Entrevista con el economista Eduardo Ache, expresidente de Ancap.
EN PERSPECTIVA
Jueves 10.09.2015, hora 8.19
EMILIANO COTELO (EC) —La comisión investigadora instalada en el Senado para indagar sobre la gestión de Ancap entre los años 2000 y 2015 ha tenido derivaciones que han ido incluso más atrás en el tiempo.
Después de una exposición del exsenador Enrique Rubio, legisladores del Frente Amplio (FA) solicitaron la comparecencia del colorado Eduardo Ache, quien fue presidente de ANCAP en el segundo gobierno de Julio Sanguinetti (1995-2000). La mira del oficialismo estaba puesta en algunos negocios que se iniciaron en aquel período en Argentina, así como en la estrategia que se siguió y que se marcó durante esos años. Ache declinó la invitación y anunció que no concurrirá.
¿Cómo evalúa hoy aquellas decisiones que todavía se debaten? ¿Cuánto condicionó aquella administración suya a las sucesivas gestiones frenteamplistas?
Vamos a conversarlo con el economista Eduardo Ache.
El mes pasado usted fue invitado a la comisión investigadora sobre Ancap y contestó por escrito que no concurriría. Tengo acá la carta que remitió. ¿Puede resumir por qué?
EDUARDO ACHE (EA) —Te lo voy a resumir con un símil futbolístico. Yo recuerdo un clásico, hace muchos años, en el que habían echado a Lamas… obviamente, después de que te echan, ¿tú qué hacés en un partido de fútbol? Te querés llevar algunos contigo. Y tengo la imagen de Lamas corriendo a Montero Castillo y Montero Castillo diciendo “yo no tengo nada que ver”.
¿Por qué en este llamado ponen el año 2000? ¿Para qué ponen el año 2000? Mi gestión fue del año 1995 al 2000, me fui en diciembre de 2000. Para cualquiera que haya seguido todo el proceso de si se llamaba o no se llamaba a la comisión investigadora, qué se incluía y qué no se incluía –esta es una interpretación personal–, es clarísimo que “ya que me toca a mí y van a hablar de lo mío, veamos cómo ampliamos la ensalada, a ver si metemos a alguien más para que, si hablan de lo mío, hablemos de lo suyo”.
Y yo no me iba a prestar a esto, ya pasé por una comisión. La ironía fue que cuando realmente tuvieron que investigar o quisieron investigar lo que nosotros habíamos hecho no me quisieron llamar… Hay una declaración del exsenador en Búsqueda que decía: “¿Para qué? No lo vamos a llamar, eso no está decidido, vamos a llevarlo a la justicia”. Porque aparte eso fue tres años después de los hechos, cuando venía una elección interna en el partido de él…
Entendamos cómo funciona esto. Acá no importa lo que se dice adentro –yo ya lo aprendí–, no importa lo que se dice en la comisión; importa cómo se comunica hacia fuera. Hoy vivimos en el mundo este de la nube, de la comunicación, lo único que importa es pasar un mensaje, cómo usamos estos hechos para pasar un mensaje.
EC —Por eso usted no va a la comisión investigadora y sí viene a una entrevista en radio.
EA —¡Exactamente! Aprendí. Escuché mentiras 15 años, 15 años de mentiras, entonces ya no entro en el juego. Aprendí cómo se maneja el tema. Sacaban hasta las fechas de cuándo eran citados a un juzgado… Eso está todo, te voy a leer una parte para que tú veas que esto no es un tema solo del Uruguay, qué fue lo que le presentamos a la justicia cuando nos tocó comparecer. Y te lo voy a dejar. Fue un artículo que justo había leído en aquel momento, salió en el diario El País [de Madrid]:
“El recurso al juzgado es, pues, en determinadas condiciones, legalmente irreprochable. Pero tiene también un valor sintomático, que podría ser de razonable salud política si se diera en verdaderas situaciones límite, caracterizadas por la más estricta ocasional y que respondiese a un sentido común compartido de que no puede haber espacio para la ilegalidad en el marco de la gestión de la polis.
