Entrevista con Raúl Rosende, coordinador de la Oficina de Ayuda Humanitaria de ONU para Siria.
EN PERSPECTIVA
Jueves 19.11.2015, hora 8.31
EMILIANO COTELO (EC) —Después de los atentados terroristas que golpearon a París el viernes de la semana pasada, se aceleró la ofensiva militar contra el Estado Islámico (EI). Francia, que antes mantenía reservas acerca de la intervención rusa en Siria, le propuso a Moscú asociarse a una gran coalición internacional. La aviación francesa, que realiza ataques en ese territorio desde setiembre pasado, intensificó sus operaciones con bombardeos aéreos en Al Raqa, la capital del autoproclamado Estado Islámico.
Vamos a profundizar en cuál es la situación en esa parte del mundo, cómo funciona el territorio bajo el dominio de ese grupo yihadista y cómo se superpone ese conflicto con la guerra civil que enfrenta Siria desde 2011. Pero, sobre todo, nos interesa conocer cómo atraviesa esta situación la población civil.
Estamos en contacto con Raúl Rosende, uruguayo, coordinador de la Oficina de Ayuda Humanitaria de ONU para Siria.
En realidad, no lo encontramos en Siria en este momento, sino en Turquía, a pocos kilómetros de la frontera. Estuvo viviendo en Siria hasta hace poco tiempo, pero ahora su base de operaciones funciona en Turquía, desde donde viaja periódicamente a territorio sirio. ¿Por qué?
RAÚL ROSENDE (RR) —Exactamente, estuve viviendo en Damasco, en Siria, por dos años, más o menos, y en los últimos meses he estado basado en Turquía. Esto es porque gran parte de las operaciones humanitarias de la ONU en Siria se planifican y se coordinan en Turquía. Hay zonas en el norte de Siria, sobre todo, a las cuales no se puede llegar desde Damasco. Entonces, si bien todavía la ONU tiene una presencia muy fuerte en Damasco, decidimos abrir una presencia también en Turquía para apoyar y asistir a las poblaciones que están en el norte de Siria a las que desde Damasco no se puede llegar.
EC —¿Cuánto juega la violencia imperante en esa decisión?
RR —Es un factor fundamental, la razón ha sido la violencia y la inseguridad. Siria no es un país tan grande, en épocas de paz desde Damasco a la frontera con Turquía en el norte se podía llegar en tres horas, más o menos. Ahora es absolutamente imposible. Después de manejar hora y media desde Damasco uno entra en zona de guerra y ya la inseguridad es muy alta. Particularmente ahora, porque en las últimas semanas, en los últimos dos meses, ha habido un recrudecimiento de la guerra. Una guerra que ya de por sí era dramática –nosotros la hemos catalogado como una de las peores crisis humanitarias desde la Segunda Guerra Mundial– y tenía un número enorme de desplazados, refugiados y muertos, en las últimas semanas ha sufrido un recrudecimiento. Entonces sí, la violencia y la inseguridad jugaron un papel fundamental en esta decisión de la ONU de comenzar a brindar asistencia no solamente desde Damasco, también desde Turquía, y también desde Jordania, que es la frontera sur del país.
EC —Raúl Rosende se desempeña en misiones de paz desde el año 1990, ha trabajado en territorios como Colombia, Nicaragua y Yemen, y desde enero de 2013 está encargado directamente de Siria. ¿Cuál es la tarea? ¿Para qué tarea fue convocado? ¿Qué es lo que hace el coordinador de la Oficina de Ayuda Humanitaria de Naciones Unidas para Siria?
RR —En primer lugar, coordinamos la asistencia humanitaria, esa es una de las tareas fundamentales de la ONU en toda situación de conflicto. Hay una guerra, por lo tanto la economía queda quebrada, gran parte de la población queda en la pobreza. Estimamos que en estos momentos 75 % de la población siria está viviendo por debajo de los límites de pobreza, en un país que no era tan pobre antes de la guerra. Siria era un país considerado de ingreso medio, pero la profundidad y la intensidad de la guerra han hecho que la economía quede destruida, y gran parte de la población esté en la miseria, por lo tanto uno de los roles fundamentales de la ONU es brindar ayuda humanitaria.
