué ventajas tiene la industria 4.0? ¿Por qué conviene, según ustedes, ir en esa dirección?

PR – Por un lado, por la individualización del producto. Creo que parte de la calidad de vida del ser humano es no ser una masa y no tener todos las cosas iguales, sino tener poder decidir qué es lo que quiere y lo que no, y cómo lo quiere y cómo no lo quiere, no tener que comprar lo que le ponen en la estantería sino lo que realmente quiere. Es un tema conceptual, yo quiero determinada cosa y no quiero lo que me quieren vender, quiero lo que yo quiero.

Por otro lado, hoy en día hay muy pocos productos, cuando son complejos, que se hacen en un solo país. Si uno mira automóviles, industria, máquinas, incluso productos textiles, hay partes que se fabrican en diferentes países. Entonces, para lograr esa bajada de costos y esa no masificación, hay que estar totalmente interconectados. Y esa interconexión inteligente no es solo que dentro de una fábrica los robots están interconectados entre ellos, sino que los pedidos, las órdenes pueden entrar en un país y el producto producirse en otro lado… todo el paquete. En esas cadenas de valor se le va incorporando valor a la materia prima hasta tener el producto final.

Y Uruguay puede ser un eslabón en esa cadena de valor. Pero para ser competitivos en ese eslabón tenemos que cumplir con dos cosas: ser un eslabón con alto valor, no ser un eslabón cualquiera; por ejemplo, hacer el packaging de un producto que se fabrica en Argentina y se va a vender a Brasil. No. Tenemos que agregar en la cadena de ese producto algo que con mucho valor y calidad. Para eso la industria 4.0 tiene que aggiornar todos los métodos de producción, máquinas, calidad, controles, etcétera, para que ese eslabón de la cadena sea de mayor valor agregado y el mejor en calidad. Ahí está la clave de la inserción de Uruguay en ese esquema.

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EC – A propósito del chip que lleva el producto mientras va recorriendo el proceso productivo, me aclara un oyente, Alberto, que el chip RFID no tiene la información del color, tipo de tela, etcétera, lo único que tiene es un número único de información. La información de qué es lo que hay que hacer con esa pieza está en las computadoras de la red.

PR – Exacto. Ahí hay un tema de protección de datos –por eso tiene que ser un proyecto país–. Yo en el chip pongo “número 1”, es el pedido número 1 de championes. A ese pedido le hago un montón de cosas, la computadora guarda la información y la asocia a ese chip número 1. Pero alguien me tiene que garantizar a mí que esa información no va a estar circulando.

EC – ¿Qué cambios implica para el mercado laboral la incorporación de tecnología industrial 4.0? Da la impresión de que una industria de este tipo requiere menos mano de obra, por lo menos en las tareas manuales.

PR – Ahí hay una discusión interesante. Alemania es el país más avanzado, lejos, en estos procesos –algunos otros países han entrado despacito– y es el país que menos desocupación tiene. Es más, hoy está precisando más de 150.000 ingenieros. A pesar de la desocupación, están llevando ingenieros de todas partes del mundo.

Lo que cambia no es la cantidad de mano de obra. Lo que cambia es la calidad y el tipo de trabajo. Se demostró que en una industria el implementar 4.0 no significa sacar puestos de trabajo y al final de la cadena tener menos gente. En realidad voy a tener la misma gente, porque voy a producir otras cosas. Una vez que instalo eso me va a aumentar también la cantidad de productos derivados que originalmente no hacía. Si una empresa metalúrgica hacía determinado producto, al incorporar tecnología 4.0 puede variar de productos y entrar en mercados donde antes no estaba, entonces va a necesitar más gente para esos otros mercados. Está claro que va a tener que capacitar a la gente.

EC – Seguramente va a pasar que Fulano de Tal, que desarrollaba una tarea básicamente manual, así como está, con la formación que tiene, pierda el trabajo o corra el riesgo de perderlo. Tiene que reconvertirse, hay que reconvertir personal.

PR – Exacto. Hace un mes y poquito la Cámara de Comercio Uruguayo-Alemana firmó un convenio con el Ministerio de Educación y Cultura y con la OPP sobre la formación dual. Es un cambio en la formación, en la educación, que consiste en que los alumnos de cuarto, quinto y sexto no estudien los cinco días de la semana en su liceo, sino que estudien tres días en el liceo y dos días vayan a trabajar en algo que tenga que ver con lo que están estudiando. La empresa los va preparando, calificando y capacitando, de manera que después, cuando entran a la universidad, son gente preparada. Con eso evitamos la deserción, porque los chiquilines van a tener su plata para los fines de semana, entonces no van a abandonar el sistema. Y por otro lado van a salir muchísimo más preparados. Es una apuesta a futuro que va a permitir ir formando a la gente ya con esa cabeza de industria 4.0.