Pero no es así, los indicios son más bien a que existe todo un universo sumergido de política por debajo de la legalidad, con el ejercicio de acciones legales que, más que fe en el derecho, expresan la vocación del uso instrumental de este.
Ahora son los propios actores políticos los que, en una patética guerra de querellas cruzadas, llaman en causa a los jueces para una operación de limpieza que cada uno reclama, exclusivamente, para el terreno del adversario”.
Esto fue un artículo de [Perfecto Andrés Ibáñez] un juez en España. La mentira como instrumento político no es de acá, no es original. Lo dijo Goebbels: miente, miente, que algo quedará.
Entonces uno que ya lo vivió, vivió una comisión investigadora, el tema fue laudado, el tema fue cerrado. Hoy a mí lo que sí me interesa es mostrar que el único tema que quedó abierto –porque para mucha gente sí se perdió–, si se analiza como se debe analizar, in totum, porque tú cuando analizás la gestión…
EC —¿A qué se refiere?
EA —Al tema de la pérdida.
EC —…Las pérdidas [provocadas por algunas de las inversiones realizadas] en Argentina…
EA —Cuando tú vas a analizar la gestión de alguien, analizás la totalidad. Por ejemplo, estoy seguro de que si tú les preguntás a 100 uruguayos, lo único que saben de Argentina es lo de las estaciones de servicio…
EC —…[Alude a las estaciones de servicio Sol Petróleo] el negocio que salió mal…
EA —Claro. El problema es que ese negocio tenía dos partes. Tenía una parte [la industria petroquímica, hoy Carboclor] que todavía, 15 años después, Ancap mantiene; se la han querido comprar, la han valorado en US$ 100 millones y nadie sabe. Entonces, para empezar, ¿por qué se agrandan algunas cosas y por qué se ocultan otras?
EC —Veamos los distintos temas. Empecemos por la situación en la que usted se encuentra hoy. ¿Usted entiende que los números que ha venido mostrando Ancap en los últimos años, que han dado lugar a alarma por las pérdidas –porque estamos hablando de una empresa que perdió US$ 500 millones en los últimos dos años, US$ 169 millones en 2013 y US$ 323 millones en 2014–, de todos modos lo dejan bien parado?
EA —La primera pregunta fue por qué no fui [a la comisión], creo que quedó claro por qué no voy. Y me da tristeza, en mi carta pongo: “no quiero seguir degradando la política”. Yo me fui hace 15 años, [y desde entonces de este tema] no hablé. Te agradezco, agradezco a este programa, es la primera vez que salgo al aire para hablar de estos temas. Yo siempre he sido un convencido de que el tiempo es un gentilhombre que pone las cosas en su lugar. Nadie es perfecto, todos tomamos decisiones en las que nos podemos equivocar.
EC —Pero entonces, ¿estos números [de los últimos años de Ancap] le están dando la razón?
EA —No es a mí…
EC —El tiempo ha pasado, usted decide aparecer, ahora sí decide responder preguntas. ¿Por qué?
EA —Porque se hizo mucho daño. Porque acá se habla de la política, se habla del ser humano, se habla de los derechos humanos, se habla de que hay que ser solidario… pero la verdad, les importa nada la gente. Yo tengo familia, en el entorno nuestro hubo una cantidad de gente dentro de Ancap con la que hicimos una gestión que hoy está escuchando y estaba esperando desde hace tiempo que alguien se animara a decir la verdad.
Entonces te voy a dar dos datos básicos. Primero, para responder tu pregunta, fijemos un contexto de cómo la vamos a analizar. Si tú vas a analizar la gestión de alguien, analizala in totum, no podés analizar parcialmente la gestión de alguien y decir “manejó una empresa que tiene 20 rubros, que era la principal empresa del país”, y simplemente mirás el único tema en el que hay un problema. Me parece lógico y justo que cuando analices una gestión, analices la totalidad.
EC —¿Cómo propone mirar esa gestión?
EA —Primero, cuándo fue, cuándo tuve mi gestión, cuáles fueron los resultados de esa gestión, y después analicemos las consecuencias. Porque ¿qué es lo que han pretendido hacer? Que con respecto a todo lo que pasó después y a todos los problemas había que decir “son problemas de Ache”. Cuando es bien claro que esto es un tema de una empresa.
