Transcripciones

Entrevista del 23 de setiembre de 2024: Danilo Ríos

Facebook Twitter Whatsapp Telegram

Audio y video de la entrevista en este link

***

Entrevista con el ingeniero Danilo Ríos, ex gerente general de OSE.

EN PERSPECTIVA
Martes 23.09.2024

EMILIANO COTELO (EC) —El Proyecto Neptuno, una obra que el gobierno considera clave para asegurar el suministro de agua potable a la zona metropolitana, hace tres meses que está paralizado debido a una resolución judicial.

En junio pasado, el juez en lo civil Alejandro Recarey ordenó no innovar en la ejecución del proyecto en el que se prevé que un privado construya y opere una planta potabilizadora de agua del Río de la Plata que se instalaría en la zona de Arazatí en el departamento de San José.

En su sentencia, en la que accedió al pedido presentado por varias organizaciones ambientalistas, el doctor Recarey ordenó a OSE que no suscriba el contrato con el consorcio Aguas de Montevideo hasta que exista un fallo sobre la constitucionalidad del procedimiento y, por otro lado, se defina la viabilidad ambiental de la iniciativa.

El gobierno recurrió el fallo del doctor Recarey, por lo que ahora la resolución final está en manos de un tribunal de apelaciones.

En paralelo avanza el trámite en el Ministerio de Ambiente y en breve habrá novedades: en octubre se realizará la audiencia pública, el penúltimo paso antes de que tome decisión en torno a la autorización ambiental.

En este período de pausa, voceros del gobierno y del consorcio privado han salido a defender la obra. Y del otro lado se han sumado críticas de expertos. Por ejemplo, el ingeniero civil Danilo Ríos, ex gerente general de OSE entre 2006 y 2015, publicó una carta –a raíz de una nota periodística– en la que subraya, entre otras cosas, que en el punto elegido para construir la planta el agua tiene niveles de salinidad y otros problemas de calidad que no fueron tenidos en cuenta por los proyectistas cuando presentaron la iniciativa a OSE en 2020 y que afectan y encarecen la solución que se propone para complementar el abastecimiento en el sur del país.

¿Cuáles son sus observaciones y advertencias? Vamos a conversarlo con él.

Ubiquemos cómo están planteadas las cosas y cuál es su lugar en esta discusión. Yo decía que el avance del Proyecto Neptuno está en suspenso por una medida cautelar ordenada por el juez en lo civil Alejandro Recarey; el diferendo se está procesando en un tribunal de apelaciones. En paralelo, la ONG Redes Amigos de la Tierra presentó un recurso ante el Tribunal de lo Contencioso Administrativo (TCA) destinado a revocar directamente la licitación. ¿Qué participación ha tenido usted en estas instancias?

DANILO RÍOS (DR) —En esa instancia estoy como testigo; supongo que en algún momento seremos citados a declarar.

EC —Es la que presentó Redes Amigos de la Tierra. ¿Usted integra esa organización?

DR —No, fui invitado a participar. No la integro.

EC —Entones, ¿cuál es su lugar?, ¿el de un experto?

DR —Sí, decidieron que yo por ahí podía aportar algo en esa declaración y acepté con gusto.

EC —Por otro lado, usted integró administraciones el Frente Amplio (FA) tanto en OSE como en la Intendencia de Montevideo. ¿Esto implica de algún modo un sesgo en su postura, teniendo en cuenta que el FA rechaza el Proyecto Neptuno?

DR —No, en absoluto. Esto no es un tema político, es un tema estratégico, técnico, empresarial, de una empresa pública que no tiene nada que ver con lo político. En definitiva, la propuesta que ahora incluso está manejando el FA no fue una propuesta original del FA, sino que salió del seno de la empresa. Estudios técnicos llevaron a una determinada solución que fue interrumpida en pos de sacar adelante este proyecto.

EC —Recordemos las características de este proyecto que tendría su base en la costa del departamento de San José entre Arazatí y boca del Cufré, a unos 90 kilómetros al oeste de Montevideo. A grandes rasgos, lo previsto es una toma de agua bruta y una planta potabilizadora, un reservorio artificial de agua del río –llamado pólder–, un monorrelleno para depositar los lodos que deja el proceso de potabilización, tuberías aductoras para conectar esa planta potabilizadora con la red de bombeo. Neptuno suministraría a la capital más de 200.000 metros cúbicos de agua por día para complementar a la planta de Aguas Corrientes; agregaría casi un tercio de la demanda actual. ¿Está bien el resumen?

DR —Es correcto.

EC —¿Agrega algo más?

DR —No, es correcto. Yendo al origen del proyecto, que ya tiene varios años porque la primera iniciativa se presentó en 2020, este proyecto se apoya en dos hipótesis fundamentales: construir una nueva planta y tomar agua de una nueva fuente. Son dos temas independientes que están incluidos en este proyecto pero que se pueden analizar en forma independiente. Cada uno tiene su problemática y cada uno tiene una solución y no tienen por qué resolverse al unísono.

EC —En cuanto al esquema financiero de la obra, es una iniciativa privada, la inversión va a ser realizada por el consorcio, que se encargará del diseño, la construcción, el financiamiento y el mantenimiento de la infraestructura por el período del contrato. OSE estará a cargo de la operación y pagará durante 17 años
y medio una cuota fija de 50 millones de dólares anuales.

