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De Nuestro Archivo: Entrevista con Julio Villegas, el 8 de abril de 2011

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Foto de portada: Julio Villegas. Crédito: Gentileza familia Villegas

Emitida originalmente el 8 de abril de 2011

A sus 75 años de edad, y tras una carrera de casi seis décadas, Julio Villegas decidió retirarse de la actividad profesional para dedicarle más tiempo a su familia y a sus intereses personales. Homenajeando un acontecimiento de esa magnitud, más aún tratándose de un hombre de la casa, En Perspectiva conversó con el experiente comunicador. "Una de las actividades iniciales que tengo previsto desarrollar desde el pique es dormir y tratar de adaptarme a un horario de sueño más razonable", anunció, refiriéndose a los duros madrugones que le imponía su tarea periodística. "Quiero dejar constancia y agradecimiento, además, por la independencia total con que encaré mi trabajo en todos estos años. Jamás tuve la menor indicación de determinada cosa relacionada con algo que dije, qué podía decir y qué no podía decir, nunca. Creo que eso hoy en día y siempre es algo muy destacable para un periodista", manifestó.

(emitido a las 10.07 Hs.)

EMILIANO COTELO:
En sus casi 90 años de vida, esta casa, El Espectador, ha tenido el privilegio de contar en su equipo de profesionales con algunas de las voces emblemáticas de la comunicación radial uruguaya. Voces a través de las cuales nuestros oyentes han podido ser testigos de los hechos más importantes de nuestro país y del mundo. Una de esas voces es, sin duda, la de Julio Villegas.

Este 8 de abril de 2011 es un día muy especial en El Espectador y una jornada que marca otro mojón en la historia de la radio nacional: a los 75 años de edad, don Julio Villegas se retira definitivamente de los micrófonos.

Hoy de madrugada, en el último programa de "A las 6… Villegas", la audiencia se despidió de él de una manera muy cálida. Con infinidad de mensajes de texto, correos electrónicos y también llamadas al aire, los oyentes fueron contando sus propias vivencias del otro lado del receptor y, sobre todo, le agradecieron todo lo que les aportó, todo lo que Julio significó en sus vidas, especialmente en estos 40 años de madrugones, pero también, más en general, en sus cinco décadas largas de carrera profesional en radio. Fue un programa muy lindo, muy emocionante, evidentemente muy removedor para Julio.

Tres horas después, ahora que aflojó y descansó un poco, Julio Villegas está otra vez sentado en el Estudio 1 de El Espectador, pero no en el lugar que habitualmente ocupaba como conductor, sino en la butaca de los entrevistados.

Vamos a charlar un rato con él.

¿Qué tal, Julio?

JULIO VILLEGAS:
Todavía con la emoción del momento vivido, porque honestamente no lo esperaba.

EC – Te cambiamos los planes a último momento.

JV – Me cambiaron los planes a último momento. Y además, con toda sinceridad, recuerdo el caso anterior, hace 12 años, cuando me incorporé a El Espectador, que en una entrevista contigo llamó mucha gente, por supuesto.

EC – Eran circunstancias muy especiales, porque tú habías sido despedido de radio Sarandí, parecía que desaparecías de la actividad radial, y apareció la alternativa.

JV – Apareció la alternativa. Recuerdo esos días, por supuesto, en particular lo recordaba un oyente que escribió, cuando después de mi alejamiento de Sarandí hubo ese interregno en que no se sabía dónde estaba Villegas desde el punto de vista de radio, si podía estar o no podía estar. Y el hombre parece que abrió el diario El País y se encontró con una página entera de Pintos Risso agradeciéndole a El Espectador por haberme contratado, y ahí su alegría.

EC – Los avisos de prensa tenían como gran titular "Villegas no se va".

JV – "Villegas no se va", salió en Búsqueda esa página de la radio misma. Porque había circulado la versión de que yo me retiraba de la actividad, me consta. Entonces fue una especie de respuesta categórica de que yo me incorporaba en esos días, el 7 de junio del 99, aquí a El Espectador.

EC – ¿Cómo se promocionaba en los días previos ese debut?

(Audio Julio Villegas.)