Primero analicemos la primera parte. Cuál es el resultado de los seis años en los que estuvimos. Arrancamos en el 95 y nos fuimos en diciembre de 2000. Las utilidades antes de impuestos en esos cinco años fueron US$ 321 millones. Alguien me dirá que es un monopolio, que es imposible que un monopolio pierda dinero. Pero la realidad es que en los cinco años y medio en que estuvimos [las utilidades] en el año 95 fueron US$ 55 millones, en el año 96 fueron US$ 15 millones, en el año 97 fueron US$ 51 millones, en el año 98 fueron US$ 105 millones, en el año 99 fueron US$ 42 millones y en el año 2000 fueron US$ 53 millones. Se pagaron de impuestos US$ 146 millones y se vertieron a Rentas Generales US$ 162 millones. Estos no son números míos, son los balances de Ancap.
Entonces, podrá gustar, no podrá gustar, será norma, no será norma. No quiero entrar en lo que pasó después, si se perdió dinero… no sé. Lo que sí sé es lo que hicimos. Y sí sé que cuando nos fuimos la pérdida que estaba registrada por las inversiones en Argentina era de US$ 112.000.
EC —Ahí entramos en las decisiones que usted tomó, o que tomó con el directorio que presidía. Por ejemplo, la de incursionar en la República Argentina. Esa fue una decisión que se adoptó en el año 1998. Se dispuso ingresar en Sol Petróleo con el 33 % del paquete accionario. Sol Petróleo era una empresa que a su vez tenía dos partes, una distribuidora de combustibles que abastecía a una red de estaciones de servicio en Buenos Aires, y una planta procesadora de productos petroquímicos. Le pido dos palabras para explicar por qué se resolvió esa inversión en Argentina…
EA —Habría que ponerlo en el contexto de lo que era el Mercosur en ese momento. Si se implementaba el Mercosur, Ancap corría el riesgo de que la mitad de su mercado aquí en Uruguay, que eran Shell y Esso, fuera abastecido desde Argentina. A Shell de Argentina le quedaba más cerca abastecer a Uruguay que abastecer a Posadas o a Río Gallegos.
EC —Usted dice que Shell y Esso podían no estar obligados a nutrirse de combustibles de la refinería de Ancap.
EA —Dentro de toda nuestra estrategia, no solo en combustibles, primero estaba generar los mercados para después hacer las inversiones en la parte de fábrica para abastecerlos.
EC —La idea era tener una distribuidora de combustibles en la República Argentina que proporcionara volumen para justificar las inversiones que era necesario hacer en la refinería de La Teja.
EA —Exactamente.
EC —Aquel negocio es el que parece claro que tuvo inconvenientes. Fue una caja de Pandora que le provocó pérdidas a Ancap, básicamente, según se ha ido analizando, por dos razones: por un lado maniobras dolosas llevadas adelante por el otro accionista, por el accionista privado, y por otro lado cambios regulatorios que introdujo el gobierno argentino en el mercado de los combustibles, todo con el condimento de la crisis argentina de 2001-2002. ¿Cómo evalúa esa parte de la operación? Daniel Martínez, cuando fue presidente de Ancap, en el primer gobierno del FA, evaluaba que las pérdidas acumuladas hasta ese momento por la entrada en Sol Petróleo en Argentina ascendían a US$ 200 millones.
EA —En toda la información que tengo no hay un documento interno de Ancap que diga eso. Uno. Al revés, y lo tengo aquí. Precisamente, el senador Bordaberry vino la semana pasada y manejó cifras que son la mitad de eso. Y creo que el senador Bordaberry está bastante bien informado. Y el propio senador Martínez –y aquí te traigo…
EC —… un recorte del semanario Búsqueda, ¿de qué fecha?
EA —Del 26 de julio de 2007, cuando quisieron comprar Carboclor, que se evaluaba en US$ 70 millones, más una parte con la que se quedaba Ancap, que el hoy intendente, exsenador y expresidente de Ancap evaluaba en US$ 25 millones mínimo. O sea que la otra mitad…
EC —Carboclor es una de las dos empresas que terminaron surgiendo de aquella Sol Petróleo.