DR —Así es, 45 millones de dólares por tener la disponibilidad del servicio y 5 por la operación.

EC —Vamos a lo que usted mencionaba. El proyecto procura que el abastecimiento de agua potable en Montevideo y el área metropolitana no dependa solo del río Santa Lucía y la vieja planta de Aguas Corrientes, que tiene ya más de 150 años. El 60 % de la población del país depende de esa única fuente, lo que hace que en esta zona el sistema de producción y distribución de agua potable sea muy vulnerable
ante la posibilidad de una sequía o episodios de contaminación o lodos. Entonces, ¿cómo ve esos objetivos del proyecto?

DR —Como dijimos, son dos temas diferentes la planta única y la fuente única. Aclaremos que la fuente única no es el río Santa Lucía, el Santa Lucía es algo muy amplio; la fuente única es la toma que tiene la planta de Aguas Corrientes en el paso Las Piedras, que es donde está la planta de Aguas Corrientes. Porque el río Santa Lucía en sí es algo muy amplio que da múltiples opciones de aprovechamiento y que no está ni por asomo utilizado en toda su capacidad.

Aclarado eso, el punto que se eligió –para hablar de la fuente específicamente; después trataremos el tema de la planta, que también está vinculado porque el diseño de planta obedece también a la fuente que se va a tratar– para captar el agua ha recibido muchas críticas desde el punto de vista de la calidad del agua. En primer lugar, por la posible y muy probable presencia de cianobacterias en ese punto; hay estudios hechos por la academia y por científicos uruguayos que apuntan a que es un punto crítico justamente por la persistencia de cianobacterias. Estos organismos causan problemas en los sistemas de abastecimiento de agua de tres tipos: problemas de obstrucción de la planta por taponamiento de filtro;
problemas de toxicidad –presencia de toxinas que liberan o pueden liberar las cianobacterias–, y metabolitos causantes de olor y sabor, que son difíciles de eliminar. Hace muy pocos días Analía Ciganda presentó en el congreso de la International Water Association (IWA) un trabajo en el que demostró que ese es un punto crítico por la presencia de cianobacterias. Pero se han hecho otros estudios y muchas declaraciones han salido a la luz en este último tiempo.

Además está el tema de la salinidad. Cuando se planteó el proyecto en el año 2020 se decía que se iba a tomar agua dulce del Río de la Plata en ese punto.

EC —¿Usted dice que no es dulce, que no se la puede definir como dulce?

DR —En ese momento OSE disponía de muestreos de fines de la década del 90, principios del año 2000, no había muestreos recientes. Cuando se instaló una sonda en ese punto se empezó a ver que había agua salada en determinados momentos. Tanto es así que en determinado momento –creo que fue en los primeros meses del año 2023– hubo tres meses seguidos de agua salada en ese punto.

Pero el consorcio ha hecho sus estudios y las últimas declaraciones y lo que figura en el informe ambiental resumen es que sería en muy pocos días al año que habría salinidad en ese punto.

EC —Vamos a esa discusión. Según el consorcio que promueve la obra, el agua que se va a tomar es dulce el 98 % del tiempo; el restante 2 % implica en promedio ocho días al año de salinidad, según surge de un monitoreo permanente que vienen realizando desde hace cuatro años con una sonda que además reafirma –dicen– estudios previos de la década de 1970.

DR —Hay muchas objeciones a ese valor. Pero asumamos que el 98 % del agua va a ser dulce; ya ahí tenemos un problema, porque vamos a elegir una fuente para Montevideo, que va a durar muchos años, va a complementar la fuente actual, y partimos asumiendo que el 98 % del tiempo vamos a tener agua buena, pero en un 2 % no, y eso son ocho días al año. Para la elección de una fuente yo me preguntaría si no existe alguna otra que el 100 % del tiempo sea razonable, cumpla con las normas.

EC —¿Efectivamente, un 2 % en el año es un problema? Parece muy poco…

DR —Parece muy poco pero no debería haber nada. La pregunta que hago es si no hay otras fuentes que garanticen el 100 %. Estamos iniciando un proceso con una fuente que ya de entrada un 2 % del tiempo va a estar fuera de norma, que no se va a poder potabilizar, y hay que hacer una artimaña, derivarla hacia el pólder para utilizar agua del pólder.

EC —Analicemos la cuestión de la salinidad. Para salvar el inconveniente, se agregó al proyecto la construcción de una reserva de agua dulce, el pólder. ¿Qué es un reservorio de este tipo?

DR —En el proyecto original no estaba previsto porque se pensaba que era agua dulce, los propios proyectistas entendían que era agua dulce. Después los muestreos demostraron lo contrario. Es un reservorio de agua dulce…

EC —Un lago artificial.

DR —Un lago artificial para acumular agua cuando el agua del Río de la Plata es dulce, y cuando es salada, tomar de ese reservorio. Eso introduce complicaciones operativas y demuestra que la fuente tiene problemas ya al inicio del período, una fuente que va a usarse por muchísimos años.

