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El libro de Jorge
Verbo: Besar

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Traducciones del alemán

Verbo: Besar

No en vano la fachada exterior de la boca se marca con un arco rojo: está indicando peligro. Nunca se sabe qué va a terminar haciendo este punto sensible, causante de tantas guerras. Se trata de un animal pequeño, que generalmente se radica a la sombra de la nariz haciendo cueva de apetitos en los zócalos de la calavera; pero a despecho de esa apariencia doméstica y bastante inofensiva, ninguna otra puerta del cuerpo humano, por inquietante que sea, puede resultar tan imprevisible como esta anémona carnívora. Cuando se espera que coma, bosteza. Va a respirar y tose. Está saboreando y escupe. En la oscuridad silba en vez de esconderse. Fuma y fuma en contra de toda decisión del superyó. Inspira, sorbe, bebe, muerde, masca, deglute. Si odia, se frunce malignamente o saca la lengua con burla; sonríe cuando simpatiza; y, lo que es peor: en cualquier instante forma dentro de sí una extraña marejadilla de aire que una vez emitida sonará a lenguaje con sentido, al golpear de modo calculado contra los tímpanos de un semejante.

Mediante un aparato tan diversificado y fuera de control es que los humanos proceden a besar objetos o personas, y cuando el evento dañoso se produce de manera bipolar, boca a boca, se dice que ha nacido el amor y se marca el hecho, al fotografiarlo, con los términos “The end’’.

El amor es la única cosa que primero nace y después se hace. Y es justamente en medio de estos transportes amatorios que la boca se desboca y suele besar y decir por su cuenta, escapando a toda lógica y a la debida compostura de las personas serias. ¿Quién firmaría un acta donde constara todo lo que dijo y todo lo que hizo su propia boca? No están escritas ni pueden escribirse las cosas que se han dicho con los labios cerca del lóbulo de una pequeña oreja femenina; bocas ilustres hay que se han echado a besar cabellos creyendo que mordían sueños.

Sir Praphulla Chandra Ray sostuvo que el beso de amor es el último caballero andante; que sale a los caminos del cuerpo amado a luchar con los gigantes que imagina, a escalar montañas y recorrer valles y enfrentar hechizos. Ramón Menéndez y Pelayo aplica, con notable erudición, la tesis de Chandra Ray y localiza anatómicamente cada uno de los episodios de la obra de Cervantes en la cabeza, tronco y extremidades de España, a quien habría encarado el autor como una maja desnuda.

Con el respeto que merece la obra del crítico español, no aparece como totalmente probado, en su opúsculo, que el cuadro de Goya represente el Quijote de la Mancha. Para lograr una verdad indiscutible, para saber a ciencia cierta, si allí se ve una mujer en naturaleza o un hombre que sueña, correspondería someter el óleo de Goya a un prolijo examen mediante rayos X.

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De El libro de Jorge, Club del Libro n°1, agosto de 1976

El próximo viernes 21 de agosto publicaremos Verbo: Subir y bajar

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