La audiencia opina…

Una reflexión a propósito del fallecimiento de Miguel Battegazzore

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Foto: JBC Piriápolis

Con una profunda capacidad de trabajo, observación y reflexión, Miguel Battegazzore fue convirtiéndose en un personaje emblemático del arte y la cultura de nuestro país, no hubo rama dentro de las actividades creativas en donde no hubiera incursionado con inagotable entusiasmo y dedicación. Fue
pintor, escultor, escritor, ensayista, docente, realizador de audiovisuales, diseñador de vestuarios y escenografías, destacándose en todo.

Elocuente y divertido, fue un apasionado por la cultura, desde diferentes ámbitos a lo largo de su vida fue un gran agitador cultural, en los últimos años desde el célebre “Grupo de los martes”, encuentros informales donde una clase de arte era una experiencia casi performática. Miguel sabía de todo, y todo sabía cómo enseñarlo, lo cual no implicaba solamente poder transferir el conocimiento, sino manejar con gran habilidad el contenido y la forma adaptándolo a cada audiencia, contagiando la pasión por aprender y el entrenamiento de una mirada atenta y perceptiva.

Su personalidad renacentista, no le impidió mantener durante toda su vida la curiosidad de un niño. Todo lo nuevo le sorprendía y nada le era indiferente. Siempre con una mirada fresca, dispuesto a aprender, o a empujarte a que aprendieras. Desafiante, incisivo, todo lo planteaba de una manera diferente: “El dibujo no es la línea, sino la luminosidad del lápiz, actuando sobre el blanco del papel’.

Obsesionado con la estructura arborescente de la creatividad, pregonaba una cultura heterogénea, integraba en sus reflexiones las disciplinas más diversas asociándolas con los acontecimientos más variados de la historia o de la actualidad. Fue un intelectual, en el sentido de crear conocimiento permanentemente. Descubría y desarrollaba un tema hasta agotarlo. Y automáticamente iniciaba una nueva exploración. Nunca le atrajo la comodidad, le gustaba experimentar, llevar la inteligencia y la curiosidad al límite.

Para Miguel el arte no existe sin contenido, era un lector apasionado, devoraba libros con el mismo ímpetu con el que subrayaba y llenaba los márgenes de garabatos y anotaciones. La misma pasión la mantenía con el cine y la música. Sabio y bondadoso, creía en la juventud, así como en darle oportunidades. Siempre estuvo accesible y dispuesto a ayudar a pensar, fue siempre una referencia a la cual acudir ante una consulta, un dilema o una incertidumbre, su entusiasmo y apoyo desinteresado fue decisivo para la carrera de muchos artistas, creadores y profesionales, creando un tejido invisible que ha
colaborado con el enriquecimiento cultural del país.

Con la mirada puesta en el futuro, nunca olvidó a sus maestros, Miguel Ángel Pareja y Felipe Seade. Así como el recuerdo vívido de increíbles historias en su residencia con Jorge Oteiza en Irún, España. Tampoco de los cursos de Jorge Romero Brest y Fernando García Esteban.

Quienes lo conocimos, jamás lo olvidaremos, fue un verdadero maestro, nos enseñó a pensar y a vivir. Aprendimos para no olvidarlo nunca, que, si queremos mejorar nuestra sociedad, necesitamos ser personas más completas, y eso solo es posible con una presencia constante de la cultura. Que no hay un arte separado de la vida, que el arte es imaginación y no hay nada imposible en la aventura del arte.

En una de nuestras últimas conversaciones me dijo que ya estaba balconeando el infinito, en ese infinito vivirán por siempre su obra y sus enseñanzas a las que dedicó su vida.

Miguel Ángel Battegazzore falleció a los 93 años en su casa de Punta del Este,rodeado de sus afectos, cerca de su taller y de sus libros.

Leonardo Noguez, director artístico del Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry (MACA)


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