EC —Según los datos del consorcio, ese pólder, que tiene capacidad para 15 millones de metros cúbicos, equivale a 70 días de consumo corrido. Según dice el privado, un episodio de 70 días corridos de alta salinidad solo se da una vez en un período de entre 50 y 100 años, sería un incidente muy aislado. Pero además, las mediciones en los últimos 18 meses muestran solo un episodio de salinidad excesiva, que duró 23 horas. De nuevo, ¿la solución del pólder no es más que suficiente para cubrir estos episodios?

DR —Si nos referimos a la fuente propiamente dicha, que es el río Santa Lucía, el pólder es una artimaña, un procedimiento para salvar una deficiencia que tiene la fuente. Lógicamente, el pólder podría resolver el tema de la salinidad, pero a su vez trae otros problemas, lo que hace que se vaya complejizando el problema.

EC —¿A qué otros problemas se refiere?

DR —Se han hecho y se están haciendo algunos estudios de posibles contaminaciones del acuífero Raigón; es posible que la propia operativa de ese pólder sea una fuente de generación de cianobacterias. Pero no es algo normal, porque si hiciéramos una licitación en este momento para escuchar propuestas de empresas internacionales que vengan a ofrecernos un servicio de agua alternativo que utilice el Río de la Plata, seguramente se presentarían algunas que utilizarían agua dulce yendo más hacia el oeste, donde OSE tiene tomas, muy al oeste, que toman agua dulce el 100 % del tiempo, o muy cerca de Montevideo y desalinizarían. Pero difícilmente alguien presente una iniciativa con algo mixto, que a veces es dulce, a veces es salada, construir un pólder, bombear de ahí cuando no bombear de acá. Introduce una complicación. Estamos partiendo de una fuente que ya de entrada tiene ese tipo de inconveniente. Y ni que hablar de cómo proyectamos esta fuente a futuro, cuando la intrusión salina en los estuarios con el cambio climático es todo un tema que no está perfectamente estudiado.

EC —El hecho de que hubo que agregar al proyecto el pólder no solo implica un costo, sino que la complicación que significa también ha sido objeto de polémica. Usted algo citó recién, pero se han escuchado otras críticas. Por ejemplo, que se implantaría sobre una superficie de 240 hectáreas de tierra de buena calidad productiva, lo que afectaría actividades tradicionales en la zona, con su correspondiente impacto social. Han dicho algunos de los productores que viven y trabajan por allí que existe el riesgo de que el agua bruta depositada en el pólder se infiltre en la tierra y contamine el acuífero Raigón, lo que a su vez afectaría al riego del cual dependen esas producciones. También se ha planteado el riesgo de que se rompa el terraplén que hay que construir para el pólder y que el agua depositada estropee producciones cercanas, incluso viviendas de los habitantes de la zona. Y también el riesgo de contaminación del acuífero Raigón por el relleno sanitario que habría que realizar con los lodos contaminantes fruto de la potabilización. ¿Usted tiene en cuenta esta otra parte de la discusión?

DR —No, en esa parte no soy especialista, yo me refiero básicamente al abastecimiento de agua potable. Pero sí estoy al tanto de todas esas críticas, es un componente más que suma inconvenientes a este proyecto. No solamente el abastecimiento de agua, sino también todo eso que lo rodea y que afecta al ambiente, que está incluido en los estudios de impacto ambiental y que seguramente va a ser tenido en cuenta.
***
EC —Danilo Ríos es ingeniero civil, magíster en Ingeniería Ambiental, docente del Instituto de Mecánica de los Fluidos e Ingeniería Ambiental de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República, ex gerente general de OSE en el período 2006-2015.
***
EC —Usted decía que el otro punto que no lo convence es la tecnología que se va a utilizar para potabilizar el agua que se extraerá del Río de la Plata, que, según lo que advierte, tiene presencia de cianobacterias y contenido orgánico. Primero, ¿cuán persistentes son estos componentes en ese lugar elegido para la toma?

DR —Seguimos con el tema de calidad del agua en ese punto. Dijimos las cianobacterias –un tema bastante conocido–, la salinidad expresada a través de los cloruros y el sodio. El parámetro que tomó el consorcio para el diseño son los cloruros, pero el Río de la Plata también tiene ioduros y bromuros, y los bromuros particularmente son los que causaron el problema de trihalometanos en Montevideo el año pasado.

EC —¿O sea…?

DR —El agua del Río de la Plata tiene cloruros y también bromuros. Esos bromuros reaccionan con la materia orgánica y forman lo que se llama ácido hipobromoso, que reacciona con el cloro que se agrega con fines de desinfección y genera trihalometanos. Ese tema ocurrió en Montevideo el año pasado y generó trihalometanos muchas veces por encima de la norma, valores que nunca se habían detectado en la red de Montevideo. Ese es un problema.

EC —¿Eso qué implica? ¿Cuál es el problema?

DR —Los trihalometanos están limitados en la norma de calidad uruguaya y eso hay que tenerlo en cuenta.

EC —¿Por qué?

DR —Porque son productos que la norma contempla. Además vamos a sumar otro subproducto que se va a generar en este proceso que está incluido por el Instituto de Investigación sobre el Cáncer como BB, lo que significa posible cancerígeno. Eso implica que la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo tome en sus guías de calidad, que Uruguay replica con un valor en una norma bastante estricta que el año pasado se superó ampliamente justamente por la incidencia de los bromuros que están en el agua del Río de la Plata.