"Les habla Julio Villegas, amigos. Durante todos estos años les he estado informando en las mañanas muchas noticias vinculadas con mucha gente. Hoy quiero contarles algo mío, aunque también es de todos ustedes: estaré desde este lunes aquí en El Espectador, compartiendo las noticias del amanecer, de lunes a viernes, de seis a siete de la mañana, después del programa rural de Leonardo Bolla y antes de En perspectiva con Emiliano, Diego y Daina. Cómo para no estar orgulloso y entusiasmado".

Voz – "Desde este lunes, A las seis Villegas, por El Espectador, la primera radio todo el día".

(Fin.)

JV – No recordaba esa promoción.

EC – Pero la grabaste.

JV – La grabé. Reconocí la voz.

EC – Hoy de mañana, entre las seis y las siete "te jubilaste", cerraste tu carrera como hombre de radio que habías iniciado hace 57 años…

JV – …No tengo la fecha exacta, ya se perdió en el tiempo, pero por el 53, el 54, ingresé en la entonces Broadcasting Centenario.

EC – Y además cerraste más de 40 años conduciendo informativos que empezaban a las seis de la mañana. Primero "Gigantísimo", en radio Sarandí, desde 1970, y después "A las 6… Villegas" acá en El Espectador.

JV – Desde 1970. Fue Jorge Mullins que tuvo la idea. Mucha gente dijo: "¿Seis de la mañana? Este hombre está loco. ¿Quién se va a levantar a las seis de la mañana para escucharlo?". Y efectivamente fue una visión de las tantas que tuvo Mullins implantar esa costumbre para mucha gente, porque hay mucha gente que se levanta temprano, más allá de que escuche determinada radio, la gente que tiene que estar a las siete y media en su trabajo o a las ocho tiene que movilizarse desde más temprano, no todos viven al lado de su trabajo, tienen que hacer desplazamientos, esperar los ómnibus en la parada, mirar los diarios en el quiosco.

EC – Como tu quiosco.

JV – Entonces fue una idea que prendió muy bien, y a partir de ahí, ahí estuvimos, primero con un equipo de compañeros muy recordados. Posteriormente, por distintas razones se fue desgranando ese equipo y quedé al frente.

EC – Después quiero consultarte más específicamente sobre "Gigantísimo" y "A las 6… Villegas", pero yo recordaba esos hitos porque están terminando 50 años largos de carrera y 40 años de madrugones y de comunicación a las seis de la mañana. ¿Cómo estás viviendo un día como este? ¿Con tristeza, con alegría, con alivio, con preocupaciones? ¿Cuál es el estado de ánimo?

JV – Preocupaciones siempre hay, sobre todo cuando se cambia de situación, como en este caso. Sabemos muy bien que desde el punto de vista económico no es lo mismo una persona que está cobrando una pasividad que una persona que está en una actividad determinada. Eso por un lado. Pero eso queda totalmente eclipsado por una necesidad de poner punto final a una tarea, de descanso, de dedicar tiempo a cosas que uno ha venido postergando permanentemente.

EC – Charlando un día de esta semana contigo me decías: "No veo el momento de que llegue el viernes…".

JV – Efectivamente, y desde hace ya tiempo, porque esto nació en agosto del año pasado, cuando yo comuniqué a la dirección que mi intención, sin urgencia, era poner punto final a mi actividad en el transcurso del 11. A partir de ahí todo se tomó su tiempo, de mi parte para los trámites necesarios y esa adaptación mental a lo que iba a ser mi nueva situación, y por el lado de la radio, por supuesto, en primer lugar para pensar cómo suplantamos a Villegas, qué persona va a ocupar su lugar, y hasta pequeñas cosas. El nombre, ponerle un nombre al programa, porque vamos a poner una hipótesis de trabajo: mañana se va Cotelo a Canadá, porque le hicieron un contrato fabuloso y se va. Pueden pasar dos cosas: o el programa se sigue llamando En perspectiva o le cambian el nombre, pero puede seguir llamándose En perspectiva, pero no pasaría lo mismo si el programa se llamara, por ejemplo, La pulpería de Emiliano, o algo así.

EC – Fue todo un tema. Aparte, tu decisión de jubilarte vino a superponerse con los cambios de programación que la radio puso en marcha a principios de marzo. Pero son procesos absolutamente paralelos, no tienen nada que ver uno con otro.

JV – No, por eso aclaraba que esto es una decisión que yo le comuniqué a la dirección en agosto. Y se entendió muy bien. Por supuesto, hubo cierta sorpresa, pero se entendió bien el deseo de decir "hasta acá llegué".