Actualmente lo que va a haber es una reconversión. Vamos a tener que explicarle al funcionario que si lo que hacía sistemáticamente era mover un tornillo tres veces a la izquierda, nos va a salir más barato que lo haga un robot. Pero –depende del tipo de producto– probablemente no precisemos el mismo tornillo todas las veces, entonces va a tener que recalificarse para interpretar en planilla de producción o en computación para decirle al robot qué tornillo tiene que poner.

EC – Aparte de este desafío por el lado de la mano de obra, veamos lo que podrían ser objeciones o dificultades para la implantación de este sistema acá en Uruguay.

Hablemos más globalmente de lo que está pasando con la industria en nuestro país.
Según los datos de la industria manufacturera que difunde el INE, si comparamos el período enero-abril con el mismo período del año pasado, 14 ramas de un total de 19 tuvieron caídas en su producción. Con este panorama, ¿se puede pensar en implementar un cambio tecnológico de la magnitud que implica esto de la industria 4.0?

PR – Yo lo formularía al revés: si no incorporamos un cambio tecnológico, probablemente, en vez de 14 de 19, en unos meses estemos hablando de 19 en 19.

EC – Acaban de cerrar dos plantas de la industria láctea, Ecolat en el mes de febrero en Nueva Helvecia, y ahora Schreiber, de origen estadounidense, en San José, ayer. Y veía hoy en El Observador que la Cámara de Industrias tiene previsto recibir en los próximos días en su sede a varios jerarcas del Gobierno para plantearles su preocupación porque, según dijo su presidente, Washington Corallo, hay decenas de industrias que están pensando seriamente en cerrar.

PR – Sí. Son datos reales, los tenemos. Si bien nosotros no somos lo mismo que la Cámara de Industrias, manejamos la misma información y es real. A nivel del Gobierno se requieren determinados cambios, o a nivel tributario o de tipo de cambio; las gremiales empresariales tienen toda una lista de puntos que habría que atacar. Toda esa parte negativa en que el Estado puede ayudar para fomentar y ayudar en el tema de la industria es correcto. Pero lo que nosotros queremos trasladarle a la gente es que con el proyecto Industria 4.0 tenemos que aprender a pensar distinto. Ese es el problema.

Creemos que las industrias tradicionales no corren. Pero no porque nosotros no queramos, porque muchos socios de la Cámara Alemana tienen industrias tradicionales también, pero entendemos que hay que reconvertir la manera de pensar y de producir para que no pasen esas cosas.

EC – ¿El empresariado uruguayo está pronto culturalmente para encarar una transformación como esta?

PR – No. Pero el empresariado alemán tampoco estaba pronto en su momento. Fue un impulso, había parte del empresariado que sí, parte de la sociedad que sí, y hubo un gran plan de gobierno para impulsar el cambio. Son esos cambios culturales que se tienen que dar fuertemente a nivel del país. Tienen que estar de acuerdo el Gobierno, los sindicatos, los industriales, los consumidores. Y cuando hablamos de industriales, no solo el que fabrica, hoy hablábamos de las cadenas de distribución, de la logística, todo el aparato productivo del país tiene que cambiar. Por eso es un cambio de concepto más que aquello de “saco cuatro empleados y pongo un robot”. En la Cámara Alemana jamás se nos va a ocurrir plantear eso, porque aparte no es el concepto alemán de producción, “saco cuatro y pongo un robot”. El concepto es cambiar la manera de producir para obtener mejores productos, económicamente rentables, que a los industriales el número les cierre, pero individualizados, con cada vez mejor calidad, eso también es parte del concepto.

Esto también implica un entrelazamiento mucho más grande entre toda la industria. Entre los diferentes industriales, los proveedores, los de logística, el consumidor final, el propio Gobierno. Está todo mucho más entrelazado con un sistema de estos. Eso ayudaría al propio Gobierno a tener un control de determinadas cosas, a prever determinadas cosas. Teniendo buenos datos, buenas estadísticas, manejando todo digitalizado, manejando la información, el Gobierno puede prever cosas que hoy no está viendo. Puede prever que en equis tiempo puede llegar a pasar tal cosa y ver cómo reconvertir esa industria inteligente rápidamente para que eso no pase.