EC —¿Esa observación tiene que ver con el proceso de potabilización del agua, el proceso cotidiano, el proceso de todos los días?

DR —Terminada esta reseña de la calidad, vamos a hablar del proceso que se va a implementar. Ese proceso implica la dosificación de ozono, y el ozono genera otro problema, que es que cuando el agua tiene bromuros reacciona con los bromuros y forma bromatos, que es otro compuesto que está regulado por la norma uruguaya y propuesto por las guías de la OMS en el mismo grupo BB que mencioné para los trihalometanos. Ahí tenemos dos productos riesgosos que se pueden generar a raíz de la calidad del agua en ese punto. La concentración de bromuros que se estimó para el diseño no se menciona en el informe ambiental resumen, pero en algunas preguntas que le hicieron a la empresa en la solicitud de información complementaria (sic) se la estima a través de una serie de relaciones empíricas del agua de Montevideo durante la crisis, pero no se realizaron muestreos específicos de bromuro en ese punto. Solamente se refiere a la concentración de cloruros, y se saca una relación que se estima que el proceso no generaría problemas de bromatos. Eso es lo que dicen los diseñadores de la planta.

Ahí le sumamos otra complejidad a la fuente. Además de la complejidad de la fuente, se trata de un curso en el cual tenemos poca incidencia, si queremos implementar alguna acción tenemos que hacerlo en acuerdo con otros países. Difícilmente tengamos incidencia en variar la calidad de esa fuente a lo largo de los años que vienen.

EC —Usted se refiere al Río de la Plata, cuyo flujo de agua viene de una cantidad de orígenes, pero en particular tiene que ver con lo que ocurre del lado argentino.

DR —Así es, efectivamente.

EC —Estas observaciones sobre la calidad del agua ¿son a propósito del agua con salinidad o del agua de todos los días?, ¿a qué se está refiriendo? Porque capaz que acá es donde entramos en el terreno técnicamente más complejo y conviene aclararlo bien.

DR —Sin entrar en cuestiones muy técnicas, lo que digo es que todas esas problemáticas existen en el punto de toma. Incluso no se sabe bien –porque los estudios no lo han demostrado– si la limitante para el uso del agua del Río de la Plata son justamente los cloruros o los bromuros. Porque cuando los cloruros están por debajo del valor que se tomó como límite, que es 250, podrían estar generando estos productos nocivos.

Pero me refiero específicamente a la fuente, a las complejidades que tiene la fuente. Entonces, lo que propone la empresa es una tecnología de tratamiento que ha mencionado como innovadora, buena, lo que comparto; es una tecnología buena, apropiada para tratar aguas complejas, pero lo primero que hay que buscar es la calidad de la fuente y después construir una planta acorde. Entonces este tipo de procedimientos de tratamiento, que son tecnologías muy modernas y buenas, que son apropiadas, quizás sirvan como un buen paraguas para resolver algún evento de calidad. Aparte confío en los diseñadores, que son uruguayos, y además en la contraparte de OSE; desde el punto de vista del proyecto no tengo dudas de que va a salir un buen diseño de las instalaciones. No obstante ello, hay demasiadas cuestiones de la fuente y variabilidad que hacen que la operativa sea compleja.

Para poner un paralelismo quizás un poco burdo: uno puede tener un buen paraguas para hacer frente a una lluvia, pero tener un buen paraguas para vivir abajo de la lluvia es un poco complicado, porque todo apunta a que este sería un punto muy complejo desde el punto de vista de la calidad del agua de la fuente.

EC —Desde el punto de vista de la calidad del agua que se toma para el proceso de potabilización. ¿Qué pasaría con el resultado de la potabilización?

DR —Lo volvería un sistema, por más que sea de última tecnología, sumamente frágil, por la cantidad de variables que estarían incidiendo en la operativa de esa planta. Uno de los principios básicos en la potabilización es tratar de que los sistemas sean robustos, que no reciban muchos cambios de calidad del agua bruta, y para eso hay que seleccionar bien el agua de la fuente. Los sistemas tienen que ser robustos, no ser frágiles y depender tanto de cuestiones operativas.

EC —Usted se está refiriendo al trabajo cotidiano que haría esa planta.

DR —Exactamente.

EC —No a los episodios excepcionales de salinidad o de cianobacterias, por
ejemplo.

DR —No tenemos claro, hay luces amarillas en cuanto a la recurrencia de episodios
de cianobacterias en ese punto. Los estudios indican que es un riesgo muy grande.

EC —¿Qué es lo que se prevé para potabilizar en esos casos?

DR —Para la eliminación de metabolitos de olor y sabor se utilizan tecnologías como la que se va a aplicar. Pero a su vez tenemos la generación de bromatos y trihalometanos. Sin entrar en un análisis técnico muy grande, la tecnología para reducir los bromatos se basa en bajar el pH del agua. Pero cuando usted baja el pH del agua pueden aumentar los trihalometanos, y viceversa, si trabajamos con un pH más alto, hay poca remoción de materia orgánica y pueden predominar los bromatos. Es una operativa compleja.