EC – Entonces hoy, ahora, a las 10 y 18 minutos de la mañana, ¿cómo estás?

JV – Bien, bien, feliz de cerrar una etapa y empezar otra, porque para mí tiene otras connotaciones, de vida familiar, de ejercicio físico, de lectura, de poder ir con tranquilidad sin mirar el reloj a reuniones, a un vernissage, a una conferencia.

EC – ¿A qué hora te levantabas? Es una pregunta que te deben de haber hecho 225.000 veces.

JV – Me levantaba hasta hoy a las tres y media de la mañana.

EC – ¿Cuántas horas dormías de noche? ¿Cómo era tu régimen de sueño?

JV – Nunca tuve una rutina fija, si había una película que me interesaba la seguía viendo y dormía tres horas, después complementaba con una siesta matutina, que hoy interrumpí para venir a hablar contigo.

EC – Esta era la hora de la siesta.

JV – Esta era la hora de la siesta para mí, que es como el complemento. No es aconsejable, me lo dice todo el mundo, mi médico me lo dice, eso de cortar el sueño en dos tramos.

EC – Yo tengo una necesidad parecida, pese a que me levanto un poco más tarde de lo que te levantabas tú. Porque hay un problema que es a qué hora te acostás. ¿A qué hora te acostabas tú?

JV – Nunca antes de las diez y media.

EC – ¿Nunca te dormiste?

JV – Tengo que pensar, la verdad es que no me ha ocurrido. Además tenía ciertos resortes preparados, si llegaba cierta hora y yo no estaba acá, estaba mi compañero de recepción, Damián Esquivo, estaba atento y me llamaba por teléfono, si se hacían las cinco, cinco y cuarto de la mañana.

EC – ¿Ocurrió alguna vez?

JV – Ocurrió hace seis meses, una cosa así. Pero en general no. Incluso me despierto antes de que suene el teléfono que tengo contratado; que tenía contratado, me cuesta situarme.

EC – Vas a anular ese contrato. Hoy se anula ese contrato.

JV – Sí, sí.

EC – ¿Cómo te condicionaba en la vida ese régimen horario?

JV – No solo el régimen horario. Algo que no me pasó en este tramo de El Espectador, pero sí antes, muchas veces, por ejemplo, fue trabajar los domingos, los sábados de repente. Eso a nivel familiar tenía una repercusión directa. Además porque la gente, como sabía que yo madrugaba tanto, los amigos, la familia en general, tenía cierta reticencia a programar reuniones de nochecita o de noche, porque partía de la base de que yo no estaba disponible. Hasta ahora, este domingo que viene va a ser el primero que no voy a estar mirando el reloj si nos reunimos en familia porque a las cinco de la tarde tengo que estar en mi casa con la computadora, por ejemplo.

EC – Tu trabajo empezaba en la tarde.

JV – Sí, empezaba a las cuatro de la tarde, por lo menos. No te olvides de que aunque no figura en los créditos, una de mis tareas desde hace varios años, un montón de años, era la redacción de un resumen de información internacional.

EC – Claro, Julio Villegas ha sido durante todos estos años el redactor de los titulares internacionales de En perspectiva, un contenido fundamental por el cual aprovecho para hacerte el reconocimiento que corresponde.

JV – Te imaginás el tiempo que lleva eso, te obliga a seguir durante el día de cerca toda la información internacional. Tengo en casa la conexión –la sigo teniendo, por eso digo "tengo"– con la red de El Espectador, y con los servicios internacionales de El Espectador, entonces eso me permitía que desde casa, a las cuatro de la tarde, a más tardar, ya estuviera siguiendo de cerca los acontecimientos internacionales para seleccionar algún material, incluso para imprimir –tengo mis carpetitas con los temas más salientes–, y eso lo seguía haciendo hasta que me iba a dormir.

EC – En definitiva, una hora de programa al aire, ¿cuánto tiempo de trabajo tenía?