EA —Es parte del negocio inicial que se hizo, y así fue dicho. Porque en su momento nosotros lo decíamos: había una parte logística, tener puerto en los dos lados del Plata…
EC —Cuando empezaron a saltar los problemas ocultos de Sol Petróleo, además de que Ancap presentó denuncia penal contra sus socios privados, en setiembre del 99 se resolvió la separación de la empresa, dejando por un lado las estaciones de servicio y por otro la petroquímica, que es Carboclor.
EA —Lo resolvimos nosotros, ese juicio lo resolvió el directorio nuestro.
EC —Desde entonces ha habido dos empresas, Sol Petróleo misma y Carboclor.
EA —Exactamente. Petrolera del Cono Sur, más precisamente, y Carboclor. Hoy, de acuerdo a las cifras que tenemos –que creo que son las que manejó el senador Bordaberry la semana pasada aquí–, en ninguno de los documentos internos de Ancap que tengo, ni de casualidad –y sería bueno que algún día lo despejen…
EC —Ni de casualidad… ¿qué?
EA —Ni de casualidad se habla ni de US$ 200 ni de US$ 250 ni de US$ 300.
EC —En resumen, en un momento en el año 99 pasan a existir las estaciones de servicio por un lado (Sol Petróleo) y por otro Carboclor como industria petroquímica. Cuando el FA accede al gobierno, en el año 2006 impulsa la venta del 50 % de Sol Petróleo a PDVSA, la empresa venezolana, que desde el 2000 venía participando en esa empresa gerenciándola. El negocio mejora, pero no tanto, hasta que en 2011 Ancap le vende a PDVSA el 50 % restante, con lo cual se corta el chorro de pérdidas que venía dándose desde el año 1999. O sea que desde el año 2011 Ancap no tiene nada más que ver con PDVSA, y sí sigue siendo propietaria en Carboclor.
EA —Exactamente. Te lo voy a sintetizar con una figura grande y después vamos a ir a cada una de tus afirmaciones. Porque “chorros de pérdidas”… de repente hay que preguntarse por qué se generaron. Porque yo me puedo hacer responsable de las decisiones que yo tomé, pero no traten de endilgarme todas las cosas que hicieron otros contra la opinión nuestra. Un simple ejemplo: haber ido a Argentina y no ser abastecidos por Repsol, como sugerimos desde el primer día; es como venir a Uruguay y pelearte con Ancap. Esto consta y hay números en la empresa que muestran por qué y el quantum que significó haber tomado la otra decisión.
En síntesis, tú tenías una empresa que tenía dos partes: en una de las partes hasta el día de hoy nadie discute que la estrategia fue la correcta –dicho por quienes la han querido mantener y mantuvieron la estrategia–, y del otro lado tú tenés valores de pérdida en el entorno de los US$ 100 millones. Si tú analizás hoy el negocio en su totalidad, no sé si hay pérdidas. Cambió el contexto, de 9.000 estaciones de servicio quedaron 6.000 o 5.000… Por eso digo: cuando se analiza un negocio o cuando se analiza una gestión, hay que analizar todo.
EC —Carboclor es una empresa en la que Ancap tiene el 75 %, está dedicada a la producción y comercialización de productos químicos y petroquímicos, y también a la provisión de servicios de puerto, almacenaje y logística, porque tiene una terminal de líquidos en Campana, en la provincia de Buenos Aires, sobre el río Paraná. Es una empresa a la que le ha ido bien, ha tenido años buenos y años malos.
EA —Y no la han querido vender. Quince años después, una gestión del Partido Colorado y dos gestiones del FA, 15 años después, sigue estando. Y precisamente, todas las razones que se esgrimieron en su momento para decir que este era uno de los elementos centrales de por qué había que ir a la Argentina siguen estando. Entonces me llama poderosamente la atención que de esto no se hable, que se viva hablando de una parte, exagerándola y agrandándola, y achicando y ocultando lo otro. ¿Por qué?