Otra idea de la industria 4.0 es que yo tengo que producir con determinados estándares de calidad, tengo que tener una empresa certificada, con toda mi normativa y todo perfecto. Y mis proveedores también lo tienen que tener para poder entrar en esa red. Y también mis distribuidores. Eso llevaría automáticamente a elevar la calidad de los servicios, de los productos, de las certificaciones. Yo hablaba de que Uruguay participe en esas cadenas de valor, de tener un eslabón con mucho valor agregado y con una alta calidad. La industria 4.0 ayuda muchísimo a que salga un producto de alta gama, porque me va a obligar a que esté todo normalizado y certificado.

EC – Este acuerdo que la Cámara de Comercio Uruguayo-Alemana le ha propuesto al Gobierno uruguayo permite la transferencia del know how para la implantación de esta tecnología. Pero ¿por qué lo hace?, ¿por qué Alemania da este paso acá con nuestro país? Repasando antecedentes veía que este modelo surge en Alemania sobre todo en los sectores de fabricación de maquinaria y electrotécnica. Hay expertos que estiman que la expansión de la industria 4.0 en el mundo traerá un boom de encargos para los fabricantes de maquinaria alemanes. Por ejemplo, Henning Kagermann, presidente de la Academia Alemana de Ciencias Técnicas, dice que la industria 4.0 “tiene un significado enorme para el desarrollo económico de Alemania”. Entonces, acuerdos como este que se ofrece a Uruguay, ¿no son acuerdos para que Alemania pueda vender sus máquinas, sus sistemas, para que pueda vender su tecnología a Uruguay?

PR – Alemania no hace filantropía. Si Alemania implanta ese sistema y logra mejoras de mano de obra, mejoras de producción, la implementación de esa producción casi personalizada, etcétera, Estados Unidos lo miró con buenos ojos y empezó a introducirlo, Japón miró con buenos ojos y también decidió introducirlo, nosotros como Cámara Alemana pensamos que sería bueno que Uruguay lo pudiera introducir. Lógicamente, va a depender en mucho de maquinaria alemana. Pero no solo de maquinaria alemana, hay mucha maquinaria alemana, pero sobre todo en el tema de internet, comunicaciones, computación, hay otras empresas en el mundo que también proveen productos de eso. Robots fabrica Alemania, pero fabrican otros países. Va a ser una decisión después de los industriales qué tecnología utilizan.

Que Alemania tiene el know how mayor y la mayor experiencia en el tema está claro. Como también está claro que tiene la mayor calidad en el producto que te va a ofrecer. Entonces vos como industrial podés elegir una máquina asiática que te va a durar cinco años y después vas a tener que comprar otra, pero te va a salir barata, o comprar una máquina alemana que te va a costar más cara pero te va a durar 10 años y te va a dar otra calidad de producto. Es una definición del industrial.

Es real que Alemania se beneficia con la implantación de esto, porque fue la primera que lo desarrolló y va en camino. Digamos que el desarrollo industrial de Alemania va a 100 kilómetros por hora, y Uruguay –o la región– va a 15. Vamos a suponer que Uruguay decide impulsar la tecnología, el desarrollo, ahora que estamos con la ley de presupuesto damos más plata para el desarrollo, y logramos ir a 25, 30 kilómetros por hora en vez de ir a 15. Pero no vamos a ir a 100. Y la distancia que hay entre el desarrollo alemán y el desarrollo uruguayo cada día que pasa es más grande. Por más que inyectemos y queramos mejorar. El gran desafío, el gran sueño y la gran apuesta que se le planteó al Gobierno fue: implementemos Industria 4.0 para dar un salto y llevar a Uruguay no digo a la posición que tiene Alemania hoy, pero a las reglas de juego que tiene Alemania.

EC – ¿Cuáles son los próximos pasos ahora?

PR – En este momento el proyecto está en el MIEM. El Poder Ejecutivo tiene un acuerdo marco dentro del cual Alemania ofrece know how y apoyo para empezar a instrumentarlo. Después el Gobierno va a tener que ver en qué marco lo incorpora –es una decisión que todavía no tiene– para comenzar la instrumentación con técnicos alemanes, con capacitaciones, para empezar a cambiar la cabeza de la gente, y sobre todo habrá que ver qué industrias modelo se van a elegir.

EC – ¿Hay alguna idea de cuáles podrían ser las pioneras?

PR – Nosotros tenemos algunas ideas que planteamos, el Gobierno tiene otras ideas que planteó. No coincidimos en los modelos, pero nos vamos a poner de acuerdo porque el objetivo es que salga. Lo que es seguro es que esto no se va a hacer de golpe en una empresa enorme y monstruosa. Son prototipos chicos que se van a empezar a hacer o en una empresa grande pero solo en un sector o en empresas chicas. Pero despacito: prototipos, modelos, know how, capacitación, técnicos que vienen de Alemania, y a partir de ahí avanza el desarrollo.

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Transcripción: María Lila Ltaif

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