JV – Es muy difícil porque se mezcla con lo otro. Y parece mentira, pero lo internacional, a pesar de que si uno lo mira eran dos o tres hojitas, lleva un tiempo muy grande, no solo el seguimiento de la información, la selección del material, de las noticias, imprimirlas, y además redactarlas. Porque no es copiar, es redactar la información, que lleva tiempo y además hay que hacerlo para que lo lea otra persona. Si es uno el que lo lee es una cosa, en mi espacio yo tenía un manejo del micrófono mucho más flexible, no tenía problema, pero es diferente cuando tenés que escribir para otro que va a leerlo. Eso lleva mucho tiempo, la redacción de eso todos los días a las cinco, cinco y cuarto a más tardar yo tenía que estar escribiendo, hasta las seis, que me venía para el espacio. Eso me llevaba tiempo y preocupación. Entonces es difícil establecer exactamente el tiempo que me llevaba mi espacio, el espacio que yo conducía.

EC – ¿Estamos hablando de…?

JV – A las cuatro me sentaba a trabajar, y ya veía comunicados que llegaban a la radio a través de la red, ya tomaba las cotizaciones para tenerlas para el día siguiente. Cuanta información surgía, ya la iba analizando, elegía, imprimía, encarpetaba, para un espacio de información cultural, por ejemplo, llegaba permanentemente información.

EC – La radioagenda.

JV – La radioagenda.

EC – Un éxito.

JV – Un éxito.

EC – Los oyentes han demostrado que le tienen un gran cariño a ese espacio y temen por su ausencia.

JV – Esas son cosas que se pueden suplir.

***

EC – Hoy Julio Villegas se aleja definitivamente de los micrófonos. Estamos todos emocionados aquí en la radio, porque después de una larga carrera de 50 años, casi 60, una de las voces emblemáticas de la radio uruguaya ha decidido retirarse para dedicar más tiempo a su familia y a otras actividades que había tenido que postergar por este trajinar, ese esfuerzo diario, con esos horarios tan exigentes que implicaba en su caso la actividad periodística.

A propósito, hay oyentes que preguntan "¿está casado?", "¿tiene familia?". Claro que sí.

JV – Un familión.

EC – Raquel, tu esposa, y cuatro hijas.

JV – Cuatro hijas y nueve nietos.

EC – ¿Cómo ha sobrellevado la familia estas exigencias?

JV – Ha respetado el trabajo que uno ha tenido, que le ha tocado en suerte, y todo el tiempo que le ha ocupado, se ha adaptado a esa situación. Por supuesto, las hijas se han ido casando y ya no es lo mismo, pero cuando estaban con nosotros tenían que adaptarse a esa situación, igual que la madre, no había más remedio.

EC – ¿Y hoy cómo reaccionan?

JV – Ah, todas muy contentas. Por suerte, hay una comprensión de esa necesidad de poner punto final a esta tarea, y ya querían programar cosas para hoy mismo, para mañana, reuniones y todo lo demás. Yo pedí un poco de aire, necesito un paréntesis de descanso, de caminatas, de pensar con tranquilidad.

EC – ¿Puedo contar una infidencia?

JV – Claro.

EC – La que me contabas hace un rato.

JV – Sí, claro.

EC – Hoy de madrugada los oyentes se expresaron, y muchos lo hicieron por teléfono, en vivo. Un rato después Julio se enteró de que una de las llamadas que llegaron a la radio venía de su familia, de una de sus hijas, que pretendía salir al aire a saludarlo y contar cómo estaban viviendo ellos este momento. Y me agregó Julio: "Por suerte esa llamada no entró".

JV – Me habría desarmado totalmente.

ROSARIO CASTELLANOS:
Si vieras la cantidad de llamadas que no entraron… Desde temprano la persona que está a cargo de la noche en la radio estaba desesperada porque no daba abasto para las llamadas que en la medida en que no entraban llamaban al teléfono de la radio. Así que todos los teléfonos hoy colapsaron por la gente que intentó llamarte, muchos vinieron hasta acá porque no obtuvieron respuesta.

EC – Siguen llegando los mensajes, es imposible citarlos todos. Julio se los lleva, los va a recibir empaquetados para regalo, porque creo que son un testimonio muy interesante de lo que deja su trabajo de todos estos años. Están los mensajes de texto, los correos electrónicos, las llamadas, los que están ingresando por el muro de En perspectiva en Facebook, que además están quedando publicados y la audiencia los puede ver.

JV – Es muy estimulante ver que en el cierre de la actividad haya tanta gente que exprese su solidaridad, su afecto, que sienta lo que yo traté de trasmitir, tratar de que sintieran una voz como de un amigo que está contándoles algo, no con dureza como era un poco la costumbre.

