Foto: Museo Nacional de Artes Visuales
El viernes de la semana pasada, La Tertulia (conformada por Alejandro Abal, Juan Grompone, Gonzalo Pérez del Castillo y Carolina Porley) discutió el lugar que ocupa la figura del gaucho en nuestro imaginario nacional. El tema surgió a partir de la exhibición del Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV) hasta fin de mes, protagonizada por la obra Gaucho en el campo, de Juan Manuel Blanes.
A continuación, compartimos una carta de Oscar Moreira Pereira, maestro en el Instituto de Formación Docente "Dr. Emilio Oribe" de Melo, donde hace algunas consideraciones sobre la evolución de la figura del gaucho a lo largo del tiempo.
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Estimado Emiliano:
Soy un oyente consecuente de tu programa y hoy me quiero referir a las consideraciones que se hicieron sobre el gaucho en La Tertulia del viernes próximo pasado.
A partir del cuadro de Blanes, el tema derivo hacia el gaucho, su pasado, su presente y ahí surgen mis discrepancias con todos los panelistas, pues a excepción de Pérez de Castillo, creo que parten de una visión congelada en el tiempo, o mejor dicho de una cultura congelada en el tiempo.
Porque “el mundo” de los gauchos es una construcción humana y por lo tanto una cultura. Una cultura en la medida que se construye, cambia, es esencialmente dinámica. Ese tipo humano y su cultura es producto de determinadas condiciones del hábitat en que se construye.
Ese tipo humano y esa cultura fue cambiando con la modificación del hábitat; y el cambio sustantivo que se produce en las explotaciones agropecuarias: el alambramiento de los campos, la desaparición del ganado cimarrón y fundamentalmente la transformación de la vieja estancia en empresa comercial.
Pero, cuando culmino La Tertulia ya me había surgido el gaucho que los Orientales llevamos en las entrañas y con la lanza en ristre; sentimos la necesidad de hacer algunas puntualizaciones, sobre esa cultura gaucha que por ósmosis hemos percibido y aprendido a respetar.
El surgimiento de los gauchos es sin lugar a dudas un producto del hábitat y de los aportes de las diferentes culturas que coexistían y no precisamente en forma pacífica. El gaucho es la síntesis de ese estado de cosas, generando una cultura ,con una fuerte impronta indígena, un tipo humano con perfiles propios, con rasgos tan característicos que fueron percibidos hasta por los viajeros más desprevenidos.
Esa cultura; como todos los hechos sociales, no es estática, cambia, es esencialmente dinámica, evoluciona ,se retroalimenta y se ajusta a los nuevos tiempos. Los gauchos del 1700 no son los mismos del 1800. Estos últimos han perdido su individualismo cerril, son y se sienten parte de la Montonera Artiguista, reconocen la autoridad natural del caudillo, se despliegan en guerrillas, reconocen los toques de clarín y son capaces de entrar y salir del combate, cumpliendo acciones estratégicas.
A pesar de eso siguen siendo gauchos.
En el fragor de las guerras civiles, esa cultura gaucha continúa modificándose como toda la sociedad de la Banda Oriental. También cambian los citadinos. Los gauchos de Timoteo no son iguales a los de Artigas. Los de Aparicio no son iguales a los de Timoteo, éstos ya saben cortar y apretar alambrados; manejar armas de fuego y aprenden a firmar sobre una pila de cueros de oveja coronados por una carona.
Pero siguen siendo gauchos, siguen cultivando la valentía, el arrojo…..como valores personales. El bolear,el pialar, el jinetear…..como destrezas a emular. El payador y guitarrero sigue siendo admirado y sigue cautivando por horas al auditorio.
Podríamos ir jalonando la evolución de esa cultura durante todo 1900 pero esa tarea excede nuestras fuerzas y es tal vez un campo virgen.
Queremos concluir sosteniendo que los procesos culturales y los tipos humanos generados en esos procesos no desaparecen. No desaparecen ni a “sangre y fuego”, no desaparecen ni cuando hay una voluntad explícita y una política de exterminio. Sencillamente se TRANSFORMAN, se mimetizan en la cultura dominante y en el momento oportuna hacen eclosión.
Es por ello que los gauchos de hoy no son “antropológicamente puros”, no son los gauchos del 1700, del 1800; son gauchos del 2024; pero gauchos al fin. Además: ¿Quién tiene la autoridad para determinar si son gauchos o no? Los únicos que la tienen son ellos mismos, porque el “ser gaucho” pasa por un estado del alma o de conciencia, pasa por el SENTIMIENTO DE IDENTIDAD Y PERTENENCIA, pasa por el querer ser y el seguir queriendo ser. Pasa por seguir rescatando y construyendo esa cultura.
Ese sentimiento de pertenencia esta presente todos los días; a veces se expone para que lo admiren como en la Patria Gaucha y el observador atento “de pantalón corrido” percibe que ellos son diferentes que tienen valores, habilidades, destrezas, códigos, lenguaje y metáforas que pueden ser sencillamente incomprensibles porque son de otra cultura, porque son de los gauchos del 2024.
Cordialmente:
El gaucho sonzo.
Oscar Moreira Pereira
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