En lo personal, me toca hacer dos cosas, coordinar entre las diferentes agencias del sistema de ONU y las ONG el envío de esa ayuda, y negociar, tanto con las autoridades de gobierno como con los sectores de la oposición, la entrada de la ayuda humanitaria en las zonas de guerra y en las zonas donde la inseguridad es más alta. Lo cual es siempre un desafío, porque el trabajo se hace fundamentalmente en las zonas donde la inseguridad es mayor y por lo tanto la gente vive en condiciones peores.
EC —Después de los atentados terroristas del viernes pasado en París, la atención se centró en Al Raqa, la capital del autoproclamado Estado Islámico, que Rusia y París han convertido en el centro de sus ataques aéreos. Entonces, ¿qué es Al Raqa y cuál era la situación allí hasta la semana pasada?
RR —Al Raqa es una provincia y la ciudad capital de esa provincia, que tiene el mismo nombre. Hace un año y medio, más o menos, el EI inició una ofensiva muy fuerte. Esa ofensiva se originó en Irak, el EI tomó la segunda ciudad en importancia de Irak, Mosul, de allí pasó la frontera con Siria e inició una ofensiva prácticamente indetenible, que lo llevó a conquistar Al Raqa, una ciudad que antes de la guerra tenía algunos cientos de miles de personas, y estableció allí la capital del califato, la capital del EI.
Desde ese momento la situación ha sido muy mala, muy mala. El EI ha impuesto un sistema de gobierno sumamente duro, con violaciones masivas a los derechos humanos, con un tratamiento terrible a las minorías religiosas y las mujeres. Además, el EI ha sido muy renuente a aceptar la entrada de ayuda humanitaria a Al Raqa. Como le decía, la economía en la zona está complemente destruida, nadie va a invertir allí, por supuesto, por lo tanto la población civil en muy buena medida depende de la ayuda humanitaria. El EI ha sido sumamente rígido en esto, tanto para las ONG como para las agencias de Naciones Unidas ha sido muy muy muy difícil entrar en Al Raqa, entonces las condiciones de vida de la gente son muy malas.
Le pongo un ejemplo para demostrar lo que estoy diciendo: como consecuencia de la pobreza y del colapso de los servicios de salud, en Siria ha reaparecido el polio, una enfermedad que había sido erradicada en el país en los 60. Por lo tanto varias ONG, Unicef, la Organización Mundial de la Salud y otras agencias de la ONU iniciaron una campaña masiva de vacunación de niños para evitar la extensión del polio, y en un momento determinado el EI negó y rechazó la posibilidad de hacer vacunación en esos territorios. Eso demuestra la demencia que acompaña todo esto. En las últimas semanas ha habido negociaciones y parece que la vacunación se va a reiniciar.
Pero las condiciones de vida de la población son muy malas, porque además del sistema de gobierno, muy autoritario y muy muy despótico en la zona, el EI casi no permite la entrada de ayuda humanitaria, por lo tanto la población está desesperada y gran parte de los desplazados y de los refugiados que cruzan la frontera vienen –no solo, pero también– de la provincia de Al Raqa.
EC —Usted decía que la ciudad de Al Raqa, antes de que se diera todo este último proceso, tenía cientos de miles de habitantes. Los datos que estuve recabando dicen que la población urbana era de 220.000 y la zona metropolitana terminaba abarcando unas 340.000 personas. Imposible saber hoy cuáles son los números. De todos modos, parece claro que no todas esas personas son combatientes, no todas están alineadas con el EI.
RR —No, no, por supuesto. Sería imposible determinar cuántos están alineados, por el sistema autoritario de gobierno en esa zona. Nosotros estimamos que en estos momentos en la ciudad puede haber unas 150.000 personas, o sea que cerca de 200.000, más de la mitad de la ciudad, fueron desplazados.
Esto no es algo particular de Al Raqa, porque en general el nivel de desplazamiento de la población en Siria –o sea la cantidad de gente que ha tenido que escapar de sus hogares como consecuencia de la guerra, del enfrentamiento, de la violencia– es de 6,5 millones de gente desplazada que sigue viviendo en Siria, y más de 4 millones que han abandonado sus hogares, han cruzado las fronteras y se han convertido en refugiados. O sea, 11 millones de personas han abandonado sus hogares en una población que antes de la guerra era de 22 millones. La mitad del país se tuvo que desplazar y escapar de sus hogares debido a la violencia y la inseguridad. Por tanto esto que ha pasado en Al Raqa en el último año y medio no es una cosa particular de esa ciudad, sino que es generalizable a la realidad global que vive Siria como consecuencia de la guerra.