***
EC —En el FA se compartía la estrategia de desarrollo de Ancap en la región y en particular la idea de contar con una red de estaciones de servicio en Argentina que volviera viable, por ejemplo, una reforma de la refinería de La Teja. Pero se cuestionó que Ancap resolviera que ese ingreso al mercado argentino fuera mediante la asociación con una distribuidora de refinados sin refinería propia. Decía el FA que esa condición restringió las posibilidades a una sola vía de acceso, la asociación con Phoebus Energy Ltd. (PEL), propietaria de Sol Petróleo. De esta forma, al tener un único socio posible, se eludió todo tipo de licitación y también de comparación de vías de ingreso u ofertas alternativas, se habilitó la contratación directa y se evitó cualquier posible llamado a ofertas. En ese proceso además –se señaló en aquel momento– actuó como asesor global la consultora internacional Socimer –que ya en aquel momento tenía muy malos antecedentes–, que alentó la operación y cobró honorarios “de éxito” cuando esta finalmente se concretó. Por ahí vino el grueso del cuestionamiento, que después derivó incluso en la denuncia penal. ¿Qué responde sobre ese enfoque?
EA —Ese enfoque fue laudado, se pasó a la justicia y no se encontró un elemento. (Te voy a dejar lo que nosotros presentamos. Leelo tranquilo.) Vamos a ser prácticos, hoy volvieron a ir a la comisión –motivo por el cual no fui– a repetir muchas de esas mentiras que está demostrado que son mentiras ¡y hasta engañaron a la comisión investigadora! Esta es una realidad. ¿No hay un delito? Porque en parte cuando tú tenés un problema es la intención. Porque entre el error involuntario, que sin duda puede existir, la ignorancia de ciertos hechos y la mala fe, hay un híbrido enorme. Quince años después no te podés volver a equivocar, no te podés equivocar dos veces.
Terminó reconociendo que se había equivocado y que todas esas cosas que estaba diciendo no eran verdad. ¡Está escrito, lean las actas! Yo no voy a repetir, y todavía levantarles centros, porque acá hay que mentir, como decía Goebbels, mentir como decía Goebbels, mentir como decía Goebbels… Le pongo un ejemplo: por lo único que debí haber informado a la comisión –por lo que me siento en falta–, lo único medular que hicimos en el año 2000 fue terminar el contrato con la ex-DASA, hoy Ducsa. Contrato que venía de la época de la dictadura.
EC —De eso hablamos después, aparte.
EA —¡No, no, no, vamos a hablar ahora! Porque acá la mentira es lo que se inventa, lo que se exagera y lo que no se dice.
EC —A propósito de la actuación judicial en este tema y lo que la justicia comprobó, no comprobó, en estos días ha habido aclaraciones de la exfiscal Mirtha Guianze, que tuvo a su cargo este expediente. Y ella dice que la causa fue “archivada” porque no se pudieron someter a peritaje una serie de asuntos de fuerte complejidad técnica, ya que no se disponía de los recursos necesarios a esos efectos.
EA —Hay dos informes. Es más, digitaron la causa para que fuera ahí. Uno se calla la boca y no habla. Porque, ¿qué gano?, como puse en la carta, no quiero degradar la política… Yo tengo claro cómo salió del Parlamento. El único motivo por el cual se pasó a la justicia –y acá tengo claro que en esto estaban los tres partidos políticos, los tres– es que había un contrato que no se sabía ni cómo ni cuándo ni por qué, y cuando fuimos llevamos el cómo, el cuándo y el porqué. ¡Mienten! Y, como dice una persona a la que le tengo mucho cariño, ¡llega más lejos el rengo que el mentiroso! Llega mucho más lejos, como dicen en campaña, el rengo que el mentiroso. Hoy se podrán repetir estas cosas, pero ¿puede ir un presidente de Ancap a una investigadora y decir “no sé el cómo, el cuándo y el porqué” y está todo dentro de la empresa?
EC —¿A quién alude?
EA —A Jorge Sanguinetti…
EC —Está más complicada la cosa…
EA —¡No, no, pero no es complicada!
EC —… Jorge Sanguinetti…
EA —¡No, sacale el nombre! ¡No!
EC —… fue quien lo sucedió a usted en la presidencia de Ancap…
EA —… hay una realidad, sacale el nombre…
EC —… cuando el doctor Jorge Batlle llegó a la Presidencia de la República.