Entonces la pregunta que me hago y que nos hacemos varios es si tenemos necesidad de tratar un agua tan compleja. Ese es el punto crítico: ¿por qué recurrir a una fuente tan compleja y no evaluar la posibilidad de utilizar otra fuente? Algo que ya se hizo, se evaluaron otras fuentes y de ninguno de los estudios que se han hecho desde 1970 a la fecha –le puedo hacer una reseña de ellos– surgió la conclusión de que utilizar el agua del Río de la Plata sea la opción más conveniente para complementar la oferta de agua de la planta de Aguas Corrientes.

EC —Pero este punto mismo, el de Arazatí, se manejó en otras épocas en OSE a propósito de cómo generar alternativas, cómo generar una fuente que diera más seguridad al abastecimiento de agua en la zona metropolitana.

DR —Sí, se ha estudiado desde los años 70, se ha estudiado en varias oportunidades la colocación de una toma en Arazatí. Las primeras ideas eran colocar una toma y enviar el agua hasta Aguas Corrientes; incluso en el año 1980, a raíz de una sequía que tuvo Montevideo, se estuvo a punto de hacer esa obra. Una obra de emergencia: colocar una toma en Arazatí, enviar agua al río San José y por el sistema de trasvase llegar hasta la toma de Aguas Corrientes. Pero como una emergencia. Esa obra se puso arriba de la mesa, pero, como todo, llovió y no se hizo. Es lo que ha pasado históricamente con todo esto, cuando llueve nos olvidamos del tema. Ya pasó un año desde que finalizó la crisis, llovió y poco se ha hablado del tema.

EC —Pero usted hacía una afirmación a propósito de antecedentes en cuanto a utilización del Río de la Plata a estos efectos.

DR —Sí. Los estudios que se hicieron en la década del 70 no tuvieron en cuenta, por ejemplo, la realidad que tenemos hoy con las aguas, que es la proliferación de cianobacterias. Se referían básicamente a los temas de salinidad. Pero en ningún estudio esa toma fue competitiva frente a otras opciones que ofrece el río Santa Lucía. La cuenca del río Santa Lucía es enorme, por arriba de la represa de Aguas Corrientes pasa agua como para abastecer a muchos Montevideo; el tema es la acumulación de esa agua.
***
EC —Tratando de resumir lo que expuso en la primera parte, sus cuestionamientos al proyecto se centran en el sitio elegido para la toma de agua y la potabilización. Esa es la clave de su observación.

DR —Esa es la clave fundamental, sí.

EC —Y, si entiendo bien su planteo, ese punto elegido, Arazatí, complejizó el proyecto y el proceso de manera innecesaria y eso a su vez se trasladó a costos, costos que podrían haberse evitado.

DR —En realidad el costo que se manejó al principio fue variando, es un sistema costoso porque es un sistema completo, porque hace toma, planta de tratamiento e impulsión a Montevideo. Un sistema costoso que apunta a resolver dos problemas independientes que se pueden resolver en forma separada y no tienen la misma urgencia.

EC —El pago que OSE tiene que hacer, según el contrato que está pendiente firmar, de 50 millones de dólares anuales durante 17 años y medio, ¿qué implica para el presupuesto de OSE?

DR —Entiendo que es un golpe muy grande para el presupuesto de OSE y quiero saber cómo se va a hacer, justamente, para ser equitativo respecto al abastecimiento de agua del resto del país. No solamente el agua, sino el saneamiento, por más que hay un proyecto de saneamiento en curso, que le da un empuje importante a ese sector. Pero OSE tiene una capacidad de invertir de aproximadamente 70 millones de dólares por año. Y si bien esto va a ir cargado al presupuesto operativo porque se va a pagar como un arrendamiento, le hace una quita muy importante a OSE, que al fin del período le va a generar un déficit significativo a la empresa. No quiero manejar un monto, pero un déficit muy grande. A mi entender, el proyecto está fuera de escala para OSE.

EC —OSE tiene pendientes inversiones en el propio sistema metropolitano.

DR —No solamente, sino que la realidad de las aguas del país ha cambiado y hay que modificar muchísimas plantas en el interior, sobre todo por dos razones, la primera es la calidad de aguas y la segunda son las inundaciones. Las plantas que se fueron colocando en la década del 30 están muy cerca de los ríos y muchas de ellas están en zonas inundables. Se han localizado algunas como Durazno, Treinta y Tres, y quedan otras por hacer. Pero además hay que rehabilitar un conjunto de plantas y hacer inversiones significativas en el interior del país, no solamente en Montevideo. Esa ha sido la dificultad que ha tenido OSE a lo largo del tiempo, porque hace una inversión grande en Montevideo, pero después tiene que atender también el interior, tiene que atender todo el país. Y a veces el presupuesto es corto, porque hasta la década de los 80 OSE recibía subsidios externos. En aquel momento se dejaron de aplicar esos subsidios porque se pensaba que el tema estaba resuelto, pero la realidad de las aguas ha cambiado drásticamente desde el 80 hasta hoy, lo que hace que se necesite mucho más dinero para enfrentar esas inversiones.

EC —La elección del lugar, las costas de Arazatí en San José, no fue casual, según dice el consorcio. El ingeniero Gross, que es el responsable técnico, indicó que ese es el punto más cercano a Montevideo con la mínima salinidad. También interviene el factor económico, dado que extender la red de aducción, si se quisiera ir más al oeste, supone un millón y medio de dólares extra por cada kilómetro adicional, a lo que se suma el costo energético de mayor bombeo. El ingeniero Gross también destaca que en ese punto en Arazatí hay una buena profundidad, de unos cinco metros, que con una toma ubicada a 1.500 metros de la costa permite contar con agua bruta de mejor calidad y a salvo de bajantes extremas del Río de la Plata. ¿Qué dice de esos argumentos?