EC – Hace un rato tú recordabas tus comienzos de "Gigantísimo" en radio Sarandí, en 1970. Radio Sarandí acababa de ser comprada por Jorge Nelson Mullins, con quien tú habías trabajado en distintas ocasiones, en especial acá mismo en El Espectador, en tu arranque.

JV – Él era gerente de producción en aquel momento, antes de ser contratado primero por radio Montecarlo y después por Canal 4.

EC – ¿Mullins mismo creó "Gigantísimo"?

JV – Sí.

EC – Aquel informativo que empezaba a las seis de la mañana, que duraba dos horas, que ya por eso era innovador, por la hora, por la duración y por el estilo de lectura. Hoy todo el público te identifica a ti con esa manera natural de hablar a la hora de dar las noticias, ese tono descontracturado, no apurado, con pausas, con pequeños comentarios y algunos toques de humor. Aquello no se hacía hasta entonces, empezaron ustedes a marcar esa tendencia.

JV – Creo que sí. No fue algo libretado, preparado especialmente como una idea que surgiera de hacer las cosas de determinada manera.

EC – ¿Alguien lo propuso?

JV – No, se fue produciendo a medida que pasaba el tiempo, a medida que salía el informativo donde trabajábamos varios compañeros, con Milton Grajales que estaba al frente de la sección informativos en ese arranque, y con varios queridos compañeros más que compartían, en la parte deportiva intervenía Barizzoni, estaba Arellano, antes de su pasaje al canal de televisión. Participábamos varios. No había esa manera flexible de hablar como después fue teniendo ese informativo. En el arranque fue un informativo más con algunas características distintas porque eran varias personas, porque arrancaba a las seis, cosa que fue como tú dijiste algo innovador, algo que sorprendió; incluso había mucho escepticismo de mucha gente de que eso pudiera funcionar, a las seis de la mañana quién va a prender la radio. Así era. Y se fue demostrando que a las seis de la mañana, no por ser esa radio, pero hay mucha gente a la que le interesa tener información.

EC – ¿Siempre ese programa se hacía en el estudio ubicado en el Centro de Montevideo?

JV – Siempre no, empezó.

EC – Empezó en Radiocentro, que era una especie de vidriera que había montado radio Sarandí frente a la plaza del Entrevero.

JV – Frente al Entrevero. Allí empezó, y el público nos miraba, parecía una jaula.

RC – Una pecera.

JV – Una situación distinta, a los que somos un poco cohibidos o tímidos no nos causaba mucha gracia que hubiera gente mirándonos mientras pasábamos las noticias. Pero así era, servía para la promoción de la radio, y así se hizo durante un par de años, hasta que se pasó a una casa vieja de radio Sarandí, que ahora es una parte de Canal 12.

EC – En Enriqueta Compte y Riqué.

JV – Allí a mitad de cuadra estaba una casa vieja, recuerdo que en la cocina había un escritorio o algo por el estilo, yo estaba en la sala, el informativo, en fin. Allí se fue cambiando de a poco el estilo de ese informativo. De a poco, no fue una cosa preparada, no fue un cambio preparado, se fue haciendo de a poco, por la manera de ser de los que trabajábamos allí.

EC – A los oyentes que están tan acostumbrados a ese tu estilo seguramente los descoloca mucho escuchar a este otro Julio Villegas que va a salir al aire en este momento.

(Audio trasmisión de ciclismo.)

EC – Eso tenía poco de coloquial.

RC – Me encantó el gesto de Julio sacudiendo la cabeza como que lo hubieras enfrentado a una especie de pecado de juventud.

JV – Las cosas que uno ha hecho en la vida…

EC – Confesá, Julio, ¿qué es esto?

JV – Eso fue algo que me ayudó mucho en mi posterior trabajo radial, mi incursión como relator de ciclismo, porque obligaba a improvisar. Ahí no estaba leyendo nada, no tenía un papel adelante, estaba diciendo lo que veía. Y en este pasaje que hemos disfrutado no tanto, pero había otros momentos de las vueltas ciclistas, por ejemplo, y de los programas de ciclismo…

EC – …¿Cuántas vueltas ciclistas hiciste?

JV – Creo que fueron ocho o nueve. Es un fenómeno espectacular la Vuelta Ciclista, tengo recuerdos fantásticos de haber recorrido todo el país, por supuesto.