EA —Emiliano, a esta altura a mí me pusieron como colorado, y yo soy anarco, ¡no soy ni blanco ni colorado ni frenteamplista, soy un ciudadano más, y estoy cansado de que mientan! ¡Cansado de que se pasen 15 años…! Me gustaría que se haga un programa con las noticias que tiran y después si son verdad o mentira… Sería bueno repasar lo que dicen, lo que escriben. US$ 140 millones ganó Ducsa. No hay un punto ni una coma [acerca de eso] en toda la prensa nuestra, en 15 años. Y me llamaron todos, no faltó uno, para que no mandáramos el telegrama.
EC —Vamos a ordenar la información…
EA —¡Te estoy ordenando la información! Creo que salvo el papa don Francisco y Obama, no hubo uno en el espectro político del Uruguay que no nos dijera “¡No, cómo van a cortar el contrato!”.
EC —Vamos para atrás, estamos hablado del año…
EA —2000, era justo…
EC —1999-2000.
EA —Dejame hablar de este tema, porque aparte…
EC —Sí, pero vamos a aclarar qué es Ducsa. Ducsa es Distribuidora Uruguaya de Combustibles SA.
EA —Es la ex-DASA, que era la que hacía la distribución de los combustibles de Ancap. Estaba en manos privadas, por un contrato privado que venía de la época de los militares, que se renovaba… porque no había que firmar un contrato, había que no mandar un telegrama. Entonces cuando nosotros tomamos esa decisión porque entendíamos que tenía que recuperarla Ancap, dentro de esta estrategia que estábamos desarrollando, porque la empresa precisaba agregar valor y precisaba más mercados, nos llamaron de todos lados para que no lo hiciéramos.
EC —DASA era una empresa privada que tenía la concesión de la distribución de los combustibles Ancap y las estaciones de servicio correspondientes.
EA —Hoy la tiene Ancap, eso lo recuperamos. Estatizamos, dentro del derecho privado…
EC —Lo que impulsó Ancap bajo su presidencia fue que esa distribución fuera realizada directamente por Ancap, con una empresa nueva que se llamó Ducsa.
EA —Exactamente. Ancap ganó esa empresa.
EC —Eso implicó en aquel momento una pulseada con quienes eran los propietarios de DASA, con Juan Pedro Baridón en particular. ¿Y usted dice que el sistema político, todos los partidos, le planteó que no diera ese paso?
EA —Ni lo dudes. Ni lo dudes. Es así. ¿Sabés cuánto lleva ganado desde que tomamos esa decisión? US$ 140 millones. Repito, para que la gente se entere, porque esto el uruguayo no lo sabe. ¿Por qué no lo sabe? ¿Por qué no se lo informan? ¿Por qué no se lo dicen? ¿Cuál es el motivo de que multipliquemos ciertas cosas y minimicemos otras? Y entré en internet, yo no soy muy práctico, muy ducho, pero entré, quise ver… no hay un punto ni una coma. Y sigo sin saber por qué. Entonces es más fácil agarrársela con una persona, es más fácil apuntar a un objetivo… Pero la verdad termina saliendo.
EC —¿Cómo fue la implementación del telegrama famoso?
EA —En esto quiero reconocer y valorar a quienes estaban en el directorio con nosotros en aquel momento. Emilio Martino no puede ver este momento, está muerto. Juan Andrés Mora, Felipe Haedo, Pampa Campomar… Y de repente tenías que aguantarte una cantidad de dudas, sospechas… Mirá que era más fácil hacer todo lo contrario, y mirá que después me tuve que aguantar durante años la carita, porque uno sabe cómo se ponen las noticias cuando te ponen la foto, cuando te ponen la cara, cuando reflejan… porque aparte cada decisión que tú tomás en beneficio de una empresa después tiene costos particulares. Es más fácil no tomar las decisiones, si en el fondo los que se benefician son la empresa y el país…
EC —¿Legalmente era tan claro que se podía no renovar el contrato con DASA?
EA —¡Sin duda! La prueba está en que lo hicimos y mandamos el abogado. Se hizo.
EC —¿Cómo fue el mano a mano con Baridón en aquel momento?