DR —Primero le voy a decir que tengo un respeto personal y profesional por el ingeniero Gross, lo conozco desde hace muchos años. Pero en este punto discrepo, porque si bien es el punto donde él estima y los estudios de ellos estiman que la salinidad es menor, estamos hablando de ocho días al año ya admitidos por el consorcio. Para mí es un punto totalmente discutible, no podemos partir de una fuente con la que ya de entrada tenemos el problema de ocho días en que no la podemos usar y tenemos que utilizar el pólder y hacer alguna artimaña operativa para poder utilizarla. Siempre que no se estudie si hay fuentes mejores que esa. Porque en este caso particular no se estudió, se partió de esa fuente.

EC —¿Cuáles serían fuentes mejores? ¿También en el Río de la Plata pero más al oeste?

DR —Hay un estudio que es un ícono, hecho en el año 1970, en el que participó la oficina de OPS local en Uruguay e hizo la Organización de Estados Americanos en ese momento. Ese estudio analizó todas las opciones, sin emitir un juicio de qué es lo prioritario. Pero de ahí surgió la construcción de la represa de paso Severino y otros aprovechamientos del río Santa Lucía.

EC —La represa de paso Severino es de los años… ¿80?

DR —Se habilitó en el año 87, pero ya estaba prevista desde esa época. Además se estudió la posibilidad de utilizar el agua del Río de la Plata con una problemática que era completamente diferente. Pero viniendo a estudios más recientes, en el año 2013 se hizo un estudio a raíz del episodio que hubo en marzo de ese año de cianobacterias en el río Santa Lucía que afectó durante tres días la calidad del sistema de Montevideo. A partir de ahí hubo mucha preocupación por la calidad del agua del río Santa Lucía, se hizo un estudio para buscar una nueva fuente. Fuentes de OSE han dicho que el estudio estuvo mal hecho porque se estudió solo la fuente y no hacer una planta.

Pero yo me quiero referir a la fuente. En ese caso la opción de utilizar el Río de la Plata no fue competitiva frente –incluso con pocos muestreos que había del Río de la Plata– a algunas opciones que ofrecía el río Santa Lucía aún no explotadas, como hacer alguna represa en la cuenca alta del río, concretamente en los arroyos Casupá y del Soldado, en una zona con poca actividad antrópica, donde hay básicamente actividad de tipo ganadero. Los modelos que se hicieron para predecir la calidad del agua daban como resultado que la carga de nutrientes que tendría ese embalse sería menor que el promedio que recibe el río Santa Lucía en toda su extensión. Por lo tanto esa fue la fuente que se seleccionó a partir de estudios que se hicieron en ese momento.

EC —La opción que dejó “pronta” el último gobierno del FA y que el propio presidente Tabaré Vázquez le trasladó, le comentó al doctor Lacalle Pou durante la transición.

DR —Efectivamente. Pero repito, no fue una orden del FA a la institución hacer ese trabajo, fue un trabajo que surgió en el seno de la empresa, que ha sido en general como se han resuelto los problemas.

EC —¿Y usted se pronuncia por esa?, ¿esa sería la alternativa hoy, la represa de Casupá?

DR —No es que yo me pronuncie, los estudios han dado eso y uno tiene que pronunciarse a favor de los estudios técnicos que se han hecho. En ese punto, que es el arroyo Casupá o el propio arroyo del Soldado, que está en la cuenca alta del río, la calidad del agua estaría mucho más protegida que en el resto de la cuenca. ¿Pero qué mala prensa puede tener que se llame Santa Lucía la cuenca en que
está?

EC —Con respecto a ese punto aparecen algunos argumentos. El primero de ellos en torno a la calidad del agua o la afectación de la calidad que podría tener el agua, teniendo en cuenta lo que ha pasado en otros sitios de la propia cuenca. Y segundo, qué pasaría en caso de un episodio de sequía o de déficit hídrico en la medida en que una situación como esa también afectaría a esa región. Como alternativa, enfatizan, el Río de la Plata es una fuente infinita. ¿Entonces?

DR —Desde el punto de vista de calidad, no existe ninguna duda de que la calidad del agua que tendría esa represa –tenemos la experiencia de paso Severino– sería muchísimo mejor que la calidad del agua que tiene hoy la fuente de Arazatí. Además, está dentro del país y podemos regular la actividad, el país lo ha hecho, se han implementado medidas respecto a la cuenca del río Santa Lucía. Y desmiento totalmente los eventos de calidad del río Santa Lucía. El último que tuvo incidencia en la calidad del agua ocurrió en 2013 y duró solamente tres días. Y ocurrió con la toma de Aguas Corrientes, pero esta represa estaría mucho más arriba, en una zona mucho más protegida. O sea, desde el punto de vista de la calidad no cabe ninguna duda de que es una fuente mejor.

