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Argentina: En busca de gobernabilidad, Macri apunta a dividir al peronismo y se apoya en dirigentes moderados

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Mauricio Macri llegó al poder prometiendo reformas de fondo y un cambio en la forma de hacer política. Sin embargo, deberá lidiar con varios gobernadores peronistas y un parlamento dominado por el kirchnerismo. El corresponsal de En Perspectiva en Buenos Aires, Fernando Gutiérrez, dijo que en este escenario la estrategia de Macri será dividir al Partido Justicialista y apoyarse en interlocutores moderados alejados del kirchnerismo, como Daniel Scioli.

EN PERSPECTIVA
Lunes 21.12.2015, hora 10.30

EMILIANO COTELO (EC) —La asunción de Mauricio Macri como presidente de la Argentina luego de 12 años de gobierno kirchnerista dejó abiertos muchos interrogantes.

(Audio Macri)

“De verdad una vez más, quiero agradecerles que crean en ustedes mismos. Porque yo hoy estoy acá porque creo en ustedes y necesito que ustedes también crean, que son capaces de más y merecen vivir mejor”

(Fin audio)

EC —Macri llega con la promesa de un cambio radical de estilo y de políticas de fondo. Pero llega al gobierno de la mano del PRO, un partido pequeño y recién formado, que ganó en un balotaje por estrecha ventaja frente a un peronismo todavía muy fuerte. Entonces, una de las preguntas es si el nuevo presidente argentino va a poder hacer todo lo que se propone o si se va a encontrar con dificultades de gobernabilidad.

Estamos con nuestro corresponsal en Buenos Aires, Fernando Gutiérrez, para tratar de entender mejor este nuevo escenario.

Y le preguntamos: ¿Por qué es que está instalada esa idea de que a cualquiera que no sea peronista le resulta difícil gobernar?

FERNANDO GUITÉRREZ (FG) —Ese tema de la gobernabilidad del peronismo tiene parte de realidad y otro poco de marketing político fomentado por los dirigentes peronistas. Es cierto que la historia reciente argentina marca que las grandes crisis económicas y sociales coincidieron con gobiernos no peronistas.

Ocurrió así con los gobiernos militares, y también en la etapa democrática con Raúl Alfonsín, que debió adelantar su partida en medio de la crisis hiperinflacionaria. Y, más cerca en la historia, el recordado final de Fernando de la Rúa, con aquella imagen imborrable de su partida en helicóptero desde la Casa Rosada mientras en la plaza de mayo había una violenta refriega entre policías y manifestantes. Así que se ha generado una especie de mito respecto de que la Unión Cívica Radical no puede gobernar. El peronismo alega que sólo ellos entienden bien los resortes del poder y saben aplacar los humores sociales en un país muy propenso a la protesta permanente. Lo que en la jerga se llama “tener el control de la calle”.

Pero claro, Macri no es radical ni peronista. Es de un partido nuevo, representa una corriente de centro derecha, con inclinaciones liberales en la economía y una impronta social cristiana en lo político. Todo una novedad, porque nunca una fuerza de este tipo había llegado al poder mediante los votos. Así que es todo una incógnita saber cómo se manejará en el gobierno.

EC —Pero yendo a los datos concretos de lo que dejó la elección: el partido de Macri tiene apenas cuatro senadores sobre un total de 72. Y 43 diputados sobre un total de 257 miembros que tiene la cámara.
Incluso si se suman los votos de sus aliados en la coalición Cambiemos, Macri sigue en minoría en ambas cámaras del parlamento. Uno se pregunta si no es un poco utópico pensar en gobernar en esa posición de debilidad.

FG —Es muy difícil, por cierto. Y te agregaría el dato de las gobernaciones provinciales, que también es clave. Es cierto que Macri y sus aliados ganaron en provincias grandes, pero todavía una gran mayoría de las gobernaciones están en manos del peronismo. Y allí hay otro antecedente histórico importante, porque una de las principales fuerzas que se oponían al ex presidente De la Rúa era la llamada “liga de los gobernadores”, que cuestionaban todas sus iniciativas. La situación que vos señalás respecto de la relación de fuerzas en el congreso es lo que ha llevado a que muchos temieran una especie de boicot permanente por parte del kirchnerismo.

Algunos imaginan una especie de oposición salvaje al estilo del Tea Party en EEUU, que se dedicó a bloquear todas las iniciativas legislativas de Obama. Sin embargo, también hay quienes creen que reducir el análisis político a contar cuántas bancas tiene cada uno en el parlamento es simplificar la situación.
Macri es bien consciente de que este es su punto débil y por eso sus primeras medidas apuntan a reforzar su autoridad y su base de gobernabilidad.

EC —Pero los números parecen muy contundentes. Sin mayoría en el congreso y sin gobernadores aliados, ¿no es una misión imposible afirmar esa gobernabilidad?

FG —Es difícil, y es el gran desafío de Macri. Pero no es imposible. Te recuerdo otro antecedente: el de Néstor Kirchner, que había llegado a la presidencia con apenas el 22 por ciento de los votos, que en su mayoría eran prestados por Eduardo Duhalde. Enfrente tenía a un peronismo de línea menemista que le tenía mucha desconfianza. Y sin embargo, en pocos meses, logró cambiar el mapa político y consolidar un poder monolítico. La clave para entender esto pasa por las alianzas.

