La audiencia opina…

Entre cultura, laicismo, religión…

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Cuando se anunció que los cultos religiosos volverían, personas vinculadas a la cultura nacional manifestaron su desagrado por el orden en que se dan las reaperturas, reclamando que la cultura debió reabrirse antes que los templos religiosos. Tal es el caso de Danilo Astori (hijo), reconocido productor musical, que expresó en Twitter: "Es increíble que en un país laico como el nuestro las ceremonias religiosas ya tengan fecha de reapertura y toda la industria cultural siga parada".

Resulta inevitable, entonces, hacer varias aclaraciones y corregir confusiones.

En primer lugar: los cultos religiosos no vuelven en su forma tradicional. El gobierno habilitó a las organizaciones religiosas a la realización de actividades privadas y de no más de 45 minutos. Esto no tiene nada que ver con la habitual liturgia religiosa, donde las reuniones son públicas, pretenden que la concurrencia sea la mayor posible, y tienen un formato que incluye, entre otras cosas, un tiempo no menor de expresión musical y danza que, en la mayoría de los casos, se realiza en vivo. Nada de eso vuelve, sino solamente una instancia que alcanzará a la impartición de alguna enseñanza concreta; es decir, vuelven en su rol educativo, como un centro de estudios, donde lo que se podrá hacer se limitará a la homilía, la catequesis o el sermón.

Lo segundo: El país no es laico. Laico es el Estado. Hay una gran diferencia.

El Estado no profesa ninguna religión precisamente para que la gente profese la religión que quiera, y resulta que en Uruguay, las encuestas de opinión han demostrado que el 80% de la población se considera creyente, y apenas un 20% se declara ateo o agnóstico. El país no es laico, aunque algunos desearan tener un Estado jacobino.

Cuando el legislador pretendió eliminar todo vestigio de la influencia cristiana de los feriados nacionales, se encontró con que no podía evitar que la gente, genuinamente, continuara celebrando dichas fechas. Por tal razón, no pudo eliminar los feriados, sino tan solamente se conformó con cambiarles el nombre. Por más que la ley le llame semana de turismo, día de la familia o día del niño, la gente sigue celebrando la semana santa y la pascua, la navidad y los reyes, porque un empuje jacobino de hace más de un siglo no pudo cambiar las costumbres de un pueblo, o lo que es lo mismo decir, su cultura.

Lo tercero: definir qué es cultura. La cultura es una expresión colectiva que es producto de rendirle culto a alguien o a algo, y llama la atención que los principales referentes de la cultura ignoren que las religiones han sido desde siempre no solo generadoras de cultura, sino una de sus expresiones más genuinas.

Por ejemplo. Las llamadas son una ineludible expresión cultural y en sus orígenes era una práctica religiosa. Lo mismo el Carnaval, culto que se le rinde al dios Momo.

La religión es la expresión cultural por excelencia. ¿Quién negaría que la masiva concurrencia de uruguayos a las playas de Montevideo en febrero a efectos de rendirle culto a Iemanjá, forme ya parte de la cultura del país? Pero más allá de eso, la religión genera en la propia industria cultural todo un género aparte, con su público. Los premios a la excelencia músical (como los Grammys) tienen un rubro aparte para la expresión cristiana musical como reconocimiento de que es una expresión cultural singular.

¿Por qué tantos edificios que han sido cines, han pasado a ser o fueron iglesias? Porque los hábitos culturales de los pueblos van cambiando. De a uno, cada uno de esos edificios que albergaron un cine han ido paulatinamente albergando una iglesia. ¿Por qué? Porque la cultura es eso, son las costumbres y las artes de un colectivo en una época de tiempo determinada. Hoy en día la gente se ha volcado masivamente en su búsqueda espiritual a las iglesias de este tipo. Negarlo como un movimiento cultural es negar la definición misma de cultura.

¿Qué hubiese sido de Bach sin la Iglesia Luterana de Alemania? ¿Acaso no era Mozart católico? ¿No fue Bethoveen uno de los más destacados compositores de música sacra? ¿Acaso el Hallelujah del oratorio Messiah de Georg Händel no forma ya parte de la cultura popular occidental (ese canto que recita Puglia cuando le traen un plato como la gente)? Y me faltaría el tiempo para citar las obras de arte literarias, pictóricas y de todas las clasificaciones que han surgido gracias a la religión.

Atentamente

Emanuel Seropián

 


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