Respecto a la cantidad, Montevideo no precisa una fuente infinita, precisa una fuente que le dé el volumen suficiente para hacer frente a eventos de sequía. Y eso las empresas de agua están acostumbradas a resolverlo mediante el diseño de embalses y de represas, la mayoría de las ciudades del mundo se abastecen de embalses y represas. Y los cálculos hoy tienen en cuenta los efectos del cambio climático y los eventos extremos. En el marco de la realidad actual es que se diseñó el volumen de esa represa, que sería más o menos el doble del de la represa de Paso Severino.

EC —Usted dice que llegado un momento de sequía, esa represa habría estado llena antes.

DR —El impacto de una sequía en un sistema de agua potable depende de la infraestructura que se tenga, no de si la sequía es tan extensa; de repente eso afecta otras áreas, por ejemplo la producción. Pero en octubre, noviembre de 2022 el embalse de paso Severino estaba lleno, el problema fue la falta de lluvia de ahí en adelante, no fue la sequía extrema de tantos años de recurrencia a que se hace referencia y efectivamente ocurrió. Si se hubiese tenido esa represa llena ni nos hubiéramos enterado de la sequía.

EC —¿Usted dice que con la suma de lo que había en paso Severino y lo que hubiera habido en Casupá llena se habría cubierto toda la emergencia?

DR —No tengo ninguna duda. Además las empresas están acostumbradas a hacer los cálculos del volumen de un embalse. Se hace una estimación de la población, una estimación de la vida útil del proyecto, se diseña la demanda y en base a los estudios se diseña la represa. El problema que ocurre muchas veces es que se diseña una represa para tantos años y después no se construye lo que debería construirse a futuro, que es otra represa u otro aprovechamiento.

EC —Sí; no estamos teniendo en cuenta acá la variación del consumo, el crecimiento del consumo de agua potable, que es un hecho.

DR —Se tiene en cuenta cuando se diseña una represa.

EC —Hasta ahora no lo habíamos hablado en esta entrevista.

DR —Además, la represa de Casupá o la del Soldado –vamos a hablar de una represa en la cuenca alta del Santa Lucía– tenía otras ventajas para proteger al río Santa Lucía. Que justamente el río Santa Lucía, a pesar de que se construya otra fuente, que se utilice otra fuente, en este caso el proyecto Arazatí, va a seguir siendo la fuente principal. El evento de 2013 se produjo por una sequía que generó lagunones en algunas zonas cercanas al río que justamente son como un caldo de cultivo para las cianobacterias. El proyecto de la represa de Casupá –lo exigió el Ministerio de Medio Ambiente– incluía que no se cerraba nunca el embalse, había un flujo permanente mínimo que se llama caudal ecológico para proteger el curso del río y garantizar en ese punto de Fray Marcos una velocidad mínima de tres metros por segundo de agua para evitar o minimizar cualquier riesgo de evento de calidad.

Además incluía generar un caudal en el río Santa Lucía que desbordara permanentemente por encima de la presa de Aguas Corrientes, de modo de alejar la salinidad de aguas abajo y no utilizar el sistema de trasvase, pero en caso de utilizarlo, garantizar que se tenía agua dulce aguas abajo de la represa.

EC —¿Y qué pasaría en materia de costos?

DR —La represa de Casupá tenía un costo estimado de unos 80-90 millones de dólares, que es un costo razonable para una obra de esa envergadura.

EC —Si lo comparamos con el costo de la obra del Proyecto Neptuno estamos hablando de la cuarta parte.

DR —Neptuno es una inversión de 300 millones de dólares, pero la forma de ejecución hace que el monto se extienda mucho más de ese valor.

EC —Sí, por la forma prevista del contrato, el hecho de que la empresa asuma además el mantenimiento y el plazo. Pero la obra en sí misma del Proyecto Neptuno es del orden de 300-300 y algo de millones de dólares, y Casupá es de 80-90 millones, pero no tiene planta potabilizadora.

DR —Exacto.

EC —Por lo tanto seguimos dependiendo, en ese caso, de Aguas Corrientes.

DR —Justamente, la crítica inmediata que se le podría hacer es que esa represa de Casupá volcaría el agua al río Santa Lucía y el agua llegaría a Aguas Corrientes por el río Santa Lucía. Estaríamos frente al mismo problema. Pero estamos intentando tratar los problemas en forma independiente: fuente del Río de la Plata o fuente de Casupá. Esa era la primera etapa de Casupá. Pero hace unos siete años, en el año 2017, se hizo un estudio y se sentaron las bases para construir una planta de un tercio del caudal; lo mismo que está proponiendo Neptuno ya había sido considerado por OSE en el año 2017, tener una planta que procese un tercio del caudal.

EC —¿Dónde se instalaría esa otra planta?

DR —No había una definición de localización, pero se habían hecho algunos estudios. Cuando en el año 2013 se planteó el tema de la fuente y hubo temor por la contaminación del río Santa Lucía, como el embalse de paso Severino no había dado inconvenientes de calidad en los últimos años, se evaluó la posibilidad de entubar directamente el agua de paso Severino hasta Aguas Corrientes, de modo de, si existiera un problema de contaminación en el curso principal, tener la disponibilidad de esta agua en forma directa hasta la planta de Aguas Corrientes. Además se planteó baipasear el arroyo Canelón Grande; ojo que no es un baipás permanente, sino la posibilidad de hacer un desvío de ese curso hacia aguas abajo de la toma de OSE, porque el Canelón Chico pasa por la ciudad de Canelones y hay riesgo de contaminación de ese curso. De modo que si hubiera una contaminación en esta zona, se evitaría con ese baipás. Pero también si hubiera una contaminación en paso Severino o en el río Santa Lucía Grande estaría la posibilidad de utilizar en forma directa este sistema de Canelón Grande abasteciendo la planta de Aguas Corrientes. Se construyó una toma nueva y se dejó prevista la posibilidad de hacer esta conexión para utilizar acá; hay unos 20 millones de metros cúbicos que dan para varios días de consumo de Montevideo. O sea que estaba previsto hacer uso de esta cuenca de modo de utilizarlos en forma independiente y no todos confluyendo juntos hasta la toma del Santa Lucía.