EC – Tú estabas contando qué fue lo que te permitió aprender este trabajo.

JV – Sirvió muchísimo para poder improvisar, no tener necesariamente que tener un papel. Si se me perdía un papel no tenía ningún problema en improvisar y salir del paso, recordando más o menos la temática.

EC – Ni que hablar que te ayudó a explorar las posibilidades de tu voz también.

JV – También, los matices, en fin. Sin duda, el hecho de haber sido relator de ciclismo me ayudó mucho para mis posteriores actividades radiales. Y no solo los relatos de ciclismo, hay otro pasaje de mi vida radial, poco conocida, que es el radioteatro.

EC – ¿Eso dónde? ¿En Centenario?

JV – En Centenario. Me enseñó a hacer pausas, que creo que es una de las condiciones fundamentales para la lectura.

EC – Aclaremos: lo de Villegas relator de ciclismo fue en su primera época aquí en El Espectador.

JV – En El Espectador y radio Sport.

EC – Era una única empresa con radio Sport, entonces al mismo tiempo que eras informativista en una, en determinados momentos del año eras relator de ciclismo en la otra.

JV – Vale.

EC – Eras relator de ciclismo en las carreras de los domingos, una cosa que en ese entonces existía.

JV – Imaginate en mi casa qué alegría que me pasaran a buscar el domingo a las cinco de la mañana en la camioneta de la radio para ir con François, con Gaitán, con Regueiro, y varios más, con Cóppola, que estuvo hace un rato a saludarme recordando aquellas viejas épocas. Salir a las cinco de la mañana de un domingo para ir a relatar ciclismo y volver liquidado a las doce, doce y media. Te imaginás que me aplaudían en casa, estaban todos muy contentos.

EC – Hablando del estilo Villegas, habrás visto que en varios de los mensajes hay oyentes que tienen muy grabados en la memoria momentos de la época de la dictadura. Por ejemplo, Luis Correa envía un largo mensaje, y en un pasaje señala: "Lo escuchaba entonces en tiempos difíciles cuando la sutileza de su entonación al dar algunas noticias valían por un comentario que estaba prohibido hacer". ¿Qué les decís a ese oyente y a otros que han hecho ese tipo de recuerdos?

JV – Por supuesto era imposible referirse a determinadas cosas y había que buscar la manera de hacer alguna referencia para que el oyente se diera cuenta de que lo que uno estaba diciendo había que tomarlo con pinzas, por ejemplo. Hay una entonación y maneras de decir las cosas que se supone que un oyente avezado capta perfectamente.

EC – El tonito quería decir "les estoy trasmitiendo la historia oficial, la versión oficial".

JV – Por ejemplo. Fue la época del informativo de medianoche de Sarandí, con Juan Francisco Fontoura.

EC – Legendario informativo.

JV – Había esa forma de decir las cosas, muchísimo más sutil que lo mío.

RC – En ese caso expresamente.

JV – De todas maneras, era la forma de poder llegar a la gente para darle a entender "vamos a no comernos este sapo".

***

EC – ¿Cómo vas a hacer, Rosario, para elegir algunos mensajes de toda esa avalancha que desde mediados de esta semana está llegando a Julio para saludarlo?

RC – No hay más remedio que elegir, y lo he tenido que hacer con criterio absolutamente subjetivo. Quiero empezar por uno que me parece esencialmente femenino. Dice Soledad de El Pinar: "Villegas, los oyentes te extrañaremos, y tu señora se va a pellizcar de amanecer con un hombre en la cama". Un comentario femenino.

Raquel dice: "¿Cómo se puede querer tanto a una voz, que es lo que conozco? Suerte a un buen periodista y mejor persona".

"Amigo, te llamamos tío Julio. Deseo de todo bien", Nelly de La Paz.

"Años lo he tenido en mi casa. Lástima nunca estreché su mano; quizás algún día tenga ese honor. Don Julio, gracias, mucha suerte", de Antonio de Villa Española.

Y hay uno que viene de Florida, de Mario: "Para Villegas: Nunca pienso que me voy, miro lo mucho que gano y lo que voy a perder. Solo es cambiar de camino, seguir por otro destino hacia otro amanecer".

JV – Qué bueno.

RC – Lindísimo.

EC – Se han esmerado mucho, los oyentes han puesto el alma.

