Durante el fin de semana la marina militar italiana rescató a 5 mil personas que intentaban migrar a Europa a través del Mediterráneo. El colaborador de En Perspectiva en Paris, Rafael Mandressi señaló que la crisis migratoria se agravará por el comienzo del verano, ya que las condiciones para navegar son más favorables. Según Mandressi, a pesar de que en el Parlamento Europeo hay una mayoría a favor de abrir las puertas a la inmigración para evitar una nueva catástrofe, en los gobiernos el tema está siendo encarado como un asunto de seguridad. Para peor, la mayor responsabilidad para paliar la crisis la tiene Italia, España o Grecia, países que no ofrecen un futuro promisorio a los migrantes.
Lunes 04.05.2015, hora
EMILIANO COTELO:
Hace un par de semanas Europa se vio sacudida por la muerte de alrededor de 800 inmigrantes, ahogados en el Mediterráneo. Las cosas no han quedado ahí: el éxodo continúa.
Los datos publicados por la Marina Militar de Italia son escalofriantes. Entre el sábado y el domingo rescataron a más de 5.000 personas que intentaban cruzar el mar, mientras que otras 10 perdieron la vida.
Europa se enfrenta al desafío de considerar el tema como una crisis humanitaria o como una cuestión de inmigración y seguridad.
¿Cómo reacciona Europa?, ¿hacia dónde va? Vamos a charlarlo con Rafael Mandressi, colaborador de En Perspectiva en Paris.
ROMINA ANDRIOLI:
Emiliano comentaba algo en la introducción, pero ¿cómo ha evolucionado esta situación después de los naufragios de hace un par de semanas, que tanto hemos comentado?
RAFAEL MANDRESSI:
La opinión bastante generalizada es que ha evolucionado de manera muy decepcionante, sobre todo por las medidas que unos días después de ese naufragio fueron anunciadas. Especialmente teniendo en cuenta que, como recién decía Emiliano, el éxodo continúa y va a continuar. No va a ser solo como este fin de semana, sino que además en los próximos meses va a comenzar el verano y por temas simplemente climáticos se va a complicar este tema. El verano es una ocasión más propicia que otras para que se intenten operaciones de entrada ilegal en Europa, en particular a través del Mediterráneo, que ha sido la principal vía por la cual inmigrantes indocumentados intentan alcanzar las costas europeas, fundamentalmente en Italia, pero también en Grecia y en España.
RA – Recordemos cuáles fueron las medidas que tomó la Unión Europea cuando se dio este hecho lamentable, el naufragio en el que murieron 800 inmigrantes. Se hizo una cumbre tras la cual se anunciaron medidas, quizás vale la pena recordar en qué consistían.
RM – Si, lo que se decidió básicamente es, por un lado reforzar los recursos para la operación llamada Tritón, se triplicaron esos recursos, pasaron de casi tres a nueve millones de euros por mes. Esto significa volver, de hecho, a una situación anterior en términos de fondos, que era el dinero que Italia, únicamente, consagraba a otra operación, llamada Mare Nostrum, que en 2014 se decidió detener para reemplazarla con esta otra, Tritón, que tenía hasta esta cumbre un tercio del presupuesto que tenía Mare Nostrum. De todos modos hay una diferencia entre ambas: Mare Nostrum era básicamente un dispositivo de salvataje, mientras Tritón es un dispositivo de protección de fronteras. La suspensión de las operaciones de salvataje se hizo con el argumento de que si las redes que lucran con los inmigrantes ilegales saben que de todas maneras, pase lo que pase, los van a salvar, es favorecerles el negocio. Lo que ocurrió fue que se produjeron incidentes y accidentes gravísimos como el naufragio del que hablábamos recién.
De modo que la primera decisión fue volver, en términos por lo menos de dinero, a la situación que prevalecía antes. Después hubo también una decisión de reforzar los recursos y los medios de la agencia europea que controla las fronteras exteriores, Frontex se llama, que involucra a los países del Acuerdo de Schengen, aquellos que dentro de la UE decidieron abolir las fronteras internas, por ejemplo Reino Unido no está dentro de este sistema.
El tercer aspecto tiene que ver con lo que podría llamarse la parte humanitaria o de solidaridad del asunto. Pasa básicamente por acordar con un poquito más de apertura y flexibilidad las autorizaciones para refugiados, en particular sirios y africanos, que son los que conforman el grueso de estos contingentes, para instalarse en los países de Europa. De todas maneras esta última medida es extraordinariamente tímida porque se limita únicamente a invocar la buena voluntad de cada uno de los Estados y no hay, como se pensó en algún momento que podía llegar a haber, una resolución europea como tal.
El conjunto de medidas fue considerado bastante pobre y decepcionante, incluido el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, el luxemburgués que reemplazó a José Manuel Durão Barroso hace algunos meses, que fue muy crítico ante el Parlamento Europeo por la tibieza de las acciones frente a las dimensiones del problema.