Primero, el parlamento es importante, pero no hay que olvidar que en la vida política intervienen muchos actores, como los sindicatos, las cámaras empresariales y los medios de comunicación. Y allí Macri cuenta con más ventajas que las que tenía Cristina Kirchner. Los empresarios lo consideran un par, uno de ellos. Y lo apoyan, al menos en el arranque. Los sindicatos se están mostrando dialoguistas y comprensivos del momento delicado de la economía.

Y los medios lo apoyan ampliamente. Y en cuanto a la relación con las otras fuerzas políticas, hay un detalle fundamental a tener en cuenta. Es el poder de la billetera. Macri es ahora el que firma los cheques. Y en la Argentina, esto determina cambios drásticos en las lealtades políticas. Los gobernadores peronistas, muchos de ellos en provincias con graves problemas financieros, no pueden darse el lujo de estar enfrentados con el mismo presidente al que luego le van a pedir una asistencia para poder pagar los sueldos de los empleados públicos.

La primera señal de eso la vimos en la reunión de Macri con los gobernadores provinciales. Hubo un asado en la Casa Rosada con los 24 jefes provinciales, algo que no había ocurrido nunca en el gobierno de Cristina. Hasta asistió Alicia Kirchner, la gobernadora de Santa Cruz, que es cuñada de Cristina. Hubo guiños de “buena onda”, anuncios de una política puertas abiertas y una promesa de renegociación en la coparticipación de impuestos.

Pero Macri aprovechó para pasar su mensaje. Dentro del mismo paquete de promesas, les dejó en claro que para que él los pueda ayudar, necesitará apoyo a proyectos de leyes fundamentales para la recuperación de la salud en la economía. No por casualidad, Macri machacó con este tema en su discurso inaugural, y una de sus frases más celebrada fue “los convoco a aprender el arte del acuerdo”.

EC —Claro, es entendible el acercamiento de todas las fuerzas a un presidente recién electo, sobre todo si hay que pedirle ayuda financiera. Pero tampoco hay que pensar que eso de por sí alcance para debilitar la unidad del peronismo en la oposición. ¿O es que hay allí riesgos de fisuras?

FG —Y… algunas señales tempranas de fisuras ya se están viendo. Y la estrategia de Macri, claramente, es la de fomentar esa división peronista. Se vio en su gesto de citar a los candidatos presidenciales derrotados en octubre, incluyendo a Daniel Scioli, para contarles sobre sus planes de gobierno. Pero en esa ronda de charlas no incluyó a Cristina. Es decir que Macri quiere elevar al rango de interlocutores a quienes él preferiría que lideraran el peronismo, que son los dirigentes más moderados, como Scioli, como Sergio Massa o como el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey.

En este momento en el peronismo están ocurriendo las polémicas clásicas después de una derrota electoral. Vienen los pases de factura por los errores de la campaña y vienen las ambiciones de los nuevos liderazgos. A fin de cuentas, si algo quedó en claro en el peronismo es la falta de una figura aglutinante para la renovación. Entonces surgen los nuevos aspirantes que quieren tomar el liderazgo del partido para disputar la presidencia dentro de cuatro años. Así que es muy difícil pensar en el peronismo como un bloque homogéneo. Más bien, lo que se perfila hoy es un bloque leal a Cristina, de perfil bien opositor, y otro peronismo moderado, dispuesto a negociar con Macri.

EC —El acto de despedida de Cristina Kirchner, con esa plaza llena de simpatizantes pese al desgaste de 12 años de gobierno kirchnerista dan la sensación de un capital político muy importante. ¿Es realmente factible pensar en que se le pueda disputar el liderazgo opositor?

FG —La fractura interna va a ser inevitable. Porque ella va a querer un tipo de oposición frontal que muchos políticos peronistas no van a poder sostener. Una cosa es declamar lealtad a cristina a la hora de los discursos, o hacerlo cuando ella era quien mandaba. Y otra es no tener dinero para pagar sueldos de empleados provinciales, o las deudas a proveedores y tener que pedir asistencia financiera al gobierno nacional. Ahí todos se ponen negociadores. Y de hecho, Cristina Kirchner ya tuvo algunas pruebas sobre lo difícil que será mantener la cohesión peronista a futuro. En sus últimas semanas, ya con Macri electo presidente, tuvo por primera vez problemas para que el parlamento lograra quórum para sesionar. Le pasó dos veces que sus propios legisladores se fueran en sesiones extraordinarias convocadas por ella para aprobar proyectos que consideraba fundamentales.

Así, por ejemplo, se quedó sin sanción un proyecto para crear yacimientos carboníferos fiscales. Y la prueba de las desavenencias internas es que en estos días tuvo que salir Máximo Kirchner, el hijo de cristina que ahora es diputado, a pedir unidad dentro del movimiento y a respaldar la jefatura de Cristina. Si hay que aclarar quién es el jefe, es porque hay muchos que ya están haciendo su propia estrategia. Pero volviendo a las chances del presidente Macri para consolidar la gobernabilidad, lo cierto es que esto recién empieza. Y más allá de la mayor o menor disposición que tenga la oposición para apoyar, va a haber otras dos cuestiones clave que van a sellar la suerte del gobierno. La primera es la economía. Si Macri logra estabilizar rápido la situación y se empieza a notar la vuelta de una corriente inversora, todo se va a hacer más fácil. Y el otro factor clave es la muñeca política de Macri para generar acuerdos. Ahí es donde el tema sigue siendo una incógnita.

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Foto en Home: Mauricio Macri. Crédito: Eitan Abramovich/AFP Photo.

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