EC —Teniendo en cuenta lo que está pasando en estos días, ¿cómo se sabe que los ataques aéreos de Francia, Estados Unidos y Rusia, esos ataques que se están concentrado en Al Raqa, no matan a hombres, mujeres y niños que no tienen nada que ver con el EI?
RR —Sobre los ataques que han tenido lugar en los últimos días todavía la información es muy confusa. Nosotros no tenemos colegas en Al Raqa, dada la inseguridad del lugar, por consiguiente la información que tenemos por ahora sobre lo que ha pasado en los últimos días es muy escasa. Sí le puedo decir que en general en esta guerra, desde que comenzó en el 2011, el bombardeo de ciudades y de población civil ha sido una constante. La ciudad de Alepo, que era la segunda ciudad de Siria, ha sido bombardeada prácticamente diariamente. Quiere decir que lo que se llama a veces “daños colaterales” o el ataque a población civil es una cosa muy común. En particular un hecho bastante típico de esta guerra, que no hemos visto en otros países, es que hospitales y centros de salud son sistemáticamente bombardeados, fundamentalmente por el gobierno, según los reportes que recibimos, y en algunos casos también por la oposición. Esta es una de las peores violaciones de la Convención de Ginebra y de las leyes de guerra.
EC —Se refiere a enfrentamientos bélicos entre el gobierno de Siria, encabezado por Bashar Al Asad, y algunos de los grupos de oposición que resisten a ese gobierno. Esa es una línea de combate, que pauta lo complejo de la conflictividad reinante en ese país. Usted dice que ha habido ataques tanto de grupos opositores como del propio gobierno que han terminado afectando a hospitales, por ejemplo, que eso es la regla.
RR —Exactamente, eso es una regla. La mayoría de esos ataques vienen del gobierno, pero en algunos casos también de la oposición.
EC —¿Y qué pasa cuando los ataques son de afuera de Siria? ¿Qué pasa por ejemplo con estos ataques de estos días que se concentran en una ciudad como Al Raqa?
RR —De los ataques de los últimos días no tenemos información aún, hay reportes pero no son muy consistentes. Sí le puedo decir que la coalición en general bombardea las zonas que están controladas por el EI, y esas zonas, que son el centroeste del país, hacia la frontera con Irak, en general son zonas desérticas. Por lo tanto, si bien Al Raqa es una ciudad poblada, con población civil, y hay algunos otros pueblos también controlados por el EI, la mayoría de las zonas controladas por el EI son desérticas, por consiguiente las consecuencias humanitarias posiblemente no sean tan dramáticas.
EC —Se lo pregunto porque ha trascendido información de que en situaciones de estas un grupo como el EI se esconde dentro de la población civil, dentro de la ciudad, en las casas habitación de la gente.
RR —Sí, esto ha pasado en toda Siria, pasa en las zonas controladas por el EI, también pasa en las otras zonas. O sea, cuarteles o instalaciones militares están contiguos a lugares donde vive la población civil, las estructuras militares están ubicadas en ciudades. Eso implica una fuerte exposición de los civiles al bombardeo y al enfrentamiento armado, por supuesto.
EC —¿Se conoce en particular qué ocurre en Al Raqa en esa materia?
RR —En Al Raqa, como le digo, a raíz de los bombardeos que tuvieron lugar en los últimos días no tenemos todavía información, posiblemente en los próximos días tengamos información más clara de qué está pasando allí. Sabemos cuál es la situación en Al Raqa como consecuencia de lo que se ha vivido en el último año y medio a raíz del control del EI, pero todavía no hay información fidedigna en relación con lo que ha pasado en los últimos días.
EC —¿Ustedes no tienen contacto con el EI en particular? Usted hablaba de la coordinación que desarrolla el equipo de Naciones Unidas con autoridades de gobierno y con los grupos beligerantes. ¿Cómo es en especial el vínculo con este grupo beligerante tan singular?
RR —Los contactos con el EI no han sido contactos directos con sus comandantes, han sido contactos a través de intermediarios, de líderes sociales que viven en las zonas donde está el EI que actúan como intermediarios. Gracias a esos contactos con intermediarios es que algunas acciones humanitarias se han podido llevar a cabo en las zonas controladas por el EI. Pero no hay contacto directo con ellos. Sí tenemos contacto directo con todos los otros grupos, fundamentalmente con los grupos opositores, y también, por supuesto, tenemos contacto con el gobierno. Pero con el EI es mucho más complicado, es un grupo mucho más cerrado, ellos han directamente condenado a muerte a la comunidad internacional, han declarado a la ONU su enemiga, por lo tanto contactos directos con ellos no tenemos.