EA —Te lo puedo sintetizar en la frase final: “—Eduardo, dame una razón por la cual me vas a sacar la distribución. —Si tú me das una razón por la cual te la tengo que dar a ti, no mando el telegrama”. Se terminó la conversación. Llega más lejos un rengo que un mentiroso.
El objetivo de esto es también que la gente sepa hoy. Porque esto ya no es por mí, yo ya tengo una piel de cocodrilo, pero atrás de cada una de estas cosas –y quiero que esto sea un mensaje para ustedes en la prensa también–, cuidemos el valor de la palabra y de la verdad. ¡No se puede decir cualquier cosa alegremente sobre la gente! No se puede. Y se hace, hoy cualquiera escribe en el anonimato cualquier cosa. ¡Yo tengo familia, tengo hijos, tengo hermanos, tengo amigos, hay todo un entorno! Entonces hoy en la política enchastrar, insultar, mentir, decir… ¡total, si nadie pasa cuenta! Yo estoy rindiendo cuentas. ¡Gané US$ 320 millones! Creo que no se debe personalizar, nunca he personalizado. Pero pretendieron hacerlo, entonces ahora que pretendieron hacerlo, en los seis años de gestión se ganaron US$ 320 millones.
EC —¿De dónde salen los US$ 320 millones?
EA —¡Es la utilidad de los balances de Ancap! Esto no es invento, son los balances de Ancap.
EC —Está bien, lo vimos temprano.
EA —Y cuando tú mirás para adelante, entre lo que quedó de Petrolera del Cono Sur, lo que quedó de Sol Petróleo y todas estas cosas… ¡Gasur!
EC —Gasur nació en el año 1997 de la unión de Ancap, Acodike Supergás y Riogas SA. Es una empresa que se dedica a suministrar gas propano a granel básicamente a empresas.
EA —Sí; debe de llevar ganados US$ 30, US$ 40 millones en este período. Creo que quienes estamos en la actividad pública tenemos la obligación de resistir el análisis. Yo me pongo, pero entonces pongan todo, ¡no tengan mala fe!, ¡no pongan solo lo que les conviene y multiplicado por 10, como le dijo Pedro Bordaberry! ¡Si aplico el mismo criterio, en ALUR son US$ 1.500 millones!
EC —US$ 1.500 millones de…
EA —Como diciendo “si le aplico el criterio de que interese más esto, más lo otro, más lo otro…”, con lo que no estoy de acuerdo, ¡porque aparte no es verdad!
EC —Está aludiendo a la forma como Rubio presentó algunos números en la comisión investigadora.
EA —Ya ni lo menciono, se descalificó solo. Sería bueno que leyeran el acta. Hay gente que es simpática y cae bien a la opinión pública y gente que no. Lean lo que escribió Bordaberry en El Telescopio. Está dicho, ¡están demostradas cada una de las falacias y cada una de las mentiras! Cada una. ¡Volvió con el tema de los impuestos, cuando el procurador general de la Nación argentino había fallado a favor de la empresa! Para él es una pérdida.
Y te voy a poner un ejemplo. Cuando fuimos a Argentina pusimos el caso concreto de que teníamos que ser abastecidos por Repsol. ¡Tomaron la decisión de que no! Martínez en el año 2005 intenta retomar ese camino, y entre octubre de 2005 y febrero de 2006 hay un acuerdo entre Ancap y Repsol y Ancap es abastecida en Argentina por Repsol. El concepto era: me abastezco de un socio en carácter de socio o de un cliente cualquiera. En esos cuatro meses y medio en que fue abastecida por Repsol el ahorro fue de US$ 10 millones. Y cuando Ancap decide seguir con PDVSA y no con Repsol tuvo que pagar los US$ 10 millones. Extrapolá eso a cinco o seis años. ¿Y la culpa es mía? ¡Por favor!
Documentos relacionados
Carta del expresidente de Ancap, Eduardo Ache, declinando participar de la Comisión Investigadora
Cuadro que detalla las utilidades de Ancap entre 1995 y 2000
Escrito presentado ante la Justicia por Eduardo Ache
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Transcripción: María Lila Ltaif