***

EC – Ahora que se cierra esta carrera de casi 60 años en radio, 50 y pico de periodismo en radio, ¿qué evaluación hacés? ¿Valió la pena?, ¿valieron la pena esos sacrificios en tu vida personal, esos horarios tan extraños y a contramano?

JV – Me tengo que remitir a la respuesta que ha habido hoy. Creo que eso alcanza como estímulo y confirmación de que la tarea que uno hizo con el mejor de los esfuerzos ha tenido un eco y ha servido para que mucha gente haya tenido la información que esperaba de la manera que le agradó durante todos los días tanto tiempo.

EC – ¿Cómo vas a encarar la jubilación? ¿Qué vas a hacer el lunes que viene a las seis de la mañana?

JV – Voy a pensar en Murro, primero, lo primero.

EC – Vas a rezar a san Murro.

RC – Más bien vas a soñar con Murro, te recomendaría que al menos fuera eso.

JV – A partir de eso, pienso tomarme unas semanas para poner una pausa.

EC – Pero ¿a qué hora te vas a levantar, por ejemplo?

JV – A las tres y media.

RC – De la tarde.

JV – Para poder decir "ja, no tengo que ir a trabajar, voy a dormir de nuevo".

EC – Nos vas a escuchar a nosotros a las siete, estoy seguro.

JV – Por supuesto, Emiliano, ¿cómo me voy a perder eso? Poder escuchar con más calma, en casa, por supuesto. Voy a salir a caminar.

EC – Aprovechar las mañanas.

JV – Esta actividad me daba el pretexto para no salir a caminar. Porque de repente si estaba fresco mi señora, que me cuida mucho, me decía "tu garganta…", y "sí, tenés razón", y me quedaba. Y como eso tantas cosas, por los horarios, por lo demás, uno siempre tiene pretexto para postergar la actividad física que todos necesitamos y yo en particular que he hecho una vida muy sedentaria todos estos años. Así que esa es una de las actividades iniciales que tengo previsto desarrollar desde el pique: dormir y tratar de adaptarme a un nuevo esquema horario, terminar con mis siestas matinales, obviamente, pienso adaptarme a un horario de sueño más razonable, más normal.

EC – Ya dijiste: lecturas atrasadas una cantidad.

JV – Lecturas atrasadas a granel, ni sé por dónde empezar.

EC – Espectáculos públicos, por ejemplo teatro, conciertos.

JV – Teatros, vernissages, todo ese tipo de cosas que muchas veces era en un horario que me resultaba incómodo porque era la culminación de mi tarea vespertina, por ejemplo.

EC – Ariel pregunta si vas a poder ir a ver a Peñarol con más comodidad.

JV – ¿Y por qué Peñarol? Sí, por supuesto.

EC – Otro deschave de Julio.

JV – No, ya se conoce.

EC – Pero no lo habíamos hablado.

JV – No, no es una cosa que uno pregone todos los días.

EC – Quizás en este momento estás desilusionando a buena parte de tus oyentes.

JV – No, ahí ya no pongo el tonito que ponía en aquellas épocas. Me cuido mucho de tratar de ser respetuoso con todos los adversarios.

EC – Julio, ¿la radio o el periodismo no van a figurar para nada en tu vida? Los oyentes están haciendo esa pregunta desde temprano.

JV – En este momento no está previsto, porque siempre me consideré un hombre de radio, de micrófono, no particularmente escribiendo, nunca me dio por escribir una novela, un cuento, nunca me dio por eso. Tampoco tuve relación con la prensa escrita en mi actividad, nunca se dio, podía haberse dado pero no se dio.

EC – Fuiste sí periodista de agencia de noticias. Esa experiencia la tenés.

JV – Agencias de noticias sí, eso me ha servido mucho ¿sabés para qué?

EC – Para los titulares internacionales de En perspectiva.

JV – Por ejemplo, y en general para la redacción de la información radial, que tiene muchos puntos de contacto con la agencia de noticias.

EC – ¿Entonces? Preguntan los oyentes: docencia, charlas, colaboraciones puntuales en radio o prensa…

JV – …Hoy no está previsto. Como te digo, va a ser un mes de paréntesis total para esas actividades muy simples, y después el tiempo dirá.

***

EC – Se nos llenó el estudio de golpe.