RA – Tú ya comentabas algo, pero, ¿cómo está procesando a la interna de la UE esta discusión entre si abordar el tema como una crisis humanitaria o una cuestión más bien de inmigración y seguridad? ¿Qué podemos decir de los principales actores?
RM – La conclusión que uno puede sacar de acuerdo a lo que se decidió en la cumbre del 23 de abril es que el acento está puesto en inmigración y seguridad y menos en los aspectos humanitarios. Lo que es interesante es que por lo menos dentro del Parlamento Europeo la visión que prevalece es exactamente la contraria, incluidas las bancadas de la derecha europea. De hecho el propio presidente de la Comisión Europea, Juncker, es un representante de esa derecha que está llegando a proponer que se facilite aún más, en términos generales, el ingreso de inmigrantes a Europa. La frase de Juncker fue muy elocuente en ese sentido: vamos a abrir las puertas para tratar de evitar que la gente siga entrando por las ventanas. Lo cual es muy realista, por otra parte, porque no es posible detener con medidas únicamente represivas el flujo migratorio, y por lo tanto si el acento se pone exclusivamente en temas de seguridad lo que puede terminar pasando es que haya mayor cantidad de accidentes más o menos graves y que se favorezca el negocio de las mafias que se dedican a pasar inmigrantes.
RA – Y yendo a ese punto, ¿qué está pasando con los inmigrantes que sí consiguen llegar a las costas?, porque ese es otro de los ángulos que está en debate en estos momentos: quiénes acogen a los inmigrantes.
RM – Exacto, ese es uno de los temas más que delicados. Una propuesta que hubo en su momento de que se establecieran cuotas para que cada uno de los países de la UE recibiera un contingente determinado de los inmigrantes que llegan a las costas. Esa propuesta no prosperó y por lo tanto lo que sigue en vigor es lo que se llama el Tratado de Dublín II, que fuerza al Estado al que llega el inmigrante a procesar solo el expediente de esta persona de comienzo, es decir: cada Estado se hace cargo de aquellos inmigrantes que llegan a su territorio. Esto quiere decir básicamente transferirle a los Estados mediterráneos y del sur de Europa la mayor responsabilidad en todo esto, dadas las vías por las cuales la inmigración ilegal entra en territorio europeo, mayoritariamente por esa vía del cruce del Mediterráneo en tres puntos: mediterráneo oriental, central y occidental, y alguna otra vía de paso más al norte, pero es minoritaria.
De modo que en definitiva le están diciendo básicamente a Italia: hágase cargo, lo cual pone al gobierno italiano en una situación muy complicada
RA – Claro, en momentos en que Italia está complicada por sus propia situación interna.
RM – Exacto, paradójicamente los países que están más complicados desde todo punto de vista, en particular desde el económico, son los que si no se reforma el Tratado de Dublín II tienen que hacer frente prácticamente solos a esta situación. Más allá de esta pequeña suba en el presupuesto de la operación Tritón y de Frontex, que de todos modos sigue poniendo el acento en intentar bloquear la llegada y no en organizar mejor la situación de aquellos que logran efectivamente entrar.
RA – Hay una nota de El País de Madrid que es bastante categórica en ese sentido, dice: “Por el momento, Europa no reserva muchas más alternativas a los que escapan de África huyendo de la guerra y la miseria: o cadáveres en el Mediterráneo, o reclusos en centros que parecen cárceles, o fantasmas sin derechos vagando por las ciudades”.
RM – Sí, es una muy buena descripción de la situación que en este momento es la que prevalece para los inmigrantes, son básicamente esas tres “alternativas”. Lo cual de todos modos no disuade a estas poblaciones de seguir intentando venir: la implosión de unos cuantos Estados en la zona circundante del Mediterráneo no ha hecho sino acrecentar los desplazamientos de población que, además de las razones de pobreza y miseria, tienen que ver ahora con situaciones de inseguridad y violencia política, o violencia sin adjetivos en cada uno de esos Estados. El ejemplo paradigmático de esto es el de Libia.
EC – Si será terrible la vida interna en esos países como para que el movimiento, para que la pasión por emigrar a Europa continúe, pese a las condiciones que les esperan en caso de llegar y pese a que a esta altura creo que todos los que están encarando la aventura de la emigración saben que están tratando con mafiosos sin escrúpulos que los meten en barcos que no dan ningún tipo de seguridad y que es muy probable que tengan algún tipo de accidente en el trayecto. Igual, pese a todo eso, esta gente sigue.
RM – Si, y como decías, sigue poniéndose en manos de verdaderas mafias. Respecto de los barcos por ejemplo ahí hay también un tema que no se pudo resolver: una de las ideas que circuló en su momento y que todavía está en trámite era la de incautar y destruir esos barcos una vez que los interceptaran en el Mediterráneo.
EC – Sí, se hablaba de la posibilidad de bombardear esos barcos cuando están vacíos en los puertos.
RM – Si, pero por el momento, de acuerdo a lo que he podido saber, es una posibilidad que no se puede poner en práctica por una sencilla razón: el derecho internacional. Algunos gobiernos europeos, el de Francia entre otros, lo quieren llevar al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.