Blogs

Urquiza esq. Abbey Road
50 años dando en el blanco

Facebook Twitter Whatsapp Telegram
revolver_04-728

The Beatles. Crédito: thebeatles.com

Por Eduardo Rivero ///

El Revolver de Los Beatles sigue estando allí en el estante de mi living, como desde hace 50 años. Solo que fue mutando del vinilo al cassette, pasando por el CD y, ahora, de nuevo al vinilo pero en su seductor formato “180 gramos”, que luce y suena espectacular.

Sigue estando allí, con su condición de irresistible imán, que hace que mi mano vaya hacia él permanentemente. Un disco que al ser editado originalmente el 5 de junio de 1966 resultó emocionante y asombroso, y que hoy, cada vez que mi mano sucumbe a esa fuerza irresistible que me impulsa a tomarlo, vuelve a ser emocionante y asombroso.

Se han cumplido 50 años del disco de mi vida, del más grande álbum que he conocido, del disco culminante de Los Beatles como arrolladora fuerza creativa y agentes de cambio cultural.

Revolver no es simplemente un gran álbum de una gran banda. Es una reserva de belleza en un mundo necesitado de armonía y genio. ¿Cómo podríamos vivir en un mundo como éste, lleno de odios y fundamentalismos, de violencia y opresión, de miseria y mediocridad, sin los girasoles de Van Gogh, los tangos de Troilo, las melodías de Jobim, ciertos filmes de Woody Allen, o el Revolver?

Es, entonces, uno de esos discos que mejoran la vida, porque sencillamente la modifican y la embellecen.

La discografía de Los Beatles, tan abundante en milagros laicos, registra momentos portentosos como el Rubber Soul, el Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band– tal vez más osado que el Revolver, pero también más desparejo– y dos discos que cuentan con enorme hinchada como el álbum doble The Beatles, más conocido como The White Album, y el Abbey Road.

Portada del Revolver.

Portada del Revolver.

Pero en ninguno de esos discos –todos geniales– Los Beatles logran ese nivel de perfección y esa cima de creatividad, belleza y uso de adelantos tecnológicos al servicio de la música, asombrosos para la época.

El tracklist de este disco no tiene igual. Y, particularmente en el caso de Paul McCartney, se trata de una cima en todo sentido.

No es posible desmenuzar este disco solamente con las herramientas del análisis técnico. Un biólogo puede disecar una lombriz y ponerla en el porta objetos de un microscopio y, lo que tendrá, serán las partes de una lombriz, pero no el bichito vivo y reptando por el terreno.

Del mismo modo, podemos analizar qué hacen las guitarras, el bajo, los instrumentos de bronce añadidos al arreglo en tal o cual tema o los coros de fondo, pero no vamos a tener al Revolver reptando, vivito y coleando en el plato del tocadiscos o dentro de la compactera. Es el total de esas canciones, la percepción global del disco, lo que desafía al análisis técnico porque hay una dimensión que va más allá de la mera suma de las partes.

Este disco se encuentra en la categoría de materiales sencillamente inexplicables, incomprensibles en su propia naturaleza de pieza genial.

Revolver es el séptimo disco de Los Beatles y se grabó entre abril y junio de 1966, junto con dos canciones excepcionales que aparecerían precisamente en junio de ese año como disco simple: Paperback Writer y Rain.

A pesar de aparecer apenas ocho meses después del Rubber Soul– un disco memorable y que anticipaba lo que vendría–, es un salto cualitativo increíble, por sus innovaciones estéticas y técnicas.

Empezó a grabarse por el último track, Tomorrow Never Knows, una canción escrita en do mayor y tocada utilizando únicamente ese acorde; absolutamente experimental y revolucionaria.

Es el primer disco de Los Beatles en el que George Harrison logra meter tres canciones: la impresionante Taxman, Love You To, con ese sonido de la India que le da el sitar y el tabla, y la bellísima e inquietante I Want to Tell You.

Y es el disco en el que la más sana locura empezó a imperar y ya todo fue posible, generando sonidos –y formas de producirlos– nunca antes imaginadas por otra banda en el planeta.

La batería de Ringo, precisa, mesurada y magistral como siempre, suena aquí como nunca al ser registrada por primera vez con varios micros.

Aparecen guitarras eléctricas grabadas en forma normal pero incorporadas al disco con su sonido invertido –por ejemplo en I’m Only Sleeping y en Tomorrow Never Knows–, algo que a nadie se le había ocurrido, generando frases y pasajes sencillamente mágicos.