EC —Además tanto los voluntarios de las ONG como incluso funcionarios de Naciones Unidas corren el riesgo de ser secuestrados y luego ejecutados, ha pasado.
RR —Sí, ha sucedido, lamentablemente. No ha pasado con funcionarios de la ONU, pero sí con funcionarios de ONG que estaban haciendo tareas humanitarias y con periodistas. Por lo tanto las condiciones de seguridad en esa zona son muy adversas. Mantener negociaciones con el EI es posiblemente uno de los principales desafíos que tenemos. Como le digo, nosotros estamos en condiciones hoy de operar en todo el territorio de Siria, excepto en las zonas del EI, donde el nivel de operaciones humanitarias es realmente muy bajo y por lo tanto el sufrimiento de la población civil es muy elevado.
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EC —Los bombardeos no son una novedad ni en Al Raqa ni en otras partes de Siria, no son exclusividad de Francia o Rusia. El conflicto interno y externo en Siria, que tiene ya cuatro años de existencia, es muy complejo. Voy a tratar de resumirlo.
Las tropas de Bashar al Assad, del gobierno, luchan contra unos 1.000 grupos rebeldes que se calcula que cuentan con 100.000 combatientes, algunos de claro corte islamista y con vínculos con Al Qaeda. Por otro lado, a fines de 2013 –es un fenómeno reciente– entró en actividad el autodenominado Estado Islámico, que está enfrentado tanto al gobierno de Bashar Al Asad como a la mayoría de los grupos rebeldes, sean yihadistas o moderados. Por último también está el Kurdistán sirio, actualmente región autónoma, independiente de facto en el norte y noreste del país, cuyos combatientes representan una de las fuerzas que más han hecho por detener los avances del EI. ¿Agrega algo a este panorama?
RR —No, es correcto. Hay que enfatizar que la fragmentación de grupos, la fragmentación de fuerzas, es una constante en este conflicto, lo que hace que las negociaciones de paz sean mucho más difíciles.
EC —Viéndolo desde las tareas que usted lleva adelante, ¿cuáles diría que son las mayores preocupaciones por el impacto que toda esta crisis tiene desde el punto de vista humanitario?
RR —El principal daño es el de la población civil. Le voy a dar algunos números que dan la pauta de la magnitud de la tragedia. Desde que comenzó la guerra ha habido unos 250.000 muertos en todo el país, un promedio de más de 100 personas por día. Siria vive masacres de civiles de manera diaria. Por otro lado, más de la mitad de la población ha tenido que desplazarse, estimamos que por día hay 250 nuevos desplazados. Quiere decir que el nivel de sufrimiento de la población es enorme.
El daño de la economía es también dramático. Se calcula que el producto bruto interno ha retrocedido 40 años.
Por último, una particularidad de esta guerra es que, además del sufrimiento humano y de la afectación económica, hay un grave daño al patrimonio histórico de la humanidad. Siria era –todavía es– un país riquísimo en restos arqueológicos, en arquitectura antigua, pero lamentablemente todo eso está siendo muy dañado hoy como consecuencia de la guerra. Palmira, una zona controlada hoy por el EI, era un lugar que tenía más de 2.000 años. Pero esto es simplemente un ejemplo. Alepo es una ciudad bíblica, que está mencionada en la Biblia, donde estaban las primeras iglesias, las primeras mezquitas, y mucho de ese patrimonio se ha ido y lamentablemente es irrecuperable.
Entonces cuando usted me pregunta por las preocupaciones, diría que hay tres cosas fundamentales aquí: primero, el daño a la población civil y las vidas humanas que se pierden, ese es el principal costo; segundo, la economía, y tercero, el gravísimo daño al patrimonio histórico-cultural de Siria.
EC —En cuanto a las tareas de apoyo que ustedes pueden desplegar en territorio sirio y para la población, más temprano mencionaba la vacunación contra la polio, que ha reaparecido en ese país, pero ¿qué más?, ¿algunos ejemplos concretos?
RR —En estos momentos 4 millones de personas reciben asistencia alimentaria de la comunidad internacional, sea ONU, sea ONG. Es más o menos un 25 % de la actual población de Siria, según nuestros cálculos.