EC —Falta aclarar lo de la planta adicional potabilizadora.

DR —Pasamos al tema de la planta, porque estamos de acuerdo en que se necesita una nueva planta, que sería útil tener una nueva planta. Pero tampoco lo pongamos como un tema urgente, porque en definitiva esta planta ha demostrado ser una planta robusta. No es una planta que está instalada ahí sin tener en cuenta las posibles emergencias. Es una planta que tiene dos líneas de tratamiento independientes, que sí tiene sitios comunes como la única toma y el agua se junta al final.

Es una planta muy robusta y si revisamos la historia, los episodios que han producido falta de agua en Montevideo han tenido poco que ver con la planta de Aguas Corrientes, han tenido que ver de repente con una rotura en una tubería o algún episodio de otro tipo. Recuerdo que en 2009 se rompió la cuarta línea de bombeo y una parte de Montevideo sufrió falta de agua durante dos o tres días, pero no originada por la planta.

Entonces en primer lugar no es un tema urgente, es un tema importante. Creemos que es más urgente el tema de la fuente que el tema de la planta. Pero así y todo estaba prevista la construcción de esa planta. Ahora, después de tener todas estas alternativas que dijimos en la fuente, usted puede definir dónde colocar esa planta o de dónde abastecer esa planta. Esa planta se puede abastecer directamente de la represa de Casupá, como ya fue planteado por algunos profesionales en este período, y también fue prevista en la década del 70 –en el estudio que le mencionaba– la utilización de Casupá con una planta colocada cerca de la ciudad de Las Piedras, que se desechó por tema de costos porque en ese momento hubo una inversión muy grande en Aguas Corrientes y la planta era nueva. O bien esa planta puede tomar de la represa de paso Severino o de la represa de Casupá, hay que hacer un estudio, pero estamos de acuerdo, ahí coincidimos con el consorcio y con la propuesta de OSE en que sería conveniente hacer una nueva planta. Pero como una etapa posterior, no en simultáneo con esto porque encarece y saca fuera de escala el proyecto.
***
EC —Si se fuera por el camino de la construcción de la represa de Casupá con esas obras anexas, complementarias, que usted describía y que también prevé o debería prever una planta potabilizadora adicional, ¿de qué inversión estaríamos hablando en comparación con el Proyecto Neptuno?

DR —No tenemos una estimación reciente, pero con seguridad sería menor que la inversión que se prevé ejecutar en esta instancia. Porque además serían obras secuenciales, no hechas todas juntas, lo que implicaría un impacto muy grande en el presupuesto.

EC —Y si ocurriera lo que desde distintos ámbitos se reclama, dejar sin efecto el Proyecto Neptuno, si esa fuera la resolución y se fuera como alternativa efectivamente a la construcción de la represa de Casupá, ¿de cuánto tiempo estaríamos hablando? Se generaría un período entre llamado, adjudicación, obras… ¿de cuánto? ¿Insumiría todo el próximo período de gobierno hasta que estuviera pronta?

DR —El pliego estaba pronto, creo que esta administración se ha preocupado por mantener activa la financiación, que no caiga. Tengo constancia de que el directorio y el gerente general han pedido que se mantenga. Hay que resaltar que la actual administración entiende que también hay que hacer Casupá, es un tema de prioridades, porque no se puede hacer todo junto. Incluso lo que le mencioné no es Casupá y planta todo junto, hay que hacerlo escalonado por un tema presupuestal. Más allá de esto, lo que está necesitando el sistema ahora es el suministro de agua bruta dulce para Aguas Corrientes de forma urgente. Puesto que pasó un año desde que finalizó la crisis y lo que la originó, que fue la falta de agua bruta, se solucionaría con una represa en el río Santa Lucía. Hay que resolverlo en forma urgente para no tener otra crisis como la que tuvimos.

EC —¿Y esa represa cuál sería?

DR —Es compatible con lo que estuvimos hablando que fuera la represa de Casupá, que es la que está más cerca de poder construirse porque se hicieron todos los estudios. Lleva muchos años hacer todos los estudios para una represa. Se llamó a expresiones de interés y se presentaron muchísimas empresas a nivel internacional. Es todo un proceso que dura mucho y estaba casi pronto, aunque seguramente requiera algunos retoques. Y quiero mencionar que en los estudios de Neptuno se llegó a la conclusión de que al año 2035 se precisará aumentar el suministro de agua para Aguas Corrientes también. O sea que es una necesidad que hoy nos está golpeando la puerta y tenemos que salir urgente a construir.
***
Transcripción: María Lila Ltaif

Comentarios