La voz de John Lennon suena con efecto “Leslie” de un órgano Hammond, esto significa que se utilizó un parlante giratorio que produce un efecto casi onírico, típico de los órganos, para reproducir y amplificar la voz humana por primera vez. Lennon había dicho que quería que su voz sonara en Tomorrow Never Knows como el sonido de mil monjes cantando desde la cima del Himalaya y al técnico de grabación, Geoff Emerick, se le ocurrió ese impensable recurso.

También es el disco en el que por primera vez se utilizó una máquina para generar voces duplicadas electrónicamente, como si estuviesen cantando a dúo.

Esa suerte de “duplicador electrónico” fue inventado a pedido de Lennon –quien no cesaba de buscar que su voz no sonase a su voz sino a otra cosa– por el integrante del departamento técnico del estudio Abbey Road, Ken Townsend, y se le llamó ADT, sigla de “Automatic Double Tracking”.

Lennon lo bautizó como “Ken’s flanger”, dando origen al nombre de un pedal de efecto –“flanger”– que realmente simula dos voces a partir de una y que hoy día es utilizado por millones de guitarristas en todo el mundo.

A propósito de Geoff Emerick: Revolver fue su primer álbum como técnico de grabaciones, sustituyendo a quien había grabado a Los Beatles hasta ese momento, Norman Smith. Emerick tenía apenas 20 años. Y esa cabeza joven sin dudas fue determinante para tanta experimentación.

La propia tapa del disco, obra del fotógrafo y bajista alemán Klaus Voorman, viejo amigo de Los Beatles desde los días en los que tocaban en tugurios de Hamburgo, forma parte de la propuesta revolucionaria del álbum, al exhibir un collage de fotos y estupendas caricaturas de los cuatro miembros del grupo en sobrio blanco y negro.

Las canciones se abren como un abanico de asombros y hermosura.

Desde Taxman, de Harrison, rockera y sincopada, con un alucinante solo de guitarra de gran salvajismo tocado por Paul McCartney, cuya letra muestra la obsesión de George con el fisco británico que siempre los desplumaba:

“Si manejás tu auto, le pongo impuestos a las calles
si intentás tomar asiento, le pongo impuestos a las sillas,
si tenés mucho frío, le pongo impuestos al calor
si salís a caminar, le pongo impuestos a tus pies
porque soy el recaudador de impuestos…”

Aparecen los momentos cumbre de McCartney como autor y cantante en la belleza de Eleanor Rigby con su memorable cuarteto de cuerdas, la etérea Here, There and Everywhere, la fantástica For No One con su solo de corno francés tocado por el músico sinfónico Alan Civil, la luminosa Good Day Sunshine y el increíble homenaje a la música soul en Got to Get You into My Life con su rotundo arreglo de bronces y una voz líder de Paul estremecedora.

Lennon seduce con su deslumbrante fantasía onírica I’m Only Sleeping, dos temas donde hay referencias a las drogas como Dr. Robert y She said, she said, la a veces poco mencionada And Your Bird Can Sing con sus guitarras picantes y de increíble timbre, y, por cierto, Tomorrow Never Knows, tocada en un solo acorde, como un “raga” indio, y llena de multicolor locura con sus guitarras invertidas y sus loops de fragmentos de cintas pregrabadas elegidos al azar.

Hasta la canción casi infantil Yellow Submarine, cantada por la nasal voz de Ringo Starr, es magistral y sorprendente. Tras grabar su “coro de amigos”, todos los presentes en el estudio recorrieron el añoso y elegante edificio Abbey Road haciéndo una farándula cantando el clásico estribillo We all live in a yellow submarine, con Ringo al frente tocando el bombo, como cuenta Mark Lewisohn en su impresionante libro de investigación The Complete Beatles Recording Sessions.

Dentro de 50 años, habrá gente –muchísima gente– escuchando el Revolver, y serán oyentes tan emocionados y asombrados como los que crecimos con este disco. Es el único revólver que no mata, sino que genera vida.

***

Urquiza esq. Abbey Road es el blog musical de Eduardo Rivero en EnPerspectiva.net. Actualiza los miércoles.

Video: The Beatles

Video: TheBeatlesVEVO

***

Enlace externo
Fotogalería: La grabación del Revolver, en thebeatles.com

Foto: The Beatles. Crédito: s/d de autor/thebeatles.com.

Comentarios