RC – Absolutamente: Javier Massa, Estela Bartolic, Eduardo Varela, Óscar González, Nicolás Pagliaro, Fernanda Didiano, Alberto "el Negro" Teixeira, Juan Andrés Elhordoy, Inés Gurgitano y Javier Castro.

EC – El comité de gerencia en pleno de la radio, más una cantidad de compañeros que están desarrollando sus tareas y han querido acercarse.

RC – Javier Castro además como fotógrafo.

JV – Yo quiero aprovechar, ante esta referencia y esta presencia, la relación de total armonía que he tenido siempre con la dirección y la gerencia de la radio. En mis casi 12 años acá jamás hubo una situación de discusión, de problemas, siempre hubo una total armonía y un empeño de ambas partes por que todo se desarrollara lo mejor posible. Recuerdo en particular las épocas difíciles que se vivieron cuando la crisis del 2002, por ejemplo, eso fue una demostración de actitudes, desde todo punto de vista, tanto de la dirección de la radio como de quienes trabajábamos en aquella época en estas tareas ya. Así que quiero dejar constancia y agradecimiento, además por la independencia total con que encaré mi trabajo en todos estos años. Jamás tuve la menor indicación de determinada cosa relacionada con algo que dije, qué podía decir y qué no podía decir, nunca. Creo que eso hoy en día y siempre es algo muy destacable para un periodista.

EC – Javier Massa, director general de El Espectador, te toca a ti.

JAVIER MASSA:
Es una emoción enorme para mí, y además un enorme privilegio que me concede el destino el estar al frente de la radio en una instancia de esta magnitud. Eso es real. Hay un hecho que yo querría destacar por encima de un montón de cosas, porque ya nada se puede agregar después de todo lo que dijeron los oyentes, de todo lo que se ha escuchado, y es que creo que no muchas veces en la historia de la radio en el mundo se da una circunstancia como esta. Que uno de los mejores periodistas en la historia de la radio de un país se retire por su propia decisión luego de más de 55 años de carrera en su total plenitud es una circunstancia para mí de enorme regocijo y que vale la pena destacar. Perfectamente Julio podría seguir trabajando los años que el destino marcara, no hay ningún tipo de declive ni nada por el estilo, y eso es un hecho que habla de una ubicación en la vida, de una serie de elementos que me parece que son fuera de serie.

JV – Alguien dijo que hay que saber retirarse a tiempo. Estoy aplicando eso.

JM – Exactamente, pero aplicarlo es muy difícil muchas veces, y creo que en radio en particular se hace muy difícil. Cuando tú me planteaste en agosto del año pasado esta intención me sorprendió porque no veíamos ningún elemento que fuera en un sentido evolutivo en ese aspecto, pero lo pude entender desde el punto de vista personal, por supuesto, y eso es lo que hizo que en este momento estemos celebrándolo y haciéndote este reconocimiento. Pero me parecía algo que valía la pena destacar.

Lo otro es simplemente lo que me sale del alma, rendirte en nombre de la radio, hablo en nombre personal pero lo estoy haciendo en nombre de toda la radio, de El Espectador, de todos quienes hoy la representamos, y diría en nombre de quienes la representaron a lo largo de toda su historia, porque no es un hecho tan habitual, creo que es otro hecho bastante fuera de lo común que alguien se retire en estas condiciones de la casa que casi lo vio nacer. Vos empezaste aquí en la radio prácticamente al inicio de tu carrera, el inicio fue en el 53, pero ya en el 56 estabas en El Espectador.

JV – En la parte de información radial fue en El Espectador.

JM – Entonces que la casa que te vio nacer pueda rendirte este tributo en tu retiro y que yo tenga el privilegio que me da el destino de estar al frente es algo que voy a recordar siempre, es de esas cosas que le agradecés al destino.

Para terminar, agradecerte, agradecerte tu sensibilidad, tu inteligencia, tu calidez, tu profesionalismo, y por sobre todas las cosas tu don de gentes. Esto mismo que manejabas recién y que comentabas de estos 12 años que hemos compartido a mí me hizo vivir diferentes instancias contigo que me permitieron aquilatar por sobre todas las otras cosas esto que para mí es lo más importante.

Lo que El Espectador siente es reconocimiento, gratitud, respeto y un enorme cariño hacia vos. Gracias, Julio, esta ha sido tu casa, es tu casa y lo seguirá siendo siempre.

(Aplausos.)

***

Transcripción: María Lila Ltaif

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