Segundo, el tema de hospitales, esto es fundamental. Lamentablemente gran parte de los hospitales han sido bombardeados…
EC —¿Por qué se bombardea a los hospitales?
RR —Evidentemente no es casual. Si hubiera pocos hospitales bombardeados tal vez sería fruto de la casualidad, pero lo que ocurre permite pensar que posiblemente haya una intención deliberada. Por supuesto, si los hospitales son bombardeados, la gente queda sin servicios de salud, tiene que irse, y si la gente se va hay un mayor control militar de esas zonas. Como le decía, posiblemente bombardear un hospital sea de los crímenes de guerra más atroces que se puedan concebir. Entonces el trabajo de ONU es tratar de poner en pie, de poner en funcionamiento nuevamente algunos de estos hospitales que han sido bombardeados. Hay casos increíbles, la gente y los médicos han decidido construir hospitales en montañas, en cuevas. Muchos hospitales están funcionando en cuevas, como manera de protegerse del fuego, de los bombardeos, y en otros casos se construyen también hospitales subterráneos. O sea que uno de los trabajos fundamentales de la ONU y de algunas ONG que están en el terreno es tratar de apoyar con hospitales.
Todo este trabajo implica una fuerte gestión de negociación, porque ninguna de estas acciones humanitarias podría hacerse sin algún tipo de consentimiento, ya sea de la oposición o del gobierno. Entonces, a la par que tratamos de distribuir este tipo de ayuda humanitaria, tenemos que negociar permanentemente para que esa ayuda humanitaria pueda entrar a las zonas de guerra.
EC —Esta pregunta supongo que no es fácil de contestar: teniendo en cuenta su experiencia acumulada a propósito de Siria, ¿cuáles son las perspectivas, y, muy vinculado a eso, cuáles serían las formas más acertadas de abordar este conflicto para que la población civil se viera lo menos perjudicada posible?
RR —Si me hubiera hecho esta pregunta hace un mes, le habría dicho que no veía perspectivas. Hoy hay una pequeña luz de esperanza en el horizonte. Hace unos días tuvo lugar una reunión en Viena en la que muchos de los países involucrados en Siria lograron un primer preacuerdo sobre cómo resolver este conflicto. Allí en Viena, donde estaban Estados Unidos, Rusia, China, Irán, Arabia Saudita, Reino Unido, Naciones Unidas y otros actores, se decidió establecer un calendario de trabajo. Ese calendario implica tratar de lograr un cese al fuego a comienzos del 2016, tratar de vincular a las dos partes principales, la oposición más moderada y el gobierno, para trabajar en una reforma constitucional en el 2016 y eventualmente elecciones en el 2017.
Esto va a ser sumamente difícil, sumamente desafiante. Pero por lo menos ahora hay una hoja de ruta, hay un calendario, una posible solución al conflicto. Y esto ocurre simultáneamente con algunos acuerdos de cese al fuego locales que están teniendo lugar en el terreno. En algunas zonas de Siria, tanto en el norte como en las cercanías de Damasco, se han logrado, con la mediación de la ONU, algunos acuerdos de cese al fuego entre el gobierno y la oposición, que por lo menos implican un alivio para la población que estaba sufriendo la guerra allí.
Entonces le diría que hay una pequeña luz de esperanza. Hace dos meses no lo veíamos así, pero ahora tenemos alguna confianza en que al menos algún acuerdo puede haber cerca. Nosotros siempre hemos dicho que la única solución posible aquí es una negociación y un acuerdo negociado, no hay otra solución para este conflicto.
EC —Suponiendo que ese borrador de acuerdo efectivamente avanzara –está todo lleno de condicionales–, de todos modos quedaría el problema del EI afuera, quedaría como un foco de violencia, de enfrentamiento y también de sojuzgamiento de una parte de la población civil.
RR —Exactamente. El EI no sería parte de estas negociaciones, quedaría fuera. Y además del EI, en Siria hay otro grupo que tiene bastante poder, que es la representación siria de Al Qaeda, que se llama Al Nusra. Este grupo, que controla parte del noroeste del país, está considerado por la comunidad internacional como un grupo terrorista, es la filial siria de Al Qaeda. De modo que en este eventual calendario de negociaciones que se podría en funcionamiento en enero de 2016 no entrarían ni el EI ni en principio tampoco Al Nusra. Por tanto esto está lleno de desafíos y de problemas que va a haber que resolver sobre la marcha.
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Transcripción: María Lila Ltaif